Aguardar en el Crisol — Estudia la Biblia Hoy





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 CONTENIDO 

Aguardar en el Crisol

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA

Romanos 15:4-5
RVR1960 4 Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza. 5 Pero el Dios de la paciencia y de la consolación os dé entre vosotros un mismo sentir según Cristo Jesús, NTV 4 Tales cosas se escribieron hace tiempo en las Escrituras para que nos sirvan de enseñanza. Y las Escrituras nos dan esperanza y ánimo mientras esperamos con paciencia hasta que se cumplan las promesas de Dios. 5 Que Dios, quien da esa paciencia y ese ánimo, los ayude a vivir en plena armonía unos con otros, como corresponde a los seguidores de Cristo Jesús.
Romanos 5:3-5
RVR1960 3 Y no solo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; 4 y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; 5 y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado. NTV 3 También nos alegramos al enfrentar pruebas y dificultades porque sabemos que nos ayudan a desarrollar resistencia. 4 Y la resistencia desarrolla firmeza de carácter, y el carácter fortalece nuestra esperanza segura de salvación. 5 Y esa esperanza no acabará en desilusión. Pues sabemos con cuánta ternura nos ama Dios, porque nos ha dado el Espíritu Santo para llenar nuestro corazón con su amor.
1 Samuel 26
RVR1960 1 Vinieron los zifeos a Saúl en Gabaa, diciendo: ¿No está David escondido en el collado de Haquila, al oriente del desierto? 2 Saúl entonces se levantó y descendió al desierto de Zif, llevando consigo tres mil hombres escogidos de Israel, para buscar a David en el desierto de Zif. 3 Y acampó Saúl en el collado de Haquila, que está al oriente del desierto, junto al camino. Y estaba David en el desierto, y entendió que Saúl le seguía en el desierto. 4 David, por tanto, envió espías, y supo con certeza que Saúl había venido. 5 Y se levantó David, y vino al sitio donde Saúl había acampado; y miró David el lugar donde dormían Saúl y Abner hijo de Ner, general de su ejército. Y estaba Saúl durmiendo en el campamento, y el pueblo estaba acampado en derredor de él. 6 Entonces David dijo a Ahimelec heteo y a Abisai hijo de Sarvia, hermano de Joab: ¿Quién descenderá conmigo a Saúl en el campamento? Y dijo Abisai: Yo descenderé contigo. 7 David, pues, y Abisai fueron de noche al ejército; y he aquí que Saúl estaba tendido durmiendo en el campamento, y su lanza clavada en tierra a su cabecera; y Abner y el ejército estaban tendidos alrededor de él. 8 Entonces dijo Abisai a David: Hoy ha entregado Dios a tu enemigo en tu mano; ahora, pues, déjame que le hiera con la lanza, y lo enclavaré en la tierra de un golpe, y no le daré segundo golpe. 9 Y David respondió a Abisai: No le mates; porque ¿quién extenderá su mano contra el ungido de Jehová, y será inocente? 10 Dijo además David: Vive Jehová, que si Jehová no lo hiriere, o su día llegue para que muera, o descendiendo en batalla perezca, 11 guárdeme Jehová de extender mi mano contra el ungido de Jehová. Pero toma ahora la lanza que está a su cabecera, y la vasija de agua, y vámonos. 12 Se llevó, pues, David la lanza y la vasija de agua de la cabecera de Saúl, y se fueron; y no hubo nadie que viese, ni entendiese, ni velase, pues todos dormían; porque un profundo sueño enviado de Jehová había caído sobre ellos. 13 Entonces pasó David al lado opuesto, y se puso en la cumbre del monte a lo lejos, habiendo gran distancia entre ellos. 14 Y dio voces David al pueblo, y a Abner hijo de Ner, diciendo: ¿No respondes, Abner? Entonces Abner respondió y dijo: ¿Quién eres tú que gritas al rey? 15 Y dijo David a Abner: ¿No eres tú un hombre? ¿y quién hay como tú en Israel? ¿Por qué, pues, no has guardado al rey tu señor? Porque uno del pueblo ha entrado a matar a tu señor el rey. 16 Esto que has hecho no está bien. Vive Jehová, que sois dignos de muerte, porque no habéis guardado a vuestro señor, al ungido de Jehová. Mira pues, ahora, dónde está la lanza del rey, y la vasija de agua que estaba a su cabecera. 17 Y conociendo Saúl la voz de David, dijo: ¿No es esta tu voz, hijo mío David? Y David respondió: Mi voz es, rey señor mío. 18 Y dijo: ¿Por qué persigue así mi señor a su siervo? ¿Qué he hecho? ¿Qué mal hay en mi mano? 19 Ruego, pues, que el rey mi señor oiga ahora las palabras de su siervo. Si Jehová te incita contra mí, acepte él la ofrenda; mas si fueren hijos de hombres, malditos sean ellos en presencia de Jehová, porque me han arrojado hoy para que no tenga parte en la heredad de Jehová, diciendo: Ve y sirve a dioses ajenos. 20 No caiga, pues, ahora mi sangre en tierra delante de Jehová, porque ha salido el rey de Israel a buscar una pulga, así como quien persigue una perdiz por los montes. 21 Entonces dijo Saúl: He pecado; vuélvete, hijo mío David, que ningún mal te haré más, porque mi vida ha sido estimada preciosa hoy a tus ojos. He aquí yo he hecho neciamente, y he errado en gran manera. 22 Y David respondió y dijo: He aquí la lanza del rey; pase acá uno de los criados y tómela. 23 Y Jehová pague a cada uno su justicia y su lealtad; pues Jehová te había entregado hoy en mi mano, mas yo no quise extender mi mano contra el ungido de Jehová. 24 Y he aquí, como tu vida ha sido estimada preciosa hoy a mis ojos, así sea mi vida a los ojos de Jehová, y me libre de toda aflicción. 25 Y Saúl dijo a David: Bendito eres tú, hijo mío David; sin duda emprenderás tú cosas grandes, y prevalecerás. Entonces David se fue por su camino, y Saúl se volvió a su lugar. 1 Samuel 26: 1 : Sal. 54 tít. NTV 1 Ahora bien, algunos hombres de Zif fueron a Guibeá para decirle a Saúl: «David está escondido en la colina de Haquila, que tiene vista a Jesimón». 2 Entonces Saúl escogió a tres mil de los soldados selectos de Israel y salió con ellos a perseguir a David en el desierto de Zif. 3 Saúl acampó junto al camino que está al lado de la colina de Haquila, cerca de Jesimón, donde David se escondía. Cuando David se enteró de que Saúl había venido al desierto a perseguirlo, 4 envió espías para verificar la noticia de su llegada. 5 Cierta noche, David pasó desapercibido al campamento de Saúl para echar un vistazo. Saúl y Abner, hijo de Ner, el comandante del ejército, dormían dentro del círculo formado por sus guerreros, todos bien dormidos. 6 — ¿Quién se ofrece a ir conmigo al campamento? — preguntó David a Ahimelec el hitita y a Abisai, hijo de Sarvia, hermano de Joab. — Yo voy contigo — contestó Abisai. 7 Entonces David y Abisai fueron directo al campamento de Saúl y lo encontraron dormido, con su lanza clavada en tierra junto a su cabeza. Abner y los soldados estaban dormidos alrededor de él. 8 — ¡Esta vez, sin duda alguna, Dios te ha entregado a tu enemigo! — le susurró Abisai a David — . Déjame que lo clave en la tierra con un solo golpe de mi lanza; ¡no hará falta darle dos! 9 — ¡No! — dijo David — . No lo mates. Pues ¿quién quedará inocente después de atacar al ungido del Señor? 10 Seguro que el Señor herirá a Saúl algún día, o morirá de viejo o en batalla. 11 ¡El Señor me libre de que mate al que él ha ungido! Pero toma su lanza y la jarra de agua que están junto a su cabeza y ¡luego vámonos de aquí! 12 Entonces David mismo tomó la lanza y la jarra de agua que estaban cerca de la cabeza de Saúl. Luego él y Abisai escaparon sin que nadie los viera ni despertara, porque el Señor hizo que los hombres de Saúl cayeran en un sueño profundo. 13 David subió la colina del lado opuesto del campamento hasta que estuvo a una distancia segura. 14 Luego les gritó a los soldados y a Abner hijo de Ner: — ¡Despiértate, Abner! — ¿Quién es? — preguntó Abner. 15 — Bueno, Abner, eres un gran hombre, ¿verdad? — se burló David — . En todo Israel, ¿dónde hay uno que sea tan poderoso como tú? Entonces, ¿por qué no protegiste a tu amo, el rey, cuando alguien entró a matarlo? 16 ¡Eso no está nada bien! Juro por el Señor que tú y tus hombres merecen morir, ¡porque no protegiste a tu amo, el ungido del Señor! ¡Mira a tu alrededor! ¿Dónde están la lanza del rey y la jarra de agua que estaban junto a su cabeza? 17 Saúl reconoció la voz de David y gritó: — ¿Eres tú, David, hijo mío? Y David contestó: — Sí, mi señor el rey. 18 ¿Por qué me persigue? ¿Qué hice? ¿Qué delito cometí? 19 Pero ahora que mi señor el rey escuche a su siervo. Si el Señor lo ha incitado en mi contra, entonces que él acepte mi ofrenda. Pero si esto es solo un plan humano, entonces que los que estén involucrados sean malditos por el Señor. Pues me han expulsado de mi hogar, y ya no puedo vivir entre el pueblo del Señor y han dicho: “Ve, rinde culto a dioses paganos”. 20 ¿Debo morir en tierra extranjera, lejos de la presencia del Señor? ¿Por qué el rey de Israel ha salido a buscar a una sola pulga? ¿Por qué me persigue como a una perdiz en las montañas? 21 Entonces Saúl confesó: — He pecado. Hijo mío, vuelve a casa, y ya no trataré de hacerte daño, porque hoy has valorado mi vida. He sido un tonto, y he estado muy, pero muy equivocado. 22 — Aquí está su lanza, oh rey — dijo David — . Permita que uno de sus jóvenes venga por ella. 23 El Señor da su propia recompensa por hacer el bien y por ser leal, y yo rehusé matarlo, aun cuando el Señor lo puso en mi poder, porque usted es el ungido del Señor. 24 Ahora que el Señor valore mi vida, así como hoy yo he valorado la suya. Que él me rescate de todas mis dificultades. 25 Y Saúl le dijo a David: — Bendiciones sobre tu vida, David, hijo mío. Harás muchas acciones heroicas y seguramente te irá bien en todo lo que hagas. Luego David se fue, y Saúl regresó a su casa.
Salmos 37:1-11
RVR1960 Salmo de David. 1 No te impacientes a causa de los malignos, Ni tengas envidia de los que hacen iniquidad. 2 Porque como hierba serán pronto cortados, Y como la hierba verde se secarán. 3 Confía en Jehová, y haz el bien; Y habitarás en la tierra, y te apacentarás de la verdad. 4 Deléitate asimismo en Jehová, Y él te concederá las peticiones de tu corazón. 5 Encomienda a Jehová tu camino, Y confía en él; y él hará. 6 Exhibirá tu justicia como la luz, Y tu derecho como el mediodía. 7 Guarda silencio ante Jehová, y espera en él. No te alteres con motivo del que prospera en su camino, Por el hombre que hace maldades. 8 Deja la ira, y desecha el enojo; No te excites en manera alguna a hacer lo malo. 9 Porque los malignos serán destruidos, Pero los que esperan en Jehová, ellos heredarán la tierra. 10 Pues de aquí a poco no existirá el malo; Observarás su lugar, y no estará allí. 11 Pero los mansos heredarán la tierra, Y se recrearán con abundancia de paz. NTV Salmo de David. 1 No te inquietes a causa de los malvados ni tengas envidia de los que hacen lo malo. 2 Pues como la hierba, pronto se desvanecen; como las flores de primavera, pronto se marchitan. 3 Confía en el Señor y haz el bien; entonces vivirás seguro en la tierra y prosperarás. 4 Deléitate en el Señor, y él te concederá los deseos de tu corazón. 5 Entrega al Señor todo lo que haces; confía en él, y él te ayudará. 6 Él hará resplandecer tu inocencia como el amanecer, y la justicia de tu causa brillará como el sol de mediodía. 7 Quédate quieto en la presencia del Señor, y espera con paciencia a que él actúe. No te inquietes por la gente mala que prospera, ni te preocupes por sus perversas maquinaciones. 8 ¡Ya no sigas enojado! ¡Deja a un lado tu ira! No pierdas los estribos, que eso únicamente causa daño. 9 Pues los perversos serán destruidos, pero los que confían en el Señor poseerán la tierra. 10 Pronto los perversos desaparecerán; por más que los busques, no los encontrarás. 11 Los humildes poseerán la tierra y vivirán en paz y prosperidad.

VERSÍCULO DE MEMORIA

Gálatas 5:22
RVR1960 22 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, NTV 22 En cambio, la clase de fruto que el Espíritu Santo produce en nuestra vida es: amor, alegría, paz, paciencia, gentileza, bondad, fidelidad,

SÁBADO — INTRODUCCIÓN


Los científicos hicieron un experimento con niños de cuatro años... y malvaviscos. Un científico le dijo a cada niño que podía comer un malvavisco. Ahora bien, si el niño esperaba hasta que el científico regresara de una diligencia,
le daría dos. Algunos de los niños llevaron el malvavisco a la boca en cuanto el científico se fue; otros esperaron. Se registraron las diferencias.

A continuación, los científicos hicieron un seguimiento de estos niños hasta la adolescencia. Los que habían esperado resultaron tener mejor adaptación, ser mejores estudiantes y más seguros de sí mismos que los que no esperaron. Al parecer, la paciencia indicaba algo mayor, algo importante en el carácter humano. Por ende, no es de extrañar que el Señor nos aconseje que la cultivemos.

Esta semana veremos lo que podría estar detrás de algunos de los crisoles más difíciles de todos: el crisol de la espera.

Un vistazo a la semana: ¿Por qué a veces tenemos que esperar tanto tiempo? ¿Qué lecciones podemos aprender sobre la paciencia mientras estamos en el crisol?

DOMINGO — EL DIOS DE LA PACIENCIA

Lee Romanos 15:4-5
RVR1960 4 Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza. 5 Pero el Dios de la paciencia y de la consolación os dé entre vosotros un mismo sentir según Cristo Jesús, NTV 4 Tales cosas se escribieron hace tiempo en las Escrituras para que nos sirvan de enseñanza. Y las Escrituras nos dan esperanza y ánimo mientras esperamos con paciencia hasta que se cumplan las promesas de Dios. 5 Que Dios, quien da esa paciencia y ese ánimo, los ayude a vivir en plena armonía unos con otros, como corresponde a los seguidores de Cristo Jesús.

¿Qué encontramos en estos versículos?

Normalmente nos impacientamos por cosas que realmente queremos o que nos han prometido pero que todavía no tenemos. A menudo solo quedamos satisfechos cuando conseguimos lo que anhelamos. Y, debido a que rara vez obtenemos lo que queremos y cuando lo queremos, esto implica que a menudo nos irritamos y perdemos la paciencia. Y, cuando estamos en este estado, es casi imposible mantener la paz y la confianza en Dios.

Esperar es doloroso por definición. En hebreo, una de las palabras para “esperar pacientemente” Salmos 37:7
RVR1960 7 Guarda silencio ante Jehová, y espera en él. No te alteres con motivo del que prospera en su camino, Por el hombre que hace maldades. NTV 7 Quédate quieto en la presencia del Señor, y espera con paciencia a que él actúe. No te inquietes por la gente mala que prospera, ni te preocupes por sus perversas maquinaciones.
proviene de otro vocablo que puede traducirse como “estar muy dolorido”, “sacudirse”, “temblar”, “estar herido”, “estar triste”. Aprender a tener paciencia no es fácil; a veces es la esencia misma de lo que significa estar en el crisol.

Lee Salmos 27:14
RVR1960 14 Aguarda a Jehová; Esfuérzate, y aliéntese tu corazón; Sí, espera a Jehová. NTV 14 Espera con paciencia al Señor; sé valiente y esforzado; sí, espera al Señor con paciencia.
Salmos 37:7
RVR1960 7 Guarda silencio ante Jehová, y espera en él. No te alteres con motivo del que prospera en su camino, Por el hombre que hace maldades. NTV 7 Quédate quieto en la presencia del Señor, y espera con paciencia a que él actúe. No te inquietes por la gente mala que prospera, ni te preocupes por sus perversas maquinaciones.
Romanos 5:3-5
RVR1960 3 Y no solo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; 4 y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; 5 y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado. NTV 3 También nos alegramos al enfrentar pruebas y dificultades porque sabemos que nos ayudan a desarrollar resistencia. 4 Y la resistencia desarrolla firmeza de carácter, y el carácter fortalece nuestra esperanza segura de salvación. 5 Y esa esperanza no acabará en desilusión. Pues sabemos con cuánta ternura nos ama Dios, porque nos ha dado el Espíritu Santo para llenar nuestro corazón con su amor.

¿Qué nos transmiten estos versículos? ¿Hacia dónde conduce la paciencia?

Mientras esperamos, podemos concentrarnos en una de dos cosas. Podemos enfocarnos en las cosas que esperamos o en Aquel que tiene esas cosas en sus manos. Lo que marca la diferencia cuando esperamos algo no es tanto el tiempo que tenemos que esperar, sino nuestra actitud mientras esperamos. Si confiamos en Dios, si hemos puesto nuestra vida en sus manos, si le hemos entregado nuestra voluntad, entonces podemos confiar en que él hará lo mejor por nosotros cuando sea mejor para nosotros; aunque a veces resulte difícil creerlo.

¿Qué estás esperando con ansias? ¿Cómo puedes aprender a esperar en Dios y en sus tiempos? Ora para lograr una actitud de total entrega y sumisión a Dios.

LUNES — LOS TIEMPOS DE DIOS

Lee Romanos 5:6
RVR1960 6 Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos. NTV 6 Cuando éramos totalmente incapaces de salvarnos, Cristo vino en el momento preciso y murió por nosotros, pecadores.
Gálatas 4:4
RVR1960 4 Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, NTV 4 Sin embargo, cuando se cumplió el tiempo establecido, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer y sujeto a la ley.


¿Qué nos dicen sobre los tiempos de Dios?

En estos versículos, Pablo nos dice que Jesús vino a morir por nosotros exactamente en el momento oportuno. Pero el apóstol no nos explica por qué era el momento adecuado. Es muy fácil leer estos versículos y preguntarse: ¿Por qué Jesús esperó miles de años para venir a la Tierra a ocuparse del pecado? El universo ¿no entendió mucho antes que el pecado era algo horroroso?
También podemos preguntarnos qué está esperando Jesús para venir por segunda vez. O cuestionarnos: ¿Por qué Dios espera tanto tiempo para responder a mi oración?

Piensa, por ejemplo, en la profecía de las setenta semanas de Daniel 9:24-27
RVR1960 24 Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos. 25 Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos. 26 Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones. 27 Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador. NTV 24 »Un período de setenta conjuntos de siete se ha decretado para tu pueblo y tu ciudad santa para poner fin a su rebelión, para terminar con su pecado, para obtener perdón por su culpa, para traer justicia eterna, para confirmar la visión profética y para ungir el Lugar Santísimo. 25 ¡Ahora escucha y entiende! Pasarán siete conjuntos de siete más sesenta y dos conjuntos de siete desde el momento en que se dé la orden de reconstruir Jerusalén hasta que venga un gobernante, el Ungido. Jerusalén será reconstruida con calles y fuertes defensas, a pesar de los tiempos peligrosos. 26 »Después de este período de sesenta y dos conjuntos de siete, matarán al Ungido sin que parezca haber logrado nada y surgirá un gobernante cuyos ejércitos destruirán la ciudad y el templo. El fin llegará con una inundación; guerra, y la miseria que acarrea, está decretada desde ese momento hasta el fin. 27 El gobernante firmará un tratado con el pueblo por un período de un conjunto de siete, pero al cumplirse la mitad de ese tiempo, pondrá fin a los sacrificios y a las ofrendas. Como punto culminante de todos sus terribles actos, colocará un objeto sacrílego que causa profanación hasta que el destino decretado para este profanador finalmente caiga sobre él».
la profecía que señala a Jesús como el Mesías (repásala, si es necesario). ¿Cuánto duró este período? ¿Qué te dice esto acerca de aprender a esperar que las cosas ocurran en los tiempos de Dios, aunque nos parezca que lleven mucho tiempo?

Hay muchas razones espirituales importantes por las que pasaremos por tiempos de espera. En primer lugar, esperar puede reorientar nuestra atención: alejarnos de las “cosas” para volvernos a Dios. En segundo lugar, esperar nos permite desarrollar una imagen más clara de nuestros motivos y deseos. En tercer lugar, la espera genera perseverancia: resistencia espiritual. En cuarto lugar, la espera abre la puerta al desarrollo de muchas fortalezas espirituales, como la fe y la confianza. En quinto lugar, la espera permite a Dios poner otras piezas en el rompecabezas del cuadro completo. En sexto lugar, es posible que nunca sepamos la razón por la que tenemos que esperar; por ende, aprendemos a vivir por fe. ¿Qué otras razones para esperar se te ocurren?

¿Qué ejemplos puedes encontrar en la Biblia de cosas que Dios hizo a su debido tiempo que puedan ayudarte a aprender a confiar en que él también hará por ti lo que es mejor a su debido tiempo? (Piensa, por ejemplo, en Abraham y Sara y en la promesa de un hijo.) Por otro lado, pregúntate: “¿Hay algo que estoy haciendo que retrase la respuesta a una oración que podría haber sido respondida hace mucho tiempo?”

MARTES — DAVID: UNA LECCIÓN OBJETIVA SOBRE LA ESPERA

En 1 Samuel 16:1-13
RVR1960 1 Dijo Jehová a Samuel: ¿Hasta cuándo llorarás a Saúl, habiéndolo yo desechado para que no reine sobre Israel? Llena tu cuerno de aceite, y ven, te enviaré a Isaí de Belén, porque de sus hijos me he provisto de rey. 2 Y dijo Samuel: ¿Cómo iré? Si Saúl lo supiera, me mataría. Jehová respondió: Toma contigo una becerra de la vacada, y di: A ofrecer sacrificio a Jehová he venido. 3 Y llama a Isaí al sacrificio, y yo te enseñaré lo que has de hacer; y me ungirás al que yo te dijere. 4 Hizo, pues, Samuel como le dijo Jehová; y luego que él llegó a Belén, los ancianos de la ciudad salieron a recibirle con miedo, y dijeron: ¿Es pacífica tu venida? 5 Él respondió: Sí, vengo a ofrecer sacrificio a Jehová; santificaos, y venid conmigo al sacrificio. Y santificando él a Isaí y a sus hijos, los llamó al sacrificio. 6 Y aconteció que cuando ellos vinieron, él vio a Eliab, y dijo: De cierto delante de Jehová está su ungido. 7 Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón. 8 Entonces llamó Isaí a Abinadab, y lo hizo pasar delante de Samuel, el cual dijo: Tampoco a este ha escogido Jehová. 9 Hizo luego pasar Isaí a Sama. Y él dijo: Tampoco a este ha elegido Jehová. 10 E hizo pasar Isaí siete hijos suyos delante de Samuel; pero Samuel dijo a Isaí: Jehová no ha elegido a estos. 11 Entonces dijo Samuel a Isaí: ¿Son estos todos tus hijos? Y él respondió: Queda aún el menor, que apacienta las ovejas. Y dijo Samuel a Isaí: Envía por él, porque no nos sentaremos a la mesa hasta que él venga aquí. 12 Envió, pues, por él, y le hizo entrar; y era rubio, hermoso de ojos, y de buen parecer. Entonces Jehová dijo: Levántate y úngelo, porque este es. 13 Y Samuel tomó el cuerno del aceite, y lo ungió en medio de sus hermanos; y desde aquel día en adelante el Espíritu de Jehová vino sobre David. Se levantó luego Samuel, y se volvió a Ramá. NTV 1 Ahora bien, el Señor le dijo a Samuel: — Ya has hecho suficiente duelo por Saúl. Lo he rechazado como rey de Israel, así que llena tu frasco con aceite de oliva y ve a Belén. Busca a un hombre llamado Isaí que vive allí, porque he elegido a uno de sus hijos para que sea mi rey. 2 Pero Samuel le preguntó: — ¿Cómo puedo hacerlo? Si Saúl llega a enterarse, me matará. — Lleva contigo una novilla — le contestó el Señor — y di que has venido para ofrecer un sacrificio al Señor. 3 Invita a Isaí al sacrificio, y te mostraré a cuál de sus hijos ungirás para mí. 4 Así que Samuel hizo como el Señor le indicó. Cuando llegó a Belén, los ancianos del pueblo salieron a su encuentro temblando. — ¿Qué pasa? — le preguntaron — . ¿Vienes en son de paz? 5 — Sí — contestó Samuel — , vine para ofrecer un sacrificio al Señor. Purifíquense y vengan conmigo al sacrificio. Luego Samuel realizó el rito de purificación para Isaí y sus hijos y también los invitó al sacrificio. 6 Cuando llegaron, Samuel se fijó en Eliab y pensó: «¡Seguramente este es el ungido del Señor! ». 7 Pero el Señor le dijo a Samuel: — No juzgues por su apariencia o por su estatura, porque yo lo he rechazado. El Señor no ve las cosas de la manera en que tú las ves. La gente juzga por las apariencias, pero el Señor mira el corazón. 8 Entonces Isaí le dijo a su hijo Abinadab que caminara delante de Samuel. Pero Samuel dijo: — Este no es el que el Señor ha elegido. 9 Después Isaí llamó a Simea, pero Samuel dijo: — Tampoco es este a quien el Señor ha elegido. 10 De la misma manera, Isaí le presentó sus siete hijos a Samuel. Pero Samuel le dijo: — El Señor no ha elegido a ninguno de ellos. 11 Después Samuel preguntó: — ¿Son estos todos los hijos que tienes? — Queda todavía el más joven — contestó Isaí — . Pero está en el campo cuidando las ovejas y las cabras. — Manda llamarlo de inmediato — dijo Samuel — . No nos sentaremos a comer hasta que él llegue. 12 Entonces Isaí mandó a buscarlo. El joven era trigueño y apuesto, y de hermosos ojos. Y el Señor dijo: — Este es, úngelo. 13 Al estar David de pie entre sus hermanos, Samuel tomó el frasco de aceite de oliva que había traído y ungió a David con el aceite. Y el Espíritu del Señor vino con gran poder sobre David a partir de ese día. Luego Samuel regresó a Ramá.
vemos que Samuel unge al joven David como rey. Sin embargo, hubo un largo viaje desde los campos de su padre, Isaí, hasta el trono de Jerusalén. Sin duda, en ocasiones sintió que estaba en medio de un crisol.

Primeramente, al muchacho lo llaman a hacer música para calmar el espíritu atribulado de Saúl 1 Samuel 16
RVR1960 1 Dijo Jehová a Samuel: ¿Hasta cuándo llorarás a Saúl, habiéndolo yo desechado para que no reine sobre Israel? Llena tu cuerno de aceite, y ven, te enviaré a Isaí de Belén, porque de sus hijos me he provisto de rey. 2 Y dijo Samuel: ¿Cómo iré? Si Saúl lo supiera, me mataría. Jehová respondió: Toma contigo una becerra de la vacada, y di: A ofrecer sacrificio a Jehová he venido. 3 Y llama a Isaí al sacrificio, y yo te enseñaré lo que has de hacer; y me ungirás al que yo te dijere. 4 Hizo, pues, Samuel como le dijo Jehová; y luego que él llegó a Belén, los ancianos de la ciudad salieron a recibirle con miedo, y dijeron: ¿Es pacífica tu venida? 5 Él respondió: Sí, vengo a ofrecer sacrificio a Jehová; santificaos, y venid conmigo al sacrificio. Y santificando él a Isaí y a sus hijos, los llamó al sacrificio. 6 Y aconteció que cuando ellos vinieron, él vio a Eliab, y dijo: De cierto delante de Jehová está su ungido. 7 Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón. 8 Entonces llamó Isaí a Abinadab, y lo hizo pasar delante de Samuel, el cual dijo: Tampoco a este ha escogido Jehová. 9 Hizo luego pasar Isaí a Sama. Y él dijo: Tampoco a este ha elegido Jehová. 10 E hizo pasar Isaí siete hijos suyos delante de Samuel; pero Samuel dijo a Isaí: Jehová no ha elegido a estos. 11 Entonces dijo Samuel a Isaí: ¿Son estos todos tus hijos? Y él respondió: Queda aún el menor, que apacienta las ovejas. Y dijo Samuel a Isaí: Envía por él, porque no nos sentaremos a la mesa hasta que él venga aquí. 12 Envió, pues, por él, y le hizo entrar; y era rubio, hermoso de ojos, y de buen parecer. Entonces Jehová dijo: Levántate y úngelo, porque este es. 13 Y Samuel tomó el cuerno del aceite, y lo ungió en medio de sus hermanos; y desde aquel día en adelante el Espíritu de Jehová vino sobre David. Se levantó luego Samuel, y se volvió a Ramá. 14 El Espíritu de Jehová se apartó de Saúl, y le atormentaba un espíritu malo de parte de Jehová. 15 Y los criados de Saúl le dijeron: He aquí ahora, un espíritu malo de parte de Dios te atormenta. 16 Diga, pues, nuestro señor a tus siervos que están delante de ti, que busquen a alguno que sepa tocar el arpa, para que cuando esté sobre ti el espíritu malo de parte de Dios, él toque con su mano, y tengas alivio. 17 Y Saúl respondió a sus criados: Buscadme, pues, ahora alguno que toque bien, y traédmelo. 18 Entonces uno de los criados respondió diciendo: He aquí yo he visto a un hijo de Isaí de Belén, que sabe tocar, y es valiente y vigoroso y hombre de guerra, prudente en sus palabras, y hermoso, y Jehová está con él. 19 Y Saúl envió mensajeros a Isaí, diciendo: Envíame a David tu hijo, el que está con las ovejas. 20 Y tomó Isaí un asno cargado de pan, una vasija de vino y un cabrito, y lo envió a Saúl por medio de David su hijo. 21 Y viniendo David a Saúl, estuvo delante de él; y él le amó mucho, y le hizo su paje de armas. 22 Y Saúl envió a decir a Isaí: Yo te ruego que esté David conmigo, pues ha hallado gracia en mis ojos. 23 Y cuando el espíritu malo de parte de Dios venía sobre Saúl, David tomaba el arpa y tocaba con su mano; y Saúl tenía alivio y estaba mejor, y el espíritu malo se apartaba de él. NTV 1 Ahora bien, el Señor le dijo a Samuel: — Ya has hecho suficiente duelo por Saúl. Lo he rechazado como rey de Israel, así que llena tu frasco con aceite de oliva y ve a Belén. Busca a un hombre llamado Isaí que vive allí, porque he elegido a uno de sus hijos para que sea mi rey. 2 Pero Samuel le preguntó: — ¿Cómo puedo hacerlo? Si Saúl llega a enterarse, me matará. — Lleva contigo una novilla — le contestó el Señor — y di que has venido para ofrecer un sacrificio al Señor. 3 Invita a Isaí al sacrificio, y te mostraré a cuál de sus hijos ungirás para mí. 4 Así que Samuel hizo como el Señor le indicó. Cuando llegó a Belén, los ancianos del pueblo salieron a su encuentro temblando. — ¿Qué pasa? — le preguntaron — . ¿Vienes en son de paz? 5 — Sí — contestó Samuel — , vine para ofrecer un sacrificio al Señor. Purifíquense y vengan conmigo al sacrificio. Luego Samuel realizó el rito de purificación para Isaí y sus hijos y también los invitó al sacrificio. 6 Cuando llegaron, Samuel se fijó en Eliab y pensó: «¡Seguramente este es el ungido del Señor! ». 7 Pero el Señor le dijo a Samuel: — No juzgues por su apariencia o por su estatura, porque yo lo he rechazado. El Señor no ve las cosas de la manera en que tú las ves. La gente juzga por las apariencias, pero el Señor mira el corazón. 8 Entonces Isaí le dijo a su hijo Abinadab que caminara delante de Samuel. Pero Samuel dijo: — Este no es el que el Señor ha elegido. 9 Después Isaí llamó a Simea, pero Samuel dijo: — Tampoco es este a quien el Señor ha elegido. 10 De la misma manera, Isaí le presentó sus siete hijos a Samuel. Pero Samuel le dijo: — El Señor no ha elegido a ninguno de ellos. 11 Después Samuel preguntó: — ¿Son estos todos los hijos que tienes? — Queda todavía el más joven — contestó Isaí — . Pero está en el campo cuidando las ovejas y las cabras. — Manda llamarlo de inmediato — dijo Samuel — . No nos sentaremos a comer hasta que él llegue. 12 Entonces Isaí mandó a buscarlo. El joven era trigueño y apuesto, y de hermosos ojos. Y el Señor dijo: — Este es, úngelo. 13 Al estar David de pie entre sus hermanos, Samuel tomó el frasco de aceite de oliva que había traído y ungió a David con el aceite. Y el Espíritu del Señor vino con gran poder sobre David a partir de ese día. Luego Samuel regresó a Ramá. 14 Ahora bien, el Espíritu del Señor se había apartado de Saúl, y el Señor envió un espíritu atormentador. 15 Algunos de los siervos de Saúl le dijeron: — Un espíritu atormentador de parte de Dios te está afligiendo. 16 Busquemos a un buen músico para que toque el arpa cada vez que el espíritu atormentador te aflija. Tocará música relajante, y dentro de poco estarás bien. 17 — Me parece bien — dijo Saúl — . Búsquenme a alguien que toque bien y tráiganlo aquí. 18 Entonces un siervo le dijo a Saúl: — Uno de los hijos de Isaí de Belén tiene mucho talento para tocar el arpa. No solo eso, es un guerrero valiente, un hombre de guerra y de buen juicio. También es un joven bien parecido y el Señor está con él. 19 Entonces Saúl mandó mensajeros a Isaí para decirle: «Envíame a tu hijo David, el pastor». 20 Isaí hizo caso y envió a su hijo David a Saúl, junto con un cabrito, un burro cargado de pan y un cuero lleno de vino. 21 Así que David llegó a donde estaba Saúl y quedó a su servicio. Saúl llegó a apreciar mucho a David, y el joven se convirtió en su escudero. 22 Luego Saúl mandó un recado a Isaí con una petición: «Por favor, permite que David quede a mi servicio, porque me simpatiza mucho». 23 Y cada vez que el espíritu atormentador de parte de Dios afligía a Saúl, David tocaba el arpa. Entonces Saúl se sentía mejor, y el espíritu atormentador se iba.
Más adelante, se convierte en el héroe de Israel cuando mata a Goliat 1 Samuel 17
RVR1960 1 Los filisteos juntaron sus ejércitos para la guerra, y se congregaron en Soco, que es de Judá, y acamparon entre Soco y Azeca, en Efes-damim. 2 También Saúl y los hombres de Israel se juntaron, y acamparon en el valle de Ela, y se pusieron en orden de batalla contra los filisteos. 3 Y los filisteos estaban sobre un monte a un lado, e Israel estaba sobre otro monte al otro lado, y el valle entre ellos. 4 Salió entonces del campamento de los filisteos un paladín, el cual se llamaba Goliat, de Gat, y tenía de altura seis codos y un palmo. 5 Y traía un casco de bronce en su cabeza, y llevaba una cota de malla; y era el peso de la cota cinco mil siclos de bronce. 6 Sobre sus piernas traía grebas de bronce, y jabalina de bronce entre sus hombros. 7 El asta de su lanza era como un rodillo de telar, y tenía el hierro de su lanza seiscientos siclos de hierro; e iba su escudero delante de él. 8 Y se paró y dio voces a los escuadrones de Israel, diciéndoles: ¿Para qué os habéis puesto en orden de batalla? ¿No soy yo el filisteo, y vosotros los siervos de Saúl? Escoged de entre vosotros un hombre que venga contra mí. 9 Si él pudiere pelear conmigo, y me venciere, nosotros seremos vuestros siervos; y si yo pudiere más que él, y lo venciere, vosotros seréis nuestros siervos y nos serviréis. 10 Y añadió el filisteo: Hoy yo he desafiado al campamento de Israel; dadme un hombre que pelee conmigo. 11 Oyendo Saúl y todo Israel estas palabras del filisteo, se turbaron y tuvieron gran miedo. 12 Y David era hijo de aquel hombre efrateo de Belén de Judá, cuyo nombre era Isaí, el cual tenía ocho hijos; y en el tiempo de Saúl este hombre era viejo y de gran edad entre los hombres. 13 Y los tres hijos mayores de Isaí habían ido para seguir a Saúl a la guerra. Y los nombres de sus tres hijos que habían ido a la guerra eran: Eliab el primogénito, el segundo Abinadab, y el tercero Sama; 14 y David era el menor. Siguieron, pues, los tres mayores a Saúl. 15 Pero David había ido y vuelto, dejando a Saúl, para apacentar las ovejas de su padre en Belén. 16 Venía, pues, aquel filisteo por la mañana y por la tarde, y así lo hizo durante cuarenta días. 17 Y dijo Isaí a David su hijo: Toma ahora para tus hermanos un efa de este grano tostado, y estos diez panes, y llévalo pronto al campamento a tus hermanos. 18 Y estos diez quesos de leche los llevarás al jefe de los mil; y mira si tus hermanos están buenos, y toma prendas de ellos. 19 Y Saúl y ellos y todos los de Israel estaban en el valle de Ela, peleando contra los filisteos. 20 Se levantó, pues, David de mañana, y dejando las ovejas al cuidado de un guarda, se fue con su carga como Isaí le había mandado; y llegó al campamento cuando el ejército salía en orden de batalla, y daba el grito de combate. 21 Y se pusieron en orden de batalla Israel y los filisteos, ejército frente a ejército. 22 Entonces David dejó su carga en mano del que guardaba el bagaje, y corrió al ejército; y cuando llegó, preguntó por sus hermanos, si estaban bien. 23 Mientras él hablaba con ellos, he aquí que aquel paladín que se ponía en medio de los dos campamentos, que se llamaba Goliat, el filisteo de Gat, salió de entre las filas de los filisteos y habló las mismas palabras, y las oyó David. 24 Y todos los varones de Israel que veían aquel hombre huían de su presencia, y tenían gran temor. 25 Y cada uno de los de Israel decía: ¿No habéis visto aquel hombre que ha salido? Él se adelanta para provocar a Israel. Al que le venciere, el rey le enriquecerá con grandes riquezas, y le dará su hija, y eximirá de tributos a la casa de su padre en Israel. 26 Entonces habló David a los que estaban junto a él, diciendo: ¿Qué harán al hombre que venciere a este filisteo, y quitare el oprobio de Israel? Porque ¿quién es este filisteo incircunciso, para que provoque a los escuadrones del Dios viviente? 27 Y el pueblo le respondió las mismas palabras, diciendo: Así se hará al hombre que le venciere. 28 Y oyéndole hablar Eliab su hermano mayor con aquellos hombres, se encendió en ira contra David y dijo: ¿Para qué has descendido acá? ¿y a quién has dejado aquellas pocas ovejas en el desierto? Yo conozco tu soberbia y la malicia de tu corazón, que para ver la batalla has venido. 29 David respondió: ¿Qué he hecho yo ahora? ¿No es esto mero hablar? 30 Y apartándose de él hacia otros, preguntó de igual manera; y le dio el pueblo la misma respuesta de antes. 31 Fueron oídas las palabras que David había dicho, y las refirieron delante de Saúl; y él lo hizo venir. 32 Y dijo David a Saúl: No desmaye el corazón de ninguno a causa de él; tu siervo irá y peleará contra este filisteo. 33 Dijo Saúl a David: No podrás tú ir contra aquel filisteo, para pelear con él; porque tú eres muchacho, y él un hombre de guerra desde su juventud. 34 David respondió a Saúl: Tu siervo era pastor de las ovejas de su padre; y cuando venía un león, o un oso, y tomaba algún cordero de la manada, 35 salía yo tras él, y lo hería, y lo libraba de su boca; y si se levantaba contra mí, yo le echaba mano de la quijada, y lo hería y lo mataba. 36 Fuese león, fuese oso, tu siervo lo mataba; y este filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque ha provocado al ejército del Dios viviente. 37 Añadió David: Jehová, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, él también me librará de la mano de este filisteo. Y dijo Saúl a David: Ve, y Jehová esté contigo. 38 Y Saúl vistió a David con sus ropas, y puso sobre su cabeza un casco de bronce, y le armó de coraza. 39 Y ciñó David su espada sobre sus vestidos, y probó a andar, porque nunca había hecho la prueba. Y dijo David a Saúl: Yo no puedo andar con esto, porque nunca lo practiqué. Y David echó de sí aquellas cosas. 40 Y tomó su cayado en su mano, y escogió cinco piedras lisas del arroyo, y las puso en el saco pastoril, en el zurrón que traía, y tomó su honda en su mano, y se fue hacia el filisteo. 41 Y el filisteo venía andando y acercándose a David, y su escudero delante de él. 42 Y cuando el filisteo miró y vio a David, le tuvo en poco; porque era muchacho, y rubio, y de hermoso parecer. 43 Y dijo el filisteo a David: ¿Soy yo perro, para que vengas a mí con palos? Y maldijo a David por sus dioses. 44 Dijo luego el filisteo a David: Ven a mí, y daré tu carne a las aves del cielo y a las bestias del campo. 45 Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado. 46 Jehová te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y te cortaré la cabeza, y daré hoy los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra; y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel. 47 Y sabrá toda esta congregación que Jehová no salva con espada y con lanza; porque de Jehová es la batalla, y él os entregará en nuestras manos. 48 Y aconteció que cuando el filisteo se levantó y echó a andar para ir al encuentro de David, David se dio prisa, y corrió a la línea de batalla contra el filisteo. 49 Y metiendo David su mano en la bolsa, tomó de allí una piedra, y la tiró con la honda, e hirió al filisteo en la frente; y la piedra quedó clavada en la frente, y cayó sobre su rostro en tierra. 50 Así venció David al filisteo con honda y piedra; e hirió al filisteo y lo mató, sin tener David espada en su mano. 51 Entonces corrió David y se puso sobre el filisteo; y tomando la espada de él y sacándola de su vaina, lo acabó de matar, y le cortó con ella la cabeza. Y cuando los filisteos vieron a su paladín muerto, huyeron. 52 Levantándose luego los de Israel y los de Judá, gritaron, y siguieron a los filisteos hasta llegar al valle, y hasta las puertas de Ecrón. Y cayeron los heridos de los filisteos por el camino de Saaraim hasta Gat y Ecrón. 53 Y volvieron los hijos de Israel de seguir tras los filisteos, y saquearon su campamento. 54 Y David tomó la cabeza del filisteo y la trajo a Jerusalén, pero las armas de él las puso en su tienda. 55 Y cuando Saúl vio a David que salía a encontrarse con el filisteo, dijo a Abner general del ejército: Abner, ¿de quién es hijo ese joven? Y Abner respondió: 56 Vive tu alma, oh rey, que no lo sé. Y el rey dijo: Pregunta de quién es hijo ese joven. 57 Y cuando David volvía de matar al filisteo, Abner lo tomó y lo llevó delante de Saúl, teniendo David la cabeza del filisteo en su mano. 58 Y le dijo Saúl: Muchacho, ¿de quién eres hijo? Y David respondió: Yo soy hijo de tu siervo Isaí de Belén. NTV 1 Los filisteos reunieron su ejército para la batalla y acamparon en Efes-damim, que queda entre Soco en Judá y Azeca. 2 Saúl respondió reuniendo a las tropas israelitas cerca del valle de Ela. 3 De modo que los filisteos y los israelitas quedaron frente a frente en montes opuestos, separados por el valle. 4 Luego Goliat, un campeón filisteo de Gat, salió de entre las filas de los filisteos para enfrentarse a las fuerzas de Israel. ¡Medía casi tres metros de altura! 5 Llevaba un casco de bronce y su cota de malla, hecha de bronce, pesaba cincuenta y siete kilos. 6 También tenía puestos protectores de bronce en las piernas y llevaba una jabalina de bronce sobre el hombro. 7 El asta de su lanza era tan pesada y gruesa como un rodillo de telar, con una punta de hierro que pesaba casi siete kilos. Su escudero iba delante de él. 8 Entonces Goliat se detuvo y gritó mofándose de los israelitas: «¿Por qué salen todos ustedes a pelear? Yo soy el campeón filisteo, pero ustedes no son más que siervos de Saúl. ¡Elijan a un hombre para que venga aquí a pelear conmigo! 9 Si me mata, entonces seremos sus esclavos; pero si yo lo mato a él, ¡ustedes serán nuestros esclavos! 10 ¡Hoy desafío a los ejércitos de Israel! ¡Envíenme a un hombre que me enfrente! ». 11 Cuando Saúl y los israelitas lo escucharon, quedaron aterrados y profundamente perturbados. 12 Ahora bien, David era hijo de un hombre llamado Isaí, un efrateo de Belén, en la tierra de Judá. En ese tiempo Isaí era anciano y tenía ocho hijos. 13 Sus tres hijos mayores — Eliab, Abinadab y Simea — ya se habían unido al ejército de Saúl para pelear contra los filisteos. 14 David era el menor de los hijos. Sus tres hermanos mayores se quedaron con el ejército de Saúl, 15 pero David iba y venía para ayudar a su padre con las ovejas en Belén. 16 Durante cuarenta días, cada mañana y cada tarde, el campeón filisteo se paseaba dándose aires delante del ejército israelita. 17 Un día, Isaí le dijo a David: «Toma esta canasta de grano tostado y estos diez panes, y llévaselos de prisa a tus hermanos. 18 Y dale estos diez pedazos de queso a su capitán. Averigua cómo están tus hermanos y tráeme un informe de cómo les va». 19 Los hermanos de David estaban con Saúl y el ejército israelita en el valle de Ela, peleando contra los filisteos. 20 Así que temprano a la mañana siguiente, David dejó las ovejas al cuidado de otro pastor y salió con los regalos, como Isaí le había indicado. Llegó al campamento justo cuando el ejército de Israel salía al campo de batalla dando gritos de guerra. 21 Poco tiempo después las fuerzas israelitas y filisteas quedaron frente a frente, ejército contra ejército. 22 David dejó sus cosas con el hombre que guardaba las provisiones y se apresuró a ir hacia las filas para saludar a sus hermanos. 23 Mientras hablaba con ellos, Goliat, el campeón filisteo de Gat, salió de entre las tropas filisteas. En ese momento, David lo escuchó gritar sus ya acostumbradas burlas al ejército de Israel. 24 Tan pronto como las tropas israelitas lo vieron, comenzaron a huir espantadas. 25 — ¿Ya vieron al gigante? — preguntaban los hombres — . Sale cada día a desafiar a Israel. El rey ha ofrecido una enorme recompensa a cualquiera que lo mate. ¡A ese hombre le dará una de sus hijas como esposa y toda su familia quedará exonerada de pagar impuestos! 26 David les preguntó a los soldados que estaban cerca de él: — ¿Qué recibirá el hombre que mate al filisteo y ponga fin a su desafío contra Israel? Y a fin de cuentas, ¿quién es este filisteo pagano, al que se le permite desafiar a los ejércitos del Dios viviente? 27 Estos hombres le dieron a David la misma respuesta. Le dijeron: — Efectivamente, esa es la recompensa por matarlo. 28 Pero cuando Eliab, el hermano mayor de David, lo oyó hablar con los hombres, se enojó. — ¿Qué estás haciendo aquí? — le reclamó — . ¿Qué pasó con esas pocas ovejas que se supone que deberías estar cuidando? Conozco tu orgullo y tu engaño. ¡Solo quieres ver la batalla! 29 — ¿Qué hice ahora? — contestó David — . ¡Solo hacía una pregunta! 30 Entonces caminó hacia otros y les preguntó lo mismo, y recibió la misma respuesta. 31 Entonces le contaron a Saúl la pregunta de David, y el rey mandó llamarlo. 32 — No se preocupe por este filisteo — le dijo David a Saúl — . ¡Yo iré a pelear contra él! 33 — ¡No seas ridículo! — respondió Saúl — . ¡No hay forma de que tú puedas pelear contra ese filisteo y ganarle! Eres tan solo un muchacho, y él ha sido un hombre de guerra desde su juventud. 34 Pero David insistió: — He estado cuidando las ovejas y las cabras de mi padre. Cuando un león o un oso viene para robar un cordero del rebaño, 35 yo lo persigo con un palo y rescato el cordero de su boca. Si el animal me ataca, lo tomo de la quijada y lo golpeo hasta matarlo. 36 Lo he hecho con leones y con osos, y lo haré también con este filisteo pagano, ¡porque ha desafiado a los ejércitos del Dios viviente! 37 ¡El mismo Señor que me rescató de las garras del león y del oso me rescatará de este filisteo! Así que Saúl por fin accedió: — Está bien, adelante. ¡Y que el Señor esté contigo! 38 Después Saúl le dio a David su propia armadura: un casco de bronce y una cota de malla. 39 David se los puso, se ciñó la espada y probó dar unos pasos porque nunca antes se había vestido con algo semejante. — No puedo andar con todo esto — le dijo a Saúl — . No estoy acostumbrado a usarlo. Así que David se lo quitó. 40 Tomó cinco piedras lisas de un arroyo y las metió en su bolsa de pastor. Luego, armado únicamente con su vara de pastor y su honda, comenzó a cruzar el valle para luchar contra el filisteo. 41 Goliat caminaba hacia David con su escudero delante de él, 42 mirando con desdén al muchacho de mejillas sonrosadas. 43 — ¿Soy acaso un perro — le rugió a David — para que vengas contra mí con un palo? Y maldijo a David en nombre de sus dioses. 44 — ¡Ven aquí, y les daré tu carne a las aves y a los animales salvajes! — gritó Goliat. 45 David le respondió al filisteo: — Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina, pero yo vengo contra ti en nombre del Señor de los Ejércitos Celestiales, el Dios de los ejércitos de Israel, a quien tú has desafiado. 46 Hoy el Señor te conquistará, y yo te mataré y te cortaré la cabeza. Y luego daré los cadáveres de tus hombres a las aves y a los animales salvajes, ¡y todo el mundo sabrá que hay un Dios en Israel! 47 Todos los que están aquí reunidos sabrán que el Señor rescata a su pueblo, pero no con espada ni con lanza. ¡Esta es la batalla del Señor, y los entregará a ustedes en nuestras manos! 48 Cuando Goliat se acercó para atacarlo, David fue corriendo para enfrentarse con él. 49 Metió la mano en su bolsa de pastor, sacó una piedra, la lanzó con su honda y golpeó al filisteo en la frente. La piedra se le incrustó allí y Goliat se tambaleó y cayó de cara al suelo. 50 Así David triunfó sobre el filisteo con solo una honda y una piedra, porque no tenía espada. 51 Después David corrió y sacó de su vaina la espada de Goliat y la usó para matarlo y cortarle la cabeza. Cuando los filisteos vieron que su campeón estaba muerto, se dieron la vuelta y huyeron. 52 Así que los hombres de Israel y Judá dieron un gran grito de triunfo y corrieron tras los filisteos, persiguiéndolos tan lejos como Gat y hasta las puertas de Ecrón. Los cuerpos de los filisteos muertos y heridos estuvieron esparcidos a lo largo del camino de Saaraim, hasta Gat y Ecrón. 53 Luego el ejército de Israel regresó y saqueó el campamento abandonado de los filisteos. 54 (David llevó la cabeza del filisteo a Jerusalén, pero guardó la armadura en su propia carpa). 55 Al observar a David pelear contra el filisteo, Saúl le preguntó a Abner, el comandante de su ejército: — Abner, ¿quién es el padre de este muchacho? — En realidad no lo sé — declaró Abner. 56 — Bueno, ¡averigua quién es! — le dijo el rey. 57 Tan pronto como David regresó de matar a Goliat, Abner lo llevó ante Saúl con la cabeza del filisteo todavía en la mano. 58 — Dime quién es tu padre, muchacho — le dijo Saúl. — Su nombre es Isaí, y vivimos en Belén — contestó David.
Luego, por muchos años David huye por su vida. Tanto Saúl como su hijo Jonatán saben que David está destinado a ser el próximo rey 1 Samuel 23:17
RVR1960 17 Y le dijo: No temas, pues no te hallará la mano de Saúl mi padre, y tú reinarás sobre Israel, y yo seré segundo después de ti; y aun Saúl mi padre así lo sabe. NTV 17 «No tengas miedo — le aseguró Jonatán — , ¡mi padre nunca te encontrará! Tú vas a ser el rey de Israel, y yo voy a estar a tu lado, como mi padre bien lo sabe».
1 Samuel 24:20
RVR1960 20 Y ahora, como yo entiendo que tú has de reinar, y que el reino de Israel ha de ser en tu mano firme y estable, NTV 20 Ahora me doy cuenta de que ciertamente tú serás el rey, y de que el reino de Israel prosperará bajo tu gobierno.
Pero David no hace nada para adelantarse en el destino que Dios le señaló. A decir verdad, parece hacer todo lo contrario. Incluso cuando Saúl buscaba matarlo y David solamente cortó un trozo del manto del rey, se arrepintió de haber hecho eso 1 Samuel 24:5-7
RVR1960 5 Después de esto se turbó el corazón de David, porque había cortado la orilla del manto de Saúl. 6 Y dijo a sus hombres: Jehová me guarde de hacer tal cosa contra mi señor, el ungido de Jehová, que yo extienda mi mano contra él; porque es el ungido de Jehová. 7 Así reprimió David a sus hombres con palabras, y no les permitió que se levantasen contra Saúl. Y Saúl, saliendo de la cueva, siguió su camino. NTV 5 Pero comenzó a remorderle la conciencia por haber cortado el manto de Saúl, 6 y les dijo a sus hombres: «Que el Señor me libre de hacerle tal cosa a mi señor el rey. No debo atacar al ungido del Señor, porque el Señor mismo lo ha elegido». 7 Entonces David contuvo a sus hombres y no les permitió que mataran a Saúl. Después de que Saúl saliera de la cueva para seguir su camino,
En otra oportunidad, cuando Saúl procura matar a David, David se niega a matar a Saúl cuando surge la oportunidad 1 Samuel 26:7-11
RVR1960 7 David, pues, y Abisai fueron de noche al ejército; y he aquí que Saúl estaba tendido durmiendo en el campamento, y su lanza clavada en tierra a su cabecera; y Abner y el ejército estaban tendidos alrededor de él. 8 Entonces dijo Abisai a David: Hoy ha entregado Dios a tu enemigo en tu mano; ahora, pues, déjame que le hiera con la lanza, y lo enclavaré en la tierra de un golpe, y no le daré segundo golpe. 9 Y David respondió a Abisai: No le mates; porque ¿quién extenderá su mano contra el ungido de Jehová, y será inocente? 10 Dijo además David: Vive Jehová, que si Jehová no lo hiriere, o su día llegue para que muera, o descendiendo en batalla perezca, 11 guárdeme Jehová de extender mi mano contra el ungido de Jehová. Pero toma ahora la lanza que está a su cabecera, y la vasija de agua, y vámonos. NTV 7 Entonces David y Abisai fueron directo al campamento de Saúl y lo encontraron dormido, con su lanza clavada en tierra junto a su cabeza. Abner y los soldados estaban dormidos alrededor de él. 8 — ¡Esta vez, sin duda alguna, Dios te ha entregado a tu enemigo! — le susurró Abisai a David — . Déjame que lo clave en la tierra con un solo golpe de mi lanza; ¡no hará falta darle dos! 9 — ¡No! — dijo David — . No lo mates. Pues ¿quién quedará inocente después de atacar al ungido del Señor? 10 Seguro que el Señor herirá a Saúl algún día, o morirá de viejo o en batalla. 11 ¡El Señor me libre de que mate al que él ha ungido! Pero toma su lanza y la jarra de agua que están junto a su cabeza y ¡luego vámonos de aquí!

Lee 1 Samuel 26:1-11
RVR1960 1 Vinieron los zifeos a Saúl en Gabaa, diciendo: ¿No está David escondido en el collado de Haquila, al oriente del desierto? 2 Saúl entonces se levantó y descendió al desierto de Zif, llevando consigo tres mil hombres escogidos de Israel, para buscar a David en el desierto de Zif. 3 Y acampó Saúl en el collado de Haquila, que está al oriente del desierto, junto al camino. Y estaba David en el desierto, y entendió que Saúl le seguía en el desierto. 4 David, por tanto, envió espías, y supo con certeza que Saúl había venido. 5 Y se levantó David, y vino al sitio donde Saúl había acampado; y miró David el lugar donde dormían Saúl y Abner hijo de Ner, general de su ejército. Y estaba Saúl durmiendo en el campamento, y el pueblo estaba acampado en derredor de él. 6 Entonces David dijo a Ahimelec heteo y a Abisai hijo de Sarvia, hermano de Joab: ¿Quién descenderá conmigo a Saúl en el campamento? Y dijo Abisai: Yo descenderé contigo. 7 David, pues, y Abisai fueron de noche al ejército; y he aquí que Saúl estaba tendido durmiendo en el campamento, y su lanza clavada en tierra a su cabecera; y Abner y el ejército estaban tendidos alrededor de él. 8 Entonces dijo Abisai a David: Hoy ha entregado Dios a tu enemigo en tu mano; ahora, pues, déjame que le hiera con la lanza, y lo enclavaré en la tierra de un golpe, y no le daré segundo golpe. 9 Y David respondió a Abisai: No le mates; porque ¿quién extenderá su mano contra el ungido de Jehová, y será inocente? 10 Dijo además David: Vive Jehová, que si Jehová no lo hiriere, o su día llegue para que muera, o descendiendo en batalla perezca, 11 guárdeme Jehová de extender mi mano contra el ungido de Jehová. Pero toma ahora la lanza que está a su cabecera, y la vasija de agua, y vámonos. NTV 1 Ahora bien, algunos hombres de Zif fueron a Guibeá para decirle a Saúl: «David está escondido en la colina de Haquila, que tiene vista a Jesimón». 2 Entonces Saúl escogió a tres mil de los soldados selectos de Israel y salió con ellos a perseguir a David en el desierto de Zif. 3 Saúl acampó junto al camino que está al lado de la colina de Haquila, cerca de Jesimón, donde David se escondía. Cuando David se enteró de que Saúl había venido al desierto a perseguirlo, 4 envió espías para verificar la noticia de su llegada. 5 Cierta noche, David pasó desapercibido al campamento de Saúl para echar un vistazo. Saúl y Abner, hijo de Ner, el comandante del ejército, dormían dentro del círculo formado por sus guerreros, todos bien dormidos. 6 — ¿Quién se ofrece a ir conmigo al campamento? — preguntó David a Ahimelec el hitita y a Abisai, hijo de Sarvia, hermano de Joab. — Yo voy contigo — contestó Abisai. 7 Entonces David y Abisai fueron directo al campamento de Saúl y lo encontraron dormido, con su lanza clavada en tierra junto a su cabeza. Abner y los soldados estaban dormidos alrededor de él. 8 — ¡Esta vez, sin duda alguna, Dios te ha entregado a tu enemigo! — le susurró Abisai a David — . Déjame que lo clave en la tierra con un solo golpe de mi lanza; ¡no hará falta darle dos! 9 — ¡No! — dijo David — . No lo mates. Pues ¿quién quedará inocente después de atacar al ungido del Señor? 10 Seguro que el Señor herirá a Saúl algún día, o morirá de viejo o en batalla. 11 ¡El Señor me libre de que mate al que él ha ungido! Pero toma su lanza y la jarra de agua que están junto a su cabeza y ¡luego vámonos de aquí!

¿Por qué David se niega a matar a Saúl? ¿Qué principios nos enseña esto sobre la forma en que Dios lleva a cabo sus planes para nuestra vida?

Ahora Lee 1 Samuel 26:12-25
RVR1960 12 Se llevó, pues, David la lanza y la vasija de agua de la cabecera de Saúl, y se fueron; y no hubo nadie que viese, ni entendiese, ni velase, pues todos dormían; porque un profundo sueño enviado de Jehová había caído sobre ellos. 13 Entonces pasó David al lado opuesto, y se puso en la cumbre del monte a lo lejos, habiendo gran distancia entre ellos. 14 Y dio voces David al pueblo, y a Abner hijo de Ner, diciendo: ¿No respondes, Abner? Entonces Abner respondió y dijo: ¿Quién eres tú que gritas al rey? 15 Y dijo David a Abner: ¿No eres tú un hombre? ¿y quién hay como tú en Israel? ¿Por qué, pues, no has guardado al rey tu señor? Porque uno del pueblo ha entrado a matar a tu señor el rey. 16 Esto que has hecho no está bien. Vive Jehová, que sois dignos de muerte, porque no habéis guardado a vuestro señor, al ungido de Jehová. Mira pues, ahora, dónde está la lanza del rey, y la vasija de agua que estaba a su cabecera. 17 Y conociendo Saúl la voz de David, dijo: ¿No es esta tu voz, hijo mío David? Y David respondió: Mi voz es, rey señor mío. 18 Y dijo: ¿Por qué persigue así mi señor a su siervo? ¿Qué he hecho? ¿Qué mal hay en mi mano? 19 Ruego, pues, que el rey mi señor oiga ahora las palabras de su siervo. Si Jehová te incita contra mí, acepte él la ofrenda; mas si fueren hijos de hombres, malditos sean ellos en presencia de Jehová, porque me han arrojado hoy para que no tenga parte en la heredad de Jehová, diciendo: Ve y sirve a dioses ajenos. 20 No caiga, pues, ahora mi sangre en tierra delante de Jehová, porque ha salido el rey de Israel a buscar una pulga, así como quien persigue una perdiz por los montes. 21 Entonces dijo Saúl: He pecado; vuélvete, hijo mío David, que ningún mal te haré más, porque mi vida ha sido estimada preciosa hoy a tus ojos. He aquí yo he hecho neciamente, y he errado en gran manera. 22 Y David respondió y dijo: He aquí la lanza del rey; pase acá uno de los criados y tómela. 23 Y Jehová pague a cada uno su justicia y su lealtad; pues Jehová te había entregado hoy en mi mano, mas yo no quise extender mi mano contra el ungido de Jehová. 24 Y he aquí, como tu vida ha sido estimada preciosa hoy a mis ojos, así sea mi vida a los ojos de Jehová, y me libre de toda aflicción. 25 Y Saúl dijo a David: Bendito eres tú, hijo mío David; sin duda emprenderás tú cosas grandes, y prevalecerás. Entonces David se fue por su camino, y Saúl se volvió a su lugar. NTV 12 Entonces David mismo tomó la lanza y la jarra de agua que estaban cerca de la cabeza de Saúl. Luego él y Abisai escaparon sin que nadie los viera ni despertara, porque el Señor hizo que los hombres de Saúl cayeran en un sueño profundo. 13 David subió la colina del lado opuesto del campamento hasta que estuvo a una distancia segura. 14 Luego les gritó a los soldados y a Abner hijo de Ner: — ¡Despiértate, Abner! — ¿Quién es? — preguntó Abner. 15 — Bueno, Abner, eres un gran hombre, ¿verdad? — se burló David — . En todo Israel, ¿dónde hay uno que sea tan poderoso como tú? Entonces, ¿por qué no protegiste a tu amo, el rey, cuando alguien entró a matarlo? 16 ¡Eso no está nada bien! Juro por el Señor que tú y tus hombres merecen morir, ¡porque no protegiste a tu amo, el ungido del Señor! ¡Mira a tu alrededor! ¿Dónde están la lanza del rey y la jarra de agua que estaban junto a su cabeza? 17 Saúl reconoció la voz de David y gritó: — ¿Eres tú, David, hijo mío? Y David contestó: — Sí, mi señor el rey. 18 ¿Por qué me persigue? ¿Qué hice? ¿Qué delito cometí? 19 Pero ahora que mi señor el rey escuche a su siervo. Si el Señor lo ha incitado en mi contra, entonces que él acepte mi ofrenda. Pero si esto es solo un plan humano, entonces que los que estén involucrados sean malditos por el Señor. Pues me han expulsado de mi hogar, y ya no puedo vivir entre el pueblo del Señor y han dicho: “Ve, rinde culto a dioses paganos”. 20 ¿Debo morir en tierra extranjera, lejos de la presencia del Señor? ¿Por qué el rey de Israel ha salido a buscar a una sola pulga? ¿Por qué me persigue como a una perdiz en las montañas? 21 Entonces Saúl confesó: — He pecado. Hijo mío, vuelve a casa, y ya no trataré de hacerte daño, porque hoy has valorado mi vida. He sido un tonto, y he estado muy, pero muy equivocado. 22 — Aquí está su lanza, oh rey — dijo David — . Permita que uno de sus jóvenes venga por ella. 23 El Señor da su propia recompensa por hacer el bien y por ser leal, y yo rehusé matarlo, aun cuando el Señor lo puso en mi poder, porque usted es el ungido del Señor. 24 Ahora que el Señor valore mi vida, así como hoy yo he valorado la suya. Que él me rescate de todas mis dificultades. 25 Y Saúl le dijo a David: — Bendiciones sobre tu vida, David, hijo mío. Harás muchas acciones heroicas y seguramente te irá bien en todo lo que hagas. Luego David se fue, y Saúl regresó a su casa.

La negativa de David a matar a Saúl ¿qué impacto causa en Saúl? ¿Qué nos enseña esto sobre las ventajas de esperar en Dios?

Al analizar todo el trayecto de David hasta el trono, quizá podríamos resumirlo en una frase corta: No eches mano de lo que Dios aún no te dio. Los dones de Dios siempre se reciben mejor de su mano y a su tiempo. Esto puede requerir mucho tiempo de espera. Los brotes de soja pueden crecer literalmente en cuestión de horas, mientras que un roble tardará muchos años. Pero después, cuando lleguen los vientos fuertes, no arrancarán el árbol de raíz.

Piensa con qué facilidad David podría haberse justificado de matar a Saúl (después de todo, a David se le dijo que tendría el trono, y además Saúl era sumamente malvado). Sin embargo, sus acciones hablan de la verdadera fe en Dios. ¿Qué podrías extraer de este ejemplo para aplicarlo a lo que estás esperando?

MIÉRCOLES — ELÍAS: EL PROBLEMA DE APRESURARSE

La confrontación en la cima del Monte Carmelo había terminado 1 Reyes 18
RVR1960 1 Pasados muchos días, vino palabra de Jehová a Elías en el tercer año, diciendo: Ve, muéstrate a Acab, y yo haré llover sobre la faz de la tierra. 2 Fue, pues, Elías a mostrarse a Acab. Y el hambre era grave en Samaria. 3 Y Acab llamó a Abdías su mayordomo. Abdías era en gran manera temeroso de Jehová. 4 Porque cuando Jezabel destruía a los profetas de Jehová, Abdías tomó a cien profetas y los escondió de cincuenta en cincuenta en cuevas, y los sustentó con pan y agua. 5 Dijo, pues, Acab a Abdías: Ve por el país a todas las fuentes de aguas, y a todos los arroyos, a ver si acaso hallaremos hierba con que conservemos la vida a los caballos y a las mulas, para que no nos quedemos sin bestias. 6 Y dividieron entre sí el país para recorrerlo; Acab fue por un camino, y Abdías fue separadamente por otro. 7 Y yendo Abdías por el camino, se encontró con Elías; y cuando lo reconoció, se postró sobre su rostro y dijo: ¿No eres tú mi señor Elías? 8 Y él respondió: Yo soy; ve, di a tu amo: Aquí está Elías. 9 Pero él dijo: ¿En qué he pecado, para que entregues a tu siervo en mano de Acab para que me mate? 10 Vive Jehová tu Dios, que no ha habido nación ni reino adonde mi señor no haya enviado a buscarte, y todos han respondido: No está aquí; y a reinos y a naciones él ha hecho jurar que no te han hallado. 11 ¿Y ahora tú dices: Ve, di a tu amo: Aquí está Elías? 12 Acontecerá que luego que yo me haya ido, el Espíritu de Jehová te llevará adonde yo no sepa, y al venir yo y dar las nuevas a Acab, al no hallarte él, me matará; y tu siervo teme a Jehová desde su juventud. 13 ¿No ha sido dicho a mi señor lo que hice, cuando Jezabel mataba a los profetas de Jehová; que escondí a cien varones de los profetas de Jehová de cincuenta en cincuenta en cuevas, y los mantuve con pan y agua? 14 ¿Y ahora dices tú: Ve, di a tu amo: Aquí está Elías; para que él me mate? 15 Y le dijo Elías: Vive Jehová de los ejércitos, en cuya presencia estoy, que hoy me mostraré a él. 16 Entonces Abdías fue a encontrarse con Acab, y le dio el aviso; y Acab vino a encontrarse con Elías. 17 Cuando Acab vio a Elías, le dijo: ¿Eres tú el que turbas a Israel? 18 Y él respondió: Yo no he turbado a Israel, sino tú y la casa de tu padre, dejando los mandamientos de Jehová, y siguiendo a los baales. 19 Envía, pues, ahora y congrégame a todo Israel en el monte Carmelo, y los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal, y los cuatrocientos profetas de Asera, que comen de la mesa de Jezabel. 20 Entonces Acab convocó a todos los hijos de Israel, y reunió a los profetas en el monte Carmelo. 21 Y acercándose Elías a todo el pueblo, dijo: ¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él. Y el pueblo no respondió palabra. 22 Y Elías volvió a decir al pueblo: Sólo yo he quedado profeta de Jehová; mas de los profetas de Baal hay cuatrocientos cincuenta hombres. 23 Dénsenos, pues, dos bueyes, y escojan ellos uno, y córtenlo en pedazos, y pónganlo sobre leña, pero no pongan fuego debajo; y yo prepararé el otro buey, y lo pondré sobre leña, y ningún fuego pondré debajo. 24 Invocad luego vosotros el nombre de vuestros dioses, y yo invocaré el nombre de Jehová; y el Dios que respondiere por medio de fuego, ese sea Dios. Y todo el pueblo respondió, diciendo: Bien dicho. 25 Entonces Elías dijo a los profetas de Baal: Escogeos un buey, y preparadlo vosotros primero, pues que sois los más; e invocad el nombre de vuestros dioses, mas no pongáis fuego debajo. 26 Y ellos tomaron el buey que les fue dado y lo prepararon, e invocaron el nombre de Baal desde la mañana hasta el mediodía, diciendo: ¡Baal, respóndenos! Pero no había voz, ni quien respondiese; entre tanto, ellos andaban saltando cerca del altar que habían hecho. 27 Y aconteció al mediodía, que Elías se burlaba de ellos, diciendo: Gritad en alta voz, porque dios es; quizá está meditando, o tiene algún trabajo, o va de camino; tal vez duerme, y hay que despertarle. 28 Y ellos clamaban a grandes voces, y se sajaban con cuchillos y con lancetas conforme a su costumbre, hasta chorrear la sangre sobre ellos. 29 Pasó el mediodía, y ellos siguieron gritando frenéticamente hasta la hora de ofrecerse el sacrificio, pero no hubo ninguna voz, ni quien respondiese ni escuchase. 30 Entonces dijo Elías a todo el pueblo: Acercaos a mí. Y todo el pueblo se le acercó; y él arregló el altar de Jehová que estaba arruinado. 31 Y tomando Elías doce piedras, conforme al número de las tribus de los hijos de Jacob, al cual había sido dada palabra de Jehová diciendo, Israel será tu nombre, (A) 32 edificó con las piedras un altar en el nombre de Jehová; después hizo una zanja alrededor del altar, en que cupieran dos medidas de grano. 33 Preparó luego la leña, y cortó el buey en pedazos, y lo puso sobre la leña. 34 Y dijo: Llenad cuatro cántaros de agua, y derramadla sobre el holocausto y sobre la leña. Y dijo: Hacedlo otra vez; y otra vez lo hicieron. Dijo aún: Hacedlo la tercera vez; y lo hicieron la tercera vez, 35 de manera que el agua corría alrededor del altar, y también se había llenado de agua la zanja. 36 Cuando llegó la hora de ofrecerse el holocausto, se acercó el profeta Elías y dijo: Jehová Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto que tú eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo, y que por mandato tuyo he hecho todas estas cosas. 37 Respóndeme, Jehová, respóndeme, para que conozca este pueblo que tú, oh Jehová, eres el Dios, y que tú vuelves a ti el corazón de ellos. 38 Entonces cayó fuego de Jehová, y consumió el holocausto, la leña, las piedras y el polvo, y aun lamió el agua que estaba en la zanja. 39 Viéndolo todo el pueblo, se postraron y dijeron: ¡Jehová es el Dios, Jehová es el Dios! 40 Entonces Elías les dijo: Prended a los profetas de Baal, para que no escape ninguno. Y ellos los prendieron; y los llevó Elías al arroyo de Cisón, y allí los degolló. 41 Entonces Elías dijo a Acab: Sube, come y bebe; porque una lluvia grande se oye. 42 Acab subió a comer y a beber. Y Elías subió a la cumbre del Carmelo, y postrándose en tierra, puso su rostro entre las rodillas. 43 Y dijo a su criado: Sube ahora, y mira hacia el mar. Y él subió, y miró, y dijo: No hay nada. Y él le volvió a decir: Vuelve siete veces. 44 A la séptima vez dijo: Yo veo una pequeña nube como la palma de la mano de un hombre, que sube del mar. Y él dijo: Ve, y di a Acab: Unce tu carro y desciende, para que la lluvia no te ataje. 45 Y aconteció, estando en esto, que los cielos se oscurecieron con nubes y viento, y hubo una gran lluvia. (B) Y subiendo Acab, vino a Jezreel. 46 Y la mano de Jehová estuvo sobre Elías, el cual ciñó sus lomos, y corrió delante de Acab hasta llegar a Jezreel. 1 Reyes 18: 31 : Gn. 32.
28; 35.
10.
1 Reyes 18: 45 : Stg. 5.
18.
NTV 1 Más tarde, durante el tercer año de la sequía, el Señor dijo a Elías: «Preséntate ante el rey Acab y dile que ¡pronto enviaré lluvia! ». 2 Entonces Elías fue a ver al rey Acab. Mientras tanto, el hambre se hizo muy intensa en Samaria. 3 Por eso Acab mandó llamar a Abdías, quien estaba a cargo del palacio. (Abdías era un fiel seguidor del Señor. 4 Cierta vez, cuando Jezabel intentaba matar a todos los profetas del Señor, Abdías escondió a cien de ellos en dos cuevas; metió a cincuenta profetas en cada cueva y les dio comida y agua). 5 Acab le dijo a Abdías: «Tenemos que revisar todos los manantiales y los valles del reino, y ver si podemos encontrar pasto suficiente para salvar por lo menos algunos de mis caballos y de mis mulas». 6 Entonces se repartieron el territorio; Acab se fue solo por un lado, y Abdías se fue solo por otro camino. 7 Mientras Abdías iba caminando, de pronto vio que Elías se le acercaba. Abdías lo reconoció enseguida y se postró hasta el suelo ante él. — ¿De verdad eres tú, mi señor Elías? — preguntó. 8 — Sí, soy yo — contestó Elías — . Ahora ve y dile a tu amo: “Elías está aquí”. 9 — ¡Ay, señor! — protestó Abdías — , ¿qué daño te he hecho para que me mandes a morir a manos de Acab? 10 Te juro por el Señor tu Dios que el rey te ha buscado en cada nación y reino de la tierra, desde un extremo hasta el otro ha procurado encontrarte. Cada vez que alguien le afirmaba: “Elías no está aquí”, el rey Acab obligaba al rey de esa nación a jurar que había dicho la verdad. 11 Y ahora tú me dices: “Ve y dile a tu amo: ‘Elías está aquí’”. 12 Apenas yo te deje, el Espíritu del Señor te llevará a quién sabe dónde y cuando Acab llegue aquí y no te encuentre, me matará. Te recuerdo que toda mi vida he sido un fiel siervo del Señor. 13 ¿No te han contado, señor mío, de cuando Jezabel intentaba matar a los profetas del Señor? Yo escondí a cien de ellos en dos cuevas y les di comida y agua. 14 Y ahora tú me dices: “Ve y dile a tu amo: ‘Elías está aquí’”. Si yo hago esto, señor, sin duda Acab me matará. 15 Pero Elías dijo: — Te juro por el Señor Todopoderoso, en cuya presencia estoy, que hoy mismo me presentaré ante Acab. 16 Entonces Abdías fue a decirle a Acab que había aparecido Elías, así que Acab fue a encontrarse con él. 17 Cuando Acab vio a Elías, exclamó: — ¿Así que realmente eres tú, el alborotador de Israel? 18 — Yo no le he causado ningún problema a Israel — respondió Elías — . Tú y tu familia son los alborotadores, porque se negaron a obedecer los mandatos del Señor y, en cambio, han rendido culto a las imágenes de Baal. 19 Ahora, convoca a todo Israel para que se reúna conmigo en el monte Carmelo, junto con los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal y los cuatrocientos profetas de Asera, a quienes Jezabel mantiene. 20 Entonces Acab convocó a todos los israelitas y a los profetas al monte Carmelo. 21 Elías se paró frente a ellos y dijo: «¿Hasta cuándo seguirán indecisos, titubeando entre dos opiniones? Si el Señor es Dios, ¡síganlo! Pero si Baal es el verdadero Dios, ¡entonces síganlo a él! ». Sin embargo, la gente se mantenía en absoluto silencio. 22 Entonces Elías les dijo: «Yo soy el único profeta del Señor que queda, pero Baal tiene cuatrocientos cincuenta profetas. 23 Ahora traigan dos toros. Los profetas de Baal pueden escoger el toro que quieran; que luego lo corten en pedazos y lo pongan sobre la leña de su altar, pero sin prenderle fuego. Yo prepararé el otro toro y lo pondré sobre la leña del altar, y tampoco le prenderé fuego. 24 Después, invoquen ustedes el nombre de su dios, y yo invocaré el nombre del Señor. El dios que responda enviando fuego sobre la madera, ¡ese es el Dios verdadero! »; y toda la gente estuvo de acuerdo. 25 Así que Elías dijo a los profetas de Baal: «Empiecen ustedes, porque son muchos. Escojan uno de los toros, prepárenlo e invoquen el nombre de su dios; pero no le prendan fuego a la leña». 26 Entonces ellos prepararon uno de los toros y lo pusieron sobre el altar. Después invocaron el nombre de Baal desde la mañana hasta el mediodía, gritando: «¡Oh Baal, respóndenos! »; pero no hubo respuesta alguna. Entonces se pusieron a bailar, cojeando alrededor del altar que habían hecho. 27 Cerca del mediodía, Elías comenzó a burlarse de ellos. «Tendrán que gritar más fuerte — se mofaba — , ¡sin duda que es un dios! ¡Tal vez esté soñando despierto o quizá esté haciendo sus necesidades! ¡Seguramente salió de viaje o se quedó dormido y necesita que alguien lo despierte! ». 28 Así que ellos gritaron más fuerte y, como acostumbraban hacer, se cortaron con cuchillos y espadas hasta quedar bañados en sangre. 29 Gritaron disparates toda la tarde hasta la hora del sacrificio vespertino, pero aún no había respuesta, ni siquiera se oía un solo sonido. 30 Entonces Elías llamó a la gente: «¡Vengan acá! ». Así que todos se juntaron a su alrededor, mientras él reparaba el altar del Señor que estaba derrumbado. 31 Tomó doce piedras, una para representar a cada tribu de Israel 32 y usó las piedras para reconstruir el altar en el nombre del Señor. Luego cavó una zanja alrededor del altar con capacidad suficiente para quince litros de agua. 33 Apiló la leña sobre el altar, cortó el toro en pedazos y puso los pedazos sobre la madera. Luego dijo: «Llenen cuatro jarras grandes con agua y echen el agua sobre la ofrenda y la leña». 34 Una vez que lo hicieron, les dijo: «¡Háganlo de nuevo! ». Cuando terminaron, les dijo: «¡Háganlo por tercera vez! ». Así que hicieron lo que les dijo, 35 y el agua corría alrededor del altar, tanto que hasta colmó la zanja. 36 A la hora que solía hacerse el sacrificio vespertino, el profeta Elías caminó hacia el altar y oró: «Oh Señor, Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, demuestra hoy que tú eres Dios en Israel y que yo soy tu siervo; demuestra que yo he hecho todo esto por orden tuya. 37 ¡Oh Señor, respóndeme! Respóndeme para que este pueblo sepa que tú, oh Señor, eres Dios y que tú los has hecho volver a ti». 38 Al instante, el fuego del Señor cayó desde el cielo y consumió el toro, la leña, las piedras y el polvo. ¡Hasta lamió toda el agua de la zanja! 39 Cuando la gente vio esto, todos cayeron rostro en tierra y exclamaron: «¡El Señor, él es Dios! ¡Sí, el Señor es Dios! ». 40 Entonces Elías ordenó: «Atrapen a todos los profetas de Baal. ¡No dejen que escape ninguno! ». Entonces los agarraron a todos, y Elías los llevó al valle de Cisón y allí los mató. 41 Luego Elías dijo a Acab: «Vete a comer y a beber algo, porque oigo el rugido de una tormenta de lluvia que se acerca». 42 Entonces Acab fue a comer y a beber. Elías, en cambio, subió a la cumbre del monte Carmelo, se inclinó hasta el suelo y oró con la cara entre las rodillas. 43 Luego le dijo a su sirviente: — Ve y mira hacia el mar. Su sirviente fue a mirar, y regresó donde estaba Elías y le dijo: — No vi nada. Siete veces le dijo Elías que fuera a ver. 44 Finalmente, la séptima vez, su sirviente le dijo: — Vi una pequeña nube, como del tamaño de la mano de un hombre, que sale del mar. Entonces Elías le gritó: — Corre y dile a Acab: “Sube a tu carro y regresa a tu casa. ¡Si no te apuras, la lluvia te detendrá!”. 45 Poco después el cielo se oscureció de nubes. Se levantó un fuerte viento que desató un gran aguacero, y Acab partió enseguida hacia Jezreel. 46 Entonces el Señor le dio una fuerza extraordinaria a Elías, quien se sujetó el manto con el cinturón y corrió delante del carro de Acab todo el camino, hasta la entrada de Jezreel.
Cayó fuego del cielo, todo el pueblo había reconocido al Dios verdadero y los falsos profetas fueron ejecutados. Dios se reivindicó. Se podría pensar que la fortaleza espiritual de Elías aumentó a medida que avanzaba el día, pero de repente escuchó algo que lo aterrorizó a tal punto que deseó morir. Lee el resto de la historia en 1 Reyes 19:1-9
RVR1960 1 Acab dio a Jezabel la nueva de todo lo que Elías había hecho, y de cómo había matado a espada a todos los profetas. 2 Entonces envió Jezabel a Elías un mensajero, diciendo: Así me hagan los dioses, y aun me añadan, si mañana a estas horas yo no he puesto tu persona como la de uno de ellos. 3 Viendo, pues, el peligro, se levantó y se fue para salvar su vida, y vino a Beerseba, que está en Judá, y dejó allí a su criado. 4 Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres. 5 Y echándose debajo del enebro, se quedó dormido; y he aquí luego un ángel le tocó, y le dijo: Levántate, come. 6 Entonces él miró, y he aquí a su cabecera una torta cocida sobre las ascuas, y una vasija de agua; y comió y bebió, y volvió a dormirse. 7 Y volviendo el ángel de Jehová la segunda vez, lo tocó, diciendo: Levántate y come, porque largo camino te resta. 8 Se levantó, pues, y comió y bebió; y fortalecido con aquella comida caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta Horeb, el monte de Dios. 9 Y allí se metió en una cueva, donde pasó la noche. Y vino a él palabra de Jehová, el cual le dijo: ¿Qué haces aquí, Elías? NTV 1 Cuando Acab llegó a su casa, le contó a Jezabel todo lo que Elías había hecho, incluso la manera en que había matado a todos los profetas de Baal. 2 Entonces Jezabel le mandó este mensaje a Elías: «Que los dioses me hieran e incluso me maten si mañana a esta hora yo no te he matado, así como tú los mataste a ellos». 3 Elías tuvo miedo y huyó para salvar su vida. Se fue a Beerseba, una ciudad de Judá, y dejó allí a su sirviente. 4 Luego siguió solo todo el día hasta llegar al desierto. Se sentó bajo un solitario árbol de retama y pidió morirse: «Basta ya, Señor; quítame la vida, porque no soy mejor que mis antepasados que ya murieron». 5 Entonces se acostó y durmió debajo del árbol. Mientras dormía, un ángel lo tocó y le dijo: «¡Levántate y come! ». 6 Elías miró a su alrededor, y cerca de su cabeza había un poco de pan horneado sobre piedras calientes y un jarro de agua. Así que comió y bebió, y volvió a acostarse. 7 Entonces el ángel del Señor regresó, lo tocó y le dijo: «Levántate y come un poco más, de lo contrario, el viaje que tienes por delante será demasiado para ti». 8 Entonces se levantó, comió y bebió, y la comida le dio fuerza suficiente para viajar durante cuarenta días y cuarenta noches hasta llegar al monte Sinaí, la montaña de Dios. 9 Allí llegó a una cueva, donde pasó la noche. Entonces el Señor le dijo a Elías: — ¿Qué haces aquí, Elías?
. Las últimas palabras del pasaje son preocupantes: “Y vino a él palabra de Jehová, el cual le dijo: ¿Qué haces aquí, Elías?” 1 Reyes 19:9
RVR1960 9 Y allí se metió en una cueva, donde pasó la noche. Y vino a él palabra de Jehová, el cual le dijo: ¿Qué haces aquí, Elías? NTV 9 Allí llegó a una cueva, donde pasó la noche. Entonces el Señor le dijo a Elías: — ¿Qué haces aquí, Elías?

Evidentemente, el miedo de Elías hizo que huyera y se encontrara en el lugar equivocado.

Después de una intervención tan poderosa de Dios en el monte Carmelo, Elías debería haber estado lleno de fe y confianza; pero huyó porque temió por su vida. ¿Qué lección podemos aprender de este mal ejemplo?

Esta historia ilustra algo importante: Cuando nos apresuramos, es muy fácil encontrarnos en el lugar equivocado. En el caso de Elías, fue el miedo lo que lo abrumó y lo llevó a huir al desierto, deseando no haber nacido nunca. Pero hay otras cosas que hacen que nos apartemos del plan de Dios para nosotros.

Lee los siguientes versículos: Génesis 16:1-3
RVR1960 1 Sarai mujer de Abram no le daba hijos; y ella tenía una sierva egipcia, que se llamaba Agar. 2 Dijo entonces Sarai a Abram: Ya ves que Jehová me ha hecho estéril; te ruego, pues, que te llegues a mi sierva; quizá tendré hijos de ella. Y atendió Abram al ruego de Sarai. 3 Y Sarai mujer de Abram tomó a Agar su sierva egipcia, al cabo de diez años que había habitado Abram en la tierra de Canaán, y la dio por mujer a Abram su marido. NTV 1 Ahora bien, Sarai, la esposa de Abram, no había podido darle hijos; pero tenía una sierva egipcia llamada Agar. 2 Entonces Sarai le dijo a Abram: «El Señor no me ha permitido tener hijos. Ve y acuéstate con mi sierva; quizá yo pueda tener hijos por medio de ella». Y Abram aceptó la propuesta de Sarai. 3 Entonces Sarai, la esposa de Abram, tomó a Agar, la sierva egipcia, y la entregó a Abram como mujer. (Esto ocurrió diez años después de que Abram se estableció en la tierra de Canaán).
Números 20:10-12
RVR1960 10 Y reunieron Moisés y Aarón a la congregación delante de la peña, y les dijo: ¡Oíd ahora, rebeldes! ¿Os hemos de hacer salir aguas de esta peña? 11 Entonces alzó Moisés su mano y golpeó la peña con su vara dos veces; y salieron muchas aguas, y bebió la congregación, y sus bestias. 12 Y Jehová dijo a Moisés y a Aarón: Por cuanto no creísteis en mí, para santificarme delante de los hijos de Israel, por tanto, no meteréis esta congregación en la tierra que les he dado. NTV 10 Luego él y Aarón mandaron a llamar al pueblo a reunirse frente a la roca. «¡Escuchen, ustedes rebeldes! — gritó — . ¿Acaso debemos sacarles agua de esta roca? ». 11 Enseguida Moisés levantó su mano y golpeó la roca dos veces con la vara y el agua brotó a chorros. Así que toda la comunidad y sus animales bebieron hasta saciarse. 12 Sin embargo, el Señor les dijo a Moisés y a Aarón: «¡Puesto que no confiaron lo suficiente en mí para demostrar mi santidad a los israelitas, ustedes no los llevarán a la tierra que les doy! ».
Jueces 14:1-3
RVR1960 1 Descendió Sansón a Timnat, y vio en Timnat a una mujer de las hijas de los filisteos. 2 Y subió, y lo declaró a su padre y a su madre, diciendo: Yo he visto en Timnat una mujer de las hijas de los filisteos; os ruego que me la toméis por mujer. 3 Y su padre y su madre le dijeron: ¿No hay mujer entre las hijas de tus hermanos, ni en todo nuestro pueblo, para que vayas tú a tomar mujer de los filisteos incircuncisos? Y Sansón respondió a su padre: Tómame esta por mujer, porque ella me agrada. NTV 1 Cierto día, estando Sansón en Timna, se vio atraído por una mujer filistea. 2 Cuando volvió a su casa, dijo a su padre y a su madre: — Me gusta una joven filistea de Timna y quiero casarme con ella. Consíganmela. 3 Pero su padre y su madre se opusieron. — ¿Acaso no hay una sola mujer de nuestra tribu o entre todas las israelitas con la que puedas casarte? — preguntaron — . ¿Por qué tienes que ir a los filisteos paganos a buscar una esposa? Sin embargo, Sansón le dijo a su padre: — ¡Consíguemela! A mí me gusta ella.
Mateo 20:20-21
RVR1960 (Mr. 10.
35-45) 20 Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, postrándose ante él y pidiéndole algo. 21 Él le dijo: ¿Qué quieres? Ella le dijo: Ordena que en tu reino se sienten estos dos hijos míos, el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda.
NTV 20 Entonces la madre de Santiago y de Juan, hijos de Zebedeo, se acercó con sus hijos a Jesús. Se arrodilló respetuosamente para pedirle un favor. 21 — ¿Cuál es tu petición? — le preguntó Jesús. La mujer contestó: — Te pido, por favor, que permitas que, en tu reino, mis dos hijos se sienten en lugares de honor a tu lado, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.
Lucas 9:52-56
RVR1960 52 Y envió mensajeros delante de él, los cuales fueron y entraron en una aldea de los samaritanos para hacerle preparativos. 53 Mas no le recibieron, porque su aspecto era como de ir a Jerusalén. 54 Viendo esto sus discípulos Jacobo y Juan, dijeron: Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo, como hizo Elías, y los consuma? 55 Entonces volviéndose él, los reprendió, diciendo: Vosotros no sabéis de qué espíritu sois; 56 porque el Hijo del Hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas. Y se fueron a otra aldea. NTV 52 Envió mensajeros por delante a una aldea de Samaria para que se hicieran los preparativos para su llegada, 53 pero los habitantes de la aldea no recibieron a Jesús porque iba camino a Jerusalén. 54 Cuando Santiago y Juan vieron eso, le dijeron a Jesús: «Señor, ¿quieres que hagamos bajar fuego del cielo para que los consuma? ». 55 Entonces Jesús se volvió a ellos y los reprendió. 56 Así que siguieron de largo hacia otro pueblo.
Hechos 9:1
RVR1960 (Hch. 22.
6-16; 26.
12-18) 1 Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, vino al sumo sacerdote,
NTV 1 Mientras tanto, Saulo pronunciaba amenazas en cada palabra y estaba ansioso por matar a los seguidores del Señor. Así que acudió al sumo sacerdote.

¿Qué cosas hicieron que los personajes aquí descritos se apartaran de la voluntad de Dios?

Cuán fácil es permitir que cosas como la ambición, la ira, la pasión, la falta de fe o un supuesto “celo” por Dios nos hagan correr hacia donde no deberíamos ir. Nadie es inmune a este peligro. La clave está en cultivar una fe confiada en la bondad y la misericordia de Dios, quien sabemos que nos ama y quiere lo mejor para nosotros. Esto no sucede automáticamente. La fe puede ser un regalo, pero es un regalo que debe cultivarse, fomentarse y guardarse celosamente.

JUEVES — APRENDAmos A DELEITARNOS EN JEHOVÁ

“Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón” Salmos 37:4
RVR1960 4 Deléitate asimismo en Jehová, Y él te concederá las peticiones de tu corazón. NTV 4 Deléitate en el Señor, y él te concederá los deseos de tu corazón.

Salmos 37:4
RVR1960 4 Deléitate asimismo en Jehová, Y él te concederá las peticiones de tu corazón. NTV 4 Deléitate en el Señor, y él te concederá los deseos de tu corazón.
es una promesa maravillosa. Imagina que consigues lo que siempre quisiste. Pero hacer realidad los deseos de nuestro corazón dependerá de tener un corazón que se deleite en Jehová. Entonces, ¿qué significa deleitarse en Jehová?

Lee Salmos 37:1-11
RVR1960 Salmo de David. 1 No te impacientes a causa de los malignos, Ni tengas envidia de los que hacen iniquidad. 2 Porque como hierba serán pronto cortados, Y como la hierba verde se secarán. 3 Confía en Jehová, y haz el bien; Y habitarás en la tierra, y te apacentarás de la verdad. 4 Deléitate asimismo en Jehová, Y él te concederá las peticiones de tu corazón. 5 Encomienda a Jehová tu camino, Y confía en él; y él hará. 6 Exhibirá tu justicia como la luz, Y tu derecho como el mediodía. 7 Guarda silencio ante Jehová, y espera en él. No te alteres con motivo del que prospera en su camino, Por el hombre que hace maldades. 8 Deja la ira, y desecha el enojo; No te excites en manera alguna a hacer lo malo. 9 Porque los malignos serán destruidos, Pero los que esperan en Jehová, ellos heredarán la tierra. 10 Pues de aquí a poco no existirá el malo; Observarás su lugar, y no estará allí. 11 Pero los mansos heredarán la tierra, Y se recrearán con abundancia de paz. NTV Salmo de David. 1 No te inquietes a causa de los malvados ni tengas envidia de los que hacen lo malo. 2 Pues como la hierba, pronto se desvanecen; como las flores de primavera, pronto se marchitan. 3 Confía en el Señor y haz el bien; entonces vivirás seguro en la tierra y prosperarás. 4 Deléitate en el Señor, y él te concederá los deseos de tu corazón. 5 Entrega al Señor todo lo que haces; confía en él, y él te ayudará. 6 Él hará resplandecer tu inocencia como el amanecer, y la justicia de tu causa brillará como el sol de mediodía. 7 Quédate quieto en la presencia del Señor, y espera con paciencia a que él actúe. No te inquietes por la gente mala que prospera, ni te preocupes por sus perversas maquinaciones. 8 ¡Ya no sigas enojado! ¡Deja a un lado tu ira! No pierdas los estribos, que eso únicamente causa daño. 9 Pues los perversos serán destruidos, pero los que confían en el Señor poseerán la tierra. 10 Pronto los perversos desaparecerán; por más que los busques, no los encontrarás. 11 Los humildes poseerán la tierra y vivirán en paz y prosperidad.
El contexto de Salmos 37:4
RVR1960 4 Deléitate asimismo en Jehová, Y él te concederá las peticiones de tu corazón. NTV 4 Deléitate en el Señor, y él te concederá los deseos de tu corazón.
tal vez sorprenda un poco. David señala que está rodeado de gente que obra en contra de Dios y de él. Cuando la gente obra contra nosotros, la respuesta natural suele ser enojarnos o intentar justificarnos. Pero David aconseja algo diferente.

En los siguientes versículos, ¿cuál es el consejo de David al pueblo de Dios en esta situación?

Salmos 37:1
RVR1960 Salmo de David. 1 No te impacientes a causa de los malignos, Ni tengas envidia de los que hacen iniquidad. NTV Salmo de David. 1 No te inquietes a causa de los malvados ni tengas envidia de los que hacen lo malo.

Salmos 37:5
RVR1960 5 Encomienda a Jehová tu camino, Y confía en él; y él hará. NTV 5 Entrega al Señor todo lo que haces; confía en él, y él te ayudará.

Salmos 37:7-8
RVR1960 7 Guarda silencio ante Jehová, y espera en él. No te alteres con motivo del que prospera en su camino, Por el hombre que hace maldades. 8 Deja la ira, y desecha el enojo; No te excites en manera alguna a hacer lo malo. NTV 7 Quédate quieto en la presencia del Señor, y espera con paciencia a que él actúe. No te inquietes por la gente mala que prospera, ni te preocupes por sus perversas maquinaciones. 8 ¡Ya no sigas enojado! ¡Deja a un lado tu ira! No pierdas los estribos, que eso únicamente causa daño.

Vuelve a leer Salmos 37:4
RVR1960 4 Deléitate asimismo en Jehová, Y él te concederá las peticiones de tu corazón. NTV 4 Deléitate en el Señor, y él te concederá los deseos de tu corazón.

En el contexto de los versículos que acabas de comentar, ¿qué significa deleitarse en Jehová?

David repite vez tras vez, de diferentes maneras: “Confía en Dios”. Confía en que él actuará. No te enojes, porque Dios es tu Dios y está obrando en tu favor ahora mismo. No tienes que encargarte de arreglar las cosas por tu cuenta; tu Padre celestial se encargará. Confía en él. Confía totalmente en él.

Es en este contexto que David habla de deleitarse en Jehová. Deleitarse en Dios significa que vivimos en un estado de perfecta confianza. Nada puede alterar nuestra paz, porque Dios está aquí y actúa. Podemos alabarlo, y hasta podemos sonreír, ¡porque nadie puede burlar a nuestro Dios! Cuando aprendamos a hacer esto, realmente recibiremos lo que nuestro corazón anhela, porque recibiremos lo que nuestro Padre amoroso quiere darnos, en el momento que más nos beneficie a nosotros y a su Reino.

¿Cómo puedes aprender a deleitarte en Jehová? Dedica tiempo a orar y a buscar la conducción de Dios para que esto pueda convertirse en una realidad en tu vida.

VIERNES - Para Estudiar y Meditar

Lee Elena de White, Patriarcas y profetas, “El ungimiento de David”, pp. 691-695.

El plan de Dios para nosotros puede requerir mucho tiempo de espera, y esto realmente puede asemejarse a un crisol. Podemos aprender a tener paciencia durante este tiempo si nos concentramos en la persona de Dios y confiamos en que él está obrando en nuestro favor. Hay muchas razones para esperar, pero todas están relacionadas con el cumplimiento de los planes de Dios para nosotros y para su Reino. Tenemos mucho que perder si nos anticipamos a Dios, pero tenemos mucho que ganar si mantenemos una actitud de confianza y regocijo en él.

El Señor pesa y mide cada prueba. “No puedo leer cuál es el propósito de Dios en mi aflicción, pero él sabe qué es lo mejor, y le encomendaré mi alma, mi cuerpo y mi espíritu porque él es mi fiel Creador. ‘Porque yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día’ 2 Timoteo 1:12
RVR1960 12 Por lo cual asimismo padezco esto; pero no me avergüenzo, porque yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día. NTV 12 Por eso estoy sufriendo aquí, en prisión; pero no me avergüenzo de ello, porque yo sé en quién he puesto mi confianza y estoy seguro de que él es capaz de guardar lo que le he confiado hasta el día de su regreso.
Si educásemos y preparásemos nuestras almas para tener más fe, más amor, una mayor paciencia y una confianza más perfecta en nuestro Padre celestial, sé que tendríamos más paz y felicidad cada día a medida que pasamos por los conflictos de esta vida.

“Al Señor no le agrada que nos alejemos de los brazos de Jesús a causa de nuestra impaciencia y nuestra zozobra. Es necesario que haya más espera y vigilancia serenas. Pensamos que no vamos por el camino correcto a menos que tengamos la sensación de ello, de modo que persistimos en contemplarnos interiormente en busca de alguna señal que cuadre a la ocasión; pero no debemos confiar en nuestros sentimientos sino en nuestra fe” (MS 2:297).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

PREGUNTA 1

¿Qué significa que Jesús “pese y mida” cada prueba? Saber esto ¿cómo nos puede ayudar mientras esperamos?

PREGUNTA 2

Pide a los miembros de la clase que den su testimonio personal de lo que significa esperar pacientemente. ¿Cuáles eran sus miedos, sus alegrías? ¿Cómo salieron adelante? ¿Qué aprendieron? ¿A qué promesas se aferraron?

PREGUNTA 3

¿Qué pueden hacer como iglesia o como clase para ayudar a otros que están en el crisol mientras aguardan los tiempos de Dios para algo?

PREGUNTA 4

¿Cuál es el papel de la oración en el desarrollo de la paciencia? ¿Hay otras personas por las que puedan orar para que el Espíritu desarrolle la paciencia en su vida?

Repaso de la Lección

LECCIONES DE VIDA - Pr. Robert Costa

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