El templo de Dios — Estudia la Biblia Hoy





24/43        29 - 44 minutes
El templo de Dios
El templo de Dios
El templo de Dios



En 1844 Jesús pasó al lugar santísimo en el templo celestial. Comienzo del juicio investigador.
Daniel 7:9-14
RVR1960 9 Estuve mirando hasta que fueron puestos tronos, y se sentó un Anciano de días, cuyo vestido era blanco como la nieve, y el pelo de su cabeza como lana limpia; su trono llama de fuego, y las ruedas del mismo, fuego ardiente. 10 Un río de fuego procedía y salía de delante de él; millares de millares le servían, y millones de millones asistían delante de él; el Juez se sentó, y los libros fueron abiertos. 11 Yo entonces miraba a causa del sonido de las grandes palabras que hablaba el cuerno; miraba hasta que mataron a la bestia, y su cuerpo fue destrozado y entregado para ser quemado en el fuego. 12 Habían también quitado a las otras bestias su dominio, pero les había sido prolongada la vida hasta cierto tiempo. 13 Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. 14 Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido. NTV 9 Observé mientras colocaban unos tronos en su lugar, y el Anciano se sentó a juzgar. Su ropa era blanca como la nieve; su cabello se parecía a la lana más pura. Se sentó sobre un trono ardiente con ruedas en llamas, 10 y un río de fuego brotaba de su presencia. Millones de ángeles le atendían; muchos millones se pusieron de pie para servirle. Entonces comenzó la sesión del tribunal y se abrieron los libros. 11 Yo seguí mirando porque podía oír las palabras arrogantes del cuerno pequeño. Seguí mirando hasta que mataron a la cuarta bestia y su cuerpo fue destruido por el fuego. 12 A las otras tres bestias les quitaron la autoridad, pero se les permitió seguir con vida un poco más. 13 Mientras continuó mi visión esa noche, vi a alguien parecido a un hijo de hombre descender con las nubes del cielo. Se acercó al Anciano y lo llevaron ante su presencia. 14 Se le dio autoridad, honra y soberanía sobre todas las naciones del mundo, para que lo obedecieran los de toda raza, nación y lengua. Su gobierno es eterno, no tendrá fin. Su reino jamás será destruido.

El pasaje bíblico que más que ninguno había sido el fundamento y el pilar central de la fe adventista era la declaración: “Hasta dos mil y trescientas tardes y mañanas; entonces será purificado el Santuario.” Daniel 8:14
RVR1960 14 Y él dijo: Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será purificado. NTV 14 El otro le contestó: — Pasarán dos mil trescientas noches y mañanas; después el templo será restaurado.
Estas palabras habían sido familiares para todos los que creían en la próxima venida del Señor. La profecía que encerraban era repetida como santo y seña de su fe por miles de bocas. Todos sentían que sus esperanzas más gloriosas y más queridas dependían de los acontecimientos en ella predichos. Había quedado demostrado que aquellos días proféticos terminaban en el otoño del año 1844. En común con el resto del mundo cristiano, los adventistas creían entonces que la tierra, o alguna parte de ella, era el santuario. Entendían que la purificación del santuario era la purificación de la tierra por medio del fuego del último y supremo día, y que ello se verificaría en el segundo advenimiento. De ahí que concluyeran que Cristo volvería a la tierra en 1844.

Pero el tiempo señalado había pasado, y el Señor no había aparecido. Los creyentes sabían que la Palabra de Dios no podía fallar; su interpretación de la profecía debía estar pues errada; ¿pero dónde estaba el error? Muchos cortaron sin más ni más el nudo de la dificultad negando que los 2.300 días terminasen en 1844. Este aserto no podía apoyarse con prueba alguna, a no ser con la de que Cristo no había venido en el momento en que se le esperaba. Alegábase que si los días proféticos hubiesen terminado en 1844, Cristo habría vuelto entonces para limpiar el santuario mediante la purificación de la tierra por fuego, y que como no había venido, los días no podían haber terminado.

Aceptar estas conclusiones equivalía a renunciar a los cómputos anteriores de los periodos proféticos. Se había comprobado que los 2.300 días principiaron cuando entró en vigor el decreto de Artajerjes ordenando la restauración y edificación de Jerusalén, en el otoño del año 457 ant. de C. Tomando esto como punto de partida, había perfecta armonía en la aplicación de todos los acontecimientos predichos en la explicación de ese período hallada en. Daniel 9:25-27
RVR1960 25 Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos. 26 Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones. 27 Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador. NTV 25 ¡Ahora escucha y entiende! Pasarán siete conjuntos de siete más sesenta y dos conjuntos de siete desde el momento en que se dé la orden de reconstruir Jerusalén hasta que venga un gobernante, el Ungido. Jerusalén será reconstruida con calles y fuertes defensas, a pesar de los tiempos peligrosos. 26 »Después de este período de sesenta y dos conjuntos de siete, matarán al Ungido sin que parezca haber logrado nada y surgirá un gobernante cuyos ejércitos destruirán la ciudad y el templo. El fin llegará con una inundación; guerra, y la miseria que acarrea, está decretada desde ese momento hasta el fin. 27 El gobernante firmará un tratado con el pueblo por un período de un conjunto de siete, pero al cumplirse la mitad de ese tiempo, pondrá fin a los sacrificios y a las ofrendas. Como punto culminante de todos sus terribles actos, colocará un objeto sacrílego que causa profanación hasta que el destino decretado para este profanador finalmente caiga sobre él».
Sesenta y nueve semanas, o los 483 primeros años de los 2.300 años debían alcanzar hasta el Mesías, el Ungido; y el bautismo de Cristo y su unción por el Espíritu Santo, en el año 27 de nuestra era, cumplían exactamente la predicción. En medio de la septuagésima semana, el Mesías había de ser muerto. Tres años y medio después de su bautismo, Cristo fue crucificado, en la primavera del año 31. Las setenta semanas, o 490 años, les tocaban especialmente a los judíos. Al fin del período, la nación selló su rechazamiento de Cristo con la persecución de sus discípulos, y los apóstoles se volvieron hacia los gentiles en el año 34 de nuestra era. Habiendo terminado entonces los 490 primeros años de los 2.300, quedaban aún 1.810 años. Contando desde el año 34, 1.810 años llegan a 1844. “Entonces — había dicho el ángel — será purificado el Santuario.” Era indudable que todas las anteriores predicciones de la profecía se habían cumplido en el tiempo señalado.

En ese cálculo, todo era claro y armonioso, menos la circunstancia de que en 1844 no se veía acontecimiento alguno que correspondiese a la purificación del santuario. Negar que los días terminaban en esa fecha equivalía a confundir todo el asunto y a abandonar creencias fundadas en el cumplimiento indudable de las profecías.

Pero Dios había dirigido a su pueblo en el gran movimiento adventista; su poder y su gloria habían acompañado la obra, y él no permitiría que ésta terminase en la obscuridad y en un chasco, para que se la cubriese de oprobio como si fuese una mera excitación mórbida y producto del fanatismo. No iba a dejar su Palabra envuelta en dudas e incertidumbres. Aunque muchos abandonaron sus primeros cálculos de los períodos proféticos, y negaron la exactitud del movimiento basado en ellos, otros no estaban dispuestos a negar puntos de fe y de experiencia que estaban sostenidos por las Sagradas Escrituras y por el testimonio del Espíritu de Dios. Creían haber adoptado en sus estudios de las profecías sanos principios de interpretación, y que era su deber atenerse firmemente a las verdades ya adquiridas, y seguir en el mismo camino de la investigación bíblica. Orando con fervor, volvieron a considerar su situación, y estudiaron las Santas Escrituras para descubrir su error. Como no encontraran ninguno en sus cálculos de los períodos proféticos, fueron inducidos a examinar más de cerca la cuestión del santuario. (véase el Apéndice)

En sus investigaciones vieron que en las Santas Escrituras no hay prueba alguna en apoyo de la creencia general de que la tierra es el santuario; pero encontraron en la Biblia una explicación completa de la cuestión del santuario, su naturaleza, su situación y sus servicios; pues el testimonio de los escritores sagrados era tan claro y tan amplio que despejaba este asunto de toda duda. El apóstol Pablo dice en su Epístola a los Hebreos: “En verdad el primer pacto también tenía reglamentos del culto, y su santuario que lo era de este mundo. Porque un tabernáculo fue preparado, el primero, en que estaban el candelabro y la mesa y los panes de la proposición; el cual se llama el Lugar Santo. Y después del segundo velo, el tabernáculo que se llama el Lugar Santísimo: que contenía el incensario de oro y el arca del pacto, cubierta toda en derredor de oro, en la cual estaba el vaso de oro que contenía el maná, y la vara de Aarón que floreció, y las tablas del pacto; y sobre ella, los querubines de gloria, que hacían sombra al propiciatorio.” Hebreos 9:1-5
RVR1960 1 Ahora bien, aun el primer pacto tenía ordenanzas de culto y un santuario terrenal. 2 Porque el tabernáculo estaba dispuesto así: en la primera parte, llamada el Lugar Santo, estaban el candelabro, la mesa y los panes de la proposición. 3 Tras el segundo velo estaba la parte del tabernáculo llamada el Lugar Santísimo, 4 el cual tenía un incensario de oro y el arca del pacto cubierta de oro por todas partes, en la que estaba una urna de oro que contenía el maná, la vara de Aarón que reverdeció, y las tablas del pacto; 5 y sobre ella los querubines de gloria que cubrían el propiciatorio; de las cuales cosas no se puede ahora hablar en detalle. NTV 1 Ese primer pacto entre Dios e Israel incluía ordenanzas para la adoración y un lugar de culto aquí, en la tierra. 2 Ese tabernáculo estaba formado por dos salas. En la primera sala había un candelabro, una mesa y los panes consagrados sobre ella. Esta sala se llamaba Lugar Santo. 3 Luego había una cortina detrás de la cual se encontraba la segunda sala, llamada Lugar Santísimo. 4 En esa sala había un altar de oro para el incienso y un cofre de madera conocido como el arca del pacto, el cual estaba totalmente cubierto de oro. Dentro del arca había un recipiente de oro que contenía el maná, la vara de Aarón a la que le habían salido hojas y las tablas del pacto que eran de piedra. 5 Por encima del arca estaban los querubines de la gloria divina, cuyas alas se extendían sobre la tapa del arca, es decir, el lugar de la expiación; pero ahora no podemos explicar estas cosas en detalle.

El santuario al cual se refiere aquí San Pablo era el tabernáculo construído por Moisés a la orden de Dios como morada terrenal del Altísimo. “Me harán un santuario, para que yo habite en medio de ellos” Éxodo 25:8
RVR1960 8 Y harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos. NTV 8 »Haz que los israelitas me construyan un santuario para que yo habite en medio de ellos.
VM había sido la orden dada a Moisés mientras estaba en el monte con Dios. Los israelitas estaban peregrinando por el desierto, y el tabernáculo se preparó de modo que pudiese ser llevado de un lugar a otro; no obstante era una construcción de gran magnificencia. Sus paredes consistían en tablones ricamente revestidos de oro y asegurados en basas de plata, mientras que el techo se componía de una serie de cortinas o cubiertas, las de fuera de pides, y las interiores de lino fino magníficamente recamado con figuras de querubines. A más del atrio exterior, donde se encontraba el altar del holocausto, el tabernáculo propiamente dicho consistía en dos departamentos llamados el lugar santo y el lugar santísimo, separados por rica y magnífica cortina, o velo; otro velo semejante cerraba la entrada que conducía al primer departamento.

En el lugar santo se encontraba hacia el sur el candelabro, con sus siete lámparas que alumbraban el santuario día y noche; hacia el norte estaba la mesa de los panes de la proposición; y ante el velo que separaba el lugar santo del santísimo estaba el altar de oro para el incienso, del cual ascendía diariamente a Dios una nube de sahumerio junto con las oraciones de Israel.

En el lugar santísimo se encontraba el arca, cofre de madera preciosa cubierta de oro, depósito de las dos tablas de piedra sobre las cuales Dios había grabado la ley de los diez mandamientos. Sobre el arca, a guisa de cubierta del sagrado cofre, estaba el propiciatorio, verdadera maravilla artística, coronada por dos querubines, uno en cada extremo y todo de oro macizo. En este departamento era donde se manifestaba la presencia divina en la nube de gloria entre los querubines.

Después que los israelitas se hubieron establecido en Canaán el tabernáculo fue reemplazado por el templo de Salomón, el cual, aunque edificio permanente y de mayores dimensiones, conservaba las mismas proporciones y el mismo amueblado. El santuario subsistió así — menos durante el plazo en que permaneció en ruinas en tiempo de Daniel — hasta su destrucción por los romanos, en el año 70 de nuestra era.

Tal fue el único santuario que haya existido en la tierra y del cual la Biblia nos dé alguna información. San Pablo dijo de él que era el santuario del primer pacto. Pero ¿no tiene el nuevo pacto también el suyo?

Volviendo al libro de los Hebreos, los que buscaban la verdad encontraron que existía un segundo santuario, o sea el del nuevo pacto, al cual se alude en las palabras ya citadas del apóstol Pablo: “En verdad el primer pacto también tenía reglamentos del culto, y su santuario que lo era de este mundo.” El uso de la palabra “también” implica que San Pablo ha hecho antes mención de este santuario. Volviendo al principio del capítulo anterior, se lee: “Lo principal, pues, entre las cosas que decimos es esto: Tenemos un tal sumo sacerdote que se ha sentado a la diestra del trono de la Majestad en los cielos; ministro del santuario, y del verdadero tabernáculo, que plantó el Señor, y no el hombre.” Hebreos 8:1-2
RVR1960 1 Ahora bien, el punto principal de lo que venimos diciendo es que tenemos tal sumo sacerdote, el cual se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos, 2 ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que levantó el Señor, y no el hombre. NTV 1 El punto principal es el siguiente: tenemos un Sumo Sacerdote quien se sentó en el lugar de honor, a la derecha del trono del Dios majestuoso en el cielo. 2 Allí sirve como ministro en el tabernáculo del cielo, el verdadero lugar de adoración construido por el Señor y no por manos humanas.

Aquí tenemos revelado el santuario del nuevo pacto. El santuario del primer pacto fue asentado por el hombre, construído por Moisés; éste segundo es asentado por el Señor, no por el hombre. En aquel santuario los sacerdotes terrenales desempeñaban el servicio; en éste es Cristo, nuestro gran Sumo Sacerdote, quien ministra a la diestra de Dios. Uno de los santuarios estaba en la tierra, el otro está en el cielo.

Además, el tabernáculo construído por Moisés fue hecho según un modelo. El Señor le ordenó: “Conforme a todo lo que yo te mostrare, el diseño del tabernáculo, y el diseño de todos sus vasos, así lo haréis.” Y le mandó además: “Mira, y hazlos conforme a su modelo, que te ha sido mostrado en el monte.” Éxodo 25:9
RVR1960 9 Conforme a todo lo que yo te muestre, el diseño del tabernáculo, y el diseño de todos sus utensilios, así lo haréis. NTV 9 Deberán construir el tabernáculo y su mobiliario exactamente según el modelo que te mostraré.
Éxodo 25:40
RVR1960 40 Mira y hazlos conforme al modelo que te ha sido mostrado en el monte. NTV 40 »Asegúrate de hacer todo según el modelo que te mostré aquí en la montaña.
Y San Pablo dice que el primer tabernáculo “era una parábola para aquel tiempo entonces presente; conforme a la cual se ofrecían dones y sacrificios;” que sus santos lugares eran “representaciones de las cosas celestiales;” que los sacerdotes que presentaban las ofrendas según la ley, ministraban lo que era “la mera representación y sombra de las cosas celestiales,” y que “no entró Cristo en un lugar santo hecho de mano, que es una mera representación del verdadero, sino en el cielo mismo, para presentarse ahora delante de Dios por nosotros.” Hebreos 9:9
RVR1960 9 Lo cual es símbolo para el tiempo presente, según el cual se presentan ofrendas y sacrificios que no pueden hacer perfecto, en cuanto a la conciencia, al que practica ese culto, NTV 9 Esta es una ilustración que apunta al tiempo presente. Pues las ofrendas y los sacrificios que ofrecen los sacerdotes no pueden limpiar la conciencia de las personas que los traen.
Hebreos 9:23
RVR1960 23 Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas así; pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que estos. NTV 23 Por esa razón, el tabernáculo y todo lo que en él había — que eran copias de las cosas del cielo — debían ser purificados mediante la sangre de animales; pero las cosas verdaderas del cielo debían ser purificadas mediante sacrificios superiores a la sangre de animales.
Hebreos 8:5
RVR1960 5 los cuales sirven a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales, como se le advirtió a Moisés cuando iba a erigir el tabernáculo, diciéndole: Mira, haz todas las cosas conforme al modelo que se te ha mostrado en el monte. NTV 5 Ellos sirven dentro de un sistema de adoración que es solo una copia, una sombra del verdadero, que está en el cielo. Pues cuando Moisés estaba por construir el tabernáculo, Dios le advirtió lo siguiente: «Asegúrate de hacer todo según el modelo que te mostré aquí en la montaña».
Hebreos 9:24
RVR1960 24 Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios; NTV 24 Pues Cristo no entró en un lugar santo hecho por manos humanas, que era solo una copia del verdadero, que está en el cielo. Él entró en el cielo mismo para presentarse ahora delante de Dios a favor de nosotros;

El santuario celestial, en el cual Jesús ministra, es el gran modelo, del cual el santuario edificado por Moisés no era más que trasunto. Dios puso su Espíritu sobre los que construyeron el santuario terrenal. La pericia artística desplegada en su construcción fue una manifestación de la sabiduría divina. Las paredes tenían aspecto de oro macizo, y reflejaban en todas direcciones la luz de las siete lámparas del candelero de oro. La mesa de los panes de la proposición y el altar del incienso relucían como oro bruñido. La magnífica cubierta que formaba el techo, recamada con figuras de ángeles, en azul, púrpura y escarlata, realzaba la belleza de la escena. Y más allá del segundo velo estaba la santa shekina, la manifestación visible de la gloria de Dios, ante la cual sólo el sumo sacerdote podía entrar y sobrevivir.

El esplendor incomparable del tabernáculo terrenal reflejaba a la vista humana la gloria de aquel templo celestial donde Cristo nuestro precursor ministra por nosotros ante el trono de Dios. La morada del Rey de reyes, donde miles y miles ministran delante de él, y millones de millones están en su presencia Daniel 7:10
RVR1960 10 Un río de fuego procedía y salía de delante de él; millares de millares le servían, y millones de millones asistían delante de él; el Juez se sentó, y los libros fueron abiertos. NTV 10 y un río de fuego brotaba de su presencia. Millones de ángeles le atendían; muchos millones se pusieron de pie para servirle. Entonces comenzó la sesión del tribunal y se abrieron los libros.
ese templo, lleno de la gloria del trono eterno, donde los serafines, sus flamantes guardianes, cubren sus rostros en adoración, no podía encontrar en la más grandiosa construcción que jamás edificaran manos humanas, más que un pálido reflejo de su inmensidad y de su gloria. Con todo, el santuario terrenal y sus servicios revelaban importantes verdades relativas al santuario celestial y a la gran obra que se llevaba allí a cabo para la redención del hombre.

Los lugares santos del santuario celestial están representados por los dos departamentos del santuario terrenal. Cuando en una visión le fue dado al apóstol Juan que viese el templo de Dios en el cielo, contempló allí “siete lámparas de fuego ardiendo delante del trono.” Apocalipsis 4:5
RVR1960 5 Y del trono salían relámpagos y truenos y voces; y delante del trono ardían siete lámparas de fuego, las cuales son los siete espíritus de Dios. NTV 5 Del trono salían relámpagos y estruendo de truenos. Delante del trono había siete antorchas con llamas encendidas; esto es el Espíritu de Dios de siete aspectos.
Vio un ángel que tenía “en su mano un incensario de oro; y le fue dado mucho incienso, para que lo añadiese a las oraciones de todos los santos, encima del altar de oro que estaba delante del trono.” Apocalipsis 8:3
RVR1960 3 Otro ángel vino entonces y se paró ante el altar, con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que estaba delante del trono. NTV 3 Entonces vino otro ángel con un recipiente de oro para quemar incienso y se paró ante el altar. Se le dio una gran cantidad de incienso para mezclarlo con las oraciones del pueblo de Dios como una ofrenda sobre el altar de oro delante del trono.
Se le permitió al profeta contemplar el primer departamento del santuario en el cielo; y vio allí las “siete lámparas de fuego” y el “altar de oro” representados por el candelabro de oro y el altar de incienso en el santuario terrenal. De nuevo, “fué abierto el templo de Dios” Apocalipsis 11:19
RVR1960 19 Y el templo de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su pacto se veía en el templo. Y hubo relámpagos, voces, truenos, un terremoto y grande granizo. NTV 19 Después se abrió en el cielo el templo de Dios, y el arca de su pacto se podía ver dentro del templo. Salieron relámpagos, rugieron truenos y estruendos, y hubo un terremoto y una fuerte tormenta de granizo.
VM y miró hacia adentro del velo interior, el lugar santísimo. Allí vio “el arca de su pacto,” representada por el cofre sagrado construído por Moisés para guardar la ley de Dios.

Así fue como los que estaban estudiando ese asunto encontraron pruebas irrefutables de la existencia de un santuario en el cielo. Moisés hizo el santuario terrenal según un modelo que le fue enseñado. San Pablo declara que ese modelo era el verdadero santuario que está en el cielo. Y San Juan afirma que lo rió en el cielo.

En el templo celestial, la morada de Dios, su trono está asentado en juicio y en justicia. En el lugar santísimo está su ley, la gran regia de justicia por la cual es probada toda la humanidad. El arca, que contiene las tablas de la ley, está cubierta con el propiciatorio, ante el cual Cristo ofrece su sangre a favor del pecador. Así se representa la unión de la justicia y de la misericordia en el plan de la redención humana. Sólo la sabiduría infinita podía idear semejante unión, y sólo el poder infinito podía realizarla; es una unión que llena todo el cielo de admiración y adoración. Los querubines del santuario terrenal que miraban reverentemente hacia el propiciatorio, representaban el interés con el cual las huestes celestiales contemplan la obra de redención. Es el misterio de misericordia que los ángeles desean contemplar, a saber: que Dios puede ser justo al mismo tiempo que justifica al pecador arrepentido y reanuda sus relaciones con la raza caída; que Cristo pudo humillarse para sacar a innumerables multitudes del abismo de la perdición y revestirlas con las vestiduras inmaculadas de su propia justicia, a fin de unidas con ángeles que no cayeron jamás y permitirles vivir para siempre en la presencia de Dios.

La obra mediadora de Cristo en favor del hombre se presenta en esta hermosa profecía de Zacarías relativa a Aquel “cuyo nombre es El Vástago.” El profeta dice: “Sí, edificará el Templo de Jehová, y llevará sobre sí la gloria; y se sentará y reinará sobre su trono, siendo Sacerdote sobre su trono; y el consejo de la paz estará entre los dos.” Zacarías 6:12-13
RVR1960 12 Y le hablarás, diciendo: Así ha hablado Jehová de los ejércitos, diciendo: He aquí el varón cuyo nombre es el Renuevo, el cual brotará de sus raíces, y edificará el templo de Jehová. 13 El edificará el templo de Jehová, y él llevará gloria, y se sentará y dominará en su trono, y habrá sacerdote a su lado; y consejo de paz habrá entre ambos. NTV 12 Dile: “El Señor de los Ejércitos Celestiales declara: ‘Este es el hombre llamado el Retoño. Él echará ramas desde donde está y construirá el templo del Señor’”. 13 Así es, él construirá el templo del Señor. Entonces recibirá el honor real y desde su trono gobernará como rey; también desde su trono servirá como sacerdote y habrá armonía perfecta entre sus dos oficios.

“Sí, edificará el Templo de Jehová.” Por su sacrificio y su mediación, Cristo es el fundamento y el edificador de la iglesia de Dios. El apóstol Pablo le señala como “la piedra principal del ángulo: en la cual todo el edificio, bien trabado consigo mismo, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien — dice — vosotros también sois edificados juntamente, para ser orada de Dios, en virtud del Espíritu.” Efesios 2:20-22
RVR1960 20 edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, 21 en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; 22 en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu. NTV 20 Juntos constituimos su casa, la cual está edificada sobre el fundamento de los apóstoles y los profetas. Y la piedra principal es Cristo Jesús mismo. 21 Estamos cuidadosamente unidos en él y vamos formando un templo santo para el Señor. 22 Por medio de él, ustedes, los gentiles, también llegan a formar parte de esa morada donde Dios vive mediante su Espíritu.

“Y llevará sobre sí la gloria.” Es a Cristo a quien pertenece la gloria de la redención de la raza caída. Por toda la eternidad, el canto de los redimidos será: “A Aquel que nos ama, y nos ha lavado de nuestros pecados en su misma sangre, ... a él sea la gloria y el dominio por los siglos de los siglos.” Apocalipsis 1:5-6
RVR1960 5 y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre, 6 y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén. NTV 5 y de Jesucristo. Él es el testigo fiel de estas cosas, el primero en resucitar de los muertos y el gobernante de todos los reyes del mundo. Toda la gloria sea al que nos ama y nos ha libertado de nuestros pecados al derramar su sangre por nosotros. 6 Él ha hecho de nosotros un reino de sacerdotes para Dios, su Padre. ¡A él sea toda la gloria y el poder por siempre y para siempre! Amén.

“Y se sentará y reinará sobre su trono, siendo Sacerdote sobre su trono.” No todavía “sobre el trono de su gloria;” el reino de gloria no le ha sido dado aún. Sólo cuando su obra mediadora haya terminado, “le dará el Señor Dios el trono de David su padre,” un reino del que “no habrá fin.” Lucas 1:32-33
RVR1960 32 Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; 33 y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin. NTV 32 Él será muy grande y lo llamarán Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de su antepasado David. 33 Y reinará sobre Israel para siempre; ¡su reino no tendrá fin!
Como sacerdote, Cristo está sentado ahora con el Padre en su trono. Apocalipsis 3:21
RVR1960 21 Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono. NTV 21 Todos los que salgan vencedores se sentarán conmigo en mi trono, tal como yo salí vencedor y me senté con mi Padre en su trono.
En el trono, en compañía del Dios eterno que existe por d mismo, está Aquel que “ha llevado nuestros padecimientos, y con nuestros dolores ... se cargó,” quien fue “tentado en todo punto, así como nosotros, mas sin pecado,” para que pudiese “también socorrer a los que son tentados.” “Si alguno pecare, abogado tenemos para con el Padre, a saber, a Jesucristo el justo.” Isaías 53:4
RVR1960 4 Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. NTV 4 Sin embargo, fueron nuestras debilidades las que él cargó; fueron nuestros dolores los que lo agobiaron. Y pensamos que sus dificultades eran un castigo de Dios, ¡un castigo por sus propios pecados!
Hebreos 4:15
RVR1960 15 Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. NTV 15 Nuestro Sumo Sacerdote comprende nuestras debilidades, porque enfrentó todas y cada una de las pruebas que enfrentamos nosotros, sin embargo, él nunca pecó.
Hebreos 2:18
RVR1960 18 Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados. NTV 18 Debido a que él mismo ha pasado por sufrimientos y pruebas, puede ayudarnos cuando pasamos por pruebas.
1 Juan 2:1
RVR1960 1 Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. NTV 1 Mis queridos hijos, les escribo estas cosas, para que no pequen; pero si alguno peca, tenemos un abogado que defiende nuestro caso ante el Padre. Es Jesucristo, el que es verdaderamente justo.
Su intercesión es la de un cuerpo traspasado y quebrantado y de una vida inmaculada. Las manos heridas, el costado abierto, los pies desgarrados, abogan en favor del hombre caído, cuyo redención fue comprada a tan infinito precio.

“Y el consejo de la paz estará entre los dos.” El amor del Padre, no menos que el del Hijo, es la fuente de salvación para la raza perdida. Jesús había dicho a sus discípulos antes de irse: “No os digo, que yo rogaré al Padre por vosotros; pues el mismo Padre os ama.” Juan 16:26-27
RVR1960 26 En aquel día pediréis en mi nombre; y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros, 27 pues el Padre mismo os ama, porque vosotros me habéis amado, y habéis creído que yo salí de Dios. NTV 26 Ese día pedirán en mi nombre. No digo que pediré al Padre de parte de ustedes, 27 ya que el Padre mismo los ama profundamente, porque ustedes me aman a mí y han creído que vine de Dios.
“Dios estaba en Cristo, reconciliando consigo mismo al mundo.” 2 Corintios 5:19
RVR1960 19 que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. NTV 19 Pues Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo mismo, no tomando más en cuenta el pecado de la gente. Y nos dio a nosotros este maravilloso mensaje de reconciliación.
Y en el ministerio del santuario celestial, “el consejo de la paz estará entre los dos.” “De tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en él, no perezca, sino que tenga vida eterna.” Juan 3:16
RVR1960 16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. NTV 16 »Pues Dios amó tanto al mundo que dio a su único Hijo, para que todo el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna.

Las Escrituras contestan con claridad a la pregunta: ¿Qué es el santuario? La palabra “santuario,” tal cual la usa la Biblia, se refiere, en primer lugar, al tabernáculo que construyó Moisés, como figura o imagen de las cosas celestiales; y, en segundo lugar, al “verdadero tabernáculo” en el cielo, hacia el cual señalaba el santuario terrenal. Muerto Cristo, terminó el ritual típico. El “verdadero tabernáculo” en el cielo es el santuario del nuevo pacto. Y como la profecía de Daniel 8:14
RVR1960 14 Y él dijo: Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será purificado. NTV 14 El otro le contestó: — Pasarán dos mil trescientas noches y mañanas; después el templo será restaurado.
se cumple en esta dispensación, el santuario al cual se refiere debe ser el santuario del nuevo pacto. Cuando terminaron los 2.300 días, en 1844, hacía muchos siglos que no había santuario en la tierra. De manera que la profecía: “Hasta dos mil y trescientas tardes y mañanas; entonces será purificado el Santuario,” se refiere indudablemente al santuario que está en el cielo.

Pero queda aún la pregunta más importante por contestar: ¿Qué es la purificación del santuario? En el Antiguo Testamento se hace mención de un servicio tal con referencia al santuario terrenal. ¿Pero puede haber algo que purificar en el cielo? En el noveno capítulo de la Epístola a los Hebreos, se menciona claramente la purificación de ambos santuarios, el terrenal y el celestial. “Según la ley, casi todas las cosas son purificadas con sangre; y sin derramamiento de sangre no hay remisión. fue pues necesario que las representaciones de las cosas celestiales fuesen purificadas con estos sacrificios, pero las mismas cosas celestiales, con mejores sacrificios que éstos” Hebreos 9:22-23
RVR1960 22 Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión. 23 Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas así; pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que estos. NTV 22 De hecho, según la ley de Moisés, casi todo se purificaba con sangre porque sin derramamiento de sangre no hay perdón. 23 Por esa razón, el tabernáculo y todo lo que en él había — que eran copias de las cosas del cielo — debían ser purificados mediante la sangre de animales; pero las cosas verdaderas del cielo debían ser purificadas mediante sacrificios superiores a la sangre de animales.
VM a saber, la preciosa sangre de Cristo.

En ambos servicios, el típico y el real, la purificación debe efectuarse con sangre; en aquél con sangre de ánimales; en éste, con la sangre de Cristo. San Pablo dice que la razón por la cual esta purificación debe hacerse con sangre, es porque sin derramamiento de sangre no hay remisión. La remisión, o sea el acto de quitar los pecados, es la obra que debe realizarse. ¿Pero cómo podía relacionarse el pecado con el santuario del cielo o con el de la tierra? Puede saberse esto estudiando el servicio simbólico, pues los sacerdotes que oficiaban en la tierra, ministraban “lo que es la mera representación y sombra de las cosas celestiales.” Hebreos 8:5
RVR1960 5 los cuales sirven a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales, como se le advirtió a Moisés cuando iba a erigir el tabernáculo, diciéndole: Mira, haz todas las cosas conforme al modelo que se te ha mostrado en el monte. NTV 5 Ellos sirven dentro de un sistema de adoración que es solo una copia, una sombra del verdadero, que está en el cielo. Pues cuando Moisés estaba por construir el tabernáculo, Dios le advirtió lo siguiente: «Asegúrate de hacer todo según el modelo que te mostré aquí en la montaña».

El servicio del santuario terrenal consistía en dos partes; los sacerdotes ministraban diariamente en el lugar santo, mientras que una vez al año el sumo sacerdote efectuaba un servicio especial de expiación en el lugar santísimo, para purificar el santuario. Día tras día el pecador arrepentido llevaba su ofrenda a la puerta del tabernáculo, y poniendo la mano sobre la cabeza de la víctima, confesaba sus pecados, transfiriéndolos así figurativamente de si mismo a la víctima inocente. Luego se mataba el animal. “Sin derramamiento de sangre,” dice el apóstol, no hay remisión de pecados. “La vida de la carne en la sangre está.” Levítico 17:11
RVR1960 11 Porque la vida de la carne en la sangre está, y yo os la he dado para hacer expiación sobre el altar por vuestras almas; y la misma sangre hará expiación de la persona. NTV 11 porque la vida del cuerpo está en la sangre. Les he dado la sangre sobre el altar con el fin de purificarlos, para hacerlos justos ante el Señor. Es la sangre, dada a cambio de una vida, la que hace posible la purificación.
La ley de Dios quebrantada exigía la vida del transgresor. La sangre, que representaba la vida comprometida del pecador, cuya culpa cargaba la víctima, la llevaba el sacerdote al lugar santo y la salpicaba ante el velo, detrás del cual estaba el arca que contenía la ley que el pecador había transgredido. Mediante esta ceremonia, el pecado era transferido figurativamente, por intermedio de la sangre, al santuario. En ciertos casos, la sangre no era llevada al lugar santo; pero el sacerdote debía entonces comer la carne, como Moisés lo había mandado a los hijos de Aarón, diciendo: “Dióla él a vosotros para llevar la iniquidad de la congregación.” Levítico 10:17
RVR1960 17 ¿Por qué no comisteis la expiación en lugar santo? Pues es muy santa, y la dio él a vosotros para llevar la iniquidad de la congregación, para que sean reconciliados delante de Jehová. NTV 17 — ¿Por qué no comieron la ofrenda por el pecado en el lugar sagrado? — les preguntó — . ¡Es una ofrenda santa! El Señor se la dio a ustedes para quitar la culpa de la comunidad y purificar al pueblo, y hacerlo justo ante el Señor.
Ambas ceremonias simbolizaban por igual la transferencia del pecado del penitente al santuario.

Tal era la obra que se llevaba a cabo día tras día durante todo el año. Los pecados de Israel eran transferidos así al santuario, y se hacía necesario un servicio especial para eliminarlos. Dios mandó que se hiciera una expiación por cada uno de los departamentos sagrados. “Así hará expiación por el Santuario, a causa de las inmundicias de los hijos de Israel y de sus transgresiones, con motivo de todos sus pecados. Y del mismo modo hará con el Tabernáculo de Reunión, que reside con ellos, en medio de sus inmundicias.” Debía hacerse también una expiación por el altar: “Lo purificará y lo santificará, a causa de las inmundicias de los hijos de Israel.” Levítico 16:16
RVR1960 16 Así purificará el santuario, a causa de las impurezas de los hijos de Israel, de sus rebeliones y de todos sus pecados; de la misma manera hará también al tabernáculo de reunión, el cual reside entre ellos en medio de sus impurezas. NTV 16 Mediante este proceso, purificará el Lugar Santísimo, y hará lo mismo con todo el tabernáculo, a causa de la contaminación por el pecado y la rebelión de los israelitas.
Levítico 16:19
RVR1960 19 Y esparcirá sobre él de la sangre con su dedo siete veces, y lo limpiará, y lo santificará de las inmundicias de los hijos de Israel. NTV 19 Después rociará la sangre con su dedo siete veces sobre el altar. De esta manera lo purificará de la contaminación de Israel y lo hará santo.

Una vez al año, en el gran día de las expiaciones, el sacerdote entraba en el lugar santísimo para purificar el santuario. El servicio que se realizaba allí completaba la serie a nual de los servicios. En el día de las expiaciones se llevaban dos machos cabrios a la entrada del tabernáculo y se echaban suertes sobre ellos, “la una suerte para Jehová y la otra para Azazel.” Levítico 16:8
RVR1960 8 Y echará suertes Aarón sobre los dos machos cabríos; una suerte por Jehová, y otra suerte por Azazel. NTV 8 Después hará un sorteo sagrado para determinar qué chivo será apartado como ofrenda para el Señor y cuál llevará los pecados del pueblo al desierto de Azazel.
El macho cabrío sobre el cual caía la suerte para Jehová debía ser inmolado como ofrenda por el pecado del pueblo. Y el sacerdote debía llevar velo adentro la sangre de aquél y rociarla sobre el propiciatorio y delante de él. También había que rociar con ella el altar del incienso, que se encontraba delante del velo.

“Y pondrá Aarón entrambas manos sobre la cabeza del macho cabrío vivo, y confesará sobre él todas las iniquidades de los hijos de Israel, y todas sus transgresiones, a causa de todos sus pecados, cargándolos así sobre la cabeza del macho cabrío, y le enviará al desierto por mano de un hombre idóneo. Y el macho cabrío llevará sobre sí las iniquidades de ellos a tierra inhabitada.” Levítico 16:21-22
RVR1960 21 y pondrá Aarón sus dos manos sobre la cabeza del macho cabrío vivo, y confesará sobre él todas las iniquidades de los hijos de Israel, todas sus rebeliones y todos sus pecados, poniéndolos así sobre la cabeza del macho cabrío, y lo enviará al desierto por mano de un hombre destinado para esto. 22 Y aquel macho cabrío llevará sobre sí todas las iniquidades de ellos a tierra inhabitada; y dejará ir el macho cabrío por el desierto. NTV 21 Pondrá ambas manos encima de la cabeza del chivo y confesará sobre él toda la perversidad, la rebelión y los pecados del pueblo de Israel. De esta forma, traspasará los pecados del pueblo a la cabeza del chivo. Después un hombre, especialmente seleccionado para la tarea, llevará el chivo al desierto. 22 Al irse el chivo al desierto, llevará todos los pecados del pueblo sobre sí mismo a una tierra desolada.
El macho cabrío emisario no volvía al real de Israel, y el hombre que lo había llevado afuera debía lavarse y lavar sus vestidos con agua antes de volver al campamento.

Toda la ceremonia estaba destinada a inculcar a los israelitas una idea de la santidad de Dios y de su odio al pecado; y además hacerles ver que no podían ponerse en contacto con el pecado sin contaminarse. Se requería de todos que afligiesen sus almas mientras se celebraba el servicio de expiación. Toda ocupación debía dejarse a un lado, y toda la congregación de Israel debía pasar el día en solemne humillación ante Dios, con oración, ayuno y examen profundo del corazón.

El servicio típico enseña importantes verdades respecto a la expiación. Se aceptaba un substituto en lugar del pecador; pero la sangre de la víctima no borraba el pecado. Sólo proveía un medio para transferirlo al santuario. Con la ofrenda de sangre, el pecador reconocía la autoridad de la ley, confesaba su culpa, y expresaba su deseo de ser perdonado mediante la fe en un Redentor por venir; pero no estaba aún enteramente libre de la condenación de la ley. El día de la expiación, el sumo sacerdote, después de haber tomado una víctima ofrecida por la congregación, iba al lugar santísimo con la sangre de dicha víctima y rociaba con ella el propiciatorio, encima mismo de la ley, para dar satisfacción a sus exigencias. Luego, en calidad de mediador, tomaba los pecados sobre sí y los llevaba fuera del santuario. Poniendo sus manos sobre la cabeza del segundo macho cabrío, confesaba sobre él todos esos pecados, transfiriéndolos así figurativamente de él al macho cabrio emisario. Este los llevaba luego lejos y se los consideraba como si estuviesen para siempre quitados y ecbados lejos del pueblo.

Tal era el servicio que se efectuaba como “mera representación y sombra de las cosas celestiales.” Y lo que se hacía típicamente en el santuario terrenal, se hace en realidad en el santuario celestial. Después de su ascensión, nuestro Salvador empezó a actuar como nuestro Sumo Sacerdote. San Pablo dice: “No entró Cristo en un lugar santo hecho de mano, que es una mera representación del verdadero, sino en el cielo mismo, para presentarse ahora delante de Dios por nosotros.” Hebreos 9:24
RVR1960 24 Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios; NTV 24 Pues Cristo no entró en un lugar santo hecho por manos humanas, que era solo una copia del verdadero, que está en el cielo. Él entró en el cielo mismo para presentarse ahora delante de Dios a favor de nosotros;

El servicio del sacerdote durante el año en el primer departamento del santuario, “adentro del velo” que formaba la entrada y separaba el lugar santo del atrio exterior, representa la obra y el servicio a que dio principio Cristo al ascender al cielo. La obra del sacerdote en el servicio diario consistía en presentar ante Dios la sangre del holocausto, como también el incienso que subía con las oraciones de Israel Así es como Cristo ofrece su sangre ante el Padre en beneficio de los pecadores, y así es como presenta ante él, además, junto con el precioso perfume de su propia justicia, las oraciones de los creyentes arrepentidos. Tal era la obra desempeñada en el primer departamento del santuario en el cielo.

Hasta allí siguieron los discípulos a Cristo por la fe cuando se elevó de la presencia de ellos. Allí se concentraba su esperanza, “la cual — dice San Pablo — tenemos como ancla del alma, segura y firme, y que penetra hasta a lo que está dentro del velo; adonde, como precursor nuestro, Jesús ha entrado por nosotros, constituído sumo sacerdote para siempre.” “Ni tampoco por medio de la sangre de machos de cabrio y de terneros, sino por la virtud de su propia sangre, entró una vez para siempre en el lugar santo, habiendo ya hallado eterna redención.” Hebreos 6:19-20
RVR1960 19 La cual tenemos como segura y firme ancla del alma, y que penetra hasta dentro del velo, 20 donde Jesús entró por nosotros como precursor, hecho sumo sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec. NTV 19 Esta esperanza es un ancla firme y confiable para el alma; nos conduce a través de la cortina al santuario interior de Dios. 20 Jesús ya entró allí por nosotros. Él ha llegado a ser nuestro eterno Sumo Sacerdote, según el orden de Melquisedec.
Hebreos 9:12
RVR1960 12 y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención. NTV 12 Con su propia sangre — no con la sangre de cabras ni de becerros — entró en el Lugar Santísimo una sola vez y para siempre, y aseguró nuestra redención eterna.

Este ministerio siguió efectuándose durante dieciocho siglos en el primer departamento del santuario. La sangre de Cristo, ofrecida en beneficio de los creyentes arrepentidos, les aseguraba perdón y aceptación cerca del Padre, pero no obstante sus pecados permanecían inscritos en los libros de registro. Como en el servicio típico había una obra de expiación al fin del año, así también, antes de que la obra de Cristo para la redención de los hombres se complete, queda por hacer una obra de expiación para quitar el pecado del santuario. Este es el servicio que empezó cuando terminaron los 2.300 días. Entonces, así como lo había anunciado Daniel el profeta, nuestro Sumo Sacerdote entró en el lugar santísimo, para cumplir la última parte de su solemne obra: la purificación del santuario.

Así como en la antigüedad los pecados del pueblo eran puestos por fe sobre la víctima ofrecida, y por la sangre de ésta se transferían figurativamente al santuario terrenal, así también, en el nuevo pacto, los pecados de los que se arrepienten son puestos por fe sobre Cristo, y transferidos, de hecho, al santuario celestial. Y así como la purificación típica de lo terrenal se efectuaba quitando los pecados con los cuales había sido contaminado, así también la purificación real de lo celestial debe efectuarse quitando o borrando los pecados registrados en el cielo. Pero antes de que esto pueda cumplirse deben examinarse los registros para determinar quiénes son los que, por su arrepentimiento del pecado y su fe en Cristo, tienen derecho a los beneficios de la expiación cumplida por él. La purificación del santuario implica por lo tanto una obra de investigación — una obra de juicio. Esta obra debe realizarse antes de que venga Cristo para redimir a su pueblo, pues cuando venga, su galardón está con él, para que pueda otorgar la recompensa a cada uno según haya sido su obra. Apocalipsis 22:12
RVR1960 12 He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra. NTV 12 «Miren, yo vengo pronto, y traigo la recompensa conmigo para pagarle a cada uno según lo que haya hecho.

Así que los que andaban en la luz de la palabra profética vieron que en lugar de venir a la tierra al fin de los 2.300 días, en 1844, Cristo entró entonces en el lugar santísimo del santuario celestial para cumplir la obra final de la expiación preparatoria para su venida.

Se vio además que, mientras que el holocausto señalaba a Cristo como sacrificio, y el sumo sacerdote representaba a Cristo como mediador, el macho cabrío simbolizaba a Satanás, autor del pecado, sobre quien serán colocados finalmente los pecados de los verdaderamente arrepentidos. Cuando el sumo sacerdote, en virtud de la sangre del holocausto, quitaba los pecados del santuario, los ponía sobre la cabeza del macho cabrío para Azazel. Cuando Cristo, en virtud de su propia sangre, quite del santuario celestial los pecados de su pueblo al fin de su ministerio, los pondrá sobre Satanás, el cual en la consumación del juicio debe cargar con la pena final. El macho cabrío era enviado lejos a un lugar desierto, para no volver jamás a la congregación de Israel. Así también Satanás será desterrado para siempre de la presencia de Dios y de su pueblo, y será aniquilado en la destrucción final del pecado y de los pecadores.

This page was produced by
Estudia la Biblia Hoy
estudialabibliahoy.com


Australia/Sydney : 20231203-181101 : 1626149781039 : 1635921951656

24/43