Escuela Sabática

CONTENIDO
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA
Éxodo 18:3-4
Éxodo 3:1-22
RVR1960
3 y a sus dos hijos; el uno se llamaba Gersón, porque dijo: Forastero he sido en tierra ajena;
4 y el otro se llamaba Eliezer, porque dijo: El Dios de mi padre me ayudó, y me libró de la espada de Faraón.
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3 (El primer hijo de Moisés se llamaba Gersón, porque cuando el niño nació, Moisés dijo: «He sido un extranjero en tierra extraña».
4 A su segundo hijo lo llamó Eliezer, porque dijo: «El Dios de mis antepasados me ayudó y me rescató de la espada del faraón»).
Génesis 22:11
RVR1960
1 Apacentando Moisés las ovejas de Jetro su suegro, sacerdote de Madián, llevó las ovejas a través del desierto, y llegó hasta Horeb, monte de Dios.
2 Y se le apareció el Ángel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía.
3 Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema.
4 Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí.
5 Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es.
6 Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios.
7 Dijo luego Jehová: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias,
8 y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel, a los lugares del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo.
9 El clamor, pues, de los hijos de Israel ha venido delante de mí, y también he visto la opresión con que los egipcios los oprimen.
10 Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel.
11 Entonces Moisés respondió a Dios: ¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel?
12 Y él respondió: Ve, porque yo estaré contigo; y esto te será por señal de que yo te he enviado: cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, serviréis a Dios sobre este monte.
13 Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre? , ¿qué les responderé?
14 Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros.
15 Además dijo Dios a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Jehová, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Este es mi nombre para siempre; con él se me recordará por todos los siglos.
16 Ve, y reúne a los ancianos de Israel, y diles: Jehová, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, me apareció diciendo: En verdad os he visitado, y he visto lo que se os hace en Egipto;
17 y he dicho: Yo os sacaré de la aflicción de Egipto a la tierra del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo, a una tierra que fluye leche y miel.
18 Y oirán tu voz; e irás tú, y los ancianos de Israel, al rey de Egipto, y le diréis: Jehová el Dios de los hebreos nos ha encontrado; por tanto, nosotros iremos ahora camino de tres días por el desierto, para que ofrezcamos sacrificios a Jehová nuestro Dios.
19 Mas yo sé que el rey de Egipto no os dejará ir sino por mano fuerte.
20 Pero yo extenderé mi mano, y heriré a Egipto con todas mis maravillas que haré en él, y entonces os dejará ir.
21 Y yo daré a este pueblo gracia en los ojos de los egipcios, para que cuando salgáis, no vayáis con las manos vacías;
22 sino que pedirá cada mujer a su vecina y a su huéspeda alhajas de plata, alhajas de oro, y vestidos, los cuales pondréis sobre vuestros hijos y vuestras hijas; y despojaréis a Egipto.
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1 Cierto día Moisés se encontraba apacentando el rebaño de su suegro, Jetro, quien era sacerdote de Madián. Llevó el rebaño al corazón del desierto y llegó al Sinaí, el monte de Dios.
2 Allí el ángel del Señor se le apareció en un fuego ardiente, en medio de una zarza. Moisés se quedó mirando lleno de asombro porque aunque la zarza estaba envuelta en llamas, no se consumía.
3 «Esto es increíble — se dijo a sí mismo — . ¿Por qué esa zarza no se consume? Tengo que ir a verla de cerca».
4 Cuando el Señor vio que Moisés se acercaba para observar mejor, Dios lo llamó desde el medio de la zarza: — ¡Moisés! ¡Moisés! — Aquí estoy — respondió él.
5 — No te acerques más — le advirtió el Señor — . Quítate las sandalias, porque estás pisando tierra santa.
6 Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. Cuando Moisés oyó esto, se cubrió el rostro porque tenía miedo de mirar a Dios.
7 Luego el Señor le dijo: — Ciertamente he visto la opresión que sufre mi pueblo en Egipto. He oído sus gritos de angustia a causa de la crueldad de sus capataces. Estoy al tanto de sus sufrimientos.
8 Por eso he descendido para rescatarlos del poder de los egipcios, sacarlos de Egipto y llevarlos a una tierra fértil y espaciosa. Es una tierra donde fluyen la leche y la miel, la tierra donde actualmente habitan los cananeos, los hititas, los amorreos, los ferezeos, los heveos y los jebuseos.
9 ¡Mira! El clamor de los israelitas me ha llegado y he visto con cuánta crueldad abusan de ellos los egipcios.
10 Ahora ve, porque te envío al faraón. Tú vas a sacar de Egipto a mi pueblo Israel.
11 Pero Moisés protestó: — ¿Quién soy yo para presentarme ante el faraón? ¿Quién soy yo para sacar de Egipto al pueblo de Israel?
12 Dios contestó: — Yo estaré contigo. Y esta es la señal para ti de que yo soy quien te envía: cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, adorarán a Dios en este mismo monte.
13 Pero Moisés volvió a protestar: — Si voy a los israelitas y les digo: “El Dios de sus antepasados me ha enviado a ustedes”, ellos me preguntarán: “¿Y cuál es el nombre de ese Dios?”. Entonces, ¿qué les responderé? Dios le contestó a Moisés:
14 — Yo Soy el que Soy. Dile esto al pueblo de Israel: “Yo Soy me ha enviado a ustedes”.
15 Dios también le dijo a Moisés: — Así dirás al pueblo de Israel: “Yahveh, el Dios de sus antepasados, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, me ha enviado a ustedes. Este es mi nombre eterno, el nombre que deben recordar por todas las generaciones”.
16 »Ahora ve y reúne a los ancianos de Israel y diles: “Yahveh, el Dios de sus antepasados — el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob — se me apareció y me dijo: ‘He estado observando de cerca y veo el trato que reciben de los egipcios.
17 Prometí rescatarlos de la opresión que sufren en Egipto. Los llevaré a una tierra donde fluyen la leche y la miel, la tierra donde actualmente habitan los cananeos, los hititas, los amorreos, los ferezeos, los heveos y los jebuseos’”.
18 »Los ancianos de Israel aceptarán tu mensaje. Entonces tú y los ancianos se presentarán ante el rey de Egipto y le dirán: “El Señor, Dios de los hebreos, vino a nuestro encuentro. Así que permítenos, por favor, hacer un viaje de tres días al desierto para ofrecer sacrificios al Señor, nuestro Dios”.
19 »Pero yo sé que el rey de Egipto no los dejará ir a menos que sea forzado por una mano poderosa.
20 Así que levantaré mi mano y heriré a los egipcios con todo tipo de milagros que realizaré entre ellos. Entonces, al fin, el faraón los dejará ir.
21 Además haré que los egipcios los miren con agrado. Les darán obsequios cuando salgan, de modo que no se irán con las manos vacías.
22 Toda mujer israelita pedirá a sus vecinas egipcias y a las mujeres extranjeras que vivan con ellas toda clase de objetos de plata y de oro, y prendas costosas. Con estos vestirán a sus hijos e hijas. Así despojarán a los egipcios de sus riquezas.
Génesis 22:15-18
RVR1960
11 Entonces el ángel de Jehová le dio voces desde el cielo, y dijo: Abraham, Abraham. Y él respondió: Heme aquí.
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11 En ese momento, el ángel del Señor lo llamó desde el cielo: — ¡Abraham! ¡Abraham! — Sí — respondió Abraham — , ¡aquí estoy!
Éxodo 6:3
RVR1960
15 Y llamó el ángel de Jehová a Abraham por segunda vez desde el cielo,
16 y dijo: Por mí mismo he jurado, dice Jehová, que por cuanto has hecho esto, y no me has rehusado tu hijo, tu único hijo;
17 de cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar; y tu descendencia poseerá las puertas de sus enemigos.
18 En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz.
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15 Luego el ángel del Señor volvió a llamar a Abraham desde el cielo.
16 — El Señor dice: Ya que me has obedecido y no me has negado ni siquiera a tu hijo, tu único hijo, juro por mi nombre que
17 ciertamente te bendeciré. Multiplicaré tu descendencia hasta que sea incontable, como las estrellas del cielo y la arena a la orilla del mar. Tus descendientes conquistarán las ciudades de sus enemigos;
18 y mediante tu descendencia, todas las naciones de la tierra serán bendecidas. Todo eso, porque me has obedecido.
Joel 2:32
RVR1960
3 Y aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como Dios Omnipotente, mas en mi nombre JEHOVÁ no me di a conocer a ellos.
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3 Me aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como El-Shaddai, “Dios Todopoderoso”, pero a ellos no les revelé mi nombre: Yahveh.
Éxodo 4:1-31
RVR1960
32 Y todo aquel que invocare el nombre de Jehová será salvo; porque en el monte de Sion y en Jerusalén habrá salvación, como ha dicho Jehová, y entre el remanente al cual él habrá llamado.
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32 Pero todo el que invoque el nombre del Señor será salvo; pues algunos que están en el monte Sion en Jerusalén escaparán, tal como el Señor lo ha dicho. Estos se contarán entre los sobrevivientes a quienes el Señor ha llamado.
Génesis 17:10-11
RVR1960
1 Entonces Moisés respondió diciendo: He aquí que ellos no me creerán, ni oirán mi voz; porque dirán: No te ha aparecido Jehová.
2 Y Jehová dijo: ¿Qué es eso que tienes en tu mano? Y él respondió: Una vara.
3 Él le dijo: Échala en tierra. Y él la echó en tierra, y se hizo una culebra; y Moisés huía de ella.
4 Entonces dijo Jehová a Moisés: Extiende tu mano, y tómala por la cola. Y él extendió su mano, y la tomó, y se volvió vara en su mano.
5 Por esto creerán que se te ha aparecido Jehová, el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob.
6 Le dijo además Jehová: Mete ahora tu mano en tu seno. Y él metió la mano en su seno; y cuando la sacó, he aquí que su mano estaba leprosa como la nieve.
7 Y dijo: Vuelve a meter tu mano en tu seno. Y él volvió a meter su mano en su seno; y al sacarla de nuevo del seno, he aquí que se había vuelto como la otra carne.
8 Si aconteciere que no te creyeren ni obedecieren a la voz de la primera señal, creerán a la voz de la postrera.
9 Y si aún no creyeren a estas dos señales, ni oyeren tu voz, tomarás de las aguas del río y las derramarás en tierra; y se cambiarán aquellas aguas que tomarás del río y se harán sangre en la tierra.
10 Entonces dijo Moisés a Jehová: ¡Ay, Señor! nunca he sido hombre de fácil palabra, ni antes, ni desde que tú hablas a tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua.
11 Y Jehová le respondió: ¿Quién dio la boca al hombre? ¿o quién hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo Jehová?
12 Ahora pues, ve, y yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar.
13 Y él dijo: ¡Ay, Señor! envía, te ruego, por medio del que debes enviar.
14 Entonces Jehová se enojó contra Moisés, y dijo: ¿No conozco yo a tu hermano Aarón, levita, y que él habla bien? Y he aquí que él saldrá a recibirte, y al verte se alegrará en su corazón.
15 Tú hablarás a él, y pondrás en su boca las palabras, y yo estaré con tu boca y con la suya, y os enseñaré lo que hayáis de hacer.
16 Y él hablará por ti al pueblo; él te será a ti en lugar de boca, y tú serás para él en lugar de Dios.
17 Y tomarás en tu mano esta vara, con la cual harás las señales.
18 Así se fue Moisés, y volviendo a su suegro Jetro, le dijo: Iré ahora, y volveré a mis hermanos que están en Egipto, para ver si aún viven. Y Jetro dijo a Moisés: Ve en paz.
19 Dijo también Jehová a Moisés en Madián: Ve y vuélvete a Egipto, porque han muerto todos los que procuraban tu muerte.
20 Entonces Moisés tomó su mujer y sus hijos, y los puso sobre un asno, y volvió a tierra de Egipto. Tomó también Moisés la vara de Dios en su mano.
21 Y dijo Jehová a Moisés: Cuando hayas vuelto a Egipto, mira que hagas delante de Faraón todas las maravillas que he puesto en tu mano; pero yo endureceré su corazón, de modo que no dejará ir al pueblo.
22 Y dirás a Faraón: Jehová ha dicho así: Israel es mi hijo, mi primogénito.
23 Ya te he dicho que dejes ir a mi hijo, para que me sirva, mas no has querido dejarlo ir; he aquí yo voy a matar a tu hijo, tu primogénito.
24 Y aconteció en el camino, que en una posada Jehová le salió al encuentro, y quiso matarlo.
25 Entonces Séfora tomó un pedernal afilado y cortó el prepucio de su hijo, y lo echó a sus pies, diciendo: A la verdad tú me eres un esposo de sangre.
26 Así le dejó luego ir. Y ella dijo: Esposo de sangre, a causa de la circuncisión.
27 Y Jehová dijo a Aarón: Ve a recibir a Moisés al desierto. Y él fue, y lo encontró en el monte de Dios, y le besó.
28 Entonces contó Moisés a Aarón todas las palabras de Jehová que le enviaba, y todas las señales que le había dado.
29 Y fueron Moisés y Aarón, y reunieron a todos los ancianos de los hijos de Israel.
30 Y habló Aarón acerca de todas las cosas que Jehová había dicho a Moisés, e hizo las señales delante de los ojos del pueblo.
31 Y el pueblo creyó; y oyendo que Jehová había visitado a los hijos de Israel, y que había visto su aflicción, se inclinaron y adoraron.
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1 Sin embargo, Moisés protestó de nuevo: — ¿Qué hago si no me creen o no me hacen caso? ¿Qué hago si me dicen: “El Señor nunca se te apareció”?
2 Entonces el Señor le preguntó: — ¿Qué es lo que tienes en la mano? — Una vara de pastor — contestó Moisés.
3 — Arrójala al suelo — le dijo el Señor. Así que Moisés la tiró al suelo, ¡y la vara se convirtió en una serpiente! Entonces Moisés saltó hacia atrás.
4 Pero el Señor le dijo: — Extiende la mano y agárrala de la cola. Entonces Moisés extendió la mano y la agarró, y la serpiente volvió a ser una vara de pastor.
5 — Realiza esta señal — le dijo el Señor — , y ellos creerán que el Señor, el Dios de sus antepasados, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, de veras se te apareció.
6 Luego el Señor le dijo a Moisés: — Ahora mete la mano dentro de tu manto. Entonces Moisés metió la mano dentro de su manto, y cuando la sacó, la mano estaba blanca como la nieve, afectada por una grave enfermedad de la piel.
7 — Ahora vuelve a meter la mano dentro de tu manto — le dijo el Señor. Así que Moisés metió la mano de nuevo, y cuando la sacó, estaba tan sana como el resto de su cuerpo.
8 El Señor le dijo a Moisés: — Si no te creen ni se convencen con la primera señal milagrosa, se convencerán con la segunda.
9 Y si no te creen ni te escuchan aun después de estas dos señales, entonces recoge un poco de agua del río Nilo y derrámala sobre el suelo seco. En cuanto lo hagas, el agua del Nilo se convertirá en sangre sobre el suelo.
10 Pero Moisés rogó al Señor: — Oh Señor, no tengo facilidad de palabra; nunca la tuve, ni siquiera ahora que tú me has hablado. Se me traba la lengua y se me enredan las palabras.
11 Entonces el Señor le preguntó: — ¿Quién forma la boca de una persona? ¿Quién decide que una persona hable o no hable, que oiga o no oiga, que vea o no vea? ¿Acaso no soy yo, el Señor?
12 ¡Ahora ve! Yo estaré contigo cuando hables y te enseñaré lo que debes decir.
13 Pero Moisés suplicó de nuevo: — ¡Te lo ruego, Señor! Envía a cualquier otro.
14 Entonces el Señor se enojó con Moisés y le dijo: — De acuerdo, ¿qué te parece tu hermano Aarón, el levita? Sé que él habla muy bien. ¡Mira! Ya viene en camino para encontrarte y estará encantado de verte.
15 Habla con él y pon las palabras en su boca. Yo estaré con los dos cuando hablen y les enseñaré lo que tienen que hacer.
16 Aarón será tu vocero ante el pueblo. Él será tu portavoz, y tú tomarás el lugar de Dios ante él al decirle lo que tiene que hablar.
17 Lleva contigo tu vara de pastor y úsala para realizar las señales milagrosas que te mostré.
18 Luego Moisés volvió a la casa de Jetro, su suegro, y le dijo: — Por favor, permíteme volver a Egipto para visitar a mis parientes. Ni siquiera sé si todavía viven. — Ve en paz — le respondió Jetro.
19 Antes de que Moisés saliera de Madián, el Señor le dijo: «Regresa a Egipto, porque ya han muerto todos los que querían matarte».
20 Así que Moisés tomó a su esposa y a sus hijos, los montó en un burro, y regresó a la tierra de Egipto. En la mano llevaba la vara de Dios.
21 El Señor le dijo a Moisés: «Cuando llegues a Egipto, preséntate ante el faraón y haz todos los milagros que te he dado el poder de realizar. Pero yo le endureceré el corazón, y él se negará a dejar salir al pueblo.
22 Entonces le dirás: “Esto dice el Señor: ‘Israel es mi primer hijo varón.
23 Te ordené: deja salir a mi hijo para que pueda adorarme, pero como te has negado, ¡ahora mataré a tu primer hijo varón!’”».
24 Rumbo a Egipto, en un lugar donde Moisés se detuvo con su familia para pasar la noche, el Señor enfrentó a Moisés y estuvo a punto de matarlo.
25 Pero Séfora, la esposa de Moisés, tomó un cuchillo de piedra y circuncidó a su hijo. Con el prepucio, tocó los pies de Moisés y le dijo: «Ahora tú eres un esposo de sangre para mí».
26 (Cuando dijo «un esposo de sangre», se refirió a la circuncisión). Después de ese incidente, el Señor lo dejó en paz.
27 Ahora bien, el Señor le había dicho a Aarón: «Ve al desierto para encontrarte con Moisés». Así que Aarón fue a encontrarse con Moisés en el monte de Dios y lo abrazó.
28 Moisés le contó todo lo que el Señor le había ordenado que dijera y también le contó acerca de las señales milagrosas que el Señor lo mandó a realizar.
29 Luego Moisés y Aarón regresaron a Egipto y convocaron a todos los ancianos de Israel.
30 Aarón les dijo todo lo que el Señor le había dicho a Moisés, y Moisés realizó las señales milagrosas a la vista de ellos.
31 Entonces el pueblo de Israel quedó convencido de que el Señor había enviado a Moisés y a Aarón. Cuando supieron que el Señor se preocupaba por ellos y que había visto su sufrimiento, se inclinaron y adoraron.
RVR1960
10 Este es mi pacto, que guardaréis entre mí y vosotros y tu descendencia después de ti: Será circuncidado todo varón de entre vosotros.
11 Circuncidaréis, pues, la carne de vuestro prepucio, y será por señal del pacto entre mí y vosotros.
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10 Este es el pacto que tú y tus descendientes deben cumplir: todo varón entre ustedes debe ser circuncidado.
11 Debes cortar la carne del prepucio como señal del pacto entre tú y yo.
VERSÍCULO DE MEMORIA
Éxodo 3:7-8
RVR1960
7 Dijo luego Jehová: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias,
8 y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel, a los lugares del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo.
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7 Luego el Señor le dijo: — Ciertamente he visto la opresión que sufre mi pueblo en Egipto. He oído sus gritos de angustia a causa de la crueldad de sus capataces. Estoy al tanto de sus sufrimientos.
8 Por eso he descendido para rescatarlos del poder de los egipcios, sacarlos de Egipto y llevarlos a una tierra fértil y espaciosa. Es una tierra donde fluyen la leche y la miel, la tierra donde actualmente habitan los cananeos, los hititas, los amorreos, los ferezeos, los heveos y los jebuseos.
SÁBADO — INTRODUCCIÓN
El llamado que Dios nos hace cambia el rumbo de nuestra vida. Si seguimos ese llamado, descubriremos que el camino de Dios es siempre la mejor opción para nosotros. Sin embargo, a veces aceptar ese llamado no es fácil al principio.
Tal fue el caso de Moisés y el llamado que Dios le hizo a partir del encuentro en la zarza ardiente. Aunque Moisés pudo haber conocido o no las leyes de la combustión, sabía que lo que estaba viendo era un milagro, y ciertamente esto llamó su atención. El Señor lo estaba llamando sin duda a una tarea específica. La cuestión era si respondería al llamado a pesar del cambio radical que este supondría en su vida. Moisés no se mostró muy receptivo al principio.
Tal vez recuerdes ocasiones en las que tenías objetivos concretos, pero Dios redirigió tus planes. Es cierto que podemos ser útiles a Dios de muchas maneras, pero aceptar el llamado de Dios y hacer lo que él nos indica es sin duda el camino hacia una vida verdaderamente plena. Puede que no siempre sea fácil, y no lo fue para Moisés, pero cuán insensato es seguir nuestro propio camino cuando Dios nos llama en otra dirección.
DOMINGO — La zarza ardiente
Moisés tuvo una vida relativamente tranquila después de huir a Madián, donde se casó, tuvo dos hijos, Gersón y Eliezer Éxodo 18:3-4
, y formó parte de la extensa familia de Jetro, su suegro y sacerdote de ese lugar. Pasó cuarenta relajados años trabajando como pastor y disfrutando de la presencia de Dios tal como se revela en la naturaleza.
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3 y a sus dos hijos; el uno se llamaba Gersón, porque dijo: Forastero he sido en tierra ajena;
4 y el otro se llamaba Eliezer, porque dijo: El Dios de mi padre me ayudó, y me libró de la espada de Faraón.
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3 (El primer hijo de Moisés se llamaba Gersón, porque cuando el niño nació, Moisés dijo: «He sido un extranjero en tierra extraña».
4 A su segundo hijo lo llamó Eliezer, porque dijo: «El Dios de mis antepasados me ayudó y me rescató de la espada del faraón»).
Sin embargo, este tiempo no tuvo el propósito de que Moisés simplemente disfrutara de la naturaleza. Estos años de comunión con el Señor lo transformaron y lo prepararon para el liderazgo. Dios también utilizó a Moisés en el tranquilo desierto para escribir, bajo inspiración divina, dos de los libros bíblicos más antiguos: Job y Génesis (ver Elena G. de White, Patriarcas y profetas, p. 227; Francis D. Nichol, ed., Comentario bíblico adventista del séptimo día [Buenos Aires: ACES, 1994], t. 3, p. 1.158). Moisés también recibió de Dios vislumbres cruciales acerca del Gran Conflicto, la Creación, la Caída, el Diluvio, la historia de los patriarcas y, lo más importante, el plan de salvación. Por lo tanto, Moisés desempeñó un papel decisivo para comunicar a toda la humanidad el verdadero conocimiento del Dios vivo, nuestro Creador y Sustentador, y de lo que está haciendo con respecto al pecado que ha causado estragos en este planeta. La historia bíblica y de la salvación tienen poco sentido sin el fundamento crucial que Moisés nos dejó bajo inspiración, especialmente en el libro de Génesis.
Lee Éxodo 3:1-6
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1 Apacentando Moisés las ovejas de Jetro su suegro, sacerdote de Madián, llevó las ovejas a través del desierto, y llegó hasta Horeb, monte de Dios.
2 Y se le apareció el Ángel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía.
3 Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema.
4 Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí.
5 Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es.
6 Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios.
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1 Cierto día Moisés se encontraba apacentando el rebaño de su suegro, Jetro, quien era sacerdote de Madián. Llevó el rebaño al corazón del desierto y llegó al Sinaí, el monte de Dios.
2 Allí el ángel del Señor se le apareció en un fuego ardiente, en medio de una zarza. Moisés se quedó mirando lleno de asombro porque aunque la zarza estaba envuelta en llamas, no se consumía.
3 «Esto es increíble — se dijo a sí mismo — . ¿Por qué esa zarza no se consume? Tengo que ir a verla de cerca».
4 Cuando el Señor vio que Moisés se acercaba para observar mejor, Dios lo llamó desde el medio de la zarza: — ¡Moisés! ¡Moisés! — Aquí estoy — respondió él.
5 — No te acerques más — le advirtió el Señor — . Quítate las sandalias, porque estás pisando tierra santa.
6 Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. Cuando Moisés oyó esto, se cubrió el rostro porque tenía miedo de mirar a Dios.
¿Qué significa el hecho de que el Señor se presentó a Moisés como «Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob»?
Al ver que la zarza ardiente no era consumida por el fuego, Moisés supo que estaba ante un milagro y que algo dramático e importante estaba ocurriendo. Al acercarse, el Señor le dijo que se quitara el calzado en señal de profundo respeto, ya que la presencia de Dios hacía sagrado aquel lugar.
El Señor se presentó a Moisés como «Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob» Éxodo 3:6
. Dios había prometido a estos patriarcas que sus descendientes heredarían Canaán, una promesa que Moisés seguramente conocía. De esa manera, incluso antes de decirlo, el Señor ya estaba preparando el camino para que Moisés comprendiera lo que estaba por venir y el papel crucial que habría de desempeñar.
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6 Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios.
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6 Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. Cuando Moisés oyó esto, se cubrió el rostro porque tenía miedo de mirar a Dios.
Moisés necesitó ochenta años antes de que Dios lo considerara preparado para su tarea. ¿Qué nos puede enseñar esto acerca de la paciencia y el tiempo de Dios en nuestra vida?
LUNES — El ángel del Señor
«El ángel del Señor» apareció a Moisés «entre las llamas de una zarza ardiente» Éxodo 3:2
. Fue Jesús mismo quien habló a Moisés «desde la zarza» Éxodo 3:4
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2 Y se le apareció el Ángel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía.
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2 Allí el ángel del Señor se le apareció en un fuego ardiente, en medio de una zarza. Moisés se quedó mirando lleno de asombro porque aunque la zarza estaba envuelta en llamas, no se consumía.
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4 Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí.
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4 Cuando el Señor vio que Moisés se acercaba para observar mejor, Dios lo llamó desde el medio de la zarza: — ¡Moisés! ¡Moisés! — Aquí estoy — respondió él.
No siempre que en la Biblia se usa el título «el ángel del Señor» se hace una referencia a Jesucristo. El término «ángel» significa simplemente «mensajero» (mal”aj en hebreo) y es el contexto el que determina si se refiere a un ser humano, a un ángel o a Jesús. En muchos casos, «el ángel del Señor» se refiere en la Biblia a una persona divina (analiza, por ejemplo, Génesis 22:11
Génesis 22:15-18
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11 Entonces el ángel de Jehová le dio voces desde el cielo, y dijo: Abraham, Abraham. Y él respondió: Heme aquí.
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11 En ese momento, el ángel del Señor lo llamó desde el cielo: — ¡Abraham! ¡Abraham! — Sí — respondió Abraham — , ¡aquí estoy!
Génesis 31:3
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15 Y llamó el ángel de Jehová a Abraham por segunda vez desde el cielo,
16 y dijo: Por mí mismo he jurado, dice Jehová, que por cuanto has hecho esto, y no me has rehusado tu hijo, tu único hijo;
17 de cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar; y tu descendencia poseerá las puertas de sus enemigos.
18 En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz.
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15 Luego el ángel del Señor volvió a llamar a Abraham desde el cielo.
16 — El Señor dice: Ya que me has obedecido y no me has negado ni siquiera a tu hijo, tu único hijo, juro por mi nombre que
17 ciertamente te bendeciré. Multiplicaré tu descendencia hasta que sea incontable, como las estrellas del cielo y la arena a la orilla del mar. Tus descendientes conquistarán las ciudades de sus enemigos;
18 y mediante tu descendencia, todas las naciones de la tierra serán bendecidas. Todo eso, porque me has obedecido.
Génesis 31:11
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3 También Jehová dijo a Jacob: Vuélvete a la tierra de tus padres, y a tu parentela, y yo estaré contigo.
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3 Entonces el Señor le dijo a Jacob: «Regresa a la tierra de tu padre y de tu abuelo, y a tus parientes de allí y yo estaré contigo».
Génesis 31:13
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11 Y me dijo el ángel de Dios en sueños: Jacob. Y yo dije: Heme aquí.
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11 Y en mi sueño, el ángel de Dios me dijo: “¡Jacob!”. Y yo respondí: “Sí, aquí estoy”.
Jueces 2:1-2
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13 Yo soy el Dios de Bet-el, donde tú ungiste la piedra, y donde me hiciste un voto. Levántate ahora y sal de esta tierra, y vuélvete a la tierra de tu nacimiento.
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13 Yo soy el Dios que se te apareció en Betel, el lugar donde ungiste la columna de piedra y me hiciste el voto. Ahora prepárate, sal de este país y regresa a la tierra donde naciste”.
Jueces 6:11-22
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1 El ángel de Jehová subió de Gilgal a Boquim, y dijo: Yo os saqué de Egipto, y os introduje en la tierra de la cual había jurado a vuestros padres, diciendo: No invalidaré jamás mi pacto con vosotros,
2 con tal que vosotros no hagáis pacto con los moradores de esta tierra, cuyos altares habéis de derribar; mas vosotros no habéis atendido a mi voz. ¿Por qué habéis hecho esto?
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1 El ángel del Señor subió de Gilgal a Boquim y dijo a los israelitas: «Yo los saqué de Egipto y los traje a esta tierra que juré dar a sus antepasados, y dije que nunca rompería mi pacto con ustedes.
2 Por su parte, ustedes no debían hacer ningún pacto con los habitantes de esta tierra, sino destruir sus altares. Pero desobedecieron mi mandato. ¿Por qué lo hicieron?
Zacarías 3:1-2
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11 Y vino el ángel de Jehová, y se sentó debajo de la encina que está en Ofra, la cual era de Joás abiezerita; y su hijo Gedeón estaba sacudiendo el trigo en el lagar, para esconderlo de los madianitas.
12 Y el ángel de Jehová se le apareció, y le dijo: Jehová está contigo, varón esforzado y valiente.
13 Y Gedeón le respondió: Ah, señor mío, si Jehová está con nosotros, ¿por qué nos ha sobrevenido todo esto? ¿Y dónde están todas sus maravillas, que nuestros padres nos han contado, diciendo: No nos sacó Jehová de Egipto? Y ahora Jehová nos ha desamparado, y nos ha entregado en mano de los madianitas.
14 Y mirándole Jehová, le dijo: Ve con esta tu fuerza, y salvarás a Israel de la mano de los madianitas. ¿No te envío yo?
15 Entonces le respondió: Ah, señor mío, ¿con qué salvaré yo a Israel? He aquí que mi familia es pobre en Manasés, y yo el menor en la casa de mi padre.
16 Jehová le dijo: Ciertamente yo estaré contigo, y derrotarás a los madianitas como a un solo hombre.
17 Y él respondió: Yo te ruego que si he hallado gracia delante de ti, me des señal de que tú has hablado conmigo.
18 Te ruego que no te vayas de aquí hasta que vuelva a ti, y saque mi ofrenda y la ponga delante de ti. Y él respondió: Yo esperaré hasta que vuelvas.
19 Y entrando Gedeón, preparó un cabrito, y panes sin levadura de un efa de harina; y puso la carne en un canastillo, y el caldo en una olla, y sacándolo se lo presentó debajo de aquella encina.
20 Entonces el ángel de Dios le dijo: Toma la carne y los panes sin levadura, y ponlos sobre esta peña, y vierte el caldo. Y él lo hizo así.
21 Y extendiendo el ángel de Jehová el báculo que tenía en su mano, tocó con la punta la carne y los panes sin levadura; y subió fuego de la peña, el cual consumió la carne y los panes sin levadura. Y el ángel de Jehová desapareció de su vista.
22 Viendo entonces Gedeón que era el ángel de Jehová, dijo: Ah, Señor Jehová, que he visto al ángel de Jehová cara a cara.
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11 Después el ángel del Señor vino y se sentó debajo del gran árbol de Ofra que pertenecía a Joás, del clan de Abiezer. Gedeón, hijo de Joás, estaba trillando trigo en el fondo de un lagar para esconder el grano de los madianitas.
12 Entonces el ángel del Señor se le apareció y le dijo: — ¡Guerrero valiente, el Señor está contigo!
13 — Señor — respondió Gedeón — , si el Señor está con nosotros, ¿por qué nos sucede todo esto? ¿Y dónde están todos los milagros que nos contaron nuestros antepasados? ¿Acaso no dijeron: “El Señor nos sacó de Egipto”? Pero ahora el Señor nos ha abandonado y nos entregó en manos de los madianitas.
14 Entonces el Señor lo miró y le dijo: — Ve tú con la fuerza que tienes y rescata a Israel de los madianitas. ¡Yo soy quien te envía!
15 — Pero, Señor — respondió Gedeón — , ¿cómo podré yo rescatar a Israel? ¡Mi clan es el más débil de toda la tribu de Manasés, y yo soy el de menor importancia en mi familia!
16 El Señor le dijo: — Yo estaré contigo, y destruirás a los madianitas como si estuvieras luchando contra un solo hombre.
17 — Si de verdad cuento con tu favor — respondió Gedeón — , muéstrame una señal para asegurarme de que es realmente el Señor quien habla conmigo.
18 No te vayas hasta que te traiga mi ofrenda. Él respondió: — Aquí me quedaré hasta que regreses.
19 Entonces Gedeón fue de prisa a su casa. Asó un cabrito y horneó pan sin levadura con una medida de harina. Luego llevó la carne en una canasta y el caldo en una olla. Puso todo delante del ángel, quien estaba bajo el gran árbol.
20 Así que el ángel de Dios le dijo: «Pon la carne y el pan sin levadura sobre esta piedra y derrama el caldo sobre ellos». Y Gedeón hizo lo que se le indicó.
21 Entonces el ángel del Señor tocó la carne y el pan con la punta de la vara que tenía en la mano, y de la piedra salió fuego que consumió todo lo que Gedeón había llevado. Y el ángel del Señor desapareció.
22 Cuando Gedeón se dio cuenta de que era el ángel del Señor, clamó: — ¡Oh Señor Soberano, estoy condenado! ¡He visto cara a cara al ángel del Señor!
. Cuando es así, el ángel del Señor no solo habla en nombre de este, sino que es el Señor mismo. Jesús es el mensajero de Dios para comunicarnos la Palabra del Padre.
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1 Me mostró al sumo sacerdote Josué, el cual estaba delante del ángel de Jehová, y Satanás estaba a su mano derecha para acusarle.
2 Y dijo Jehová a Satanás: Jehová te reprenda, oh Satanás; Jehová que ha escogido a Jerusalén te reprenda. ¿No es este un tizón arrebatado del incendio?
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1 Entonces el ángel me mostró a Jesúa, el sumo sacerdote, que estaba de pie ante el ángel del Señor. El Acusador, Satanás, estaba allí a la derecha del ángel y presentaba acusaciones contra Jesúa.
2 Entonces el Señor le dijo a Satanás: «Yo, el Señor, rechazo tus acusaciones, Satanás. Así es, el Señor que eligió a Jerusalén te reprende. Este hombre es como un tizón en llamas que ha sido arrebatado del fuego».
Lee Éxodo 3:7-12
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7 Dijo luego Jehová: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias,
8 y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel, a los lugares del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo.
9 El clamor, pues, de los hijos de Israel ha venido delante de mí, y también he visto la opresión con que los egipcios los oprimen.
10 Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel.
11 Entonces Moisés respondió a Dios: ¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel?
12 Y él respondió: Ve, porque yo estaré contigo; y esto te será por señal de que yo te he enviado: cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, serviréis a Dios sobre este monte.
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7 Luego el Señor le dijo: — Ciertamente he visto la opresión que sufre mi pueblo en Egipto. He oído sus gritos de angustia a causa de la crueldad de sus capataces. Estoy al tanto de sus sufrimientos.
8 Por eso he descendido para rescatarlos del poder de los egipcios, sacarlos de Egipto y llevarlos a una tierra fértil y espaciosa. Es una tierra donde fluyen la leche y la miel, la tierra donde actualmente habitan los cananeos, los hititas, los amorreos, los ferezeos, los heveos y los jebuseos.
9 ¡Mira! El clamor de los israelitas me ha llegado y he visto con cuánta crueldad abusan de ellos los egipcios.
10 Ahora ve, porque te envío al faraón. Tú vas a sacar de Egipto a mi pueblo Israel.
11 Pero Moisés protestó: — ¿Quién soy yo para presentarme ante el faraón? ¿Quién soy yo para sacar de Egipto al pueblo de Israel?
12 Dios contestó: — Yo estaré contigo. Y esta es la señal para ti de que yo soy quien te envía: cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, adorarán a Dios en este mismo monte.
¿Cómo explicó Dios a Moisés por qué quería intervenir en favor de los hebreos esclavizados en Egipto?
El sufrimiento del pueblo de Dios en Egipto se describe vívidamente como un gemido y un desesperado pedido de auxilio. Dios escuchó el clamor de ellos y se preocupó por su situación Éxodo 2:23-25
. Los llamó «mi pueblo» Éxodo 3:7
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23 Aconteció que después de muchos días murió el rey de Egipto, y los hijos de Israel gemían a causa de la servidumbre, y clamaron; y subió a Dios el clamor de ellos con motivo de su servidumbre.
24 Y oyó Dios el gemido de ellos, y se acordó de su pacto con Abraham, Isaac y Jacob.
25 Y miró Dios a los hijos de Israel, y los reconoció Dios.
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23 Con el paso de los años, el rey de Egipto murió; pero los israelitas seguían gimiendo bajo el peso de la esclavitud. Clamaron por ayuda, y su clamor subió hasta Dios,
24 quien oyó sus gemidos y se acordó del pacto que había hecho con Abraham, Isaac y Jacob.
25 Miró desde lo alto a los hijos de Israel y supo que ya había llegado el momento de actuar.
. Es decir, incluso antes del Sinaí y de la ratificación del pacto, ellos eran su pueblo, y él los haría habitar y prosperar (si obedecían) en la tierra de Canaán, como prometió a sus ancestros.
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7 Dijo luego Jehová: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias,
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7 Luego el Señor le dijo: — Ciertamente he visto la opresión que sufre mi pueblo en Egipto. He oído sus gritos de angustia a causa de la crueldad de sus capataces. Estoy al tanto de sus sufrimientos.
Dios dijo a Moisés que lo enviaba al faraón con una misión específica: «Así que ahora, ve. Te envío al Faraón para que saques de Egipto a mi pueblo, los israelitas» Éxodo 3:10
. Dios llama a los hebreos nuevamente «mi pueblo».
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10 Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel.
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10 Ahora ve, porque te envío al faraón. Tú vas a sacar de Egipto a mi pueblo Israel.
¡Qué gran tarea requería Dios de su siervo! En vista de ello, Moisés respondió con una pregunta: «¿Quién soy yo?». Al comprender el significado de lo que sucedería y cuál sería su papel en todo esto, Moisés preguntó por qué había sido elegido por Dios. Aquí tenemos desde el mismo principio una indicación de su carácter, su humildad y su convicción de que no es digno de realizar lo que se le pide.
¿Por qué es tan importante la humildad y el sentido de la propia «indignidad» para quien pretenda seguir al Señor y hacer algo por él?
MARTES — El nombre del Señor
Lee Éxodo 3:13-22
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13 Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre? , ¿qué les responderé?
14 Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros.
15 Además dijo Dios a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Jehová, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Este es mi nombre para siempre; con él se me recordará por todos los siglos.
16 Ve, y reúne a los ancianos de Israel, y diles: Jehová, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, me apareció diciendo: En verdad os he visitado, y he visto lo que se os hace en Egipto;
17 y he dicho: Yo os sacaré de la aflicción de Egipto a la tierra del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo, a una tierra que fluye leche y miel.
18 Y oirán tu voz; e irás tú, y los ancianos de Israel, al rey de Egipto, y le diréis: Jehová el Dios de los hebreos nos ha encontrado; por tanto, nosotros iremos ahora camino de tres días por el desierto, para que ofrezcamos sacrificios a Jehová nuestro Dios.
19 Mas yo sé que el rey de Egipto no os dejará ir sino por mano fuerte.
20 Pero yo extenderé mi mano, y heriré a Egipto con todas mis maravillas que haré en él, y entonces os dejará ir.
21 Y yo daré a este pueblo gracia en los ojos de los egipcios, para que cuando salgáis, no vayáis con las manos vacías;
22 sino que pedirá cada mujer a su vecina y a su huéspeda alhajas de plata, alhajas de oro, y vestidos, los cuales pondréis sobre vuestros hijos y vuestras hijas; y despojaréis a Egipto.
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13 Pero Moisés volvió a protestar: — Si voy a los israelitas y les digo: “El Dios de sus antepasados me ha enviado a ustedes”, ellos me preguntarán: “¿Y cuál es el nombre de ese Dios?”. Entonces, ¿qué les responderé? Dios le contestó a Moisés:
14 — Yo Soy el que Soy. Dile esto al pueblo de Israel: “Yo Soy me ha enviado a ustedes”.
15 Dios también le dijo a Moisés: — Así dirás al pueblo de Israel: “Yahveh, el Dios de sus antepasados, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, me ha enviado a ustedes. Este es mi nombre eterno, el nombre que deben recordar por todas las generaciones”.
16 »Ahora ve y reúne a los ancianos de Israel y diles: “Yahveh, el Dios de sus antepasados — el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob — se me apareció y me dijo: ‘He estado observando de cerca y veo el trato que reciben de los egipcios.
17 Prometí rescatarlos de la opresión que sufren en Egipto. Los llevaré a una tierra donde fluyen la leche y la miel, la tierra donde actualmente habitan los cananeos, los hititas, los amorreos, los ferezeos, los heveos y los jebuseos’”.
18 »Los ancianos de Israel aceptarán tu mensaje. Entonces tú y los ancianos se presentarán ante el rey de Egipto y le dirán: “El Señor, Dios de los hebreos, vino a nuestro encuentro. Así que permítenos, por favor, hacer un viaje de tres días al desierto para ofrecer sacrificios al Señor, nuestro Dios”.
19 »Pero yo sé que el rey de Egipto no los dejará ir a menos que sea forzado por una mano poderosa.
20 Así que levantaré mi mano y heriré a los egipcios con todo tipo de milagros que realizaré entre ellos. Entonces, al fin, el faraón los dejará ir.
21 Además haré que los egipcios los miren con agrado. Les darán obsequios cuando salgan, de modo que no se irán con las manos vacías.
22 Toda mujer israelita pedirá a sus vecinas egipcias y a las mujeres extranjeras que vivan con ellas toda clase de objetos de plata y de oro, y prendas costosas. Con estos vestirán a sus hijos e hijas. Así despojarán a los egipcios de sus riquezas.
¿Por qué quería Moisés conocer el nombre de Dios y qué significa su pedido?
Dios se presenta a Moisés como eheyeh asher ‘eheyeh, que significa literalmente: «Yo seré quien seré» o «Yo soy quien soy». En Éxodo 3:12
, Dios utiliza el mismo verbo (“eheyeh) que en el versículo 14, cuando dice a Moisés: «Estaré (‘eheyeh) contigo». Esto significa que Dios es eterno. Es el Dios trascendente y a la vez cercano que habita con los «contritos y humildes de espíritu» Isaías 57:15
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12 Y él respondió: Ve, porque yo estaré contigo; y esto te será por señal de que yo te he enviado: cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, serviréis a Dios sobre este monte.
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12 Dios contestó: — Yo estaré contigo. Y esta es la señal para ti de que yo soy quien te envía: cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, adorarán a Dios en este mismo monte.
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15 Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados.
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15 El Alto y Majestuoso que vive en la eternidad, el Santo, dice: «Yo vivo en el lugar alto y santo con los de espíritu arrepentido y humilde. Restauro el espíritu destrozado del humilde y reavivo el valor de los que tienen un corazón arrepentido.
«Yahvé», el nombre propio de Dios (traducido en las versiones bíblicas normalmente como «el Señor» o «Jehová»), era conocido por el pueblo de Dios desde el principio, aunque no percibieran su significado más profundo. Moisés también conocía el nombre «Yahvé», pero, al igual que los demás, desconocía su verdadero significado. Su pregunta: «¿Cuál es tu nombre?», es una indagación acerca de ese significado más profundo.
Una pista útil acerca de esto se encuentra en Éxodo 6:3
, donde Dios declaró: «Me aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como Dios Todopoderoso, pero por mi nombre el Señor no me di a conocer plenamente a ellos» Éxodo 6:3
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3 Y aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como Dios Omnipotente, mas en mi nombre JEHOVÁ no me di a conocer a ellos.
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3 Me aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como El-Shaddai, “Dios Todopoderoso”, pero a ellos no les revelé mi nombre: Yahveh.
. Esto no significa que Adán, Noé, Abraham y los patriarcas no conocieran el nombre «Yahvé» ver Génesis 2:4
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3 Y aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como Dios Omnipotente, mas en mi nombre JEHOVÁ no me di a conocer a ellos.
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3 Me aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como El-Shaddai, “Dios Todopoderoso”, pero a ellos no les revelé mi nombre: Yahveh.
Génesis 2:9
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4 Estos son los orígenes de los cielos y de la tierra cuando fueron creados, el día que Jehová Dios hizo la tierra y los cielos,
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4 Este es el relato de la creación de los cielos y la tierra. Cuando el Señor Dios hizo la tierra y los cielos,
Génesis 4:1
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9 Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal.
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9 El Señor Dios hizo que crecieran del suelo toda clase de árboles: árboles hermosos y que daban frutos deliciosos. En medio del huerto puso el árbol de la vida y el árbol del conocimiento del bien y del mal.
Génesis 4:26
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1 Conoció Adán a su mujer Eva, la cual concibió y dio a luz a Caín, y dijo: Por voluntad de Jehová he adquirido varón.
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1 Ahora bien, Adán tuvo relaciones sexuales con su esposa, Eva, y ella quedó embarazada. Cuando dio a luz a Caín, dijo: «¡Con la ayuda del Señor, he tenido un varón! ».
Génesis 7:5
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26 Y a Set también le nació un hijo, y llamó su nombre Enós. Entonces los hombres comenzaron a invocar el nombre de Jehová.
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26 Cuando Set creció, tuvo un hijo y lo llamó Enós. Fue en aquel tiempo que la gente por primera vez comenzó a adorar al Señor usando su nombre.
Génesis 15:6-8
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5 E hizo Noé conforme a todo lo que le mandó Jehová.
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5 Así que Noé hizo todo tal como el Señor le había ordenado.
; etc.. Significa, en cambio, que no conocían su significado más profundo.
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6 Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia.
7 Y le dijo: Yo soy Jehová, que te saqué de Ur de los caldeos, para darte a heredar esta tierra.
8 Y él respondió: Señor Jehová, ¿en qué conoceré que la he de heredar?
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6 Y Abram creyó al Señor, y el Señor lo consideró justo debido a su fe.
7 Entonces el Señor le dijo: — Yo soy el Señor que te sacó de Ur de los caldeos para darte esta tierra como posesión.
8 Pero Abram respondió: — Oh Señor Soberano, ¿cómo puedo estar seguro de que realmente voy a poseerla?
Su nombre, «Yahvé», indica que es el Dios personal, el Dios de su pueblo, el Dios del pacto. Es un Dios cercano, íntimo, que interviene en los asuntos humanos. El Dios todopoderoso Génesis 17:1
interviene milagrosamente con su poder. Pero el nombre divino «Yahvé» destaca su poder moral mediante el amor y el cuidado. Es el mismo Dios que Elohim («Dios poderoso, fuerte, trascendente», el «Dios de todos los pueblos», «el Gobernante del universo», «el Creador de todo»), pero el nombre «Yahvé» revela diferentes aspectos de su relación con la humanidad.
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1 Era Abram de edad de noventa y nueve años, cuando le apareció Jehová y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto.
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1 Cuando Abram tenía noventa y nueve años, el Señor se le apareció y le dijo: «Yo soy El-Shaddai, “Dios Todopoderoso”. Sírveme con fidelidad y lleva una vida intachable.
Conocer el nombre de Dios o invocarlo no es algo mágico. Se trata de una proclamación acerca de quién es y de lo que significa enseñar a los demás la verdad relativa a él y a la salvación que ofrece a quienes acuden a él con fe. Como dice Joel: «Y todo el que invoque el nombre del Señor será salvo» Joel 2:32
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32 Y todo aquel que invocare el nombre de Jehová será salvo; porque en el monte de Sion y en Jerusalén habrá salvación, como ha dicho Jehová, y entre el remanente al cual él habrá llamado.
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32 Pero todo el que invoque el nombre del Señor será salvo; pues algunos que están en el monte Sion en Jerusalén escaparán, tal como el Señor lo ha dicho. Estos se contarán entre los sobrevivientes a quienes el Señor ha llamado.
¿Cómo has experimentado en tu propia vida la cercanía a Yahvé y la intimidad que desea tener con quienes se entregan a él?
MIERCOLES — Cuatro excusas
Lee Éxodo 4:1-17
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1 Entonces Moisés respondió diciendo: He aquí que ellos no me creerán, ni oirán mi voz; porque dirán: No te ha aparecido Jehová.
2 Y Jehová dijo: ¿Qué es eso que tienes en tu mano? Y él respondió: Una vara.
3 Él le dijo: Échala en tierra. Y él la echó en tierra, y se hizo una culebra; y Moisés huía de ella.
4 Entonces dijo Jehová a Moisés: Extiende tu mano, y tómala por la cola. Y él extendió su mano, y la tomó, y se volvió vara en su mano.
5 Por esto creerán que se te ha aparecido Jehová, el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob.
6 Le dijo además Jehová: Mete ahora tu mano en tu seno. Y él metió la mano en su seno; y cuando la sacó, he aquí que su mano estaba leprosa como la nieve.
7 Y dijo: Vuelve a meter tu mano en tu seno. Y él volvió a meter su mano en su seno; y al sacarla de nuevo del seno, he aquí que se había vuelto como la otra carne.
8 Si aconteciere que no te creyeren ni obedecieren a la voz de la primera señal, creerán a la voz de la postrera.
9 Y si aún no creyeren a estas dos señales, ni oyeren tu voz, tomarás de las aguas del río y las derramarás en tierra; y se cambiarán aquellas aguas que tomarás del río y se harán sangre en la tierra.
10 Entonces dijo Moisés a Jehová: ¡Ay, Señor! nunca he sido hombre de fácil palabra, ni antes, ni desde que tú hablas a tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua.
11 Y Jehová le respondió: ¿Quién dio la boca al hombre? ¿o quién hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo Jehová?
12 Ahora pues, ve, y yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar.
13 Y él dijo: ¡Ay, Señor! envía, te ruego, por medio del que debes enviar.
14 Entonces Jehová se enojó contra Moisés, y dijo: ¿No conozco yo a tu hermano Aarón, levita, y que él habla bien? Y he aquí que él saldrá a recibirte, y al verte se alegrará en su corazón.
15 Tú hablarás a él, y pondrás en su boca las palabras, y yo estaré con tu boca y con la suya, y os enseñaré lo que hayáis de hacer.
16 Y él hablará por ti al pueblo; él te será a ti en lugar de boca, y tú serás para él en lugar de Dios.
17 Y tomarás en tu mano esta vara, con la cual harás las señales.
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1 Sin embargo, Moisés protestó de nuevo: — ¿Qué hago si no me creen o no me hacen caso? ¿Qué hago si me dicen: “El Señor nunca se te apareció”?
2 Entonces el Señor le preguntó: — ¿Qué es lo que tienes en la mano? — Una vara de pastor — contestó Moisés.
3 — Arrójala al suelo — le dijo el Señor. Así que Moisés la tiró al suelo, ¡y la vara se convirtió en una serpiente! Entonces Moisés saltó hacia atrás.
4 Pero el Señor le dijo: — Extiende la mano y agárrala de la cola. Entonces Moisés extendió la mano y la agarró, y la serpiente volvió a ser una vara de pastor.
5 — Realiza esta señal — le dijo el Señor — , y ellos creerán que el Señor, el Dios de sus antepasados, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, de veras se te apareció.
6 Luego el Señor le dijo a Moisés: — Ahora mete la mano dentro de tu manto. Entonces Moisés metió la mano dentro de su manto, y cuando la sacó, la mano estaba blanca como la nieve, afectada por una grave enfermedad de la piel.
7 — Ahora vuelve a meter la mano dentro de tu manto — le dijo el Señor. Así que Moisés metió la mano de nuevo, y cuando la sacó, estaba tan sana como el resto de su cuerpo.
8 El Señor le dijo a Moisés: — Si no te creen ni se convencen con la primera señal milagrosa, se convencerán con la segunda.
9 Y si no te creen ni te escuchan aun después de estas dos señales, entonces recoge un poco de agua del río Nilo y derrámala sobre el suelo seco. En cuanto lo hagas, el agua del Nilo se convertirá en sangre sobre el suelo.
10 Pero Moisés rogó al Señor: — Oh Señor, no tengo facilidad de palabra; nunca la tuve, ni siquiera ahora que tú me has hablado. Se me traba la lengua y se me enredan las palabras.
11 Entonces el Señor le preguntó: — ¿Quién forma la boca de una persona? ¿Quién decide que una persona hable o no hable, que oiga o no oiga, que vea o no vea? ¿Acaso no soy yo, el Señor?
12 ¡Ahora ve! Yo estaré contigo cuando hables y te enseñaré lo que debes decir.
13 Pero Moisés suplicó de nuevo: — ¡Te lo ruego, Señor! Envía a cualquier otro.
14 Entonces el Señor se enojó con Moisés y le dijo: — De acuerdo, ¿qué te parece tu hermano Aarón, el levita? Sé que él habla muy bien. ¡Mira! Ya viene en camino para encontrarte y estará encantado de verte.
15 Habla con él y pon las palabras en su boca. Yo estaré con los dos cuando hablen y les enseñaré lo que tienen que hacer.
16 Aarón será tu vocero ante el pueblo. Él será tu portavoz, y tú tomarás el lugar de Dios ante él al decirle lo que tiene que hablar.
17 Lleva contigo tu vara de pastor y úsala para realizar las señales milagrosas que te mostré.
¿Qué señales permitió Dios que Moisés realizara para reforzar así la posición de este como su mensajero?
Moisés trató nuevamente de rehuir la tarea que Dios le encomendaba ver Éxodo 3:11
. No quería ir a Egipto y enfrentarse al faraón. Después de todo, ya había fracasado antes cuando intentó por su cuenta ayudar a los hebreos. Además, su propio pueblo no creía en él ni lo aceptaba como su líder. Por eso formuló una tercera objeción: «¿Y si no me creen ni me escuchan?» Éxodo 4:1
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11 Entonces Moisés respondió a Dios: ¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel?
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11 Pero Moisés protestó: — ¿Quién soy yo para presentarme ante el faraón? ¿Quién soy yo para sacar de Egipto al pueblo de Israel?
No era una pregunta motivada por el deseo de aprender algo nuevo, sino una manera de rehuir la responsabilidad que Dios le pedía que asumiera.
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1 Entonces Moisés respondió diciendo: He aquí que ellos no me creerán, ni oirán mi voz; porque dirán: No te ha aparecido Jehová.
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1 Sin embargo, Moisés protestó de nuevo: — ¿Qué hago si no me creen o no me hacen caso? ¿Qué hago si me dicen: “El Señor nunca se te apareció”?
Se ordena entonces a Moisés realizar dos señales milagrosas ante los ancianos de Israel y, más tarde, ante el faraón: su vara se convierte en serpiente y luego vuelve a ser un bastón. Luego, su mano se vuelve leprosa, pero es curada al instante. Ambos milagros debían convencer a los ancianos de que Dios había elegido a Moisés como su instrumento. Se añadió un tercer milagro por si aquello no resultaba suficiente: convertir el agua en sangre Éxodo 4:8-9
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8 Si aconteciere que no te creyeren ni obedecieren a la voz de la primera señal, creerán a la voz de la postrera.
9 Y si aún no creyeren a estas dos señales, ni oyeren tu voz, tomarás de las aguas del río y las derramarás en tierra; y se cambiarán aquellas aguas que tomarás del río y se harán sangre en la tierra.
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8 El Señor le dijo a Moisés: — Si no te creen ni se convencen con la primera señal milagrosa, se convencerán con la segunda.
9 Y si no te creen ni te escuchan aun después de estas dos señales, entonces recoge un poco de agua del río Nilo y derrámala sobre el suelo seco. En cuanto lo hagas, el agua del Nilo se convertirá en sangre sobre el suelo.
Aunque Dios habilitó a Moisés para realizar estos poderosos prodigios, este aún expresa una cuarta excusa: no es un buen orador.
Lee Éxodo 4:10-18
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10 Entonces dijo Moisés a Jehová: ¡Ay, Señor! nunca he sido hombre de fácil palabra, ni antes, ni desde que tú hablas a tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua.
11 Y Jehová le respondió: ¿Quién dio la boca al hombre? ¿o quién hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo Jehová?
12 Ahora pues, ve, y yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar.
13 Y él dijo: ¡Ay, Señor! envía, te ruego, por medio del que debes enviar.
14 Entonces Jehová se enojó contra Moisés, y dijo: ¿No conozco yo a tu hermano Aarón, levita, y que él habla bien? Y he aquí que él saldrá a recibirte, y al verte se alegrará en su corazón.
15 Tú hablarás a él, y pondrás en su boca las palabras, y yo estaré con tu boca y con la suya, y os enseñaré lo que hayáis de hacer.
16 Y él hablará por ti al pueblo; él te será a ti en lugar de boca, y tú serás para él en lugar de Dios.
17 Y tomarás en tu mano esta vara, con la cual harás las señales.
18 Así se fue Moisés, y volviendo a su suegro Jetro, le dijo: Iré ahora, y volveré a mis hermanos que están en Egipto, para ver si aún viven. Y Jetro dijo a Moisés: Ve en paz.
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10 Pero Moisés rogó al Señor: — Oh Señor, no tengo facilidad de palabra; nunca la tuve, ni siquiera ahora que tú me has hablado. Se me traba la lengua y se me enredan las palabras.
11 Entonces el Señor le preguntó: — ¿Quién forma la boca de una persona? ¿Quién decide que una persona hable o no hable, que oiga o no oiga, que vea o no vea? ¿Acaso no soy yo, el Señor?
12 ¡Ahora ve! Yo estaré contigo cuando hables y te enseñaré lo que debes decir.
13 Pero Moisés suplicó de nuevo: — ¡Te lo ruego, Señor! Envía a cualquier otro.
14 Entonces el Señor se enojó con Moisés y le dijo: — De acuerdo, ¿qué te parece tu hermano Aarón, el levita? Sé que él habla muy bien. ¡Mira! Ya viene en camino para encontrarte y estará encantado de verte.
15 Habla con él y pon las palabras en su boca. Yo estaré con los dos cuando hablen y les enseñaré lo que tienen que hacer.
16 Aarón será tu vocero ante el pueblo. Él será tu portavoz, y tú tomarás el lugar de Dios ante él al decirle lo que tiene que hablar.
17 Lleva contigo tu vara de pastor y úsala para realizar las señales milagrosas que te mostré.
18 Luego Moisés volvió a la casa de Jetro, su suegro, y le dijo: — Por favor, permíteme volver a Egipto para visitar a mis parientes. Ni siquiera sé si todavía viven. — Ve en paz — le respondió Jetro.
¿Cómo responde el Señor a Moisés y qué lecciones podemos extraer de ello para nuestra propia vida, cuando sentimos que Dios nos llama a realizar una tarea?
Este conjunto de cuatro excusas muestra la renuencia de Moisés a aceptar el llamado de Dios. A través de objeciones aparentemente «razonables», en realidad oculta su falta de disposición para ir. Las tres primeras excusas tienen forma de preguntas: ¿Quién soy yo? ¿Quién eres tú? ¿Y si no me creen? La cuarta objeción es una afirmación: «No soy elocuente». Dios reaccionó ante todas ellas y aportó en cada caso una poderosa solución. En respuesta a estas excusas, Dios presenta muchas promesas edificantes.
Moisés presenta entonces su quinta y última súplica, y pide directamente: «Por favor, Señor, envía a otro» Éxodo 4:13
. En respuesta, Dios le dice que ya está enviando a su hermano Aarón a su encuentro como apoyo. Finalmente, Moisés acepta en silencio el llamado y pide a Jetro su bendición antes de partir hacia Egipto.
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13 Y él dijo: ¡Ay, Señor! envía, te ruego, por medio del que debes enviar.
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13 Pero Moisés suplicó de nuevo: — ¡Te lo ruego, Señor! Envía a cualquier otro.
JUEVES — La circuncisión
Lee Éxodo 4:18-31
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18 Así se fue Moisés, y volviendo a su suegro Jetro, le dijo: Iré ahora, y volveré a mis hermanos que están en Egipto, para ver si aún viven. Y Jetro dijo a Moisés: Ve en paz.
19 Dijo también Jehová a Moisés en Madián: Ve y vuélvete a Egipto, porque han muerto todos los que procuraban tu muerte.
20 Entonces Moisés tomó su mujer y sus hijos, y los puso sobre un asno, y volvió a tierra de Egipto. Tomó también Moisés la vara de Dios en su mano.
21 Y dijo Jehová a Moisés: Cuando hayas vuelto a Egipto, mira que hagas delante de Faraón todas las maravillas que he puesto en tu mano; pero yo endureceré su corazón, de modo que no dejará ir al pueblo.
22 Y dirás a Faraón: Jehová ha dicho así: Israel es mi hijo, mi primogénito.
23 Ya te he dicho que dejes ir a mi hijo, para que me sirva, mas no has querido dejarlo ir; he aquí yo voy a matar a tu hijo, tu primogénito.
24 Y aconteció en el camino, que en una posada Jehová le salió al encuentro, y quiso matarlo.
25 Entonces Séfora tomó un pedernal afilado y cortó el prepucio de su hijo, y lo echó a sus pies, diciendo: A la verdad tú me eres un esposo de sangre.
26 Así le dejó luego ir. Y ella dijo: Esposo de sangre, a causa de la circuncisión.
27 Y Jehová dijo a Aarón: Ve a recibir a Moisés al desierto. Y él fue, y lo encontró en el monte de Dios, y le besó.
28 Entonces contó Moisés a Aarón todas las palabras de Jehová que le enviaba, y todas las señales que le había dado.
29 Y fueron Moisés y Aarón, y reunieron a todos los ancianos de los hijos de Israel.
30 Y habló Aarón acerca de todas las cosas que Jehová había dicho a Moisés, e hizo las señales delante de los ojos del pueblo.
31 Y el pueblo creyó; y oyendo que Jehová había visitado a los hijos de Israel, y que había visto su aflicción, se inclinaron y adoraron.
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18 Luego Moisés volvió a la casa de Jetro, su suegro, y le dijo: — Por favor, permíteme volver a Egipto para visitar a mis parientes. Ni siquiera sé si todavía viven. — Ve en paz — le respondió Jetro.
19 Antes de que Moisés saliera de Madián, el Señor le dijo: «Regresa a Egipto, porque ya han muerto todos los que querían matarte».
20 Así que Moisés tomó a su esposa y a sus hijos, los montó en un burro, y regresó a la tierra de Egipto. En la mano llevaba la vara de Dios.
21 El Señor le dijo a Moisés: «Cuando llegues a Egipto, preséntate ante el faraón y haz todos los milagros que te he dado el poder de realizar. Pero yo le endureceré el corazón, y él se negará a dejar salir al pueblo.
22 Entonces le dirás: “Esto dice el Señor: ‘Israel es mi primer hijo varón.
23 Te ordené: deja salir a mi hijo para que pueda adorarme, pero como te has negado, ¡ahora mataré a tu primer hijo varón!’”».
24 Rumbo a Egipto, en un lugar donde Moisés se detuvo con su familia para pasar la noche, el Señor enfrentó a Moisés y estuvo a punto de matarlo.
25 Pero Séfora, la esposa de Moisés, tomó un cuchillo de piedra y circuncidó a su hijo. Con el prepucio, tocó los pies de Moisés y le dijo: «Ahora tú eres un esposo de sangre para mí».
26 (Cuando dijo «un esposo de sangre», se refirió a la circuncisión). Después de ese incidente, el Señor lo dejó en paz.
27 Ahora bien, el Señor le había dicho a Aarón: «Ve al desierto para encontrarte con Moisés». Así que Aarón fue a encontrarse con Moisés en el monte de Dios y lo abrazó.
28 Moisés le contó todo lo que el Señor le había ordenado que dijera y también le contó acerca de las señales milagrosas que el Señor lo mandó a realizar.
29 Luego Moisés y Aarón regresaron a Egipto y convocaron a todos los ancianos de Israel.
30 Aarón les dijo todo lo que el Señor le había dicho a Moisés, y Moisés realizó las señales milagrosas a la vista de ellos.
31 Entonces el pueblo de Israel quedó convencido de que el Señor había enviado a Moisés y a Aarón. Cuando supieron que el Señor se preocupaba por ellos y que había visto su sufrimiento, se inclinaron y adoraron.
¿Cómo entendemos esta extraña historia y qué lección podemos extraer de ella?
Los estudiantes de la Biblia se escandalizan cuando leen que, después de que Moisés obedeció al Señor y emprendió el viaje de regreso a Egipto, el Señor «estuvo a punto de matarlo» Éxodo 4:24
. Por el contexto del relato, es evidente que se trataba de la circuncisión. Su hijo menor no estaba circuncidado, como exigía el pacto abrahámico Génesis 17:10-11
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24 Y aconteció en el camino, que en una posada Jehová le salió al encuentro, y quiso matarlo.
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24 Rumbo a Egipto, en un lugar donde Moisés se detuvo con su familia para pasar la noche, el Señor enfrentó a Moisés y estuvo a punto de matarlo.
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10 Este es mi pacto, que guardaréis entre mí y vosotros y tu descendencia después de ti: Será circuncidado todo varón de entre vosotros.
11 Circuncidaréis, pues, la carne de vuestro prepucio, y será por señal del pacto entre mí y vosotros.
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10 Este es el pacto que tú y tus descendientes deben cumplir: todo varón entre ustedes debe ser circuncidado.
11 Debes cortar la carne del prepucio como señal del pacto entre tú y yo.
Como líder del pueblo de Dios, Moisés debía mostrar su perfecta sumisión y obediencia al Señor a fin de estar capacitado para guiar a otros en el camino de la obediencia. Tenía que ser un modelo de esa entrega total a Dios. Su esposa, Séfora, era una mujer de acción, y circuncidó a su hijo para salvar la vida de su marido. Ella tocó a Moisés con el «prepucio ensangrentado», y esta sangre representa la expiación, la vida y el sellamiento del pacto. El hecho de que aquello se hiciera tan prontamente añadió dramatismo a la situación.
Es posible extraer una importante lección de este episodio; a saber, nunca debemos dejar de hacer lo que sabemos que es correcto.
«Mientras se alejaba de Madián, Moisés tuvo una terrible y sorprendente manifestación del desagrado del Señor. Se le apareció un ángel en forma amenazadora, como si fuera a destruirlo inmediatamente. No le dio ninguna explicación; pero Moisés recordó que había desdeñado uno de los requerimientos de Dios y, cediendo a la persuasión de su esposa, había dejado de cumplir el rito de la circuncisión en su hijo menor. Falló en cumplir con la condición que podía dar a su hijo el derecho de recibir las bendiciones del pacto de Dios con Israel; y tal descuido de parte del jefe elegido no podía menos que menoscabar ante el pueblo la fuerza de los preceptos divinos. Séfora, temiendo que su esposo moriría, realizó ella misma el rito, y entonces el ángel permitió a Moisés continuar la marcha. En su misión ante el faraón, Moisés iba a exponerse ante un gran peligro; su vida podría conservarse únicamente mediante la protección de los santos ángeles. Pero no estaría seguro mientras tuviera un deber conocido sin cumplir, pues los ángeles de Dios no podrían protegerlo» (Elena G. de White, Patriarcas y profetas, p. 231).
¿Qué te dice esta historia si sabes que has descuidado algo que deberías estar haciendo? ¿Qué cambios necesitas hacer ahora mismo?
VIERNES - Para Estudiar y Meditar
Lee el capítulo titulado «Moisés» en el libro Patriarcas y profetas, de Elena G. de White, pp. 227-231.
El dramático llamado desde la zarza ardiente fue probablemente la experiencia más transformadora de la vida de Moisés. Todos los otros momentos importantes de su existencia dependieron de su respuesta positiva y obediente al requerimiento divino de sacar a los hebreos de Egipto y conducirlos a la Tierra Prometida.
Nosotros sabemos cómo terminó todo. Pero ponte en el lugar de Moisés cuando estuvo ante la zarza ardiente. Había huido de Egipto para salvar su vida. Durante esos cuarenta años, una nueva generación de hebreos había crecido, muchos de los cuales probablemente sabían poco acerca de él o habían recibido información distorsionada acerca de su persona. Sin embargo, ¿ahora era llamado por Dios para guiar a este mismo pueblo lejos de una nación poderosa? No es de extrañar que al principio se mostrara reacio.
Sí, era una tarea extremadamente exigente, pero imagina lo que Moisés habría perdido si se hubiera negado definitivamente a aceptar el llamado de Dios. Tal vez habría desaparecido de las páginas de la historia en lugar de convertirse en una de las personas más grandes e influyentes, no solo del ámbito bíblico, sino del mundo mismo gracias al poder de Dios que obró en él
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
PREGUNTA 1
En los tranquilos años que pasó en el desierto, Moisés hizo lo que Dios lo llamó a hacer: fue padre de familia, cuidó ovejas y escribió dos libros bíblicos bajo la inspiración de Dios antes de ser llamado a ser un gran líder del pueblo de Dios. ¿Qué nos enseña la experiencia de Moisés acerca de nuestros deberes en la vida?
PREGUNTA 2
Se podría argumentar que, a primera vista, las excusas de Moisés eran en sí mismas bastante razonables. ¿Por qué debería creerme el pueblo? ¿Quién soy yo? No sé hablar bien. ¿Qué debería decirnos esta historia acerca de cómo aprender a confiar en que Dios puede capacitarnos para realizar lo que él nos llama a hacer?
PREGUNTA 3
Profundiza en el punto tratado en el estudio del día domingo acerca de la autoría mosaica del libro de Génesis y en cuán importante es esa obra para comprender la historia sagrada y el plan de salvación. ¿Por qué debemos luchar contra los numerosos intentos de debilitar la autoridad del libro, especialmente negando la historicidad de sus primeros once capítulos?
Repaso de la Lección
LECCIONES DE VIDA - Pr. Robert Costa