Elena G. Harmon
Elena G. Harmon era muy joven cuando se comenzó a proclamar el mensaje del primer ángel. Tanto ella como sus padres lo aceptaron y con el tiempo fueron despedidos de la Iglesia Metodista, de la cual eran miembros. Elena era una niña seria. Un accidente en su niñez, que le desfiguró la cara y le perjudicó la salud, la obligó a abandonar sus estudios. Esto le dio más tiempo que nunca para meditar sobre temas religiosos.
Juan Nevins Andrews
Juan Nevins Andrews contaba apenas quince años de edad cuando compartió la amarga desilusión de 1844. Siendo un diligente estudiante de la Biblia, a la edad de 21 años estaba preparado para tomar parte en la proclamación del mensaje del tercer ángel. Ocupa un lugar único entre los Adventistas del Séptimo Día por haber sido el primer misionero enviado al extranjero, era un hábil escritor, siendo quizás el libro La Historia del Sábado (en inglés) su obra más conocido.
Jaime White
Jaime White era un predicador que pertenecía a la vanguardia del Movimiento Adventista. A pesar de su vista defectuosa y del consejo de sus amigos de que trabajase como agricultor, él sentía el deseo de obtener una educación. En su determinada persecución de este objetivo se volvió indiferente hacia las cosas espirituales, a pesar de haber sido bautizado en la Iglesia Cristiana (una secta protestante) a la edad de quince años. Llegó a ser maestro de escuela, haciendo a la vez algo de trabajo manual y procurando proseguir sus estudios. A la edad de 22 años las verdades del segundo advenimiento de Cristo lo impresionaron y no pasó mucho tiempo hasta que él también se encontraba amonestando al mundo con cuerpo y alma. El gran chasco de 1844 fue un amargo golpe para él, pero mantuvo su fe en Dios. El 30 de agosto de 1816 Jaime White y Elena G. Harmon se unieron en matrimonio, llegando a ser ambos ardientes defensores del mensaje del tercer ángel.
José Bates
José Bates era un capitán que había navegado por todas partes del mundo. Había subido del puesto de grumete al de capitán, y se había retirado de la marina antes que le llegara el mensaje del primer ángel. Tenia más o menos cincuenta años de edad cuando se unió a los primeros proclamadores del mensaje, pero Dios lo había estado guiando. Siempre había sido un hombre decidido y había abrigado principios de rectitud, siendo amante de la verdad y justicia; aun cuando surcaba los mares habla llegado a sentirse condenado por usar té y tabaco, y los había abandonado. José Bates había acumulado una pequeña fortuna antes de retirarse de la vida marítima. Contribuyó liberalmente al movimiento adventista, de modo que al llegar la gran desilusión de 1844 no le quedaba casi nada. Su lema era: "Dios proveerá". Después de haber pasado el tiempo fijado, él juntamente con otros, escudriñó diligentemente las Escrituras para obtener mayor luz, y fue uno de los primeros en aceptar la verdad sabática. No sólo predicó la doctrina, sino que escribió el primer folleto impreso por los Adventistas del Séptimo Día tocante a la observancia del sábado.