Escuela Sabática
CONTENIDO
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA
DOMINGO — Calmando una tormenta
LUNES — ¿Puedes oír un susurro por encima de un grito?
MARTES — En la montaña rusa con Jesús
MIERCOLES — Rechazo y aceptación
JUEVES — Una clase diferente de Mesías
VIERNES - Para Estudiar y Meditar
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA
Marcos 4:35-41
Salmos 104:1-9
RVR1960
(Mt. 8.
23-27; Lc. 8.
22-25)
35 Aquel día, cuando llegó la noche, les dijo: Pasemos al otro lado.
36 Y despidiendo a la multitud, le tomaron como estaba, en la barca; y había también con él otras barcas.
37 Pero se levantó una gran tempestad de viento, y echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba.
38 Y él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal; y le despertaron, y le dijeron: Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos?
39 Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza.
40 Y les dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?
41 Entonces temieron con gran temor, y se decían el uno al otro: ¿Quién es este, que aun el viento y el mar le obedecen?
NTV
35 Al atardecer, Jesús dijo a sus discípulos: «Crucemos al otro lado del lago».
36 Así que dejaron a las multitudes y salieron con Jesús en la barca (aunque otras barcas los siguieron).
37 Pronto se desató una tormenta feroz y olas violentas entraban en la barca, la cual empezó a llenarse de agua.
38 Jesús estaba dormido en la parte posterior de la barca, con la cabeza recostada en una almohada. Los discípulos lo despertaron: «¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos? », gritaron.
39 Cuando Jesús se despertó, reprendió al viento y dijo a las olas: «¡Silencio! ¡Cálmense! ». De repente, el viento se detuvo y hubo una gran calma.
40 Luego él les preguntó: «¿Por qué tienen miedo? ¿Todavía no tienen fe? ».
41 Los discípulos estaban completamente aterrados. «¿Quién es este hombre? — se preguntaban unos a otros — . ¡Hasta el viento y las olas lo obedecen! ».
Marcos 5
RVR1960
1 Bendice, alma mía, a Jehová. Jehová Dios mío, mucho te has engrandecido; Te has vestido de gloria y de magnificencia.
2 El que se cubre de luz como de vestidura, Que extiende los cielos como una cortina,
3 Que establece sus aposentos entre las aguas, El que pone las nubes por su carroza, El que anda sobre las alas del viento;
4 El que hace a los vientos sus mensajeros, Y a las flamas de fuego sus ministros.
5 Él fundó la tierra sobre sus cimientos; No será jamás removida.
6 Con el abismo, como con vestido, la cubriste; Sobre los montes estaban las aguas.
7 A tu reprensión huyeron; Al sonido de tu trueno se apresuraron;
8 Subieron los montes, descendieron los valles, Al lugar que tú les fundaste.
9 Les pusiste término, el cual no traspasarán, Ni volverán a cubrir la tierra.
NTV
1 Que todo lo que soy alabe al Señor. ¡Oh Señor mi Dios, eres grandioso! Te has vestido de honor y majestad.
2 Te has envuelto en un manto de luz. Despliegas la cortina de estrellas de los cielos;
3 colocas las vigas de tu hogar en las nubes de lluvia. Haces de las nubes tu carro de guerra; cabalgas sobre las alas del viento.
4 Los vientos son tus mensajeros; las llamas de fuego, tus sirvientes.
5 Colocaste el mundo sobre sus cimientos, así jamás se removerá.
6 Vestiste a la tierra con torrentes de agua, agua que cubrió aun a las montañas.
7 A tu orden, el agua huyó; al sonido de tu trueno, salió corriendo.
8 Las montañas se elevaron y los valles se hundieron hasta el nivel que tú decretaste.
9 Después, fijaste un límite para los mares, para que nunca más cubrieran la tierra.
Números 27:17
RVR1960
(Mt. 8.
28-34; Lc. 8.
26-39)
1 Vinieron al otro lado del mar, a la región de los gadarenos.
2 Y cuando salió él de la barca, en seguida vino a su encuentro, de los sepulcros, un hombre con un espíritu inmundo,
3 que tenía su morada en los sepulcros, y nadie podía atarle, ni aun con cadenas.
4 Porque muchas veces había sido atado con grillos y cadenas, mas las cadenas habían sido hechas pedazos por él, y desmenuzados los grillos; y nadie le podía dominar.
5 Y siempre, de día y de noche, andaba dando voces en los montes y en los sepulcros, e hiriéndose con piedras.
6 Cuando vio, pues, a Jesús de lejos, corrió, y se arrodilló ante él.
7 Y clamando a gran voz, dijo: ¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes.
8 Porque le decía: Sal de este hombre, espíritu inmundo.
9 Y le preguntó: ¿Cómo te llamas? Y respondió diciendo: Legión me llamo; porque somos muchos.
10 Y le rogaba mucho que no los enviase fuera de aquella región.
11 Estaba allí cerca del monte un gran hato de cerdos paciendo.
12 Y le rogaron todos los demonios, diciendo: Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos.
13 Y luego Jesús les dio permiso. Y saliendo aquellos espíritus inmundos, entraron en los cerdos, los cuales eran como dos mil; y el hato se precipitó en el mar por un despeñadero, y en el mar se ahogaron.
14 Y los que apacentaban los cerdos huyeron, y dieron aviso en la ciudad y en los campos. Y salieron a ver qué era aquello que había sucedido.
15 Vienen a Jesús, y ven al que había sido atormentado del demonio, y que había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio cabal; y tuvieron miedo.
16 Y les contaron los que lo habían visto, cómo le había acontecido al que había tenido el demonio, y lo de los cerdos.
17 Y comenzaron a rogarle que se fuera de sus contornos.
18 Al entrar él en la barca, el que había estado endemoniado le rogaba que le dejase estar con él.
19 Mas Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y cómo ha tenido misericordia de ti.
20 Y se fue, y comenzó a publicar en Decápolis cuán grandes cosas había hecho Jesús con él; y todos se maravillaban. (Mt. 9.
18-26; Lc. 8.
40-56)
21 Pasando otra vez Jesús en una barca a la otra orilla, se reunió alrededor de él una gran multitud; y él estaba junto al mar.
22 Y vino uno de los principales de la sinagoga, llamado Jairo; y luego que le vio, se postró a sus pies,
23 y le rogaba mucho, diciendo: Mi hija está agonizando; ven y pon las manos sobre ella para que sea salva, y vivirá.
24 Fue, pues, con él; y le seguía una gran multitud, y le apretaban.
25 Pero una mujer que desde hacía doce años padecía de flujo de sangre,
26 y había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor,
27 cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud, y tocó su manto.
28 Porque decía: Si tocare tan solamente su manto, seré salva.
29 Y en seguida la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote.
30 Luego Jesús, conociendo en sí mismo el poder que había salido de él, volviéndose a la multitud, dijo: ¿Quién ha tocado mis vestidos?
31 Sus discípulos le dijeron: Ves que la multitud te aprieta, y dices: ¿Quién me ha tocado?
32 Pero él miraba alrededor para ver quién había hecho esto.
33 Entonces la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en ella había sido hecho, vino y se postró delante de él, y le dijo toda la verdad.
34 Y él le dijo: Hija, tu fe te ha hecho salva; ve en paz, y queda sana de tu azote.
35 Mientras él aún hablaba, vinieron de casa del principal de la sinagoga, diciendo: Tu hija ha muerto; ¿para qué molestas más al Maestro?
36 Pero Jesús, luego que oyó lo que se decía, dijo al principal de la sinagoga: No temas, cree solamente.
37 Y no permitió que le siguiese nadie sino Pedro, Jacobo, y Juan hermano de Jacobo.
38 Y vino a casa del principal de la sinagoga, y vio el alboroto y a los que lloraban y lamentaban mucho.
39 Y entrando, les dijo: ¿Por qué alborotáis y lloráis? La niña no está muerta, sino duerme.
40 Y se burlaban de él. Mas él, echando fuera a todos, tomó al padre y a la madre de la niña, y a los que estaban con él, y entró donde estaba la niña.
41 Y tomando la mano de la niña, le dijo: Talita cumi; que traducido es: Niña, a ti te digo, levántate.
42 Y luego la niña se levantó y andaba, pues tenía doce años. Y se espantaron grandemente.
43 Pero él les mandó mucho que nadie lo supiese, y dijo que se le diese de comer.
NTV
1 Entonces llegaron al otro lado del lago, a la región de los gerasenos.
2 Cuando Jesús bajó de la barca, un hombre poseído por un espíritu maligno salió de entre las tumbas a su encuentro.
3 Este hombre vivía en las cuevas de entierro y ya nadie podía sujetarlo, ni siquiera con cadenas.
4 Siempre que lo ataban con cadenas y grilletes — lo cual le hacían a menudo — , él rompía las cadenas de sus muñecas y destrozaba los grilletes. No había nadie con suficiente fuerza para someterlo.
5 Día y noche vagaba entre las cuevas donde enterraban a los muertos y por las colinas, aullando y cortándose con piedras afiladas.
6 Cuando Jesús todavía estaba a cierta distancia, el hombre lo vio, corrió a su encuentro y se inclinó delante de él.
7 Dando un alarido, gritó: «¿Por qué te entrometes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? ¡En el nombre de Dios, te suplico que no me tortures! ».
8 Pues Jesús ya le había dicho al espíritu: «Sal de este hombre, espíritu maligno».
9 Entonces Jesús le preguntó: — ¿Cómo te llamas? Y él contestó: — Me llamo Legión, porque somos muchos los que estamos dentro de este hombre.
10 Entonces los espíritus malignos le suplicaron una y otra vez que no los enviara a un lugar lejano.
11 Sucedió que había una gran manada de cerdos alimentándose en una ladera cercana.
12 «Envíanos a esos cerdos — suplicaron los espíritus — . Déjanos entrar en ellos».
13 Entonces Jesús les dio permiso. Los espíritus malignos salieron del hombre y entraron en los cerdos, y toda la manada de unos dos mil cerdos se lanzó al lago por el precipicio y se ahogó en el agua.
14 Los hombres que cuidaban los cerdos huyeron a la ciudad cercana y sus alrededores, difundiendo la noticia mientras corrían. La gente salió corriendo para ver lo que había pasado.
15 Pronto una multitud se juntó alrededor de Jesús, y todos vieron al hombre que había estado poseído por la legión de demonios. Se encontraba sentado allí, completamente vestido y en su sano juicio, y todos tuvieron miedo.
16 Entonces los que habían visto lo sucedido, les contaron a los otros lo que había ocurrido con el hombre poseído por los demonios y con los cerdos;
17 y la multitud comenzó a rogarle a Jesús que se fuera y los dejara en paz.
18 Mientras Jesús entraba en la barca, el hombre que había estado poseído por los demonios le suplicaba que le permitiera acompañarlo.
19 Pero Jesús le dijo: «No. Ve a tu casa y a tu familia y diles todo lo que el Señor ha hecho por ti y lo misericordioso que ha sido contigo».
20 Así que el hombre salió a visitar las Diez Ciudades de esa región y comenzó a proclamar las grandes cosas que Jesús había hecho por él; y todos quedaban asombrados de lo que les decía.
21 Jesús entró de nuevo en la barca y regresó al otro lado del lago, donde una gran multitud se juntó alrededor de él en la orilla.
22 Entonces llegó uno de los líderes de la sinagoga local, llamado Jairo. Cuando vio a Jesús, cayó a sus pies
23 y le rogó con fervor: «Mi hijita se está muriendo — dijo — . Por favor, ven y pon tus manos sobre ella para que se sane y viva».
24 Jesús fue con él, y toda la gente lo siguió, apretujada a su alrededor.
25 Una mujer de la multitud hacía doce años que sufría una hemorragia continua.
26 Había sufrido mucho con varios médicos y, a lo largo de los años, había gastado todo lo que tenía para poder pagarles, pero nunca mejoró. De hecho, se puso peor.
27 Ella había oído de Jesús, así que se le acercó por detrás entre la multitud y tocó su túnica.
28 Pues pensó: «Si tan solo tocara su túnica, quedaré sana».
29 Al instante, la hemorragia se detuvo, y ella pudo sentir en su cuerpo que había sido sanada de su terrible condición.
30 Jesús se dio cuenta de inmediato de que había salido poder sanador de él, así que se dio vuelta y preguntó a la multitud: «¿Quién tocó mi túnica? ».
31 Sus discípulos le dijeron: «Mira a la multitud que te apretuja por todos lados. ¿Cómo puedes preguntar: “¿Quién me tocó?”? ».
32 Sin embargo, él siguió mirando a su alrededor para ver quién lo había hecho.
33 Entonces la mujer, asustada y temblando al darse cuenta de lo que le había pasado, se le acercó y se arrodilló delante de él y le confesó lo que había hecho.
34 Y él le dijo: «Hija, tu fe te ha sanado. Ve en paz. Se acabó tu sufrimiento».
35 Mientras él todavía hablaba con ella, llegaron mensajeros de la casa de Jairo, el líder de la sinagoga, y le dijeron: «Tu hija está muerta. Ya no tiene sentido molestar al Maestro».
36 Jesús oyó lo que decían y le dijo a Jairo: «No tengas miedo. Solo ten fe».
37 Jesús detuvo a la multitud y no dejó que nadie fuera con él excepto Pedro, Santiago y Juan (el hermano de Santiago).
38 Cuando llegaron a la casa del líder de la sinagoga, Jesús vio el alboroto y que había muchos llantos y lamentos.
39 Entró y preguntó: «¿Por qué tanto alboroto y llanto? La niña no está muerta; solo duerme».
40 La gente se rio de él; pero él hizo que todos salieran y llevó al padre y a la madre de la muchacha y a sus tres discípulos a la habitación donde estaba la niña.
41 La tomó de la mano y le dijo: «Talita cum», que significa «¡Niña, levántate! ».
42 Entonces la niña, que tenía doce años, ¡enseguida se puso de pie y caminó! Los presentes quedaron conmovidos y totalmente asombrados.
43 Jesús dio órdenes estrictas de que no le dijeran a nadie lo que había sucedido y entonces les dijo que le dieran de comer a la niña.
RVR1960
17 que salga delante de ellos y que entre delante de ellos, que los saque y los introduzca, para que la congregación de Jehová no sea como ovejas sin pastor.
NTV
17 Dales a alguien que los guíe dondequiera que vayan y que los conduzca en batalla, para que la comunidad del Señor no ande como ovejas sin pastor.
VERSÍCULO DE MEMORIA
Marcos 5:19
RVR1960
19 Mas Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y cómo ha tenido misericordia de ti.
NTV
19 Pero Jesús le dijo: «No. Ve a tu casa y a tu familia y diles todo lo que el Señor ha hecho por ti y lo misericordioso que ha sido contigo».
SÁBADO — INTRODUCCIÓN
El ministerio de Jesús estuvo centrado mayormente en Galilea, especialmente en el lago, de aproximadamente 21 kilómetros de largo y 13 de ancho, y en sus alrededores. El lago de Galilea es el cuerpo de agua más grande de la zona y el centro de la vida de quienes habitaban cerca.
Marcos 4 termina con Jesús y sus discípulos cruzando el lago de Galilea. Se levanta entonces una tormenta que Jesús calma hablando al viento y a las olas. Marcos 6 termina con una escena similar, pero esta vez con Jesús caminando sobre el agua hacia sus discípulos, que estaban en el bote. Entre ambas escenas en el agua, hay numerosos milagros que Jesús hizo en tierra y la primera actividad misionera de sus discípulos. Esas historias son el tema de estudio de esta semana.
La característica general de estas historias dramáticas consiste en permitir que el lector vea quién es Jesús. Él es aquel que puede calmar una tormenta, restaurar a un endemoniado, sanar a una mujer que simplemente toca su manto, resucitar a una niña, predicar en su propio pueblo, enviar a sus discípulos a una misión evangelizadora, alimentar a cinco mil personas con unos pocos panes y peces, y caminar sobre el agua. Increíbles demostraciones de poder que acercan a sus discípulos a la comprensión de que él es el Hijo de Dios.
DOMINGO — Calmando una tormenta
Lee Marcos 4:35-41
RVR1960
(Mt. 8.
23-27; Lc. 8.
22-25)
35 Aquel día, cuando llegó la noche, les dijo: Pasemos al otro lado.
36 Y despidiendo a la multitud, le tomaron como estaba, en la barca; y había también con él otras barcas.
37 Pero se levantó una gran tempestad de viento, y echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba.
38 Y él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal; y le despertaron, y le dijeron: Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos?
39 Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza.
40 Y les dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?
41 Entonces temieron con gran temor, y se decían el uno al otro: ¿Quién es este, que aun el viento y el mar le obedecen?
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35 Al atardecer, Jesús dijo a sus discípulos: «Crucemos al otro lado del lago».
36 Así que dejaron a las multitudes y salieron con Jesús en la barca (aunque otras barcas los siguieron).
37 Pronto se desató una tormenta feroz y olas violentas entraban en la barca, la cual empezó a llenarse de agua.
38 Jesús estaba dormido en la parte posterior de la barca, con la cabeza recostada en una almohada. Los discípulos lo despertaron: «¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos? », gritaron.
39 Cuando Jesús se despertó, reprendió al viento y dijo a las olas: «¡Silencio! ¡Cálmense! ». De repente, el viento se detuvo y hubo una gran calma.
40 Luego él les preguntó: «¿Por qué tienen miedo? ¿Todavía no tienen fe? ».
41 Los discípulos estaban completamente aterrados. «¿Quién es este hombre? — se preguntaban unos a otros — . ¡Hasta el viento y las olas lo obedecen! ».
¿Qué ocurre en esta historia y qué lecciones podemos aprender en ella acerca de quién es Jesús?
Al comienzo de Marcos 4, Jesús se sube a un bote para enseñar a la multitud que estaba en la playa. En Marcos 4:10-12
parece haber descendido del bote y ahora conversar con los discípulos en privado. Ahora, tras un largo día de instrucción, los discípulos toman consigo a Jesús en el bote “como estaba” (vers. 36); es decir, muy cansado. Él se duerme inmediatamente sobre una superficie mullida que estaba tal vez en la popa del barco. Una gran tormenta se desata en el lago, y el bote corre peligro de naufragar cuando los discípulos despiertan a Jesús, quien drásticamente ordena al viento y a las olas que cesen. Una gran calma se apodera del lago. Es comprensible que los discípulos teman profundamente ante semejante manifestación de poder divino.
RVR1960
10 Cuando estuvo solo, los que estaban cerca de él con los doce le preguntaron sobre la parábola.
11 Y les dijo: A vosotros os es dado saber el misterio del reino de Dios; mas a los que están fuera, por parábolas todas las cosas;
12 para que viendo, vean y no perciban; y oyendo, oigan y no entiendan; para que no se conviertan, y les sean perdonados los pecados.
NTV
10 Más tarde, cuando Jesús se quedó a solas con los doce discípulos y con las demás personas que se habían reunido, le preguntaron el significado de las parábolas.
11 Él contestó: «A ustedes se les permite entender el secreto del reino de Dios; pero utilizo parábolas para hablarles a los de afuera,
12 para que se cumplan las Escrituras: “Cuando ellos vean lo que hago, no aprenderán nada. Cuando oigan lo que digo, no entenderán. De lo contrario, se volverían a mí y serían perdonados” ».
Lee Salmos 104:1-9
RVR1960
1 Bendice, alma mía, a Jehová. Jehová Dios mío, mucho te has engrandecido; Te has vestido de gloria y de magnificencia.
2 El que se cubre de luz como de vestidura, Que extiende los cielos como una cortina,
3 Que establece sus aposentos entre las aguas, El que pone las nubes por su carroza, El que anda sobre las alas del viento;
4 El que hace a los vientos sus mensajeros, Y a las flamas de fuego sus ministros.
5 Él fundó la tierra sobre sus cimientos; No será jamás removida.
6 Con el abismo, como con vestido, la cubriste; Sobre los montes estaban las aguas.
7 A tu reprensión huyeron; Al sonido de tu trueno se apresuraron;
8 Subieron los montes, descendieron los valles, Al lugar que tú les fundaste.
9 Les pusiste término, el cual no traspasarán, Ni volverán a cubrir la tierra.
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1 Que todo lo que soy alabe al Señor. ¡Oh Señor mi Dios, eres grandioso! Te has vestido de honor y majestad.
2 Te has envuelto en un manto de luz. Despliegas la cortina de estrellas de los cielos;
3 colocas las vigas de tu hogar en las nubes de lluvia. Haces de las nubes tu carro de guerra; cabalgas sobre las alas del viento.
4 Los vientos son tus mensajeros; las llamas de fuego, tus sirvientes.
5 Colocaste el mundo sobre sus cimientos, así jamás se removerá.
6 Vestiste a la tierra con torrentes de agua, agua que cubrió aun a las montañas.
7 A tu orden, el agua huyó; al sonido de tu trueno, salió corriendo.
8 Las montañas se elevaron y los valles se hundieron hasta el nivel que tú decretaste.
9 Después, fijaste un límite para los mares, para que nunca más cubrieran la tierra.
¿Cómo se asemeja la descripción de Jehová aquí con la acción de Cristo de calmar la tormenta?
La historia registrada en Marcos 4:35-41
armoniza con un patrón común en la Biblia, el de una “teofanía”; es decir, la aparición de Dios o de uno de sus ángeles. Estos eventos tienen comúnmente cinco características:
RVR1960
(Mt. 8.
23-27; Lc. 8.
22-25)
35 Aquel día, cuando llegó la noche, les dijo: Pasemos al otro lado.
36 Y despidiendo a la multitud, le tomaron como estaba, en la barca; y había también con él otras barcas.
37 Pero se levantó una gran tempestad de viento, y echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba.
38 Y él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal; y le despertaron, y le dijeron: Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos?
39 Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza.
40 Y les dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?
41 Entonces temieron con gran temor, y se decían el uno al otro: ¿Quién es este, que aun el viento y el mar le obedecen?
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35 Al atardecer, Jesús dijo a sus discípulos: «Crucemos al otro lado del lago».
36 Así que dejaron a las multitudes y salieron con Jesús en la barca (aunque otras barcas los siguieron).
37 Pronto se desató una tormenta feroz y olas violentas entraban en la barca, la cual empezó a llenarse de agua.
38 Jesús estaba dormido en la parte posterior de la barca, con la cabeza recostada en una almohada. Los discípulos lo despertaron: «¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos? », gritaron.
39 Cuando Jesús se despertó, reprendió al viento y dijo a las olas: «¡Silencio! ¡Cálmense! ». De repente, el viento se detuvo y hubo una gran calma.
40 Luego él les preguntó: «¿Por qué tienen miedo? ¿Todavía no tienen fe? ».
41 Los discípulos estaban completamente aterrados. «¿Quién es este hombre? — se preguntaban unos a otros — . ¡Hasta el viento y las olas lo obedecen! ».
- la demostración de poder divino,
- temor humano,
- la exhortación “no temas”,
- las palabras de la revelación por la que Dios o el ángel aparecieron,
- la respuesta humana a la revelación.
Cuatro de las cinco están presentes en esta historia: la acción de calmar la tormenta es la demostración de poder divino. El miedo de los discípulos es el componente correspondiente al temor humano. La pregunta “¿Por qué están así atemorizados?” es el “no temas”. La pregunta de los discípulos “¿quién es este?” es la respuesta humana. Lo que está faltando aquí son las palabras de revelación. Este detalle faltante juega un papel dentro del tema o motivo teológico revelación/secreto que recorre todo el libro, donde la verdad acerca de Jesús finalmente emergerá. La pregunta de los discípulos “¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?” empuja al lector a responder, supliendo la revelación explícita faltante en la fórmula de la teofanía: él es el Hijo de Dios, el Señor mismo.
Piensa en el poder de Dios. ¿Cómo puedes aprender a apoyarte en ese poder y a confiar en él para todo en tu vida?
LUNES — ¿Puedes oír un susurro por encima de un grito?
Lee Marcos 5:1-20
RVR1960
(Mt. 8.
28-34; Lc. 8.
26-39)
1 Vinieron al otro lado del mar, a la región de los gadarenos.
2 Y cuando salió él de la barca, en seguida vino a su encuentro, de los sepulcros, un hombre con un espíritu inmundo,
3 que tenía su morada en los sepulcros, y nadie podía atarle, ni aun con cadenas.
4 Porque muchas veces había sido atado con grillos y cadenas, mas las cadenas habían sido hechas pedazos por él, y desmenuzados los grillos; y nadie le podía dominar.
5 Y siempre, de día y de noche, andaba dando voces en los montes y en los sepulcros, e hiriéndose con piedras.
6 Cuando vio, pues, a Jesús de lejos, corrió, y se arrodilló ante él.
7 Y clamando a gran voz, dijo: ¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes.
8 Porque le decía: Sal de este hombre, espíritu inmundo.
9 Y le preguntó: ¿Cómo te llamas? Y respondió diciendo: Legión me llamo; porque somos muchos.
10 Y le rogaba mucho que no los enviase fuera de aquella región.
11 Estaba allí cerca del monte un gran hato de cerdos paciendo.
12 Y le rogaron todos los demonios, diciendo: Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos.
13 Y luego Jesús les dio permiso. Y saliendo aquellos espíritus inmundos, entraron en los cerdos, los cuales eran como dos mil; y el hato se precipitó en el mar por un despeñadero, y en el mar se ahogaron.
14 Y los que apacentaban los cerdos huyeron, y dieron aviso en la ciudad y en los campos. Y salieron a ver qué era aquello que había sucedido.
15 Vienen a Jesús, y ven al que había sido atormentado del demonio, y que había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio cabal; y tuvieron miedo.
16 Y les contaron los que lo habían visto, cómo le había acontecido al que había tenido el demonio, y lo de los cerdos.
17 Y comenzaron a rogarle que se fuera de sus contornos.
18 Al entrar él en la barca, el que había estado endemoniado le rogaba que le dejase estar con él.
19 Mas Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y cómo ha tenido misericordia de ti.
20 Y se fue, y comenzó a publicar en Decápolis cuán grandes cosas había hecho Jesús con él; y todos se maravillaban.
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1 Entonces llegaron al otro lado del lago, a la región de los gerasenos.
2 Cuando Jesús bajó de la barca, un hombre poseído por un espíritu maligno salió de entre las tumbas a su encuentro.
3 Este hombre vivía en las cuevas de entierro y ya nadie podía sujetarlo, ni siquiera con cadenas.
4 Siempre que lo ataban con cadenas y grilletes — lo cual le hacían a menudo — , él rompía las cadenas de sus muñecas y destrozaba los grilletes. No había nadie con suficiente fuerza para someterlo.
5 Día y noche vagaba entre las cuevas donde enterraban a los muertos y por las colinas, aullando y cortándose con piedras afiladas.
6 Cuando Jesús todavía estaba a cierta distancia, el hombre lo vio, corrió a su encuentro y se inclinó delante de él.
7 Dando un alarido, gritó: «¿Por qué te entrometes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? ¡En el nombre de Dios, te suplico que no me tortures! ».
8 Pues Jesús ya le había dicho al espíritu: «Sal de este hombre, espíritu maligno».
9 Entonces Jesús le preguntó: — ¿Cómo te llamas? Y él contestó: — Me llamo Legión, porque somos muchos los que estamos dentro de este hombre.
10 Entonces los espíritus malignos le suplicaron una y otra vez que no los enviara a un lugar lejano.
11 Sucedió que había una gran manada de cerdos alimentándose en una ladera cercana.
12 «Envíanos a esos cerdos — suplicaron los espíritus — . Déjanos entrar en ellos».
13 Entonces Jesús les dio permiso. Los espíritus malignos salieron del hombre y entraron en los cerdos, y toda la manada de unos dos mil cerdos se lanzó al lago por el precipicio y se ahogó en el agua.
14 Los hombres que cuidaban los cerdos huyeron a la ciudad cercana y sus alrededores, difundiendo la noticia mientras corrían. La gente salió corriendo para ver lo que había pasado.
15 Pronto una multitud se juntó alrededor de Jesús, y todos vieron al hombre que había estado poseído por la legión de demonios. Se encontraba sentado allí, completamente vestido y en su sano juicio, y todos tuvieron miedo.
16 Entonces los que habían visto lo sucedido, les contaron a los otros lo que había ocurrido con el hombre poseído por los demonios y con los cerdos;
17 y la multitud comenzó a rogarle a Jesús que se fuera y los dejara en paz.
18 Mientras Jesús entraba en la barca, el hombre que había estado poseído por los demonios le suplicaba que le permitiera acompañarlo.
19 Pero Jesús le dijo: «No. Ve a tu casa y a tu familia y diles todo lo que el Señor ha hecho por ti y lo misericordioso que ha sido contigo».
20 Así que el hombre salió a visitar las Diez Ciudades de esa región y comenzó a proclamar las grandes cosas que Jesús había hecho por él; y todos quedaban asombrados de lo que les decía.
¿Qué podemos aprender acerca del Gran Conflicto y del poder de Jesús gracias a este asombroso relato?
Si la noche anterior sobre el lago fue inolvidable, el arribo al día siguiente, adonde estaban los gadarenos, no fue menos impresionante. La historia del hombre endemoniado es presentada con detalles desgarradores. Rompiendo con toda restricción, él vivía en los sepulcros y se hería a sí mismo con piedras. “Nadie lo podía dominar” Marcos 5:4
Entonces, se encontró con Jesús.
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4 Porque muchas veces había sido atado con grillos y cadenas, mas las cadenas habían sido hechas pedazos por él, y desmenuzados los grillos; y nadie le podía dominar.
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4 Siempre que lo ataban con cadenas y grilletes — lo cual le hacían a menudo — , él rompía las cadenas de sus muñecas y destrozaba los grilletes. No había nadie con suficiente fuerza para someterlo.
El hombre se precipitó hacia Jesús. Ni una palabra se dice acerca de los discípulos, quienes probablemente hayan huido despavoridos. Cuando el hombre llegó cerca de Jesús, se postró ante él. La frase “se postró” es traducción del verbo griego proskyneō, usualmente traducido como “adorar”. Parece que el hombre reconoció que Jesús era alguien que podía ayudarlo. Pero, cuando abrió su boca, los demonios que estaban dentro de él le gritaron a Jesús, quien fue, sin embargo, capaz de escuchar por sobre los gritos de ellos la súplica de ayuda susurrada por el hombre. Cuando ellos rogaron a Jesús que les permitiera ir a un hato de cerdos, él les permitió entrar en estos. Todos esos animales, cerca de dos mil, se precipitaron al mar por un despeñadero y se ahogaron. Aquello fue un desastre financiero para sus dueños.
Lo asombroso es que los demonios sabían exactamente quién era Jesús y también conocían su impotencia frente a él, razón por la que “le rogaron” dos veces que hiciera lo que pedían Marcos 5:10
Marcos 5:12
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10 Y le rogaba mucho que no los enviase fuera de aquella región.
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10 Entonces los espíritus malignos le suplicaron una y otra vez que no los enviara a un lugar lejano.
. Obviamente, sabían de su poder sobre ellos.
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12 Y le rogaron todos los demonios, diciendo: Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos.
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12 «Envíanos a esos cerdos — suplicaron los espíritus — . Déjanos entrar en ellos».
Esta historia tiene dos características fundamentales. Para empezar, contiene numerosos elementos relacionados con la impureza o la contaminación ceremonial de acuerdo con la ley del Antiguo Testamento. Las tumbas y los muertos eran impuros Números 19:11
Números 19:16
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11 El que tocare cadáver de cualquier persona será inmundo siete días.
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11 »El que toque el cadáver de un ser humano quedará ceremonialmente impuro durante siete días.
Los cerdos eran animales inmundos Levítico 11:7
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16 y cualquiera que tocare algún muerto a espada sobre la faz del campo, o algún cadáver, o hueso humano, o sepulcro, siete días será inmundo.
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16 Y si alguien en el campo abierto toca el cadáver de alguien que mataron a espada o que murió de muerte natural, o si alguien toca un hueso de ser humano o una tumba, esa persona quedará contaminada durante siete días.
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7 También el cerdo, porque tiene pezuñas, y es de pezuñas hendidas, pero no rumia, lo tendréis por inmundo.
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7 El cerdo tiene pezuñas partidas de manera pareja, pero no rumia, también es impuro.
Pero, en segundo lugar, esta letanía de impureza es la batalla de idas y venidas entre las fuerzas del bien y del mal. Jesús expulsa a los demonios (dos puntos para Jesús), los demonios matan a los cerdos (dos puntos para Satanás). La gente del pueblo pide a Jesús que se vaya (dos puntos para Satanás), pero Jesús envía de regreso al hombre sanado como su testigo (tres puntos para Jesús). En más de un sentido, este hombre era el más insólito de los misioneros, pero tenía ciertamente una historia asombrosa para contar.
¿Qué esperanza puedes extraer de esta historia en cuanto al poder de Jesús para ayudarte en cualquier cosa con la que estés luchando?
MARTES — En la montaña rusa con Jesús
Lee Marcos 5:21-24
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(Mt. 9.
18-26; Lc. 8.
40-56)
21 Pasando otra vez Jesús en una barca a la otra orilla, se reunió alrededor de él una gran multitud; y él estaba junto al mar.
22 Y vino uno de los principales de la sinagoga, llamado Jairo; y luego que le vio, se postró a sus pies,
23 y le rogaba mucho, diciendo: Mi hija está agonizando; ven y pon las manos sobre ella para que sea salva, y vivirá.
24 Fue, pues, con él; y le seguía una gran multitud, y le apretaban.
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21 Jesús entró de nuevo en la barca y regresó al otro lado del lago, donde una gran multitud se juntó alrededor de él en la orilla.
22 Entonces llegó uno de los líderes de la sinagoga local, llamado Jairo. Cuando vio a Jesús, cayó a sus pies
23 y le rogó con fervor: «Mi hijita se está muriendo — dijo — . Por favor, ven y pon tus manos sobre ella para que se sane y viva».
24 Jesús fue con él, y toda la gente lo siguió, apretujada a su alrededor.
¿Qué características de Jairo se destacan en particular?
Los dirigentes religiosos como Jairo no eran típicamente amigos de Jesús ver Marcos 1:22
Marcos 3:2
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22 Y se admiraban de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.
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22 La gente quedó asombrada de su enseñanza, porque lo hacía con verdadera autoridad, algo completamente diferente de lo que hacían los maestros de la ley religiosa.
Marcos 3:6
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2 Y le acechaban para ver si en el día de reposo le sanaría, a fin de poder acusarle.
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2 Como era el día de descanso, los enemigos de Jesús lo vigilaban de cerca. Si sanaba la mano del hombre, tenían pensado acusarlo por trabajar en el día de descanso.
Lucas 13:14
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6 Y salidos los fariseos, tomaron consejo con los herodianos contra él para destruirle.
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6 Los fariseos salieron enseguida y se reunieron con los partidarios de Herodes para tramar cómo matar a Jesús.
Por lo tanto, todo parece indicar que estaba desesperado. Esta desesperación se hace evidente al postrarse ante Jesús. Su ruego resulta comprensible para cualquier padre; su hija está agonizando. Pero tiene fe en que Jesús puede ayudarlo. Sin pronunciar una sola palabra, Jesús parte con el padre rumbo a su casa.
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14 Pero el principal de la sinagoga, enojado de que Jesús hubiese sanado en el día de reposo, dijo a la gente: Seis días hay en que se debe trabajar; en éstos, pues, venid y sed sanados, y no en día de reposo.
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14 En cambio, el líder a cargo de la sinagoga se indignó de que Jesús la sanara en un día de descanso. «Hay seis días en la semana para trabajar — dijo a la multitud — . Vengan esos días para ser sanados, no el día de descanso».
Lee Marcos 5:25-34
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25 Pero una mujer que desde hacía doce años padecía de flujo de sangre,
26 y había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor,
27 cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud, y tocó su manto.
28 Porque decía: Si tocare tan solamente su manto, seré salva.
29 Y en seguida la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote.
30 Luego Jesús, conociendo en sí mismo el poder que había salido de él, volviéndose a la multitud, dijo: ¿Quién ha tocado mis vestidos?
31 Sus discípulos le dijeron: Ves que la multitud te aprieta, y dices: ¿Quién me ha tocado?
32 Pero él miraba alrededor para ver quién había hecho esto.
33 Entonces la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en ella había sido hecho, vino y se postró delante de él, y le dijo toda la verdad.
34 Y él le dijo: Hija, tu fe te ha hecho salva; ve en paz, y queda sana de tu azote.
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25 Una mujer de la multitud hacía doce años que sufría una hemorragia continua.
26 Había sufrido mucho con varios médicos y, a lo largo de los años, había gastado todo lo que tenía para poder pagarles, pero nunca mejoró. De hecho, se puso peor.
27 Ella había oído de Jesús, así que se le acercó por detrás entre la multitud y tocó su túnica.
28 Pues pensó: «Si tan solo tocara su túnica, quedaré sana».
29 Al instante, la hemorragia se detuvo, y ella pudo sentir en su cuerpo que había sido sanada de su terrible condición.
30 Jesús se dio cuenta de inmediato de que había salido poder sanador de él, así que se dio vuelta y preguntó a la multitud: «¿Quién tocó mi túnica? ».
31 Sus discípulos le dijeron: «Mira a la multitud que te apretuja por todos lados. ¿Cómo puedes preguntar: “¿Quién me tocó?”? ».
32 Sin embargo, él siguió mirando a su alrededor para ver quién lo había hecho.
33 Entonces la mujer, asustada y temblando al darse cuenta de lo que le había pasado, se le acercó y se arrodilló delante de él y le confesó lo que había hecho.
34 Y él le dijo: «Hija, tu fe te ha sanado. Ve en paz. Se acabó tu sufrimiento».
¿Qué interrumpe la marcha hacia la casa de Jairo?
El relato se traslada súbitamente a otra escena que evoca piedad. Una mujer sufre terriblemente a causa de una enfermedad durante doce años. Esta historia acerca de Jairo y de la mujer enferma es el segundo relato sándwich de Marcos ver Marcos 3:20-35
que fue estudiado en la lección 3. En esta historia, los dos personajes contrastantes, Jairo y la mujer, acuden a Jesús en busca de ayuda.
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(Mt. 12.
22-32; Lc. 11.
14-23)
20 Y se agolpó de nuevo la gente, de modo que ellos ni aun podían comer pan.
21 Cuando lo oyeron los suyos, vinieron para prenderle; porque decían: Está fuera de sí.
22 Pero los escribas que habían venido de Jerusalén decían que tenía a Beelzebú, y que por el príncipe de los demonios echaba fuera los demonios.
23 Y habiéndolos llamado, les decía en parábolas: ¿Cómo puede Satanás echar fuera a Satanás?
24 Si un reino está dividido contra sí mismo, tal reino no puede permanecer.
25 Y si una casa está dividida contra sí misma, tal casa no puede permanecer.
26 Y si Satanás se levanta contra sí mismo, y se divide, no puede permanecer, sino que ha llegado su fin.
27 Ninguno puede entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus bienes, si antes no le ata, y entonces podrá saquear su casa.
28 De cierto os digo que todos los pecados serán perdonados a los hijos de los hombres, y las blasfemias cualesquiera que sean;
29 pero cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, sino que es reo de juicio eterno.
30 Porque ellos habían dicho: Tiene espíritu inmundo. (Mt. 12.
46-50; Lc. 8.
19-21)
31 Vienen después sus hermanos y su madre, y quedándose afuera, enviaron a llamarle.
32 Y la gente que estaba sentada alrededor de él le dijo: Tu madre y tus hermanos están afuera, y te buscan.
33 Él les respondió diciendo: ¿Quién es mi madre y mis hermanos?
34 Y mirando a los que estaban sentados alrededor de él, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos.
35 Porque todo aquel que hace la voluntad de Dios, ese es mi hermano, y mi hermana, y mi madre.
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20 Cierta vez, Jesús entró en una casa y las multitudes empezaron a juntarse nuevamente. Pronto ni él ni sus discípulos encontraron un momento para comer.
21 Cuando sus familiares oyeron lo que sucedía, intentaron llevárselo. «Está fuera de sí», decían.
22 Pero los maestros de la ley religiosa que habían llegado de Jerusalén decían: «Está poseído por Satanás, el príncipe de los demonios. De él recibe el poder para expulsar los demonios».
23 Jesús los llamó para que se acercaran y respondió con una ilustración. «¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás? — preguntó — .
24 Un reino dividido por una guerra civil acabará destruido.
25 De la misma manera una familia dividida por peleas se desintegrará.
26 Si Satanás está dividido y pelea contra sí mismo, ¿cómo podrá mantenerse en pie? Nunca sobreviviría.
27 Permítanme darles otra ilustración. ¿Quién tiene suficiente poder para entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus bienes? Solo alguien aún más fuerte, alguien que pudiera atarlo y después saquear su casa.
28 »Les digo la verdad, cualquier pecado y blasfemia pueden ser perdonados,
29 pero todo el que blasfeme contra el Espíritu Santo jamás será perdonado. Este es un pecado que acarrea consecuencias eternas».
30 Les dijo esto porque ellos decían: «Está poseído por un espíritu maligno».
31 Luego la madre y los hermanos de Jesús vinieron a verlo. Se quedaron afuera y le mandaron a decir que saliera para hablar con ellos.
32 Había una multitud sentada alrededor de Jesús, y alguien dijo: «Tu madre y tus hermanos están afuera y te llaman».
33 Jesús respondió: «¿Quién es mi madre? ¿Quiénes son mis hermanos? ».
34 Entonces miró a los que estaban a su alrededor y dijo: «Miren, estos son mi madre y mis hermanos.
35 Todo el que hace la voluntad de Dios es mi hermano y mi hermana y mi madre».
La mujer se acerca a Jesús desde atrás y toca su manto. Inmediatamente recupera la salud. Pero Jesús se detiene y pregunta: ¿Quién ha tocado mi ropa?”
La mujer, que había estado tan enferma, estaba de pronto recuperada. Pero temía que Jesús estuviera disgustado por lo que había ocurrido. Aquello fue un viaje vertiginoso para las emociones de ella. Pero Jesús quería sanar su alma, no solo su cuerpo.
Volviendo a Jairo ver Marcos 5:35-43
también su experiencia fue un viaje vertiginoso para este principal de la sinagoga. Jesús solo permitió que Pedro, Santiago y Juan lo acompañaran, junto con los padres de la muchacha. Jesús declara entonces que ella no está muerta, sino dormida. Hace salir a todos los plañideros y enlutados, y se dirige a la habitación donde yace la niña muerta. Tomando su mano, dice: “talita cumi”. Marcos traduce estas palabras: “Niña, a ti te digo, levántate”. La palabra talita significa en realidad “cordero” y pudo haberse tratado de una expresión cariñosa acostumbrada para designar a un niño en el ambiente del hogar. La orden de que nadie lo supiese es parte del patrón teológico revelación/secreto que recorre el Evangelio de Marcos y que apunta a quién es Jesús; algo que, en última instancia, no puede permanecer oculto.
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35 Mientras él aún hablaba, vinieron de casa del principal de la sinagoga, diciendo: Tu hija ha muerto; ¿para qué molestas más al Maestro?
36 Pero Jesús, luego que oyó lo que se decía, dijo al principal de la sinagoga: No temas, cree solamente.
37 Y no permitió que le siguiese nadie sino Pedro, Jacobo, y Juan hermano de Jacobo.
38 Y vino a casa del principal de la sinagoga, y vio el alboroto y a los que lloraban y lamentaban mucho.
39 Y entrando, les dijo: ¿Por qué alborotáis y lloráis? La niña no está muerta, sino duerme.
40 Y se burlaban de él. Mas él, echando fuera a todos, tomó al padre y a la madre de la niña, y a los que estaban con él, y entró donde estaba la niña.
41 Y tomando la mano de la niña, le dijo: Talita cumi; que traducido es: Niña, a ti te digo, levántate.
42 Y luego la niña se levantó y andaba, pues tenía doce años. Y se espantaron grandemente.
43 Pero él les mandó mucho que nadie lo supiese, y dijo que se le diese de comer.
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35 Mientras él todavía hablaba con ella, llegaron mensajeros de la casa de Jairo, el líder de la sinagoga, y le dijeron: «Tu hija está muerta. Ya no tiene sentido molestar al Maestro».
36 Jesús oyó lo que decían y le dijo a Jairo: «No tengas miedo. Solo ten fe».
37 Jesús detuvo a la multitud y no dejó que nadie fuera con él excepto Pedro, Santiago y Juan (el hermano de Santiago).
38 Cuando llegaron a la casa del líder de la sinagoga, Jesús vio el alboroto y que había muchos llantos y lamentos.
39 Entró y preguntó: «¿Por qué tanto alboroto y llanto? La niña no está muerta; solo duerme».
40 La gente se rio de él; pero él hizo que todos salieran y llevó al padre y a la madre de la muchacha y a sus tres discípulos a la habitación donde estaba la niña.
41 La tomó de la mano y le dijo: «Talita cum», que significa «¡Niña, levántate! ».
42 Entonces la niña, que tenía doce años, ¡enseguida se puso de pie y caminó! Los presentes quedaron conmovidos y totalmente asombrados.
43 Jesús dio órdenes estrictas de que no le dijeran a nadie lo que había sucedido y entonces les dijo que le dieran de comer a la niña.
MIERCOLES — Rechazo y aceptación
Lee Marcos 6:1-6
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(Mt. 13.
53-58; Lc. 4.
16-30)
1 Salió Jesús de allí y vino a su tierra, y le seguían sus discípulos.
2 Y llegado el día de reposo, comenzó a enseñar en la sinagoga; y muchos, oyéndole, se admiraban, y decían: ¿De dónde tiene este estas cosas? ¿Y qué sabiduría es esta que le es dada, y estos milagros que por sus manos son hechos?
3 ¿No es este el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros sus hermanas? Y se escandalizaban de él.
4 Mas Jesús les decía: No hay profeta sin honra sino en su propia tierra, y entre sus parientes, y en su casa.
5 Y no pudo hacer allí ningún milagro, salvo que sanó a unos pocos enfermos, poniendo sobre ellos las manos.
6 Y estaba asombrado de la incredulidad de ellos. Y recorría las aldeas de alrededor, enseñando.
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1 Jesús salió de esa región y regresó con sus discípulos a Nazaret, su pueblo.
2 El siguiente día de descanso, comenzó a enseñar en la sinagoga, y muchos de los que lo oían quedaban asombrados. Preguntaban: «¿De dónde sacó toda esa sabiduría y el poder para realizar semejantes milagros? ».
3 Y se burlaban: «Es un simple carpintero, hijo de María y hermano de Santiago, José, Judas y Simón. Y sus hermanas viven aquí mismo entre nosotros». Se sentían profundamente ofendidos y se negaron a creer en él.
4 Entonces Jesús les dijo: «Un profeta recibe honra en todas partes menos en su propio pueblo y entre sus parientes y su propia familia».
5 Y, debido a la incredulidad de ellos, Jesús no pudo hacer ningún milagro allí, excepto poner sus manos sobre algunos enfermos y sanarlos.
6 Y estaba asombrado de su incredulidad. Después Jesús fue de aldea en aldea enseñando a la gente.
¿Por qué Jesús fue rechazado por la gente de su propio pueblo?
Suele ocurrir que, cuando un habitante de un pueblo pequeño se vuelve popular, sus conciudadanos le brindan toda su atención cuando está de visita. No así en Nazaret. Estaban ofendidos y sorprendidos por el éxito de Jesús como maestro y sanador. Su paso de ser un obrero manual a un maestro les resultaba difícil de aceptar. Otra razón para la animosidad de ellos pudo haber sido el hecho de que realizó la mayoría de sus milagros en Capernaum ver Lucas 4:23
Además, él ya había tenido un desacuerdo con su familia Marcos 3:31-35
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23 Él les dijo: Sin duda me diréis este refrán: Médico, cúrate a ti mismo; de tantas cosas que hemos oído que se han hecho en Capernaum, haz también aquí en tu tierra.
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23 Entonces Jesús les dijo: «Seguramente ustedes me citarán el proverbio que dice: “Médico, cúrate a ti mismo” para decirme: “Haz milagros aquí en tu propio pueblo como los que hiciste en Capernaúm”.
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(Mt. 12.
46-50; Lc. 8.
19-21)
31 Vienen después sus hermanos y su madre, y quedándose afuera, enviaron a llamarle.
32 Y la gente que estaba sentada alrededor de él le dijo: Tu madre y tus hermanos están afuera, y te buscan.
33 Él les respondió diciendo: ¿Quién es mi madre y mis hermanos?
34 Y mirando a los que estaban sentados alrededor de él, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos.
35 Porque todo aquel que hace la voluntad de Dios, ese es mi hermano, y mi hermana, y mi madre.
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31 Luego la madre y los hermanos de Jesús vinieron a verlo. Se quedaron afuera y le mandaron a decir que saliera para hablar con ellos.
32 Había una multitud sentada alrededor de Jesús, y alguien dijo: «Tu madre y tus hermanos están afuera y te llaman».
33 Jesús respondió: «¿Quién es mi madre? ¿Quiénes son mis hermanos? ».
34 Entonces miró a los que estaban a su alrededor y dijo: «Miren, estos son mi madre y mis hermanos.
35 Todo el que hace la voluntad de Dios es mi hermano y mi hermana y mi madre».
Lee Marcos 6:7-30
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(Mt. 10.
5-15; Lc. 9.
1-6)
7 Después llamó a los doce, y comenzó a enviarlos de dos en dos; y les dio autoridad sobre los espíritus inmundos.
8 Y les mandó que no llevasen nada para el camino, sino solamente bordón; ni alforja, ni pan, ni dinero en el cinto,
9 sino que calzasen sandalias, y no vistiesen dos túnicas.
10 Y les dijo: Dondequiera que entréis en una casa, posad en ella hasta que salgáis de aquel lugar.
11 Y si en algún lugar no os recibieren ni os oyeren, salid de allí, y sacudid el polvo que está debajo de vuestros pies, para testimonio a ellos. De cierto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para los de Sodoma y Gomorra, que para aquella ciudad.
12 Y saliendo, predicaban que los hombres se arrepintiesen.
13 Y echaban fuera muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos, y los sanaban. (Mt. 14.
1-12; Lc. 9.
7-9)
14 Oyó el rey Herodes la fama de Jesús, porque su nombre se había hecho notorio; y dijo: Juan el Bautista ha resucitado de los muertos, y por eso actúan en él estos poderes.
15 Otros decían: Es Elías. Y otros decían: Es un profeta, o alguno de los profetas.
16 Al oír esto Herodes, dijo: Este es Juan, el que yo decapité, que ha resucitado de los muertos.
17 Porque el mismo Herodes había enviado y prendido a Juan, y le había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, mujer de Felipe su hermano; pues la había tomado por mujer.
18 Porque Juan decía a Herodes: No te es lícito tener la mujer de tu hermano.
19 Pero Herodías le acechaba, y deseaba matarle, y no podía;
20 porque Herodes temía a Juan, sabiendo que era varón justo y santo, y le guardaba a salvo; y oyéndole, se quedaba muy perplejo, pero le escuchaba de buena gana.
21 Pero venido un día oportuno, en que Herodes, en la fiesta de su cumpleaños, daba una cena a sus príncipes y tribunos y a los principales de Galilea,
22 entrando la hija de Herodías, danzó, y agradó a Herodes y a los que estaban con él a la mesa; y el rey dijo a la muchacha: Pídeme lo que quieras, y yo te lo daré.
23 Y le juró: Todo lo que me pidas te daré, hasta la mitad de mi reino.
24 Saliendo ella, dijo a su madre: ¿Qué pediré? Y ella le dijo: La cabeza de Juan el Bautista.
25 Entonces ella entró prontamente al rey, y pidió diciendo: Quiero que ahora mismo me des en un plato la cabeza de Juan el Bautista.
26 Y el rey se entristeció mucho; pero a causa del juramento, y de los que estaban con él a la mesa, no quiso desecharla.
27 Y en seguida el rey, enviando a uno de la guardia, mandó que fuese traída la cabeza de Juan.
28 El guarda fue, le decapitó en la cárcel, y trajo su cabeza en un plato y la dio a la muchacha, y la muchacha la dio a su madre.
29 Cuando oyeron esto sus discípulos, vinieron y tomaron su cuerpo, y lo pusieron en un sepulcro. (Mt. 14.
13-21; Lc. 9.
10-17; Jn. 6.
1-14)
30 Entonces los apóstoles se juntaron con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho, y lo que habían enseñado.
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7 Reunió a sus doce discípulos, comenzó a enviarlos de dos en dos y les dio autoridad para expulsar espíritus malignos.
8 Les dijo que no llevaran nada para el viaje — ni comida, ni bolso de viaje, ni dinero — sino solo un bastón.
9 Les permitió llevar sandalias pero no una muda de ropa.
10 Les dijo: «Por todo lugar que vayan, quédense en la misma casa hasta salir de la ciudad.
11 Pero si en algún lugar se niegan a recibirlos o a escucharlos, sacúdanse el polvo de los pies al salir para mostrar que abandonan a esas personas a su suerte».
12 Entonces los discípulos salieron y decían a todos que se arrepintieran de sus pecados y volvieran a Dios.
13 También expulsaban muchos demonios y sanaban a muchos enfermos ungiéndolos con aceite de oliva.
14 El rey Herodes Antipas pronto oyó hablar de Jesús, porque todos hablaban de él. Algunos decían: «Este debe ser Juan el Bautista que resucitó de los muertos. Por eso puede hacer semejantes milagros».
15 Otros decían: «Es Elías». Incluso otros afirmaban: «Es un profeta como los grandes profetas del pasado».
16 Cuando Herodes oyó hablar de Jesús, dijo: «Juan, el hombre que yo decapité, ha regresado de los muertos».
17 Pues Herodes había enviado soldados para arrestar y encarcelar a Juan para hacerle un favor a Herodías. Él se casó con ella a pesar de que era esposa de su hermano, Felipe.
18 Juan le había estado diciendo a Herodes: «Es contra la ley de Dios que te cases con la esposa de tu hermano».
19 Por eso Herodías le guardaba rencor a Juan y quería matarlo; pero sin el visto bueno de Herodes, ella no podía hacer nada,
20 porque Herodes respetaba a Juan y lo protegía porque sabía que era un hombre bueno y santo. Herodes se inquietaba mucho siempre que hablaba con Juan, pero aun así le gustaba escucharlo.
21 Finalmente, Herodías tuvo su oportunidad en el cumpleaños de Herodes. Él dio una fiesta para los altos funcionarios de su gobierno, los oficiales del ejército y los ciudadanos prominentes de Galilea.
22 Luego la hija del rey, también llamada Herodías, entró y bailó una danza que agradó mucho a Herodes y a sus invitados. «Pídeme lo que quieras — le dijo el rey a la muchacha — y te lo daré».
23 Incluso juró: «Te daré cualquier cosa que me pidas, ¡hasta la mitad de mi reino! ».
24 Ella salió y le preguntó a su madre: — ¿Qué debo pedir? Su madre le dijo: — ¡Pide la cabeza de Juan el Bautista!
25 Así que la muchacha regresó de prisa y le dijo al rey: — ¡Quiero ahora mismo la cabeza de Juan el Bautista en una bandeja!
26 Entonces el rey se arrepintió profundamente de lo que había dicho, pero debido a los juramentos que había hecho delante de sus invitados, no le podía negar lo que pedía.
27 Así que envió de inmediato a un verdugo a la prisión para que le cortara la cabeza a Juan y luego se la trajera. El soldado decapitó a Juan en la prisión,
28 trajo su cabeza en una bandeja y se la dio a la muchacha, quien se la llevó a su madre.
29 Cuando los discípulos de Juan oyeron lo que había sucedido, fueron a buscar el cuerpo y lo pusieron en una tumba.
30 Los apóstoles regresaron de su viaje y le contaron a Jesús todo lo que habían hecho y enseñado.
¿Qué contraste existe entre la misión de los doce apóstoles y la decapitación de Juan el Bautista?
Esta es la tercera historia sándwich en Marcos (ver la lección 3). La misión de los doce apóstoles consistente en llevar el mensaje de Jesús a todas partes se encuentra en abierto contraste con la encarcelación y el silenciamiento de Juan el Bautista. A los discípulos se les dice que viajen sin equipaje y que dependan de otros para su sostén. Esta estrategia hace que los misioneros precisen de las personas a las que sirven, lo que los ayuda a vincularse con quienes necesitan su mensaje.
Pero el Bautista no tenía un vínculo tal con Herodes y la familia de este. La muerte de Juan se describe de una manera impactantemente detallada a medida que la conspiradora Herodías se aprovechaba de la ambivalencia y la lujuria de Herodes. La hija de Herodías añade al escandaloso plan con su grotesca solicitud de que la cabeza del Bautista le fuera traída en un plato.
El acallamiento de la voz estentórea del Bautista ocurre mientras los doce apóstoles proclaman su mensaje de arrepentimiento, así como lo había hecho antes Juan. La muerte de Juan presagia la de Jesús. Juan es ejecutado, sepultado y reportado como resucitado de entre los muertos Marcos 6:14-16
Marcos 6:29
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(Mt. 14.
1-12; Lc. 9.
7-9)
14 Oyó el rey Herodes la fama de Jesús, porque su nombre se había hecho notorio; y dijo: Juan el Bautista ha resucitado de los muertos, y por eso actúan en él estos poderes.
15 Otros decían: Es Elías. Y otros decían: Es un profeta, o alguno de los profetas.
16 Al oír esto Herodes, dijo: Este es Juan, el que yo decapité, que ha resucitado de los muertos.
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14 El rey Herodes Antipas pronto oyó hablar de Jesús, porque todos hablaban de él. Algunos decían: «Este debe ser Juan el Bautista que resucitó de los muertos. Por eso puede hacer semejantes milagros».
15 Otros decían: «Es Elías». Incluso otros afirmaban: «Es un profeta como los grandes profetas del pasado».
16 Cuando Herodes oyó hablar de Jesús, dijo: «Juan, el hombre que yo decapité, ha regresado de los muertos».
como ocurriría con Jesús Marcos 15
RVR1960
29 Cuando oyeron esto sus discípulos, vinieron y tomaron su cuerpo, y lo pusieron en un sepulcro.
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29 Cuando los discípulos de Juan oyeron lo que había sucedido, fueron a buscar el cuerpo y lo pusieron en una tumba.
Marcos 16
RVR1960
(Mt. 27.
1-2,11-14; Lc. 23.
1-5; Jn. 18.
28-38)
1 Muy de mañana, habiendo tenido consejo los principales sacerdotes con los ancianos, con los escribas y con todo el concilio, llevaron a Jesús atado, y le entregaron a Pilato.
2 Pilato le preguntó: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Respondiendo él, le dijo: Tú lo dices.
3 Y los principales sacerdotes le acusaban mucho.
4 Otra vez le preguntó Pilato, diciendo: ¿Nada respondes? Mira de cuántas cosas te acusan.
5 Mas Jesús ni aun con eso respondió; de modo que Pilato se maravillaba. (Mt. 27.
15-31; Lc. 23.
13-25; Jn. 18.
38 — 19.
16)
6 Ahora bien, en el día de la fiesta les soltaba un preso, cualquiera que pidiesen.
7 Y había uno que se llamaba Barrabás, preso con sus compañeros de motín que habían cometido homicidio en una revuelta.
8 Y viniendo la multitud, comenzó a pedir que hiciese como siempre les había hecho.
9 Y Pilato les respondió diciendo: ¿Queréis que os suelte al Rey de los judíos?
10 Porque conocía que por envidia le habían entregado los principales sacerdotes.
11 Mas los principales sacerdotes incitaron a la multitud para que les soltase más bien a Barrabás.
12 Respondiendo Pilato, les dijo otra vez: ¿Qué, pues, queréis que haga del que llamáis Rey de los judíos?
13 Y ellos volvieron a dar voces: ¡Crucifícale!
14 Pilato les decía: ¿Pues qué mal ha hecho? Pero ellos gritaban aún más: ¡Crucifícale!
15 Y Pilato, queriendo satisfacer al pueblo, les soltó a Barrabás, y entregó a Jesús, después de azotarle, para que fuese crucificado.
16 Entonces los soldados le llevaron dentro del atrio, esto es, al pretorio, y convocaron a toda la compañía.
17 Y le vistieron de púrpura, y poniéndole una corona tejida de espinas,
18 comenzaron luego a saludarle: ¡Salve, Rey de los judíos!
19 Y le golpeaban en la cabeza con una caña, y le escupían, y puestos de rodillas le hacían reverencias.
20 Después de haberle escarnecido, le desnudaron la púrpura, y le pusieron sus propios vestidos, y le sacaron para crucificarle. (Mt. 27.
32-56; Lc. 23.
26-49; Jn. 19.
17-30)
21 Y obligaron a uno que pasaba, Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo, que venía del campo, a que le llevase la cruz.
22 Y le llevaron a un lugar llamado Gólgota, que traducido es: Lugar de la Calavera.
23 Y le dieron a beber vino mezclado con mirra; mas él no lo tomó.
24 Cuando le hubieron crucificado, repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes sobre ellos para ver qué se llevaría cada uno.
25 Era la hora tercera cuando le crucificaron.
26 Y el título escrito de su causa era: EL REY DE LOS JUDÍOS.
27 Crucificaron también con él a dos ladrones, uno a su derecha, y el otro a su izquierda.
28 Y se cumplió la Escritura que dice: Y fue contado con los inicuos.
29 Y los que pasaban le injuriaban, meneando la cabeza y diciendo: ¡Bah! tú que derribas el templo de Dios, y en tres días lo reedificas,
30 sálvate a ti mismo, y desciende de la cruz.
31 De esta manera también los principales sacerdotes, escarneciendo, se decían unos a otros, con los escribas: A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar.
32 El Cristo, Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, para que veamos y creamos. También los que estaban crucificados con él le injuriaban.
33 Cuando vino la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena.
34 Y a la hora novena Jesús clamó a gran voz, diciendo: Eloi, Eloi, ¿lama sabactani? que traducido es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?
35 Y algunos de los que estaban allí decían, al oírlo: Mirad, llama a Elías.
36 Y corrió uno, y empapando una esponja en vinagre, y poniéndola en una caña, le dio a beber, diciendo: Dejad, veamos si viene Elías a bajarle.
37 Mas Jesús, dando una gran voz, expiró.
38 Entonces el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo.
39 Y el centurión que estaba frente a él, viendo que después de clamar había expirado así, dijo: Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios.
40 También había algunas mujeres mirando de lejos, entre las cuales estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo el menor y de José, y Salomé,
41 quienes, cuando él estaba en Galilea, le seguían y le servían; y otras muchas que habían subido con él a Jerusalén. (Mt. 27.
57-61; Lc. 23.
50-56; Jn. 19.
38-42)
42 Cuando llegó la noche, porque era la preparación, es decir, la víspera del día de reposo,
43 José de Arimatea, miembro noble del concilio, que también esperaba el reino de Dios, vino y entró osadamente a Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús.
44 Pilato se sorprendió de que ya hubiese muerto; y haciendo venir al centurión, le preguntó si ya estaba muerto.
45 E informado por el centurión, dio el cuerpo a José,
46 el cual compró una sábana, y quitándolo, lo envolvió en la sábana, y lo puso en un sepulcro que estaba cavado en una peña, e hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro.
47 Y María Magdalena y María madre de José miraban dónde lo ponían.
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1 Muy temprano por la mañana, los principales sacerdotes, los ancianos y los maestros de la ley religiosa — todo el Concilio Supremo — se reunieron para hablar del próximo paso. Ataron a Jesús, se lo llevaron y lo entregaron a Pilato, el gobernador romano.
2 Pilato le preguntó a Jesús: — ¿Eres tú el rey de los judíos? — Tú lo has dicho — contestó Jesús.
3 Entonces los principales sacerdotes siguieron acusándolo de muchos delitos,
4 y Pilato le preguntó: «¿No vas a contestarles? ¿Qué me dices de las acusaciones que presentan en tu contra? ».
5 Entonces, para sorpresa de Pilato, Jesús no dijo nada.
6 Ahora bien, era costumbre del gobernador poner en libertad a un preso cada año, durante la celebración de la Pascua, el que la gente pidiera.
7 Uno de los presos en ese tiempo era Barrabás, un revolucionario que había cometido un asesinato durante un levantamiento.
8 La multitud acudió a Pilato y le pidió que soltara a un preso como era la costumbre.
9 «¿Quieren que les deje en libertad a este “rey de los judíos”? », preguntó Pilato.
10 (Pues ya se había dado cuenta de que los principales sacerdotes habían arrestado a Jesús por envidia).
11 Sin embargo, en ese momento, los principales sacerdotes incitaron a la multitud para que exigiera la libertad de Barrabás en lugar de la de Jesús.
12 Pilato les preguntó: — Entonces, ¿qué hago con este hombre al que ustedes llaman rey de los judíos?
13 — ¡Crucifícalo! — le contestaron a gritos.
14 — ¿Por qué? — insistió Pilato — . ¿Qué crimen ha cometido? Pero la turba rugió aún más fuerte: — ¡Crucifícalo!
15 Entonces Pilato, para calmar a la multitud, dejó a Barrabás en libertad. Y mandó azotar a Jesús con un látigo que tenía puntas de plomo, y después lo entregó a los soldados romanos para que lo crucificaran.
16 Los soldados llevaron a Jesús al patio del cuartel general del gobernador (llamado el pretorio) y llamaron a todo el regimiento.
17 Lo vistieron con un manto púrpura y armaron una corona con ramas de espinos y se la pusieron en la cabeza.
18 Entonces lo saludaban y se mofaban: «¡Viva el rey de los judíos! ».
19 Y lo golpeaban en la cabeza con una caña de junco, le escupían y se ponían de rodillas para adorarlo burlonamente.
20 Cuando al fin se cansaron de hacerle burla, le quitaron el manto púrpura y volvieron a ponerle su propia ropa. Luego lo llevaron para crucificarlo.
21 Un hombre llamado Simón, que pasaba por allí pero era de Cirene, venía del campo justo en ese momento, y los soldados lo obligaron a llevar la cruz de Jesús. (Simón era el padre de Alejandro y de Rufo).
22 Y llevaron a Jesús a un lugar llamado Gólgota (que significa «Lugar de la Calavera»).
23 Le ofrecieron vino mezclado con mirra, pero él lo rechazó.
24 Después los soldados lo clavaron en la cruz. Dividieron su ropa y tiraron los dados para ver quién se quedaba con cada prenda.
25 Eran las nueve de la mañana cuando lo crucificaron.
26 Un letrero anunciaba el cargo en su contra. Decía: «El Rey de los judíos».
27 Con él crucificaron a dos revolucionarios, uno a su derecha y otro a su izquierda.
29 La gente que pasaba por allí gritaba insultos y movía la cabeza en forma burlona. «¡Eh! ¡Pero mírate ahora! — le gritaban — . Dijiste que ibas a destruir el templo y a reconstruirlo en tres días.
30 ¡Muy bien, sálvate a ti mismo y bájate de la cruz! ».
31 Los principales sacerdotes y los maestros de la ley religiosa también se burlaban de Jesús. «Salvó a otros — se mofaban — , ¡pero no puede salvarse a sí mismo!
32 ¡Que este Mesías, este Rey de Israel, baje de la cruz para que podamos verlo y creerle! ». Hasta los hombres que estaban crucificados con Jesús se burlaban de él.
33 Al mediodía, la tierra se llenó de oscuridad hasta las tres de la tarde.
34 Luego, a las tres de la tarde, Jesús clamó con voz fuerte: «Eloi, Eloi, ¿lema sabactani? » , que significa «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? ».
35 Algunos que pasaban por allí entendieron mal y pensaron que estaba llamando al profeta Elías.
36 Uno de ellos corrió y empapó una esponja en vino agrio, la puso sobre una caña de junco y la levantó para que él pudiera beber. «¡Esperen! — dijo — . ¡A ver si Elías viene a bajarlo! ».
37 Entonces Jesús soltó otro fuerte grito y dio su último suspiro.
38 Y la cortina del santuario del templo se rasgó en dos, de arriba abajo.
39 El oficial romano que estaba frente a él, al ver cómo había muerto, exclamó: «¡Este hombre era verdaderamente el Hijo de Dios! ».
40 Algunas mujeres miraban de lejos, entre ellas, María Magdalena, María (la madre de Santiago el menor y de José), y Salomé.
41 Eran seguidoras de Jesús y lo habían cuidado mientras estaba en Galilea. También estaban allí muchas otras mujeres que habían venido con él a Jerusalén.
42 Todo eso sucedió el viernes — el día de preparación — anterior al día de descanso. Al acercarse la noche,
43 José de Arimatea se arriesgó y fue a ver a Pilato y pidió el cuerpo de Jesús. (José era miembro honorable del Concilio Supremo y esperaba la venida del reino de Dios).
44 Pilato no podía creer que Jesús ya hubiera muerto, así que llamó al oficial romano y le preguntó si ya había muerto.
45 El oficial lo confirmó, así que Pilato le dijo a José que podía llevarse el cuerpo.
46 José compró un largo lienzo de lino. Luego bajó el cuerpo de Jesús de la cruz, lo envolvió en el lienzo y lo colocó en una tumba que había sido tallada en la roca. Después hizo rodar una piedra en la entrada.
47 María Magdalena y María, la madre de José, vieron dónde ponían el cuerpo de Jesús.
Estas historias paralelas apuntan a una futura crisis para Jesús y sus seguidores.
RVR1960
(Mt. 28.
1-10; Lc. 24.
1-12; Jn. 20.
1-10)
1 Cuando pasó el día de reposo, María Magdalena, María la madre de Jacobo, y Salomé, compraron especias aromáticas para ir a ungirle.
2 Y muy de mañana, el primer día de la semana, vinieron al sepulcro, ya salido el sol.
3 Pero decían entre sí: ¿Quién nos removerá la piedra de la entrada del sepulcro?
4 Pero cuando miraron, vieron removida la piedra, que era muy grande.
5 Y cuando entraron en el sepulcro, vieron a un joven sentado al lado derecho, cubierto de una larga ropa blanca; y se espantaron.
6 Mas él les dijo: No os asustéis; buscáis a Jesús nazareno, el que fue crucificado; ha resucitado, no está aquí; mirad el lugar en donde le pusieron.
7 Pero id, decid a sus discípulos, y a Pedro, que él va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis, como os dijo.
8 Y ellas se fueron huyendo del sepulcro, porque les había tomado temblor y espanto; ni decían nada a nadie, porque tenían miedo. (Jn. 20.
11-18)
9 Habiendo, pues, resucitado Jesús por la mañana, el primer día de la semana, apareció primeramente a María Magdalena, de quien había echado siete demonios.
10 Yendo ella, lo hizo saber a los que habían estado con él, que estaban tristes y llorando.
11 Ellos, cuando oyeron que vivía, y que había sido visto por ella, no lo creyeron. (Lc. 24.
13-35)
12 Pero después apareció en otra forma a dos de ellos que iban de camino, yendo al campo.
13 Ellos fueron y lo hicieron saber a los otros; y ni aun a ellos creyeron. (Mt. 28.
16-20; Lc. 24.
36-49; Jn. 20.
19-23)
14 Finalmente se apareció a los once mismos, estando ellos sentados a la mesa, y les reprochó su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado.
15 Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
16 El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.
17 Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas;
18 tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán. (Lc. 24.
50-53)
19 Y el Señor, después que les habló, fue recibido arriba en el cielo, y se sentó a la diestra de Dios.
20 Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que la seguían. Amén.
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1 El sábado al atardecer, cuando terminó el día de descanso, María Magdalena, Salomé y María, la madre de Santiago, fueron a comprar especias para el entierro, a fin de ungir el cuerpo de Jesús.
2 El domingo por la mañana muy temprano, justo al amanecer, fueron a la tumba.
3 En el camino, se preguntaban unas a otras: «¿Quién nos correrá la piedra de la entrada de la tumba? »;
4 pero cuando llegaron, se fijaron y vieron que la piedra, que era muy grande, ya estaba corrida.
5 Cuando entraron en la tumba, vieron a un joven vestido con un manto blanco, sentado al lado derecho. Las mujeres estaban asustadas,
6 pero el ángel les dijo: «No se alarmen. Ustedes buscan a Jesús de Nazaret, el que fue crucificado. ¡No está aquí! ¡Ha resucitado! Miren, aquí es donde pusieron su cuerpo.
7 Ahora vayan y cuéntenles a sus discípulos, incluido Pedro, que Jesús va delante de ustedes a Galilea. Allí lo verán, tal como les dijo antes de morir».
8 Las mujeres, desconcertadas, huyeron temblando de la tumba y no dijeron nada a nadie porque estaban muy asustadas. ----------[ Los manuscritos más antiguos de Marcos terminan en el versículo 16: 8. Otros manuscritos tardíos incluyen uno o ambos de los finales que aparecen a continuación ]. [ Final breve de Marcos ]Luego ellas informaron todo eso a Pedro y a sus compañeros brevemente. Tiempo después, Jesús mismo los envió del oriente al occidente con el sagrado e inagotable mensaje de salvación que da vida eterna. Amén. [ Final largo de Marcos ]
9 Después de que Jesús resucitó el domingo por la mañana temprano, la primera persona que lo vio fue María Magdalena, la mujer de quien él había expulsado siete demonios.
10 Ella fue a ver a los discípulos, quienes estaban lamentándose y llorando, y les dijo lo que había sucedido.
11 Sin embargo, cuando les dijo que Jesús estaba vivo y que lo había visto, ellos no le creyeron.
12 Tiempo después, Jesús se apareció en otra forma a dos de sus seguidores que iban caminando desde Jerusalén hacia el campo.
13 Ellos regresaron corriendo para contárselo a los demás, pero ninguno les creyó.
14 Incluso más tarde, se apareció a los once discípulos mientras comían juntos. Los reprendió por su obstinada incredulidad, porque se habían negado a creer a los que lo habían visto después de que resucitó.
15 Entonces les dijo: «Vayan por todo el mundo y prediquen la Buena Noticia a todos.
16 El que crea y sea bautizado será salvo, pero el que se niegue a creer, será condenado.
17 Estas señales milagrosas acompañarán a los que creen: expulsarán demonios en mi nombre y hablarán nuevos idiomas.
18 Podrán tomar serpientes en las manos sin que nada les pase y, si beben algo venenoso, no les hará daño. Pondrán sus manos sobre los enfermos, y ellos sanarán».
19 Cuando el Señor Jesús terminó de hablar con ellos, fue levantado al cielo y se sentó en el lugar de honor, a la derecha de Dios.
20 Y los discípulos fueron por todas partes y predicaron, y el Señor actuaba por medio de ellos confirmando con muchas señales milagrosas lo que decían.
¿Has sido alguna vez rechazado como lo fue Jesús, o tuviste que pasar por alguna crisis difícil de entender? ¿Qué aprendiste de esas experiencias que podría ayudarte la próxima vez que algo así suceda?
JUEVES — Una clase diferente de Mesías
Lee Marcos 6:30-52
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(Mt. 14.
13-21; Lc. 9.
10-17; Jn. 6.
1-14)
30 Entonces los apóstoles se juntaron con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho, y lo que habían enseñado.
31 Él les dijo: Venid vosotros aparte a un lugar desierto, y descansad un poco. Porque eran muchos los que iban y venían, de manera que ni aun tenían tiempo para comer.
32 Y se fueron solos en una barca a un lugar desierto.
33 Pero muchos los vieron ir, y le reconocieron; y muchos fueron allá a pie desde las ciudades, y llegaron antes que ellos, y se juntaron a él.
34 Y salió Jesús y vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas que no tenían pastor; y comenzó a enseñarles muchas cosas.
35 Cuando ya era muy avanzada la hora, sus discípulos se acercaron a él, diciendo: El lugar es desierto, y la hora ya muy avanzada.
36 Despídelos para que vayan a los campos y aldeas de alrededor, y compren pan, pues no tienen qué comer.
37 Respondiendo él, les dijo: Dadles vosotros de comer. Ellos le dijeron: ¿Que vayamos y compremos pan por doscientos denarios, y les demos de comer?
38 Él les dijo: ¿Cuántos panes tenéis? Id y vedlo. Y al saberlo, dijeron: Cinco, y dos peces.
39 Y les mandó que hiciesen recostar a todos por grupos sobre la hierba verde.
40 Y se recostaron por grupos, de ciento en ciento, y de cincuenta en cincuenta.
41 Entonces tomó los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, bendijo, y partió los panes, y dio a sus discípulos para que los pusiesen delante; y repartió los dos peces entre todos.
42 Y comieron todos, y se saciaron.
43 Y recogieron de los pedazos doce cestas llenas, y de lo que sobró de los peces.
44 Y los que comieron eran cinco mil hombres. (Mt. 14.
22-27; Jn. 6.
15-21)
45 En seguida hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de él a Betsaida, en la otra ribera, entre tanto que él despedía a la multitud.
46 Y después que los hubo despedido, se fue al monte a orar;
47 y al venir la noche, la barca estaba en medio del mar, y él solo en tierra.
48 Y viéndoles remar con gran fatiga, porque el viento les era contrario, cerca de la cuarta vigilia de la noche vino a ellos andando sobre el mar, y quería adelantárseles.
49 Viéndole ellos andar sobre el mar, pensaron que era un fantasma, y gritaron;
50 porque todos le veían, y se turbaron. Pero en seguida habló con ellos, y les dijo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis!
51 Y subió a ellos en la barca, y se calmó el viento; y ellos se asombraron en gran manera, y se maravillaban.
52 Porque aún no habían entendido lo de los panes, por cuanto estaban endurecidos sus corazones.
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30 Los apóstoles regresaron de su viaje y le contaron a Jesús todo lo que habían hecho y enseñado.
31 Entonces Jesús les dijo: «Vayamos solos a un lugar tranquilo para descansar un rato». Lo dijo porque había tanta gente que iba y venía que Jesús y sus apóstoles no tenían tiempo ni para comer.
32 Así que salieron en la barca a un lugar tranquilo, donde pudieran estar a solas;
33 pero muchos los reconocieron y los vieron salir, y gente de muchos pueblos corrió a lo largo de la orilla y llegó antes que ellos.
34 Cuando Jesús salió de la barca, vio a la gran multitud y tuvo compasión de ellos porque eran como ovejas sin pastor. Entonces comenzó a enseñarles muchas cosas.
35 Al atardecer, los discípulos se le acercaron y le dijeron: — Este es un lugar alejado y ya se está haciendo tarde.
36 Despide a las multitudes para que puedan ir a las granjas y aldeas cercanas a comprar algo de comer.
37 Jesús les dijo: — Denles ustedes de comer. — ¿Con qué? — preguntaron — . ¡Tendríamos que trabajar durante meses para ganar suficiente a fin de comprar comida para toda esta gente!
38 — ¿Cuánto pan tienen? — preguntó — . Vayan y averigüen. Ellos regresaron e informaron: — Tenemos cinco panes y dos pescados.
39 Entonces Jesús les dijo a los discípulos que sentaran a la gente en grupos sobre la hierba verde.
40 Así que se sentaron en grupos de cincuenta y de cien.
41 Jesús tomó los cinco panes y los dos pescados, miró hacia el cielo y los bendijo. Luego, a medida que partía los panes en trozos, se los daba a sus discípulos para que los distribuyeran entre la gente. También dividió los pescados para que cada persona tuviera su porción.
42 Todos comieron cuanto quisieron,
43 y después los discípulos juntaron doce canastas con lo que sobró de pan y pescado.
44 Un total de cinco mil hombres y sus familias se alimentaron.
45 Inmediatamente después, Jesús insistió en que sus discípulos regresaran a la barca y comenzaran a cruzar el lago hacia Betsaida mientras él enviaba a la gente a casa.
46 Después de despedirse de la gente, subió a las colinas para orar a solas.
47 Muy tarde esa misma noche, los discípulos estaban en la barca en medio del lago y Jesús estaba en tierra, solo.
48 Jesús vio que ellos se encontraban en serios problemas, pues remaban con mucha fuerza y luchaban contra el viento y las olas. A eso de las tres de la madrugada, Jesús se acercó a ellos caminando sobre el agua. Su intención era pasarlos de largo,
49 pero cuando los discípulos lo vieron caminar sobre el agua, gritaron de terror pues pensaron que era un fantasma.
50 Todos quedaron aterrados al verlo. Pero Jesús les habló de inmediato: «No tengan miedo — dijo — . ¡Tengan ánimo! ¡Yo estoy aquí! ».
51 Entonces subió a la barca, y el viento se detuvo. Ellos estaban totalmente asombrados
52 porque todavía no entendían el significado del milagro de los panes. Tenían el corazón demasiado endurecido para comprenderlo.
¿Qué problema enfrentaron Jesús y los discípulos, y cómo fue resuelto?
Tras volver de su misión, los discípulos van con Jesús a una zona tranquila de la costa oriental del mar de Galilea para descansar, pero una gran multitud de cinco mil hombres llega al lugar antes que ellos. Jesús ve que son como ovejas sin pastor. Los instruye durante todo el día.
Al atardecer, los discípulos recomiendan despedir a la multitud para que vayan a buscar comida, pero Jesús les dice que alimenten al gentío. El diálogo subsiguiente Marcos 6:35-38
ilustra el hecho de que los discípulos están pensando en términos humanos acerca de cómo resolver el problema. Pero Jesús lo soluciona alimentando milagrosamente a la gran multitud con apenas cinco panes y dos peces.
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35 Cuando ya era muy avanzada la hora, sus discípulos se acercaron a él, diciendo: El lugar es desierto, y la hora ya muy avanzada.
36 Despídelos para que vayan a los campos y aldeas de alrededor, y compren pan, pues no tienen qué comer.
37 Respondiendo él, les dijo: Dadles vosotros de comer. Ellos le dijeron: ¿Que vayamos y compremos pan por doscientos denarios, y les demos de comer?
38 Él les dijo: ¿Cuántos panes tenéis? Id y vedlo. Y al saberlo, dijeron: Cinco, y dos peces.
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35 Al atardecer, los discípulos se le acercaron y le dijeron: — Este es un lugar alejado y ya se está haciendo tarde.
36 Despide a las multitudes para que puedan ir a las granjas y aldeas cercanas a comprar algo de comer.
37 Jesús les dijo: — Denles ustedes de comer. — ¿Con qué? — preguntaron — . ¡Tendríamos que trabajar durante meses para ganar suficiente a fin de comprar comida para toda esta gente!
38 — ¿Cuánto pan tienen? — preguntó — . Vayan y averigüen. Ellos regresaron e informaron: — Tenemos cinco panes y dos pescados.
Las características de esta historia encajan en el concepto popular del Mesías en la época de Jesús. La expectativa era que el Mesías liberaría a Israel de sus enemigos y traería justicia y paz. La presencia de un gran número de hombres en un ambiente desértico podría tener ciertos visos de revuelta militar compara con Juan 6:14-15
Hechos 21:38
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14 Aquellos hombres entonces, viendo la señal que Jesús había hecho, dijeron: Este verdaderamente es el profeta que había de venir al mundo.
15 Pero entendiendo Jesús que iban a venir para apoderarse de él y hacerle rey, volvió a retirarse al monte él solo.
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14 La gente, al ver la señal milagrosa que Jesús había hecho, exclamó: «¡No hay duda de que es el Profeta que esperábamos! ».
15 Cuando Jesús vio que estaban dispuestos a hacerlo rey a la fuerza, se escabulló hacia las colinas él solo.
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38 ¿No eres tú aquel egipcio que levantó una sedición antes de estos días, y sacó al desierto los cuatro mil sicarios?
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38 ¿No eres tú el egipcio que encabezó una rebelión hace un tiempo y llevó al desierto a cuatro mil miembros del grupo llamado “Los Asesinos”?
Esta noción se ve reforzada por la referencia a que Jesús vio a esas personas como “ovejas sin pastor”, una cita parcial de Números 27:17
donde Moisés pide a Dios que designe un líder como sucesor suyo para Israel. Esta fraseología acerca de un pastor para el pueblo de Dios aparece por doquier en el Antiguo Testamento, típicamente en referencia a la falta de un líder o rey para Israel compara con 1 Reyes 22:17
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17 que salga delante de ellos y que entre delante de ellos, que los saque y los introduzca, para que la congregación de Jehová no sea como ovejas sin pastor.
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17 Dales a alguien que los guíe dondequiera que vayan y que los conduzca en batalla, para que la comunidad del Señor no ande como ovejas sin pastor.
2 Crónicas 18:16
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17 Entonces él dijo: Yo vi a todo Israel esparcido por los montes, como ovejas que no tienen pastor; y Jehová dijo: Estos no tienen señor; vuélvase cada uno a su casa en paz.
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17 Entonces Micaías le dijo: — En una visión, vi a todo Israel disperso por los montes, como ovejas sin pastor, y el Señor dijo: “Han matado a su amo. Envíalos a sus casas en paz”.
Ezequiel 34:5-6
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16 Entonces Micaías dijo: He visto a todo Israel derramado por los montes como ovejas sin pastor; y dijo Jehová: Estos no tienen señor; vuélvase cada uno en paz a su casa.
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16 Entonces Micaías le dijo: — En una visión, vi a todo Israel disperso por los montes, como ovejas sin pastor, y el Señor dijo: “Han matado a su amo. Envíalos a sus casas en paz”.
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5 Y andan errantes por falta de pastor, y son presa de todas las fieras del campo, y se han dispersado.
6 Anduvieron perdidas mis ovejas por todos los montes, y en todo collado alto; y en toda la faz de la tierra fueron esparcidas mis ovejas, y no hubo quien las buscase, ni quien preguntase por ellas.
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5 Por eso mis ovejas se dispersaron sin pastor y son presa fácil de cualquier animal salvaje.
6 Han deambulado por todas las montañas y las colinas sobre la faz de la tierra; sin embargo, nadie salió a buscarlas.
No obstante, Jesús no satisfizo sus falsas expectativas, sino que envió a sus discípulos aparte y despidió a la multitud. En lugar de liderar una rebelión contra Roma, ¿qué hizo entonces Jesús? Se retiró a una montaña para orar, no precisamente lo que la multitud esperaba.
En lugar de la opinión popular acerca del Mesías como un rey que libera a Israel, él viene a liberar a las personas de la esclavitud del pecado. Él es, en verdad, el Señor de la naturaleza. Pero no vino a gobernar, sino a dar su vida en rescate por muchos Marcos 10:45
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45 Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.
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45 Pues ni aun el Hijo del Hombre vino para que le sirvan, sino para servir a otros y para dar su vida en rescate por muchos».
¿Qué debería decirnos esta historia acerca de por qué es importante una comprensión correcta de la profecía? Si una comprensión errónea de la primera venida de Cristo condujo a varios al desastre, ¿cuánto peor podría ser el caso de muchos hoy si tuvieran una comprensión equivocada de la segunda venida?
VIERNES - Para Estudiar y Meditar
Lee los capítulos titulados “Calla, enmudece” y “El toque de la fe” en el libro El Deseado de todas las gentes, de Elena de White, pp. 305-320.
“En todos los que reciben la preparación divina debe revelarse una vida que no está en armonía con el mundo, sus costumbres o prácticas; y cada uno necesita tener una experiencia personal en la obtención de un conocimiento de la voluntad de Dios. Debemos oírlo individualmente hablarnos al corazón. Cuando todas las demás voces son acalladas, y en la quietud esperamos ante él, el silencio del alma hace más distinta la voz de Dios. Nos invita: ‘Estad quietos, y conoced que yo soy Dios’ Salmos 46:10
Solo aquí puede encontrarse verdadero reposo. Y esta es la preparación eficaz para todo trabajo por realizar para Dios. En medio de la muchedumbre apresurada y la tensión de las intensas actividades de la vida, el alma que es así refrigerada quedará rodeada de una atmósfera de luz y de paz. La vida respirará fragancia, y revelará un poder divino que alcanzará los corazones de los hombres” (DTG 336).
RVR1960 10 Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; Seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra. NTV 10 «¡Quédense quietos y sepan que yo soy Dios! Toda nación me honrará. Seré honrado en el mundo entero».
“Con corazón desconforme, preguntaban: ¿Por qué, si Jesús podía hacer obras tan admirables como las que habían presenciado, no podía dar a todos los suyos salud, fuerza y riqueza, librarlos de sus opresores y exaltarlos al poder y la honra? El hecho de que aseverara ser el Enviado de Dios y, sin embargo, se negara a ser el Rey de Israel, era un misterio que no podían sondear. Su negativa fue malinterpretada. Muchos concluyeron que no se atrevía a presentar sus derechos porque él mismo dudaba del carácter divino de su misión. Así abrieron su corazón a la incredulidad, y la semilla que Satanás había sembrado llevó fruto según su especie: incomprensión y deserción” (DTG 355).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
PREGUNTA 1
Si alguien te preguntara de qué te liberó Jesús, ¿cuál sería tu respuesta?
PREGUNTA 2
Dialoguen acerca de por qué a veces Dios permite que algunas personas buenas como Juan el Bautista sean encarceladas y ejecutadas. ¿Qué consuelo o esperanza podemos encontrar a pesar de estas cosas difíciles?
PREGUNTA 3
¿Qué lecciones hay en la alimentación de los cinco mil para una iglesia o una congregación que cuenta con pocos recursos?
PREGUNTA 4
Comparen las opiniones populares actuales acerca de Jesús con la imagen que Marcos 5 y 6 hace de él. Es decir, ¿qué sucede con quienes usan a Jesús para obtener poder político y para dominar a otros?
Repaso de la Lección
LECCIONES DE VIDA - Pr. Robert Costa