Los Estados Unidos en la profecía — Estudia la Biblia Hoy





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Los Estados Unidos en la profecía
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El sábado conmemora la creación de Dios y es la razón importante de adorar al Creador.
Éxodo 8-11
RVR1960 1 Entonces Jehová dijo a Moisés: Entra a la presencia de Faraón y dile: Jehová ha dicho así: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva. 2 Y si no lo quisieres dejar ir, he aquí yo castigaré con ranas todos tus territorios. 3 Y el río criará ranas, las cuales subirán y entrarán en tu casa, en la cámara donde duermes, y sobre tu cama, y en las casas de tus siervos, en tu pueblo, en tus hornos y en tus artesas. 4 Y las ranas subirán sobre ti, sobre tu pueblo, y sobre todos tus siervos. 5 Y Jehová dijo a Moisés: Di a Aarón: Extiende tu mano con tu vara sobre los ríos, arroyos y estanques, para que haga subir ranas sobre la tierra de Egipto. 6 Entonces Aarón extendió su mano sobre las aguas de Egipto, y subieron ranas que cubrieron la tierra de Egipto. 7 Y los hechiceros hicieron lo mismo con sus encantamientos, e hicieron venir ranas sobre la tierra de Egipto. 8 Entonces Faraón llamó a Moisés y a Aarón, y les dijo: Orad a Jehová para que quite las ranas de mí y de mi pueblo, y dejaré ir a tu pueblo para que ofrezca sacrificios a Jehová. 9 Y dijo Moisés a Faraón: Dígnate indicarme cuándo debo orar por ti, por tus siervos y por tu pueblo, para que las ranas sean quitadas de ti y de tus casas, y que solamente queden en el río. 10 Y él dijo: Mañana. Y Moisés respondió: Se hará conforme a tu palabra, para que conozcas que no hay como Jehová nuestro Dios. 11 Y las ranas se irán de ti, y de tus casas, de tus siervos y de tu pueblo, y solamente quedarán en el río. 12 Entonces salieron Moisés y Aarón de la presencia de Faraón. Y clamó Moisés a Jehová tocante a las ranas que había mandado a Faraón. 13 E hizo Jehová conforme a la palabra de Moisés, y murieron las ranas de las casas, de los cortijos y de los campos. 14 Y las juntaron en montones, y apestaba la tierra. 15 Pero viendo Faraón que le habían dado reposo, endureció su corazón y no los escuchó, como Jehová lo había dicho. 16 Entonces Jehová dijo a Moisés: Di a Aarón: Extiende tu vara y golpea el polvo de la tierra, para que se vuelva piojos por todo el país de Egipto. 17 Y ellos lo hicieron así; y Aarón extendió su mano con su vara, y golpeó el polvo de la tierra, el cual se volvió piojos, así en los hombres como en las bestias; todo el polvo de la tierra se volvió piojos en todo el país de Egipto. 18 Y los hechiceros hicieron así también, para sacar piojos con sus encantamientos; pero no pudieron. Y hubo piojos tanto en los hombres como en las bestias. 19 Entonces los hechiceros dijeron a Faraón: Dedo de Dios es éste. Mas el corazón de Faraón se endureció, y no los escuchó, como Jehová lo había dicho. 20 Jehová dijo a Moisés: Levántate de mañana y ponte delante de Faraón, he aquí él sale al río; y dile: Jehová ha dicho así: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva. 21 Porque si no dejas ir a mi pueblo, he aquí yo enviaré sobre ti, sobre tus siervos, sobre tu pueblo y sobre tus casas toda clase de moscas; y las casas de los egipcios se llenarán de toda clase de moscas, y asimismo la tierra donde ellos estén. 22 Y aquel día yo apartaré la tierra de Gosén, en la cual habita mi pueblo, para que ninguna clase de moscas haya en ella, a fin de que sepas que yo soy Jehová en medio de la tierra. 23 Y yo pondré redención entre mi pueblo y el tuyo. Mañana será esta señal. 24 Y Jehová lo hizo así, y vino toda clase de moscas molestísimas sobre la casa de Faraón, sobre las casas de sus siervos, y sobre todo el país de Egipto; y la tierra fue corrompida a causa de ellas. 25 Entonces Faraón llamó a Moisés y a Aarón, y les dijo: Andad, ofreced sacrificio a vuestro Dios en la tierra. 26 Y Moisés respondió: No conviene que hagamos así, porque ofreceríamos a Jehová nuestro Dios la abominación de los egipcios. He aquí, si sacrificáramos la abominación de los egipcios delante de ellos, ¿no nos apedrearían? 27 Camino de tres días iremos por el desierto, y ofreceremos sacrificios a Jehová nuestro Dios, como él nos dirá. 28 Dijo Faraón: Yo os dejaré ir para que ofrezcáis sacrificios a Jehová vuestro Dios en el desierto, con tal que no vayáis más lejos; orad por mí. 29 Y respondió Moisés: He aquí, al salir yo de tu presencia, rogaré a Jehová que las diversas clases de moscas se vayan de Faraón, y de sus siervos, y de su pueblo mañana; con tal que Faraón no falte más, no dejando ir al pueblo a dar sacrificio a Jehová. 30 Entonces Moisés salió de la presencia de Faraón, y oró a Jehová. 31 Y Jehová hizo conforme a la palabra de Moisés, y quitó todas aquellas moscas de Faraón, de sus siervos y de su pueblo, sin que quedara una. 32 Mas Faraón endureció aun esta vez su corazón, y no dejó ir al pueblo. 1 Entonces Jehová dijo a Moisés: Entra a la presencia de Faraón, y dile: Jehová, el Dios de los hebreos, dice así: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva. 2 Porque si no lo quieres dejar ir, y lo detienes aún, 3 he aquí la mano de Jehová estará sobre tus ganados que están en el campo, caballos, asnos, camellos, vacas y ovejas, con plaga gravísima. 4 Y Jehová hará separación entre los ganados de Israel y los de Egipto, de modo que nada muera de todo lo de los hijos de Israel. 5 Y Jehová fijó plazo, diciendo: Mañana hará Jehová esta cosa en la tierra. 6 Al día siguiente Jehová hizo aquello, y murió todo el ganado de Egipto; mas del ganado de los hijos de Israel no murió uno. 7 Entonces Faraón envió, y he aquí que del ganado de los hijos de Israel no había muerto uno. Mas el corazón de Faraón se endureció, y no dejó ir al pueblo. 8 Y Jehová dijo a Moisés y a Aarón: Tomad puñados de ceniza de un horno, y la esparcirá Moisés hacia el cielo delante de Faraón; 9 y vendrá a ser polvo sobre toda la tierra de Egipto, y producirá sarpullido con úlceras en los hombres y en las bestias, por todo el país de Egipto. 10 Y tomaron ceniza del horno, y se pusieron delante de Faraón, y la esparció Moisés hacia el cielo; y hubo sarpullido que produjo úlceras tanto en los hombres como en las bestias. 11 Y los hechiceros no podían estar delante de Moisés a causa del sarpullido, porque hubo sarpullido en los hechiceros y en todos los egipcios. 12 Pero Jehová endureció el corazón de Faraón, y no los oyó, como Jehová lo había dicho a Moisés. 13 Entonces Jehová dijo a Moisés: Levántate de mañana, y ponte delante de Faraón, y dile: Jehová, el Dios de los hebreos, dice así: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva. 14 Porque yo enviaré esta vez todas mis plagas a tu corazón, sobre tus siervos y sobre tu pueblo, para que entiendas que no hay otro como yo en toda la tierra. 15 Porque ahora yo extenderé mi mano para herirte a ti y a tu pueblo de plaga, y serás quitado de la tierra. 16 Y a la verdad yo te he puesto para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado en toda la tierra. 17 ¿Todavía te ensoberbeces contra mi pueblo, para no dejarlos ir? 18 He aquí que mañana a estas horas yo haré llover granizo muy pesado, cual nunca hubo en Egipto, desde el día que se fundó hasta ahora. 19 Envía, pues, a recoger tu ganado, y todo lo que tienes en el campo; porque todo hombre o animal que se halle en el campo, y no sea recogido a casa, el granizo caerá sobre él, y morirá. 20 De los siervos de Faraón, el que tuvo temor de la palabra de Jehová hizo huir sus criados y su ganado a casa; 21 mas el que no puso en su corazón la palabra de Jehová, dejó sus criados y sus ganados en el campo. 22 Y Jehová dijo a Moisés: Extiende tu mano hacia el cielo, para que venga granizo en toda la tierra de Egipto sobre los hombres, y sobre las bestias, y sobre toda la hierba del campo en el país de Egipto. 23 Y Moisés extendió su vara hacia el cielo, y Jehová hizo tronar y granizar, y el fuego se descargó sobre la tierra; y Jehová hizo llover granizo sobre la tierra de Egipto. 24 Hubo, pues, granizo, y fuego mezclado con el granizo, tan grande, cual nunca hubo en toda la tierra de Egipto desde que fue habitada. 25 Y aquel granizo hirió en toda la tierra de Egipto todo lo que estaba en el campo, así hombres como bestias; asimismo destrozó el granizo toda la hierba del campo, y desgajó todos los árboles del país. 26 Solamente en la tierra de Gosén, donde estaban los hijos de Israel, no hubo granizo. 27 Entonces Faraón envió a llamar a Moisés y a Aarón, y les dijo: He pecado esta vez; Jehová es justo, y yo y mi pueblo impíos. 28 Orad a Jehová para que cesen los truenos de Dios y el granizo, y yo os dejaré ir, y no os detendréis más. 29 Y le respondió Moisés: Tan pronto salga yo de la ciudad, extenderé mis manos a Jehová, y los truenos cesarán, y no habrá más granizo; para que sepas que de Jehová es la tierra. 30 Pero yo sé que ni tú ni tus siervos temeréis todavía la presencia de Jehová Dios. 31 El lino, pues, y la cebada fueron destrozados, porque la cebada estaba ya espigada, y el lino en caña. 32 Mas el trigo y el centeno no fueron destrozados, porque eran tardíos. 33 Y salido Moisés de la presencia de Faraón, fuera de la ciudad, extendió sus manos a Jehová, y cesaron los truenos y el granizo, y la lluvia no cayó más sobre la tierra. 34 Y viendo Faraón que la lluvia había cesado, y el granizo y los truenos, se obstinó en pecar, y endurecieron su corazón él y sus siervos. 35 Y el corazón de Faraón se endureció, y no dejó ir a los hijos de Israel, como Jehová lo había dicho por medio de Moisés. 1 Jehová dijo a Moisés: Entra a la presencia de Faraón; porque yo he endurecido su corazón, y el corazón de sus siervos, para mostrar entre ellos estas mis señales, 2 y para que cuentes a tus hijos y a tus nietos las cosas que yo hice en Egipto, y mis señales que hice entre ellos; para que sepáis que yo soy Jehová. 3 Entonces vinieron Moisés y Aarón a Faraón, y le dijeron: Jehová el Dios de los hebreos ha dicho así: ¿Hasta cuándo no querrás humillarte delante de mí? Deja ir a mi pueblo, para que me sirva. 4 Y si aún rehúsas dejarlo ir, he aquí que mañana yo traeré sobre tu territorio la langosta, 5 la cual cubrirá la faz de la tierra, de modo que no pueda verse la tierra; y ella comerá lo que escapó, lo que os quedó del granizo; comerá asimismo todo árbol que os fructifica en el campo. 6 Y llenará tus casas, y las casas de todos tus siervos, y las casas de todos los egipcios, cual nunca vieron tus padres ni tus abuelos, desde que ellos fueron sobre la tierra hasta hoy. Y se volvió y salió de delante de Faraón. 7 Entonces los siervos de Faraón le dijeron: ¿Hasta cuándo será este hombre un lazo para nosotros? Deja ir a estos hombres, para que sirvan a Jehová su Dios. ¿Acaso no sabes todavía que Egipto está ya destruido? 8 Y Moisés y Aarón volvieron a ser llamados ante Faraón, el cual les dijo: Andad, servid a Jehová vuestro Dios. ¿Quiénes son los que han de ir? 9 Moisés respondió: Hemos de ir con nuestros niños y con nuestros viejos, con nuestros hijos y con nuestras hijas; con nuestras ovejas y con nuestras vacas hemos de ir; porque es nuestra fiesta solemne para Jehová. 10 Y él les dijo: ! ! Así sea Jehová con vosotros! ¿Cómo os voy a dejar ir a vosotros y a vuestros niños? ! ! Mirad cómo el mal está delante de vuestro rostro! 11 No será así; id ahora vosotros los varones, y servid a Jehová, pues esto es lo que vosotros pedisteis. Y los echaron de la presencia de Faraón. 12 Entonces Jehová dijo a Moisés: Extiende tu mano sobre la tierra de Egipto para traer la langosta, a fin de que suba sobre el país de Egipto, y consuma todo lo que el granizo dejó. 13 Y extendió Moisés su vara sobre la tierra de Egipto, y Jehová trajo un viento oriental sobre el país todo aquel día y toda aquella noche; y al venir la mañana el viento oriental trajo la langosta. 14 Y subió la langosta sobre toda la tierra de Egipto, y se asentó en todo el país de Egipto en tan gran cantidad como no la hubo antes ni la habrá después; 15 y cubrió la faz de todo el país, y oscureció la tierra; y consumió toda la hierba de la tierra, y todo el fruto de los árboles que había dejado el granizo; no quedó cosa verde en árboles ni en hierba del campo, en toda la tierra de Egipto. 16 Entonces Faraón se apresuró a llamar a Moisés y a Aarón, y dijo: He pecado contra Jehová vuestro Dios, y contra vosotros. 17 Mas os ruego ahora que perdonéis mi pecado solamente esta vez, y que oréis a Jehová vuestro Dios que quite de mí al menos esta plaga mortal. 18 Y salió Moisés de delante de Faraón, y oró a Jehová. 19 Entonces Jehová trajo un fortísimo viento occidental, y quitó la langosta y la arrojó en el Mar Rojo; ni una langosta quedó en todo el país de Egipto. 20 Pero Jehová endureció el corazón de Faraón, y éste no dejó ir a los hijos de Israel. 21 Jehová dijo a Moisés: Extiende tu mano hacia el cielo, para que haya tinieblas sobre la tierra de Egipto, tanto que cualquiera las palpe. 22 Y extendió Moisés su mano hacia el cielo, y hubo densas tinieblas sobre toda la tierra de Egipto, por tres días. 23 Ninguno vio a su prójimo, ni nadie se levantó de su lugar en tres días; mas todos los hijos de Israel tenían luz en sus habitaciones. 24 Entonces Faraón hizo llamar a Moisés, y dijo: Id, servid a Jehová; solamente queden vuestras ovejas y vuestras vacas; vayan también vuestros niños con vosotros. 25 Y Moisés respondió: Tú también nos darás sacrificios y holocaustos que sacrifiquemos para Jehová nuestro Dios. 26 Nuestros ganados irán también con nosotros; no quedará ni una pezuña; porque de ellos hemos de tomar para servir a Jehová nuestro Dios, y no sabemos con qué hemos de servir a Jehová hasta que lleguemos allá. 27 Pero Jehová endureció el corazón de Faraón, y no quiso dejarlos ir. 28 Y le dijo Faraón: Retírate de mí; guárdate que no veas más mi rostro, porque en cualquier día que vieres mi rostro, morirás. 29 Y Moisés respondió: Bien has dicho; no veré más tu rostro. 1 Jehová dijo a Moisés: Una plaga traeré aún sobre Faraón y sobre Egipto, después de la cual él os dejará ir de aquí; y seguramente os echará de aquí del todo. 2 Habla ahora al pueblo, y que cada uno pida a su vecino, y cada una a su vecina, alhajas de plata y de oro. 3 Y Jehová dio gracia al pueblo en los ojos de los egipcios. También Moisés era tenido por gran varón en la tierra de Egipto, a los ojos de los siervos de Faraón, y a los ojos del pueblo. 4 Dijo, pues, Moisés: Jehová ha dicho así: A la medianoche yo saldré por en medio de Egipto, 5 y morirá todo primogénito en tierra de Egipto, desde el primogénito de Faraón que se sienta en su trono, hasta el primogénito de la sierva que está tras el molino, y todo primogénito de las bestias. 6 Y habrá gran clamor por toda la tierra de Egipto, cual nunca hubo, ni jamás habrá. 7 Pero contra todos los hijos de Israel, desde el hombre hasta la bestia, ni un perro moverá su lengua, para que sepáis que Jehová hace diferencia entre los egipcios y los israelitas. 8 Y descenderán a mí todos estos tus siervos, e inclinados delante de mí dirán: Vete, tú y todo el pueblo que está debajo de ti; y después de esto yo saldré. Y salió muy enojado de la presencia de Faraón. 9 Y Jehová dijo a Moisés: Faraón no os oirá, para que mis maravillas se multipliquen en la tierra de Egipto. 10 Y Moisés y Aarón hicieron todos estos prodigios delante de Faraón; pues Jehová había endurecido el corazón de Faraón, y no envió a los hijos de Israel fuera de su país. Éxodo 9: 10 : Ap. 16.
2. Éxodo 9: 16 : Ro. 9.
17. Éxodo 9: 24 : Ap. 8.
7; chapter 16.
21. Éxodo 10: 15 : Ap. 9.
2-3. Éxodo 10: 21 : Ap. 16.
10.
NTV 1 Entonces el Señor le dijo a Moisés: «Regresa a ver al faraón y anúnciale lo siguiente: “Esto dice el Señor: ‘Deja ir a mi pueblo para que me adore. 2 Si te niegas a dejarlo ir, enviaré una plaga de ranas por todo tu territorio. 3 El río Nilo se colmará de ranas. Saldrán del río y se meterán en tu palacio, ¡hasta en tu dormitorio y sobre tu cama! Entrarán en las casas de tus funcionarios y de tu gente. Incluso saltarán en tus hornos y en los recipientes donde amasan tu pan. 4 Las ranas saltarán sobre ti, sobre tu gente y sobre todos tus funcionarios’”». 5 Luego el Señor le dijo a Moisés: «Dile a Aarón: “Extiende la vara que llevas en la mano sobre los ríos, los canales y las lagunas de Egipto, y haz que aparezcan ranas sobre toda la tierra”». 6 Entonces Aarón extendió su mano sobre las aguas de Egipto, ¡y salieron ranas que cubrieron todo el territorio! 7 Pero los magos pudieron hacer lo mismo con sus artes mágicas, también lograron que aparecieran ranas en la tierra de Egipto. 8 Entonces el faraón mandó llamar a Moisés y a Aarón, y les suplicó: — Rueguen al Señor que quite las ranas de mí y de mi gente. Yo dejaré salir a su pueblo para que ofrezca sacrificios al Señor. 9 — ¡Tú fija la hora! — respondió Moisés — . Dime cuándo quieres que ore por ti, por tus funcionarios y por tu gente. Entonces tú y tus casas se librarán de las ranas, y estas quedarán solo en el río Nilo. 10 — Háganlo mañana mismo — dijo el faraón. — De acuerdo — respondió Moisés — , se hará como has dicho. Entonces sabrás que no hay nadie como el Señor nuestro Dios. 11 Las ranas se alejarán de ti y de tus casas, de tus funcionarios y de tu gente. Quedarán solamente en el río Nilo. 12 Entonces Moisés y Aarón salieron del palacio del faraón, y Moisés clamó al Señor acerca de las ranas que le había enviado al faraón. 13 Y el Señor hizo exactamente lo que Moisés había predicho. Murieron todas las ranas en las casas, en los patios y en los campos. 14 Los egipcios las apilaron en grandes montones, y un hedor insoportable llenó todo el territorio. 15 Pero cuando el faraón vio que había alivio, se puso terco y se negó a escuchar a Moisés y a Aarón, tal como el Señor había dicho. 16 Así que el Señor le dijo a Moisés: «Dile a Aarón: “Extiende tu vara y golpea el suelo. El polvo se convertirá en enjambres de mosquitos por toda la tierra de Egipto”». 17 Entonces Moisés y Aarón hicieron tal como el Señor les ordenó. Cuando Aarón extendió la mano y golpeó el suelo con su vara, los mosquitos infestaron todo el territorio y tanto los egipcios como sus animales quedaron cubiertos de ellos. Todo el polvo de la tierra de Egipto se convirtió en mosquitos. 18 Los magos del faraón intentaron hacer lo mismo mediante sus artes ocultas, pero esta vez no pudieron. Y los mosquitos estaban sobre todos: gente y animales por igual. 19 «¡Es el dedo de Dios! », exclamaron los magos ante el faraón. Pero el corazón del faraón siguió endurecido y no quiso escucharlos, tal como el Señor había dicho. 20 Luego el Señor le dijo a Moisés: «Mañana, levántate temprano y párate delante del faraón cuando baje al río y dile: “Esto dice el Señor: ‘Deja ir a mi pueblo para que me adore. 21 Si te niegas, enviaré enjambres de moscas sobre ti, tus funcionarios, tu gente y todas las casas. Los hogares egipcios se llenarán de moscas, y el suelo quedará cubierto de ellas. 22 Pero esta vez haré una excepción con la región de Gosén, donde vive mi pueblo. Allí no habrá moscas. Entonces sabrás que yo soy el Señor, y que estoy presente incluso en el corazón de tu tierra. 23 Haré una clara distinción entre mi pueblo y tu pueblo. Esta señal milagrosa ocurrirá mañana’”». 24 Y el Señor hizo tal como había dicho. Una densa nube de moscas llenó el palacio del faraón y las casas de sus funcionarios. Todo el territorio de Egipto entró en un estado de caos por causa de las moscas. 25 Entonces el faraón mandó llamar a Moisés y a Aarón y les dijo: — ¡De acuerdo! Vayan y ofrezcan sacrificios a su Dios, pero háganlo aquí, dentro del reino. 26 Pero Moisés respondió: — Eso no estaría bien. Los egipcios detestan los sacrificios que ofrecemos al Señor nuestro Dios. Si ofrecemos nuestros sacrificios a la vista de ellos, nos apedrearán. 27 Para ofrecer sacrificios al Señor nuestro Dios, tenemos que salir al desierto, a una distancia de tres días, tal como él nos ordenó. 28 — Está bien, pueden ir — contestó el faraón — . Los dejaré ir al desierto para ofrecer sacrificios al Señor su Dios, pero no se alejen demasiado. Apúrense y oren por mí. 29 — En cuanto salga de tu presencia — le respondió Moisés — , oraré al Señor, y mañana mismo la nube de moscas desaparecerá de ti, de tus funcionarios y de toda tu gente. Pero te advierto, faraón, no vuelvas a mentirnos o a engañarnos y luego negarte a dejar salir al pueblo para que ofrezca sacrificios al Señor. 30 Entonces Moisés salió del palacio del faraón y rogó al Señor que quitara todas las moscas. 31 El Señor hizo lo que Moisés pidió, y los enjambres de moscas desaparecieron del faraón, de los funcionarios y de su gente. No quedó ni una sola mosca. 32 Pero el faraón volvió a ponerse terco y se negó a dejar salir al pueblo. 1 «Preséntate de nuevo al faraón — le ordenó el Señor a Moisés — y dile: “Esto dice el Señor, Dios de los hebreos: ‘Deja ir a mi pueblo para que me adore’. 2 Si continúas reteniéndolo y te niegas a dejarlo salir, 3 la mano del Señor herirá a todos tus animales — caballos, burros, camellos, ganado, ovejas y cabras — con una plaga mortal. 4 Sin embargo, el Señor nuevamente hará una distinción entre los animales de los israelitas y los de los egipcios. ¡No morirá ni un solo animal de Israel! 5 El Señor ya determinó cuándo comenzará la plaga; ha declarado que mañana mismo herirá la tierra”». 6 Así que el Señor hizo tal como había dicho. A la mañana siguiente, todos los animales de los egipcios murieron, pero los israelitas no perdieron ni un solo animal. 7 Entonces el faraón envió a sus funcionarios a investigar, ¡y comprobaron que los israelitas no habían perdido ni uno de sus animales! Pero aun así, el corazón del faraón siguió obstinado, y una vez más se negó a dejar salir al pueblo. 8 Entonces el Señor les dijo a Moisés y a Aarón: «Tomen puñados de hollín de un horno de ladrillos y que Moisés lance el hollín al aire a la vista del faraón. 9 La ceniza se esparcirá como polvo fino sobre toda la tierra de Egipto y provocará llagas purulentas en las personas y en los animales por todo el territorio». 10 Entonces Moisés y Aarón tomaron hollín de un horno de ladrillos y se pararon ante el faraón. Mientras él observaba, Moisés lanzó la ceniza al aire, y brotaron llagas purulentas tanto en las personas como en los animales. 11 Ni los magos podían estar delante de Moisés, porque también ellos estaban afectados con las llagas, igual que todos los egipcios. 12 Pero el Señor endureció el corazón del faraón, y tal como el Señor había dicho a Moisés, el faraón se negó a escuchar. 13 Luego el Señor le dijo a Moisés: «Mañana, levántate temprano, regresa a ver al faraón y dile: “Esto dice el Señor, Dios de los hebreos: ‘Deja ir a mi pueblo para que me adore. 14 De lo contrario, enviaré más plagas sobre ti, tus funcionarios y tu pueblo. Entonces sabrás que no hay nadie como yo en toda la tierra. 15 A estas alturas, bien podría haber ya extendido mi mano y haberte herido a ti y a tu pueblo con una plaga capaz de exterminarlos de la faz de la tierra. 16 Sin embargo, te he perdonado la vida con un propósito: mostrarte mi poder y dar a conocer mi fama por toda la tierra. 17 Pero todavía actúas como señor y dueño de mi pueblo, te niegas a dejarlo salir. 18 Por eso, mañana, a esta misma hora, enviaré la granizada más devastadora que haya habido en toda la historia de Egipto. 19 ¡Rápido! Manda que tus animales y tus siervos regresen del campo para ponerse a salvo. Cualquier persona o animal que quede afuera morirá cuando caiga el granizo’”». 20 Algunos de los funcionarios del faraón tuvieron miedo, debido a lo que el Señor había dicho, y enseguida hicieron regresar a los siervos y al ganado de los campos; 21 pero los que no hicieron caso a la palabra del Señor dejaron a los suyos a la intemperie. 22 Entonces el Señor le dijo a Moisés: «Levanta tu mano al cielo para que caiga el granizo sobre la gente, los animales y todas las plantas a lo largo y a lo ancho de Egipto». 23 Así que Moisés levantó su vara al cielo, y el Señor envió truenos y granizo, y cayeron rayos hacia la tierra. El Señor descargó una terrible granizada sobre toda la tierra de Egipto. 24 Nunca en toda la historia de Egipto hubo una tormenta igual, con rayos sin parar y con un granizo tan devastador. 25 Dejó a Egipto totalmente en ruinas. El granizo destruyó todo lo que había en campo abierto: personas, animales y plantas por igual; hasta los árboles quedaron destrozados. 26 El único lugar donde no cayó granizo fue en la región de Gosén, donde vivía el pueblo de Israel. 27 Entonces el faraón enseguida mandó llamar a Moisés y a Aarón. — Esta vez he pecado — confesó — . El Señor es el justo, y mi pueblo y yo estamos equivocados. 28 Por favor, supliquen al Señor que ponga fin a este granizo y a estos truenos tan aterradores. ¡Basta ya! Los dejaré salir; no tienen que quedarse más tiempo. 29 — Muy bien — respondió Moisés — . En cuanto salga de la ciudad, levantaré mis manos y oraré al Señor. Entonces los truenos y el granizo cesarán, y sabrás que la tierra pertenece al Señor. 30 Sin embargo, yo sé que todavía ni tú ni tus funcionarios temen al Señor Dios. 31 (Todo el lino y toda la cebada quedaron destrozados por el granizo, porque la cebada estaba en espiga y el lino en flor. 32 Pero ni el trigo ni el trigo espelta sufrieron daño, porque todavía no habían brotado del suelo). 33 Entonces Moisés se fue del palacio del faraón y salió de la ciudad. Cuando elevó sus manos al Señor, los truenos y el granizo cesaron, y se detuvo la lluvia. 34 Al ver el faraón que la lluvia, el granizo y los truenos habían cesado, él y sus funcionarios pecaron de nuevo, y el faraón se puso terco una vez más. 35 Como tenía el corazón endurecido, el faraón se negó a dejar salir al pueblo, tal como el Señor había dicho por medio de Moisés. 1 Entonces el Señor le dijo a Moisés: «Regresa a ver al faraón y vuelve a presentar tus demandas. Yo hice que él y sus funcionarios se pusieran tercos con el fin de mostrar mis señales milagrosas en medio de ellos. 2 También lo hice para que ustedes pudieran contarles a sus hijos y a sus nietos acerca de cómo puse en ridículo a los egipcios, acerca de las señales que realicé en medio de ellos, y para que ustedes sepan que yo soy el Señor». 3 Así que Moisés y Aarón fueron ante el faraón y le dijeron: «Esto dice el Señor, Dios de los hebreos: “¿Hasta cuándo te negarás a someterte a mí? Deja ir a mi pueblo para que me adore. 4 Si te niegas, ¡ten cuidado! Pues mañana mismo traeré sobre tu tierra una plaga de langostas. 5 Cubrirán la tierra de tal manera que no podrás ver el suelo. Devorarán lo poquito que quedó después de la granizada, junto con todos los árboles que crecen en el campo. 6 Invadirán tus palacios y los hogares de tus funcionarios y todas las casas de Egipto. ¡Jamás en la historia de Egipto vieron tus antepasados una plaga como esta!”». Después de decir esas palabras, Moisés dio media vuelta y salió de la presencia del faraón. 7 Esta vez los funcionarios del faraón se le acercaron y le suplicaron: «¿Hasta cuándo permitirás que este hombre nos tenga como rehenes? ¡Deja que los hombres se vayan a adorar al Señor su Dios! ¿Acaso no te das cuenta de que Egipto está en ruinas? ». 8 Entonces hicieron volver a Moisés y a Aarón ante el faraón. — Está bien — les dijo — , vayan a adorar al Señor su Dios. Pero ¿exactamente quiénes irán con ustedes? 9 — Iremos todos — contestó Moisés — : jóvenes y mayores, nuestros hijos y nuestras hijas, y nuestros rebaños y nuestras manadas. Debemos unirnos todos para celebrar un festival al Señor. 10 El faraón replicó: — ¡Verdaderamente necesitarán que el Señor esté con ustedes si dejo que se lleven a sus hijos pequeños! Me doy cuenta de que tienen malas intenciones. 11 ¡Jamás! Solo los hombres pueden ir a adorar al Señor, ya que eso es lo que pidieron. Entonces el faraón los echó del palacio. 12 Así que el Señor le dijo a Moisés: «Extiende tu mano sobre la tierra de Egipto para que vengan las langostas. Que cubran la tierra y devoren todas las plantas que sobrevivieron la granizada». 13 Moisés extendió su vara sobre Egipto, y el Señor hizo que un viento del oriente soplara sobre el territorio todo ese día y también durante toda la noche. A la mañana siguiente, el viento del oriente había traído las langostas. 14 Estas invadieron toda la tierra de Egipto en densos enjambres, y se asentaron desde un extremo del territorio hasta el otro. Fue la peor plaga de langostas en la historia de Egipto, y jamás hubo otra igual; 15 pues las langostas cubrieron todo el reino y oscurecieron la tierra. Devoraron todas las plantas del campo y todos los frutos de los árboles que sobrevivieron al granizo. No quedó ni una sola hoja en los árboles ni en las plantas en toda la tierra de Egipto. 16 Entonces el faraón mandó llamar a Moisés y a Aarón de inmediato. «He pecado contra el Señor su Dios y contra ustedes — les confesó — . 17 Perdonen mi pecado una vez más, y rueguen al Señor su Dios para que aleje de mí esta muerte». 18 Moisés salió del palacio del faraón y rogó al Señor. 19 El Señor le respondió y cambió la dirección del viento, y el viento fuerte del occidente se llevó las langostas y las echó en el mar Rojo. No quedó ni una sola langosta en toda la tierra de Egipto. 20 Pero el Señor nuevamente endureció el corazón del faraón, por lo cual no dejó salir al pueblo. 21 Luego el Señor le dijo a Moisés: «Extiende tu mano hacia el cielo, y la tierra de Egipto quedará en una oscuridad tan densa que podrá palparse». 22 Entonces Moisés extendió su mano hacia los cielos, y una densa oscuridad cubrió toda la tierra de Egipto por tres días. 23 Durante todo ese tiempo las personas no pudieron verse unas a otras ni se movieron. Sin embargo, la luz no faltó en ningún momento donde vivían los israelitas. 24 Finalmente el faraón llamó a Moisés y le dijo: — Vayan a adorar al Señor, pero dejen aquí sus rebaños y sus manadas. Sin embargo, pueden llevarse a sus hijos pequeños. 25 — ¡De ninguna manera! — respondió Moisés — . Tú debes proveernos de animales para los sacrificios y las ofrendas quemadas que presentaremos al Señor nuestro Dios. 26 Todos nuestros animales deberán ir con nosotros; ni una sola pezuña puede quedar atrás. Tendremos que seleccionar nuestros sacrificios para el Señor nuestro Dios de entre esos animales, y solo sabremos cómo vamos a adorar al Señor una vez que estemos allí. 27 Pero el Señor endureció el corazón del faraón una vez más, y no quiso dejarlos salir. 28 — ¡Lárgate de aquí! — le gritó el faraón a Moisés — . Te advierto: ¡jamás regreses a verme! El día que me veas la cara, ¡morirás! 29 — Muy bien — respondió Moisés — . ¡Nunca más volveré a verte! 1 Entonces el Señor le dijo a Moisés: «Heriré al faraón y a la tierra de Egipto con un golpe más. Después, el faraón los dejará salir de su territorio. De hecho, estará tan desesperado por librarse de ustedes que los obligará a irse de su tierra. 2 Diles a todos los hombres y a todas las mujeres israelitas que pidan a sus vecinos egipcios objetos de plata y de oro». 3 (El Señor había hecho que los egipcios miraran con agrado al pueblo de Israel. Además, Moisés era considerado un gran hombre en la tierra de Egipto, y tanto los funcionarios del faraón como el pueblo egipcio lo respetaban). 4 Así que Moisés le dijo al faraón: «Esto dice el Señor: “Hoy, a la medianoche, pasaré por el corazón de Egipto. 5 Todo primer hijo varón de cada familia de Egipto morirá, desde el hijo mayor del faraón, el que se sienta en su trono, hasta el hijo mayor de la sirvienta más humilde que trabaja en el molino. Incluso la primera cría de todos los animales morirá”. 6 Entonces se oirá un lamento desgarrador por toda la tierra de Egipto, un lamento como nunca antes hubo ni habrá después. 7 Sin embargo, entre los israelitas habrá tal tranquilidad que ni siquiera un perro ladrará. Entonces sabrán que el Señor hace una distinción entre los egipcios y los israelitas. 8 Todos los funcionarios de Egipto correrán a buscarme y caerán al suelo ante mí y me suplicarán: “¡Por favor, vete! ¡Apresúrate! Y llévate a todos tus seguidores”. ¡Solo entonces me iré! ». Luego Moisés, ardiendo de enojo, salió de la presencia del faraón. 9 Ahora bien, ya antes, el Señor le había dicho a Moisés: «El faraón no los escuchará, así que haré más milagros poderosos en la tierra de Egipto». 10 Moisés y Aarón realizaron esos milagros en presencia del faraón, pero el Señor endureció el corazón del faraón, y no dejó salir de su territorio a los israelitas.

“Fue abierto el templo de Dios en el cielo, y fue vista en su templo el arca de su pacto.” Apocalipsis 11:19
RVR1960 19 Y el templo de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su pacto se veía en el templo. Y hubo relámpagos, voces, truenos, un terremoto y grande granizo. NTV 19 Después se abrió en el cielo el templo de Dios, y el arca de su pacto se podía ver dentro del templo. Salieron relámpagos, rugieron truenos y estruendos, y hubo un terremoto y una fuerte tormenta de granizo.
El arca del pacto de Dios está en el lugar santísimo, en el segundo departamento del santuario. En el servicio del tabernáculo terrenal, que servía “de mera representación y sombra de las cosas celestiales,” este departamento sólo se abría en el gran día de las expiaciones para la purificación del santuario. Por consiguiente, la proclamación de que el templo de Dios fue abierto en el cielo y fue vista el arca de su pacto, indica que el lugar santísimo del santuario celestial fue abierto en 1844, cuando Cristo entró en él para consumar la obra final de la expiación. Los que por fe siguieron a su gran Sumo Sacerdote cuando dio principio a su ministerio en el lugar santísimo, contemplaron el arca de su pacto. Habiendo estudiado el asunto del santuario, llegaron a entender el cambio que se había realizado en el ministerio del Salvador, y vieron que éste estaba entonces oficiando como intercesor ante el arca de Dios, y ofrecía su sangre en favor de los pecadores.

El arca que estaba en el tabernáculo terrenal contenía las dos tablas de piedra, en que estaban inscritos los preceptos de la ley de Dios. El arca era un mero receptáculo de las tablas de la ley, y era esta ley divina la que le daba su valor y su carácter sagrado a aquélla. Cuando fue abierto el templo de Dios en el cielo, se vio el arca de su pacto. En el lugar santísimo, en el santuario celestial, es donde se encuentra inviolablemente encerrada la ley divina — la ley promulgada por el mismo Dios entre los truenos del Sinaí y escrita con su propio dedo en las tablas de piedra.

La ley de Dios que se encuentra en el santuario celestial es el gran original del que los preceptos grabados en las tablas de piedra y consignados por Moisés en el Pentateuco eran copia exacta. Los que llegaron a comprender este punto importante fueron inducidos a reconocer el carácter sagrado e invariable de la ley divina. Comprendieron mejor que nunca la fuerza de las palabras del Salvador: “Hasta que pasen el cielo y la tierra, ni siquiera una jota ni un tilde pasará de la ley.” Mateo 5:18
RVR1960 18 Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido. NTV 18 Les digo la verdad, hasta que desaparezcan el cielo y la tierra, no desaparecerá ni el más mínimo detalle de la ley de Dios hasta que su propósito se cumpla.
. Como la ley de Dios es una revelación de su voluntad, un trasunto de su carácter, debe permanecer para siempre “como testigo fiel en el cielo.” Ni un mandamiento ha sido anulado; ni un punto ni un tilde han sido cambiados. Dice el salmista: “¡Hasta la eternidad, oh Jehová, tu palabra permanece en el cielo!” “Seguros son todos sus preceptos; establecidos para siempre jamás.” Salmos 119:89
RVR1960 89 Para siempre, oh Jehová, Permanece tu palabra en los cielos. NTV Lámed 89 Tu eterna palabra, oh Señor, se mantiene firme en el cielo.
Salmos 111:7-8
RVR1960 7 Las obras de sus manos son verdad y juicio; Fieles son todos sus mandamientos, 8 Afirmados eternamente y para siempre, Hechos en verdad y en rectitud. NTV 7 Todo lo que hace es justo y bueno, y todos sus mandamientos son confiables; 8 siempre son verdaderos, para ser obedecidos fielmente y con integridad.

En el corazón mismo del Decálogo se encuentra el cuarto mandamiento, tal cual fue proclamado originalmente: “Acordarte has del día del Sábado, para santificarlo. Seis días trabajarás, harás toda tu obra; mas el séptimo día será Sábado a Jehová tu Dios: no hagas obra ninguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija; ni tu siervo, ni tu criada; ni tu bestia, ni tu extranjero, que está dentro de tus puertas: porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, la mar y todas las cosas que en ellos hay; y en el día séptimo reposó: por tanto Jehová bendijo el día del Sábado, y lo santificó.” Éxodo 20:8-11
RVR1960 8 Acuérdate del día de reposo para santificarlo. 9 Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; 10 mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. 11 Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó. NTV 8 »Acuérdate de guardar el día de descanso al mantenerlo santo. 9 Tienes seis días en la semana para hacer tu trabajo habitual, 10 pero el séptimo día es un día de descanso y está dedicado al Señor tu Dios. Ese día, ningún miembro de tu casa hará trabajo alguno. Esto se refiere a ti, a tus hijos e hijas, a tus siervos y siervas, a tus animales y también incluye a los extranjeros que vivan entre ustedes. 11 Pues en seis días el Señor hizo los cielos, la tierra, el mar, y todo lo que hay en ellos; pero el séptimo día descansó. Por eso el Señor bendijo el día de descanso y lo apartó como un día santo.

El Espíritu de Dios obró en los corazones de esos cristianos que estudiaban su Palabra, y quedaron convencidos de que, sin saberlo, habían transgredido este precepto al despreciar el día de descanso del Creador. Empezaron a examinar las razones por las cuales se guardaba el primer día de la semana en lugar del día que Dios había santificado. No pudieron encontrar en las Sagradas Escrituras prueba alguna de que el cuarto mandamiento hubiese sido abolido o de que el día de reposo hubiese cambiado; la bendición que desde un principio santificaba el séptimo día no había sido nunca revocada. Habían procurado honradamente conocer y hacer la voluntad de Dios; al reconocerse entonces transgresores de la ley divina, sus corazones se llenaron de pena, y manifestaron su lealtad hacia Dios guardando su santo sábado.

Se hizo cuanto se pudo por conmover su fe. Nadie podía dejar de ver que si el santuario terrenal era una figura o modelo del celestial, la ley depositada en el arca en la tierra era exacto trasunto de la ley encerrada en el arca del cielo; y que aceptar la verdad relativa al santuario celestial envolvía el reconocimiento de las exigencias de la ley de Dios y la obligación de guardar el sábado del cuarto mandamiento. En esto estribaba el secreto de la oposición violenta y resuelta que se le hizo a la exposición armoniosa de las Escrituras que revelaban el servicio desempeñado por Cristo en el santuario celestial. Los hombres trataron de cerrar la puerta que Dios había abierto y de abrir la que él había cerrado. Pero “el que abre, y ninguno cierra; y cierra, y ninguno abre,” había declarado: “He aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie podrá cerrar.” Apocalipsis 3:7-8
RVR1960 7 Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia: Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre: 8 Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre. NTV 7 »Escribe esta carta al ángel de la iglesia de Filadelfia. Este es el mensaje de aquel que es santo y verdadero, el que tiene la llave de David. Lo que él abre, nadie puede cerrar; y lo que él cierra, nadie puede abrir: 8 »Yo sé todo lo que haces y te he abierto una puerta que nadie puede cerrar. Tienes poca fuerza; sin embargo, has obedecido mi palabra y no negaste mi nombre.
Cristo había abierto la puerta, o ministerio, del lugar santísimo, la luz brillaba desde la puerta abierta del santuario celestial, y se vio que el cuarto mandamiento estaba incluido en la ley allí encerrada; lo que Dios había establecido, nadie podía derribarlo.

Los que habían aceptado la luz referente a la mediación de Cristo y a la perpetuidad de la ley de Dios, encontraron que éstas eran las verdades presentadas en el capítulo 14 del Apocalipsis. Los mensajes de este capítulo constituyen una triple amonestación (véase el Apéndice, nota 8), que debe servir para preparar a los habitantes de la tierra para la segunda venida del Señor. La declaración: “Ha llegado la hora de su juicio,” indica la obra final de la actuación de Cristo para la salvación de los hombres. Proclama una verdad que debe seguir siendo proclamada hasta el fin de la intercesión del Salvador y su regreso a la tierra para llevar a su pueblo consigo. La obra delíuicio que empezó en 1844 debe proseguirse hasta que sean falladas las causas de todos los hombres, tanto de los vivos como de los muertos; de aquí que deba extenderse hasta el fin del tiempo de gracia concedido a la humanidad. Y para que los hombres estén debidamente preparados para subsistir en el juicio, el mensaje les manda: “¡Temed a Dios y dadle gloria,” “y adorad al que hizo el cielo y la tierra, y el mar y las fuentes de agua!” El resultado de la aceptación de estos mensajes está indicado en las palabras: “En esto está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios, y la fe de Jesús.” Para subsistir ante el juicio tiene el hombre que guardar la ley de Dios. Esta ley será la piedra de toque en el juicio. El apóstol Pablo declara: “Cuantos han pecado bajo la ley, por la ley serán juzgados; ... en el día en que juzgará Dios las obras más ocultas de los hombres ... por medio de Jesucristo.” Y dice que “los que cumplen la ley serán justificados.” Romanos 2:12-16
RVR1960 12 Porque todos los que sin ley han pecado, sin ley también perecerán; y todos los que bajo la ley han pecado, por la ley serán juzgados; 13 porque no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la ley serán justificados. 14 Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, estos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, 15 mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos, 16 en el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio. NTV 12 Los gentiles serán destruidos por el hecho de pecar, aunque nunca tuvieron la ley escrita de Dios; y los judíos, quienes sí tienen la ley de Dios, serán juzgados por esa ley porque no la obedecen. 13 Pues el simple acto de escuchar la ley no nos hace justos ante Dios. Es obedecer la ley lo que nos hace justos ante sus ojos. 14 Aun los gentiles, quienes no cuentan con la ley escrita de Dios, muestran que conocen esa ley cuando, por instinto, la obedecen aunque nunca la hayan oído. 15 Ellos demuestran que tienen la ley de Dios escrita en el corazón, porque su propia conciencia y sus propios pensamientos o los acusan o bien les indican que están haciendo lo correcto. 16 Y el mensaje que proclamo es que se acerca el día en que Dios juzgará, por medio de Cristo Jesús, la vida secreta de cada uno.
La fe es esencial para guardar la ley de Dios; pues “sin fe es imposible agradarle.” Y “todo lo que no es de fe, es pecado.” Hebreos 11:6
RVR1960 6 Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan. NTV 6 De hecho, sin fe es imposible agradar a Dios. Todo el que desee acercarse a Dios debe creer que él existe y que él recompensa a los que lo buscan con sinceridad.
Romanos 14:23
RVR1960 23 Pero el que duda sobre lo que come, es condenado, porque no lo hace con fe; y todo lo que no proviene de fe, es pecado. NTV 23 Pero si tienes dudas acerca de si debes o no comer algo en particular, entonces es pecado comerlo, pues no eres fiel a tus convicciones. Si haces algo que crees que está mal, pecas.

El primer ángel exhorta a los hombres a que teman al Señor y le den honra y a que le adoren como Creador del cielo y de la tierra. Para poder hacerlo, deben obedecer su ley. El sabio dice: “Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es la suma del deber humano.” Eclesiastés 12:13
RVR1960 13 El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. NTV 13 Aquí culmina el relato. Mi conclusión final es la siguiente: teme a Dios y obedece sus mandatos, porque ese es el deber que tenemos todos.
Sin obediencia a sus mandamientos, ninguna adoración puede agradar a Dios. “Este es el amor de Dios, que guardemos sus mandamientos.” “El que aparte sus oídos para no escuchar la ley, verá que su oración misma es cosa abominable.” 1 Juan 5:3
RVR1960 3 Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos. NTV 3 Amar a Dios significa obedecer sus mandamientos, y sus mandamientos no son una carga difícil de llevar.
Proverbios 28:9
RVR1960 9 El que aparta su oído para no oír la ley, Su oración también es abominable. NTV 9 Dios detesta la oración del que no hace caso de la ley.

El deber de adorar a Dios estriba en la circunstancia de que él es el Creador, y que a él es a quien todos los demás seres deben su existencia. Y cada vez que la Biblia presenta el derecho de Jehová a nuestra reverencia y adoración con preferencia a los dioses de los paganos, menciona las pruebas de su poder creador. “Todos los dioses de los pueblos son ídolos; mas Jehová hizo los cielos.”

Salmos 96:5
RVR1960 5 Porque todos los dioses de los pueblos son ídolos; Pero Jehová hizo los cielos. NTV 5 Los dioses de las otras naciones no son más que ídolos, ¡pero el Señor hizo los cielos!
“ ¿ A quién pues me compararéis, para que yo sea como él? dice el Santo. ¡Levantad hacia arriba vuestros ojos, y ved! ¿Quién creó aquellos cuerpos celestes?” “Así dice Jehová, Creador de los cielos (él solo es Dios), el que formó la tierra y la hizo; ... ¡Yo soy Jehová, y no hay otro Dios!” Isaías 40:25-26
RVR1960 25 ¿A qué, pues, me haréis semejante o me compararéis? dice el Santo. 26 Levantad en alto vuestros ojos, y mirad quién creó estas cosas; él saca y cuenta su ejército; a todas llama por sus nombres; ninguna faltará; tal es la grandeza de su fuerza, y el poder de su dominio. NTV 25 «¿Con quién me compararán? ¿Quién es igual a mí? », pregunta el Santo. 26 Levanten la mirada a los cielos. ¿Quién creó todas las estrellas? Él las hace salir como un ejército, una tras otra, y llama a cada una por su nombre. A causa de su gran poder y su incomparable fuerza, no se pierde ni una de ellas.
Isaías 45:18
RVR1960 18 Porque así dijo Jehová, que creó los cielos; él es Dios, el que formó la tierra, el que la hizo y la compuso; no la creó en vano, para que fuese habitada la creó: Yo soy Jehová, y no hay otro. NTV 18 Pues el Señor es Dios; él creó los cielos y la tierra y puso todas las cosas en su lugar. Él hizo el mundo para ser habitado, no para que fuera un lugar vacío y de caos. «Yo soy el Señor — afirma — , y no hay otro.
Dice el salmista: “Reconoced que Jehová él es Dios: él nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos.” “¡Venid, postrémonos, y encorvémonos; arrodillémonos ante Jehová nuestro Hacedor!” Salmos 100:3
RVR1960 3 Reconoced que Jehová es Dios; El nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos; Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado. NTV 3 ¡Reconozcan que el Señor es Dios! Él nos hizo, y le pertenecemos; somos su pueblo, ovejas de su prado.
Salmos 95:6
RVR1960 6 Venid, adoremos y postrémonos; Arrodillémonos delante de Jehová nuestro Hacedor. NTV 6 Vengan, adoremos e inclinémonos. Arrodillémonos delante del Señor, nuestro creador,
Y los santos que adoran a Dios en el cielo dan como razón del homenaje que le deben: “¡Digno eres tú, Señor nuestro y Dios nuestro, de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas!” Apocalipsis 4:11
RVR1960 11 Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas. NTV 11 «Tú eres digno, oh Señor nuestro Dios, de recibir gloria y honor y poder. Pues tú creaste todas las cosas, y existen porque tú las creaste según tu voluntad».

En el capítulo 14 del Apocalipsis se exhorta a los hombres a que adoren al Creador, y la profecía expone a la vista una clase de personas que, como resultado del triple mensaje, guardan los mandamientos de Dios. Uno de estos mandamientos señala directamente a Dios como Creador. El cuarto precepto declara: “El séptimo día será Sábado a Jehová tu Dios: ... porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, la mar y todas las cosas que en ellos hay; y en el día séptimo reposó; por tanto Jehová bendijo el día del Sábado, y lo santificó.” Éxodo 20:10-11
RVR1960 10 mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. 11 Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó. NTV 10 pero el séptimo día es un día de descanso y está dedicado al Señor tu Dios. Ese día, ningún miembro de tu casa hará trabajo alguno. Esto se refiere a ti, a tus hijos e hijas, a tus siervos y siervas, a tus animales y también incluye a los extranjeros que vivan entre ustedes. 11 Pues en seis días el Señor hizo los cielos, la tierra, el mar, y todo lo que hay en ellos; pero el séptimo día descansó. Por eso el Señor bendijo el día de descanso y lo apartó como un día santo.
Respecto al sábado, el Señor dice además, que será una “señal ... para que sepáis que yo soy Jehová vuestro Dios.” Ezequiel 20:20
RVR1960 20 y santificad mis días de reposo, y sean por señal entre mí y vosotros, para que sepáis que yo soy Jehová vuestro Dios. NTV 20 y mantengan santos mis días de descanso, porque son una señal para recordarles que yo soy el Señor su Dios’.
Y la razón aducida es: “Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, y en el séptimo día cesó, y reposó.” Éxodo 31:17
RVR1960 17 Señal es para siempre entre mí y los hijos de Israel; porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, y en el séptimo día cesó y reposó. NTV 17 Es una señal perpetua de mi pacto con el pueblo de Israel. Pues en seis días el Señor hizo los cielos y la tierra, pero en el séptimo dejó de trabajar y descansó”».

“La importancia del sábado, como institución conmemorativa de la creación, consiste en que recuerda siempre la verdadera razón por la cual se debe adorar a Dios,” — porque él es el Creador, y nosotros somos sus criaturas. “Por consiguiente, el sábado forma parte del fundamento mismo del culto divino, pues enseña esta gran verdad del modo más contundente, como no lo hace ninguna otra institución. El verdadero motivo del culto divino, no tan sólo del que se tributa en el séptimo día, sino de toda adoración, reside en la distinción existente entre el Creador y sus criaturas. Este hecho capital no perderá nunca su importancia ni debe caer nunca en el olvido.” — J. N. Andrews, History of the Sabbath, cap. 27. Por eso, es decir, para que esta verdad no se borrara nunca de la mente de los hombres, instituyó Dios el sábado en el Edén y mientras el ser él nuestro Creador siga siendo motivo para que le adoremos, el sábado seguirá siendo señal conmemorativa de ello. Si el sábado se hubiese observado universalmente, los pensamientos e inclinaciones de los hombres se habrían dirigido hacia el Creador como objeto de reverencia y adoración, y nunca habría habido un idólatra, un ateo, o un incrédulo. La observancia del sábado es señal de lealtad al verdadero Dios, “que hizo el cielo y la tierra, y el mar y las fuentes de agua.” Resulta pues que el mensaje que manda a los hombres adorar a Dios y guardar sus mandamientos, los ha de invitar especialmente a observar el cuarto mandamiento.

En contraposición con los que guardan los mandamientos de Dios y tienen la fe de Jesús, el tercer ángel señala otra clase de seres humanos contra cuyos errores va dirigido solemne y terrible aviso: “¡Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe su marca en su frente, o en su mano, él también beberá del vino de la ira de Dios!” Apocalipsis 14:9-10
RVR1960 9 Y el tercer ángel los siguió, diciendo a gran voz: Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano, 10 él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero; NTV 9 Después un tercer ángel los siguió mientras gritaba: «Todo el que adore a la bestia y a su estatua o acepte su marca en la frente o en la mano 10 tendrá que beber el vino de la ira de Dios, que se ha servido sin diluir en la copa del furor de Dios. Ellos serán atormentados con fuego y azufre ardiente en presencia de los ángeles santos y del Cordero.
Para comprender este mensaje hay que interpretar correctamente sus símbolos. ¿Qué representan la bestia, la imagen, la marca?

La ilación profética en la que se encuentran estos símbolos empieza en el capítulo 12 del Apocalipsis, con el dragón que trató de destruir a Cristo cuando nació. En dicho capítulo vemos que el dragón es Satanás Apocalipsis 12:9
RVR1960 9 Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él. NTV 9 Este gran dragón — la serpiente antigua llamada diablo o Satanás, el que engaña al mundo entero — fue lanzado a la tierra junto con todos sus ángeles.
fue él quien indujo a Herodes a procurar la muerte del Salvador. Pero el agente principal de Satanás al guerrear contra Cristo y su pueblo durante los primeros siglos de la era cristiana, fue el Imperio Romano, en el cual prevalecía la religión pagana. Así que si bien el dragón representa primero a Satanás, en sentido derivado es un símbolo de la Roma pagana.

En Apocalipsis 13:1-10
RVR1960 1 Me paré sobre la arena del mar, y vi subir del mar una bestia (A) que tenía siete cabezas y diez cuernos; y en sus cuernos diez diademas; y sobre sus cabezas, un nombre blasfemo. (B) 2 Y la bestia que vi era semejante a un leopardo, y sus pies como de oso, y su boca como boca de león. (C) Y el dragón le dio su poder y su trono, y grande autoridad. 3 Vi una de sus cabezas como herida de muerte, pero su herida mortal fue sanada; y se maravilló toda la tierra en pos de la bestia, 4 y adoraron al dragón que había dado autoridad a la bestia, y adoraron a la bestia, diciendo: ¿Quién como la bestia, y quién podrá luchar contra ella? 5 También se le dio boca que hablaba grandes cosas y blasfemias; y se le dio autoridad para actuar cuarenta y dos meses. 6 Y abrió su boca en blasfemias contra Dios, (D) para blasfemar de su nombre, de su tabernáculo, y de los que moran en el cielo. 7 Y se le permitió hacer guerra contra los santos, y vencerlos. (E) También se le dio autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación. 8 Y la adoraron todos los moradores de la tierra cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida (F) del Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo. 9 Si alguno tiene oído, oiga. 10 Si alguno lleva en cautividad, va en cautividad; (G) si alguno mata a espada, a espada debe ser muerto. Aquí está la paciencia y la fe de los santos. NTV 1 Después vi a una bestia que subía del mar. Tenía siete cabezas y diez cuernos, y una corona en cada cuerno; y escrito en cada cabeza había nombres que blasfemaban a Dios. 2 Esta bestia se parecía a un leopardo, ¡pero tenía las patas de un oso y la boca de un león! Y el dragón le dio a la bestia su propio poder y trono y gran autoridad. 3 Vi que una de las cabezas de la bestia parecía estar herida de muerte, ¡pero la herida mortal sanó! Todo el mundo se maravilló de este milagro y dio lealtad a la bestia. 4 Adoraron al dragón por haberle dado semejante poder a la bestia y también adoraron a la bestia. «¿Quién es tan grande como la bestia? — exclamaban — . ¿Quién puede luchar contra ella? ». 5 A la bestia se le permitió decir grandes blasfemias contra Dios, y se le dio autoridad para hacer todo lo que quisiera durante cuarenta y dos meses. 6 Y abrió la boca con terribles blasfemias contra Dios, maldiciendo su nombre y su habitación, es decir, a los que habitan en el cielo. 7 Además se le permitió a la bestia hacer guerra contra el pueblo santo de Dios y conquistarlo; y se le dio autoridad para gobernar sobre todo pueblo y toda tribu, lengua y nación. 8 Y adoraron a la bestia todos los que pertenecen a este mundo, aquellos cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida que pertenece al Cordero que fue sacrificado antes de la creación del mundo. 9 El que tenga oídos para oír, que escuche y entienda. 10 Todo el que esté destinado a la cárcel, a la cárcel será llevado. Todo el que esté destinado a morir a espada, morirá a filo de espada. Esto significa que el pueblo de Dios tiene que soportar la persecución con paciencia y permanecer fiel.
VM se describe otra bestia, “parecida a un leopardo,” a la cual el dragón dio “su poder y su trono, y grande autoridad.” Este símbolo, como lo han creído la mayoría de los protestantes, representa al papado, el cual heredó el poder y la autoridad del antiguo Imperio Romano. Se dice de la bestia parecida a un leopardo: “Le fue dada una boca que hablaba cosas grandes, y blasfemias... Y abrió su boca para decir blasfemias contra Dios, para blasfemar su nombre, y su tabernáculo, y a los que habitan en el cielo. Y le fue permitido hacer guerra contra los santos, y vencerlos: y le fue dada autoridad sobre toda tribu, y pueblo, y lengua, y nación.” Esta profecía, que es casi la misma que la descripción del cuerno pequeño en Daniel 7
RVR1960 1 En el primer año de Belsasar rey de Babilonia tuvo Daniel un sueño, y visiones de su cabeza mientras estaba en su lecho; luego escribió el sueño, y relató lo principal del asunto. 2 Daniel dijo: Miraba yo en mi visión de noche, y he aquí que los cuatro vientos del cielo combatían en el gran mar. 3 Y cuatro bestias grandes, diferentes la una de la otra, subían del mar. (A) 4 La primera era como león, y tenía alas de águila. Yo estaba mirando hasta que sus alas fueron arrancadas, y fue levantada del suelo y se puso enhiesta sobre los pies a manera de hombre, y le fue dado corazón de hombre. 5 Y he aquí otra segunda bestia, semejante a un oso, la cual se alzaba de un costado más que del otro, y tenía en su boca tres costillas entre los dientes; y le fue dicho así: Levántate, devora mucha carne. 6 Después de esto miré, y he aquí otra, semejante a un leopardo, con cuatro alas de ave en sus espaldas; tenía también esta bestia cuatro cabezas; y le fue dado dominio. (B) 7 Después de esto miraba yo en las visiones de la noche, y he aquí la cuarta bestia, espantosa y terrible y en gran manera fuerte, la cual tenía unos dientes grandes de hierro; devoraba y desmenuzaba, y las sobras hollaba con sus pies, y era muy diferente de todas las bestias que vi antes de ella, y tenía diez cuernos. (C) 8 Mientras yo contemplaba los cuernos, he aquí que otro cuerno pequeño salía entre ellos, y delante de él fueron arrancados tres cuernos de los primeros; y he aquí que este cuerno tenía ojos como de hombre, y una boca que hablaba grandes cosas. (D) 9 Estuve mirando hasta que fueron puestos tronos, (E) y se sentó un Anciano de días, cuyo vestido era blanco como la nieve, y el pelo de su cabeza como lana limpia; (F) su trono llama de fuego, y las ruedas del mismo, fuego ardiente. 10 Un río de fuego procedía y salía de delante de él; millares de millares le servían, y millones de millones asistían delante de él; (G) el Juez se sentó, y los libros fueron abiertos. (H) 11 Yo entonces miraba a causa del sonido de las grandes palabras que hablaba el cuerno; miraba hasta que mataron a la bestia, y su cuerpo fue destrozado y entregado para ser quemado en el fuego. 12 Habían también quitado a las otras bestias su dominio, pero les había sido prolongada la vida hasta cierto tiempo. 13 Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, (I) que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. 14 Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; (J) su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido. 15 Se me turbó el espíritu a mí, Daniel, en medio de mi cuerpo, y las visiones de mi cabeza me asombraron. 16 Me acerqué a uno de los que asistían, y le pregunté la verdad acerca de todo esto. Y me habló, y me hizo conocer la interpretación de las cosas. 17 Estas cuatro grandes bestias son cuatro reyes que se levantarán en la tierra. 18 Después recibirán el reino los santos del Altísimo, y poseerán el reino hasta el siglo, eternamente y para siempre. (K) 19 Entonces tuve deseo de saber la verdad acerca de la cuarta bestia, que era tan diferente de todas las otras, espantosa en gran manera, que tenía dientes de hierro y uñas de bronce, que devoraba y desmenuzaba, y las sobras hollaba con sus pies; 20 asimismo acerca de los diez cuernos que tenía en su cabeza, y del otro que le había salido, delante del cual habían caído tres; y este mismo cuerno tenía ojos, y boca que hablaba grandes cosas, y parecía más grande que sus compañeros. 21 Y veía yo que este cuerno hacía guerra contra los santos, y los vencía, (L) 22 hasta que vino el Anciano de días, y se dio el juicio a los santos del Altísimo; (M) y llegó el tiempo, y los santos recibieron el reino. 23 Dijo así: La cuarta bestia será un cuarto reino en la tierra, el cual será diferente de todos los otros reinos, y a toda la tierra devorará, trillará y despedazará. 24 Y los diez cuernos significan que de aquel reino se levantarán diez reyes; (N) y tras ellos se levantará otro, el cual será diferente de los primeros, y a tres reyes derribará. 25 Y hablará palabras contra el Altísimo, y a los santos del Altísimo quebrantará, y pensará en cambiar los tiempos y la ley; y serán entregados en su mano hasta tiempo, y tiempos, y medio tiempo. (O) 26 Pero se sentará el Juez, y le quitarán su dominio para que sea destruido y arruinado hasta el fin, 27 y que el reino, y el dominio y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo, sea dado al pueblo de los santos del Altísimo, (P) cuyo reino es reino eterno, (Q) y todos los dominios le servirán y obedecerán. 28 Aquí fue el fin de sus palabras. En cuanto a mí, Daniel, mis pensamientos me turbaron y mi rostro se demudó; pero guardé el asunto en mi corazón. Daniel 7: 3 : Ap. 13.
1; 17.
8. Daniel 7: 6 : Ap. 13.
2. Daniel 7: 7 : Ap. 12.
3; 13.
1. Daniel 7: 8 : Ap. 13.
5-6. Daniel 7: 9 : Ap. 20.
4. Daniel 7: 9 : Ap. 1.
14. Daniel 7: 10 : Ap. 5.
11. Daniel 7: 10 : Ap. 20.
12. Daniel 7: 13 : Mt. 24.
30; 26.
64; Mr. 13.
26; 14.
62; Lc. 21.
27; Ap. 1.
7,13; 14.
14. Daniel 7: 14 : Ap. 11.
15. Daniel 7: 18 : Ap. 22.
5. Daniel 7: 21 : Ap. 13.
7. Daniel 7: 22 : Ap. 20.
4. Daniel 7: 24 : Ap. 17.
12. Daniel 7: 25 : Ap. 12.
14; 13.
5-6. Daniel 7: 27 : Ap. 20.
4. Daniel 7: 27 : Ap. 22.
5.
NTV 1 Anteriormente, durante el primer año del reinado de Belsasar en Babilonia, Daniel tuvo un sueño y vio visiones mientras estaba en su cama. Puso el sueño por escrito y esto es lo que vio: 2 Esa noche, en mi visión, yo, Daniel, vi una tempestad que agitaba la superficie de un mar grande, con vientos fuertes soplando de todas direcciones. 3 Del agua surgieron cuatro bestias enormes, cada una diferente de la otra. 4 La primera bestia era como un león con alas de águila. Mientras yo observaba, le fueron arrancadas las alas y quedó de pie en el suelo sobre sus dos patas traseras, como un ser humano; y se le dio una mente humana. 5 Luego vi a una segunda bestia que se parecía a un oso. Se levantó sobre uno de sus costados y llevaba tres costillas entre los dientes; y oí una voz que le decía: «¡Levántate! ¡Devora la carne de mucha gente! ». 6 Después apareció la tercera de estas extrañas bestias y se parecía a un leopardo. Tenía cuatro alas de ave sobre la espalda y cuatro cabezas. A esta bestia se le dio gran autoridad. 7 Luego, en mi visión de esa noche, vi a una cuarta bestia, aterradora, espantosa y muy fuerte. Devoraba y aplastaba a sus víctimas con enormes dientes de hierro y pisoteaba los restos bajo sus pies. Era diferente a las demás bestias y tenía diez cuernos. 8 Mientras yo miraba los cuernos, surgió de pronto otro cuerno pequeño entre ellos. Tres de los primeros cuernos fueron arrancados de raíz para darle lugar al nuevo. Este cuerno pequeño tenía ojos que parecían humanos y una boca que presumía con arrogancia. 9 Observé mientras colocaban unos tronos en su lugar, y el Anciano se sentó a juzgar. Su ropa era blanca como la nieve; su cabello se parecía a la lana más pura. Se sentó sobre un trono ardiente con ruedas en llamas, 10 y un río de fuego brotaba de su presencia. Millones de ángeles le atendían; muchos millones se pusieron de pie para servirle. Entonces comenzó la sesión del tribunal y se abrieron los libros. 11 Yo seguí mirando porque podía oír las palabras arrogantes del cuerno pequeño. Seguí mirando hasta que mataron a la cuarta bestia y su cuerpo fue destruido por el fuego. 12 A las otras tres bestias les quitaron la autoridad, pero se les permitió seguir con vida un poco más. 13 Mientras continuó mi visión esa noche, vi a alguien parecido a un hijo de hombre descender con las nubes del cielo. Se acercó al Anciano y lo llevaron ante su presencia. 14 Se le dio autoridad, honra y soberanía sobre todas las naciones del mundo, para que lo obedecieran los de toda raza, nación y lengua. Su gobierno es eterno, no tendrá fin. Su reino jamás será destruido. 15 Yo, Daniel, quedé muy angustiado por todo lo que había visto, y las visiones me aterrorizaron. 16 Así que me acerqué a uno de los que estaban de pie junto al trono y le pregunté lo que significaba todo eso. Entonces me lo explicó así: 17 «Estas cuatro bestias enormes representan a cuatro reinos que surgirán de la tierra; 18 pero al final, el reino será entregado al pueblo santo del Altísimo y los santos gobernarán por siempre y para siempre». 19 Entonces quise conocer el verdadero significado de la cuarta bestia, que era tan diferente a las demás y tan espantosa. Había devorado y aplastado a sus víctimas con dientes de hierro y garras de bronce y pisoteaba los restos bajo sus pies. 20 También pregunté acerca de los diez cuernos que había en la cabeza de la cuarta bestia y por el cuerno pequeño que surgió después y destruyó a tres de los otros cuernos. Este cuerno parecía más grande que los demás y tenía ojos humanos y una boca que presumía con arrogancia. 21 Mientras miraba, ese cuerno hacía guerra contra el pueblo santo de Dios y lo vencía, 22 hasta que vino el Anciano — el Altísimo — y emitió un juicio en favor de su pueblo santo. Entonces llegó el tiempo para que los santos tomaran posesión del reino. 23 Despúes me dijo: «Esta cuarta bestia es la cuarta potencia mundial que gobernará la tierra. Será diferente a todas las demás. Devorará al mundo entero, pisoteando y aplastando todo lo que encuentre a su paso. 24 Sus diez cuernos son diez reyes que gobernarán ese imperio. Luego surgirá otro rey, diferente a los otros diez, y someterá a tres de ellos. 25 Desafiará al Altísimo y oprimirá al pueblo santo del Altísimo. Procurará cambiar las leyes de los santos y sus festivales sagrados y ellos quedarán bajo el dominio de ese rey por un tiempo, tiempos y medio tiempo. 26 »Sin embargo, después el tribunal dictará sentencia, se le quitará todo su poder y quedará totalmente destruido. 27 Entonces se dará al pueblo santo del Altísimo la soberanía, el poder y la grandeza de todos los reinos bajo el cielo. El reino del Altísimo permanecerá para siempre y todos los gobernantes le servirán y obedecerán». 28 Aquí termina la visión. Yo, Daniel, estaba espantado por mis pensamientos y mi rostro estaba pálido de miedo, pero no le dije nada a nadie.
se refiere sin duda al papado.

“Le fue dada autoridad para hacer sus obras cuarenta y dos meses.” Y dice el profeta: “Vi una de sus cabezas como si hubiese sido herida de muerte.” Y además: “Si alguno lleva en cautiverio, al cautiverio irá; si alguno mata con espada, es preciso que él sea muerto a espada.” Los cuarenta y dos meses son lo mismo que “un tiempo, y dos tiempos, y la mitad de un tiempo,” tres años y medio, o 1.260 días de Daniel 7
RVR1960 1 En el primer año de Belsasar rey de Babilonia tuvo Daniel un sueño, y visiones de su cabeza mientras estaba en su lecho; luego escribió el sueño, y relató lo principal del asunto. 2 Daniel dijo: Miraba yo en mi visión de noche, y he aquí que los cuatro vientos del cielo combatían en el gran mar. 3 Y cuatro bestias grandes, diferentes la una de la otra, subían del mar. (A) 4 La primera era como león, y tenía alas de águila. Yo estaba mirando hasta que sus alas fueron arrancadas, y fue levantada del suelo y se puso enhiesta sobre los pies a manera de hombre, y le fue dado corazón de hombre. 5 Y he aquí otra segunda bestia, semejante a un oso, la cual se alzaba de un costado más que del otro, y tenía en su boca tres costillas entre los dientes; y le fue dicho así: Levántate, devora mucha carne. 6 Después de esto miré, y he aquí otra, semejante a un leopardo, con cuatro alas de ave en sus espaldas; tenía también esta bestia cuatro cabezas; y le fue dado dominio. (B) 7 Después de esto miraba yo en las visiones de la noche, y he aquí la cuarta bestia, espantosa y terrible y en gran manera fuerte, la cual tenía unos dientes grandes de hierro; devoraba y desmenuzaba, y las sobras hollaba con sus pies, y era muy diferente de todas las bestias que vi antes de ella, y tenía diez cuernos. (C) 8 Mientras yo contemplaba los cuernos, he aquí que otro cuerno pequeño salía entre ellos, y delante de él fueron arrancados tres cuernos de los primeros; y he aquí que este cuerno tenía ojos como de hombre, y una boca que hablaba grandes cosas. (D) 9 Estuve mirando hasta que fueron puestos tronos, (E) y se sentó un Anciano de días, cuyo vestido era blanco como la nieve, y el pelo de su cabeza como lana limpia; (F) su trono llama de fuego, y las ruedas del mismo, fuego ardiente. 10 Un río de fuego procedía y salía de delante de él; millares de millares le servían, y millones de millones asistían delante de él; (G) el Juez se sentó, y los libros fueron abiertos. (H) 11 Yo entonces miraba a causa del sonido de las grandes palabras que hablaba el cuerno; miraba hasta que mataron a la bestia, y su cuerpo fue destrozado y entregado para ser quemado en el fuego. 12 Habían también quitado a las otras bestias su dominio, pero les había sido prolongada la vida hasta cierto tiempo. 13 Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, (I) que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. 14 Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; (J) su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido. 15 Se me turbó el espíritu a mí, Daniel, en medio de mi cuerpo, y las visiones de mi cabeza me asombraron. 16 Me acerqué a uno de los que asistían, y le pregunté la verdad acerca de todo esto. Y me habló, y me hizo conocer la interpretación de las cosas. 17 Estas cuatro grandes bestias son cuatro reyes que se levantarán en la tierra. 18 Después recibirán el reino los santos del Altísimo, y poseerán el reino hasta el siglo, eternamente y para siempre. (K) 19 Entonces tuve deseo de saber la verdad acerca de la cuarta bestia, que era tan diferente de todas las otras, espantosa en gran manera, que tenía dientes de hierro y uñas de bronce, que devoraba y desmenuzaba, y las sobras hollaba con sus pies; 20 asimismo acerca de los diez cuernos que tenía en su cabeza, y del otro que le había salido, delante del cual habían caído tres; y este mismo cuerno tenía ojos, y boca que hablaba grandes cosas, y parecía más grande que sus compañeros. 21 Y veía yo que este cuerno hacía guerra contra los santos, y los vencía, (L) 22 hasta que vino el Anciano de días, y se dio el juicio a los santos del Altísimo; (M) y llegó el tiempo, y los santos recibieron el reino. 23 Dijo así: La cuarta bestia será un cuarto reino en la tierra, el cual será diferente de todos los otros reinos, y a toda la tierra devorará, trillará y despedazará. 24 Y los diez cuernos significan que de aquel reino se levantarán diez reyes; (N) y tras ellos se levantará otro, el cual será diferente de los primeros, y a tres reyes derribará. 25 Y hablará palabras contra el Altísimo, y a los santos del Altísimo quebrantará, y pensará en cambiar los tiempos y la ley; y serán entregados en su mano hasta tiempo, y tiempos, y medio tiempo. (O) 26 Pero se sentará el Juez, y le quitarán su dominio para que sea destruido y arruinado hasta el fin, 27 y que el reino, y el dominio y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo, sea dado al pueblo de los santos del Altísimo, (P) cuyo reino es reino eterno, (Q) y todos los dominios le servirán y obedecerán. 28 Aquí fue el fin de sus palabras. En cuanto a mí, Daniel, mis pensamientos me turbaron y mi rostro se demudó; pero guardé el asunto en mi corazón. Daniel 7: 3 : Ap. 13.
1; 17.
8. Daniel 7: 6 : Ap. 13.
2. Daniel 7: 7 : Ap. 12.
3; 13.
1. Daniel 7: 8 : Ap. 13.
5-6. Daniel 7: 9 : Ap. 20.
4. Daniel 7: 9 : Ap. 1.
14. Daniel 7: 10 : Ap. 5.
11. Daniel 7: 10 : Ap. 20.
12. Daniel 7: 13 : Mt. 24.
30; 26.
64; Mr. 13.
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7,13; 14.
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15. Daniel 7: 18 : Ap. 22.
5. Daniel 7: 21 : Ap. 13.
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4. Daniel 7: 24 : Ap. 17.
12. Daniel 7: 25 : Ap. 12.
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5-6. Daniel 7: 27 : Ap. 20.
4. Daniel 7: 27 : Ap. 22.
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NTV 1 Anteriormente, durante el primer año del reinado de Belsasar en Babilonia, Daniel tuvo un sueño y vio visiones mientras estaba en su cama. Puso el sueño por escrito y esto es lo que vio: 2 Esa noche, en mi visión, yo, Daniel, vi una tempestad que agitaba la superficie de un mar grande, con vientos fuertes soplando de todas direcciones. 3 Del agua surgieron cuatro bestias enormes, cada una diferente de la otra. 4 La primera bestia era como un león con alas de águila. Mientras yo observaba, le fueron arrancadas las alas y quedó de pie en el suelo sobre sus dos patas traseras, como un ser humano; y se le dio una mente humana. 5 Luego vi a una segunda bestia que se parecía a un oso. Se levantó sobre uno de sus costados y llevaba tres costillas entre los dientes; y oí una voz que le decía: «¡Levántate! ¡Devora la carne de mucha gente! ». 6 Después apareció la tercera de estas extrañas bestias y se parecía a un leopardo. Tenía cuatro alas de ave sobre la espalda y cuatro cabezas. A esta bestia se le dio gran autoridad. 7 Luego, en mi visión de esa noche, vi a una cuarta bestia, aterradora, espantosa y muy fuerte. Devoraba y aplastaba a sus víctimas con enormes dientes de hierro y pisoteaba los restos bajo sus pies. Era diferente a las demás bestias y tenía diez cuernos. 8 Mientras yo miraba los cuernos, surgió de pronto otro cuerno pequeño entre ellos. Tres de los primeros cuernos fueron arrancados de raíz para darle lugar al nuevo. Este cuerno pequeño tenía ojos que parecían humanos y una boca que presumía con arrogancia. 9 Observé mientras colocaban unos tronos en su lugar, y el Anciano se sentó a juzgar. Su ropa era blanca como la nieve; su cabello se parecía a la lana más pura. Se sentó sobre un trono ardiente con ruedas en llamas, 10 y un río de fuego brotaba de su presencia. Millones de ángeles le atendían; muchos millones se pusieron de pie para servirle. Entonces comenzó la sesión del tribunal y se abrieron los libros. 11 Yo seguí mirando porque podía oír las palabras arrogantes del cuerno pequeño. Seguí mirando hasta que mataron a la cuarta bestia y su cuerpo fue destruido por el fuego. 12 A las otras tres bestias les quitaron la autoridad, pero se les permitió seguir con vida un poco más. 13 Mientras continuó mi visión esa noche, vi a alguien parecido a un hijo de hombre descender con las nubes del cielo. Se acercó al Anciano y lo llevaron ante su presencia. 14 Se le dio autoridad, honra y soberanía sobre todas las naciones del mundo, para que lo obedecieran los de toda raza, nación y lengua. Su gobierno es eterno, no tendrá fin. Su reino jamás será destruido. 15 Yo, Daniel, quedé muy angustiado por todo lo que había visto, y las visiones me aterrorizaron. 16 Así que me acerqué a uno de los que estaban de pie junto al trono y le pregunté lo que significaba todo eso. Entonces me lo explicó así: 17 «Estas cuatro bestias enormes representan a cuatro reinos que surgirán de la tierra; 18 pero al final, el reino será entregado al pueblo santo del Altísimo y los santos gobernarán por siempre y para siempre». 19 Entonces quise conocer el verdadero significado de la cuarta bestia, que era tan diferente a las demás y tan espantosa. Había devorado y aplastado a sus víctimas con dientes de hierro y garras de bronce y pisoteaba los restos bajo sus pies. 20 También pregunté acerca de los diez cuernos que había en la cabeza de la cuarta bestia y por el cuerno pequeño que surgió después y destruyó a tres de los otros cuernos. Este cuerno parecía más grande que los demás y tenía ojos humanos y una boca que presumía con arrogancia. 21 Mientras miraba, ese cuerno hacía guerra contra el pueblo santo de Dios y lo vencía, 22 hasta que vino el Anciano — el Altísimo — y emitió un juicio en favor de su pueblo santo. Entonces llegó el tiempo para que los santos tomaran posesión del reino. 23 Despúes me dijo: «Esta cuarta bestia es la cuarta potencia mundial que gobernará la tierra. Será diferente a todas las demás. Devorará al mundo entero, pisoteando y aplastando todo lo que encuentre a su paso. 24 Sus diez cuernos son diez reyes que gobernarán ese imperio. Luego surgirá otro rey, diferente a los otros diez, y someterá a tres de ellos. 25 Desafiará al Altísimo y oprimirá al pueblo santo del Altísimo. Procurará cambiar las leyes de los santos y sus festivales sagrados y ellos quedarán bajo el dominio de ese rey por un tiempo, tiempos y medio tiempo. 26 »Sin embargo, después el tribunal dictará sentencia, se le quitará todo su poder y quedará totalmente destruido. 27 Entonces se dará al pueblo santo del Altísimo la soberanía, el poder y la grandeza de todos los reinos bajo el cielo. El reino del Altísimo permanecerá para siempre y todos los gobernantes le servirán y obedecerán». 28 Aquí termina la visión. Yo, Daniel, estaba espantado por mis pensamientos y mi rostro estaba pálido de miedo, pero no le dije nada a nadie.
el tiempo durante el cual el poder papal debía oprimir al pueblo de Dios. Este período, como fue indicado en capítulos anteriores, empezó con la supremacía del papado, en el año 538 de J. C, y terminó en 1798. Entonces, el papa fue hecho prisionero por el ejército francés, el poder papal recibió su golpe mortal y quedó cumplida la predicción: “Si alguno lleva en cautiverio, al cautiverio irá.”

Y aquí preséntase otro símbolo. El profeta dice: “Vi otra bestia que subía de la tierra; y tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero.” Apocalipsis 13:11
RVR1960 11 Después vi otra bestia que subía de la tierra; y tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero, pero hablaba como dragón. NTV 11 Luego vi a otra bestia; esta salía de la tierra. Tenía dos cuernos como los de un cordero, pero hablaba con la voz de un dragón.
Tanto el aspecto de esta bestia como el modo en que sube indican que la nación que representa difiere de las representadas en los símbolos anteriores. Los grandes reinos que han gobernado al mundo le fueron presentados al profeta Daniel en forma de fieras, que surgían mientras “los cuatro vientos del cielo combatían en la gran mar.” Daniel 7:2
RVR1960 2 Daniel dijo: Miraba yo en mi visión de noche, y he aquí que los cuatro vientos del cielo combatían en el gran mar. NTV 2 Esa noche, en mi visión, yo, Daniel, vi una tempestad que agitaba la superficie de un mar grande, con vientos fuertes soplando de todas direcciones.
En Apocalipsis 17
RVR1960 1 Vino entonces uno de los siete ángeles que tenían las siete copas, y habló conmigo diciéndome: Ven acá, y te mostraré la sentencia contra la gran ramera, la que está sentada sobre muchas aguas; 2 con la cual han fornicado los reyes de la tierra, y los moradores de la tierra se han embriagado con el vino de su fornicación. 3 Y me llevó en el Espíritu al desierto; y vi a una mujer sentada sobre una bestia escarlata llena de nombres de blasfemia, que tenía siete cabezas y diez cuernos. 4 Y la mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, y adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas, y tenía en la mano un cáliz de oro lleno de abominaciones y de la inmundicia de su fornicación; 5 y en su frente un nombre escrito, un misterio: BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA. 6 Vi a la mujer ebria de la sangre de los santos, y de la sangre de los mártires de Jesús; y cuando la vi, quedé asombrado con gran asombro. 7 Y el ángel me dijo: ¿Por qué te asombras? Yo te diré el misterio de la mujer, y de la bestia que la trae, la cual tiene las siete cabezas y los diez cuernos. 8 La bestia que has visto, era, y no es; y está para subir del abismo e ir a perdición; y los moradores de la tierra, aquellos cuyos nombres no están escritos desde la fundación del mundo en el libro de la vida, se asombrarán viendo la bestia que era y no es, y será. 9 Esto, para la mente que tenga sabiduría: Las siete cabezas son siete montes, sobre los cuales se sienta la mujer, 10 y son siete reyes. Cinco de ellos han caído; uno es, y el otro aún no ha venido; y cuando venga, es necesario que dure breve tiempo. 11 La bestia que era, y no es, es también el octavo; y es de entre los siete, y va a la perdición. 12 Y los diez cuernos que has visto, son diez reyes, que aún no han recibido reino; pero por una hora recibirán autoridad como reyes juntamente con la bestia. 13 Estos tienen un mismo propósito, y entregarán su poder y su autoridad a la bestia. 14 Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles. 15 Me dijo también: Las aguas que has visto donde la ramera se sienta, son pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas. 16 Y los diez cuernos que viste en la bestia, éstos aborrecerán a la ramera, y la dejarán desolada y desnuda; y devorarán sus carnes, y la quemarán con fuego; 17 porque Dios ha puesto en sus corazones el ejecutar lo que él quiso: ponerse de acuerdo, y dar su reino a la bestia, hasta que se cumplan las palabras de Dios. 18 Y la mujer que has visto es la gran ciudad que reina sobre los reyes de la tierra. Apocalipsis 17: 1 : Jer. 51.
13. Apocalipsis 17: 2 : Jer. 51.
7. Apocalipsis 17: 3 : Ap. 13.
1. Apocalipsis 17: 4 : Jer. 51.
7. Apocalipsis 17: 8 : Dn. 7.
3; Ap. 11.
7. Apocalipsis 17: 8 : Sal. 69.
28. Apocalipsis 17: 12 : Dn. 7.
24.
NTV 1 Uno de los siete ángeles que derramaron las siete copas se acercó y me dijo: «Ven conmigo, y te mostraré la sentencia que recibirá la gran prostituta, que gobierna sobre muchas aguas. 2 Los reyes del mundo cometieron adulterio con ella, y los que pertenecen a este mundo se emborracharon con el vino de su inmoralidad». 3 Entonces el ángel me llevó en el Espíritu al desierto. Allí vi a una mujer sentada sobre una bestia de color escarlata que tenía siete cabezas y diez cuernos, y estaba llena de blasfemias escritas contra Dios. 4 La mujer estaba vestida de púrpura y escarlata y llevaba puestas hermosas joyas de oro, piedras preciosas y perlas. En la mano tenía una copa de oro llena de obscenidades y de las inmundicias de su inmoralidad. 5 Tenía escrito en la frente un nombre misterioso: Babilonia la grande, madre de todas las prostitutas y obscenidades del mundo. 6 Pude ver que ella estaba borracha, borracha de la sangre del pueblo santo de Dios, es decir, los que testificaron de Jesús. Me quedé mirándola totalmente asombrado. 7 «¿Por qué te asombras tanto? — preguntó el ángel — . Te explicaré el misterio de esta mujer y de la bestia con siete cabezas y diez cuernos sobre la que ella está sentada. 8 La bestia que viste, antes vivía pero ya no. Sin embargo, pronto subirá del abismo sin fondo e irá a la destrucción eterna. Los que pertenecen a este mundo cuyos nombres no fueron escritos en el libro de la vida antes de la creación del mundo, se asombrarán al ver la reaparición de esta bestia, que había muerto. 9 »Aquí se requiere una mente con entendimiento: las siete cabezas de la bestia representan las siete colinas donde la mujer gobierna. También representan siete reyes: 10 cinco reyes ya han caído, el sexto reina actualmente, y el séptimo todavía no ha llegado pero su reino será breve. 11 »La bestia escarlata que existía pero que ya no existe es el octavo rey. Este rey es como los otros siete, y él también va rumbo a la destrucción. 12 Los diez cuernos de la bestia son diez reyes que todavía no han subido al poder; pero estos serán designados como reyes por un breve momento para reinar junto con la bestia. 13 Los diez estarán de acuerdo en entregarle a la bestia el poder y la autoridad que tienen. 14 Irán juntos a la guerra contra el Cordero, pero el Cordero los derrotará porque él es el Señor de todos los señores y el Rey de todos los reyes. Y los que él ha llamado y elegido y le son fieles, estarán con él». 15 Luego el ángel me dijo: «Las aguas donde la prostituta gobierna representan grandes multitudes de cada nación y lengua. 16 Tanto la bestia escarlata como sus diez cuernos odian a la prostituta. La desnudarán, comerán su carne y quemarán con fuego lo que quede de ella. 17 Pues Dios les ha puesto un plan en la mente, un plan que llevará a cabo los propósitos de Dios. Ellos estarán de acuerdo en entregarle a la bestia escarlata la autoridad que tienen, y así se cumplirán las palabras de Dios. 18 La mujer que viste en la visión representa la gran ciudad que reina sobre los reyes del mundo».
, un ángel explicó que las aguas representan “pueblos y naciones y lenguas.” Apocalipsis 17:15
RVR1960 15 Me dijo también: Las aguas que has visto donde la ramera se sienta, son pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas. NTV 15 Luego el ángel me dijo: «Las aguas donde la prostituta gobierna representan grandes multitudes de cada nación y lengua.
Los vientos simbolizan luchas. Los cuatro vientos del cielo que combatían en la gran mar representan los terribles dramas de conquista y revolución por los cuales los reinos alcanzaron el poder.

Pero la bestia con cuernos semejantes a los de un cordero “subía de la tierra.” En lugar de derribar a otras potencias para establecerse, la nación así representada debe subir en territorio hasta entonces desocupado, y crecer gradual y pacíficamente. No podía, pues, subir entre las naciones populosas y belicosas del viejo mundo, ese mar turbulento de “pueblos y muchedumbres y naciones y lenguas.” Hay que buscarla en el continente occidental.

¿Cuál era en 1798 la nación del nuevo mundo cuyo poder estuviera entonces desarrollándose, de modo que se anunciara como nación fuerte y grande, capaz de llamar la atención del mundo? La aplicación del símbolo no admite duda alguna. Una nación, y sólo una, responde a los datos y rasgos característicos de esta profecía; no hay duda de que se trata aquí de los Estados Unidos de Norteamérica. Una y otra vez el pensamiento y los términos del autor sagrado han sido empleados inconscientemente por los oradores e historiadores al describir el nacimiento y crecimiento de esta nación. El profeta vio que la bestia “subía de la tierra;” y, según los traductores, la palabra dada aquí por “subía” significa literalmente “crecía o brotaba como una planta.” Y, como ya lo vimos, la nación debe nacer en territorio hasta entonces desocupado. Un escritor notable, al describir el desarrollo de los Estados Unidos, habla del “misterio de su desarrollo de la nada” y dice: “Como silenciosa semilla crecimos hasta llegar a ser un imperio.” — [G. A. Townsend, The New Compared with the Old, 462.] Un periódico europeo habló en 1850 de los Estados Unidos como de un imperio maravilloso, que surgía y que “ en el silencio de la tierra crecía constantemente en poder y gloria.” — [Dublin Nation]. Eduardo Everett, en un discurso acerca de los peregrinos, fundadores de esta nación, dijo: “¿Buscaron un lugar retirado que por su obscuridad resultara inofensivo y seguro en su aislamiento, donde la pequeña iglesia de Leyden pudiese tener libertad de conciencia? ¡He aquí las inmensas regiones sobre las cuales, en pacífica conquista, ... han plantado los estandartes de la cruz!” — Discurso pronunciado en Plymouth, Massachusetts, el 22 de diciembre de 1824.

“Y tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero.” Los cuernos semejantes a los de un cordero representan juventud, inocencia y mansedumbre, rasgos del carácter de los Estados Unidos cuando el profeta vio que esa nación “subía” en 1798. Entre los primeros expatriados cristianos que huyeron a América en busca de asilo contra la opresión real y la intolerancia sacerdotal, hubo muchos que resolvieron establecer un gobierno sobre el amplio fundamento de la libertad civil y religiosa. Sus convicciones hallaron cabida en la declaración de la independencia que hace resaltar la gran verdad de que “todos los hombres son creados iguales,” y poseen derechos inalienables a la “vida, a la libertad y a la búsqueda de la felicidad.” Y la Constitución garantiza al pueblo el derecho de gobernarse a sí mismo, y establece que los representantes elegidos por el voto popular promulguen las leyes y las hagan cumplir. Además, fue otorgada la libertad religiosa, y a cada cual se le permitió adorar a Dios según los dictados de su conciencia. El republicanismo y el protestantismo vinieron a ser los principios fundamentales de la nación. Estos principios son el secreto de su poder y de su prosperidad. Los oprimidos y pisoteados de toda la cristiandad se han dirigido a este país con afán y esperanza. Millones han fondeado en sus playas, y los Estados Unidos han llegado a ocupar un puesto entre las naciones más poderosas de la tierra.

Pero la bestia que tenía cuernos como un cordero “hablaba como dragón. Y ejerce toda la autoridad de la primera bestia en su presencia. Y hace que la tierra y los que en ella habitan, adoren a la bestia primera, cuya herida mortal fue sanada ... diciendo a los que habitan sobre la tierra, que hagan una imagen de la bestia que recibió el golpe de espada, y sin embargo vivió.” Apocalipsis 13:11-14
RVR1960 11 Después vi otra bestia que subía de la tierra; y tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero, pero hablaba como dragón. 12 Y ejerce toda la autoridad de la primera bestia en presencia de ella, y hace que la tierra y los moradores de ella adoren a la primera bestia, cuya herida mortal fue sanada. 13 También hace grandes señales, de tal manera que aun hace descender fuego del cielo a la tierra delante de los hombres. 14 Y engaña a los moradores de la tierra con las señales que se le ha permitido hacer en presencia de la bestia, mandando a los moradores de la tierra que le hagan imagen a la bestia que tiene la herida de espada, y vivió. NTV 11 Luego vi a otra bestia; esta salía de la tierra. Tenía dos cuernos como los de un cordero, pero hablaba con la voz de un dragón. 12 Ejercía toda la autoridad de la primera bestia y exigía que toda la tierra y sus habitantes adoraran a la primera bestia, la que se había recuperado de su herida mortal. 13 Hacía milagros asombrosos, incluso que cayera fuego del cielo a la tierra mientras todos observaban. 14 Con los milagros que se le permitió hacer en nombre de la primera bestia, engañó a todos los que pertenecen a este mundo. Les ordenó que hicieran una gran estatua de la primera bestia, la que estaba herida de muerte y después volvió a la vida.

Los cuernos como de cordero y la voz de dragón del símbolo indican una extraña contradicción entre lo que profesa ser y lo que práctica la nación así representada. El “hablar” de la nación son los actos de sus autoridades legislativas y judiciales. Por esos actos la nación desmentirá los principios liberales y pacíficos que expresó como fundamento de su política. La predicción de que hablará “como dragón” y ejercerá “toda la autoridad de la primera bestia,” anuncia claramente el desarrollo del espíritu de intolerancia y persecución de que tantas pruebas dieran las naciones representadas por el dragón y la bestia semejante al leopardo. Y la declaración de que la bestia con dos cuernos “hace que la tierra y los que en ella habitan, adoren a la bestia primera,” indica que la autoridad de esta nación será empleada para imponer alguna observancia en homenaje al papado.

Semejante actitud sería abiertamente contraria a los principios de este gobierno, al genio de sus instituciones libres, a los claros y solemnes reconocimientos contenidos en la declaración de la independencia, y contrarios finalmente a la constitución. Los fundadores de la nación procuraron con acierto que la iglesia no pudiera hacer uso del poder civil, con los consabidos e inevitables resultados: la intolerancia y la persecución. La constitución garantiza que “el congreso no legislará con respecto al establecimiento de una religión ni prohibirá el libre ejercicio de ella,” y que “ninguna manifestación religiosa será jamás requerida como condición de aptitud para ninguna función o cargo público en los Estados Unidos.” Sólo en flagrante violación de estas garantías de la libertad de la nación, es cómo se puede imponer por la autoridad civil la observancia de cualquier deber religioso. Pero la inconsecuencia de tal procedimiento no es mayor que lo representado por el símbolo. Es la bestia con cuernos semejantes a los de un cordero — que profesa ser pura, mansa, inofensiva — y que habla como un dragón.

“Diciendo a los que habitan sobre la tierra, que hagan una imagen de la bestia.” Aquí tenemos presentada a las claras una forma de gobierno en el cual el poder legislativo descansa en el pueblo, y ello prueba que los Estados Unidos de Norteamérica constituyen la nación señalada por la profecía.

¿Pero qué es la “imagen de la bestia”? ¿Y cómo se la formará? La imagen es hecha por la bestia de dos cuernos y es una imagen de la primera bestia. Así que para saber a qué se asemeja la imagen y cómo será formada, debemos estudiar los rasgos característicos de la misma bestia: el papado.

Cuando la iglesia primitiva se corrompió al apartarse de la sencillez del Evangelio y al aceptar costumbres y ritos paganos, perdió el Espíritu y el poder de Dios; y para dominar las conciencias buscó el apoyo del poder civil. El resultado fue el papado, es decir, una iglesia que dominaba el poder del estado y se servía de él para promover sus propios fines y especialmente para extirpar la “herejía.” Para que los Estados Unidos formen una imagen de la bestia, el poder religioso debe dominar de tal manera al gobierno civil que la autoridad del estado sea empleada también por la iglesia para cumplir sus fines.

Siempre que la iglesia alcanzó el poder civil, lo empleó para castigar a los que no admitían todas sus doctrinas. Las iglesias protestantes que siguieron las huellas de Roma al aliarse con los poderes mundanos, manifestaron el mismo deseo de restringir la libertad de conciencia. Ejemplo de esto lo tenemos en la larga persecución de los disidentes por la iglesia de Inglaterra. Durante los siglos XVI y XVII miles de ministros no conformistas fueron obligados a abandonar sus iglesias, y a muchos pastores y feligreses se les impusieron multas, encarcelamientos, torturas y el martirio.

Fué la apostasía lo que indujo a la iglesia primitiva a buscar la ayuda del gobierno civil, y esto preparó el camino para el desarrollo del papado, simbolizado por la bestia. San Pablo lo predijo al anunciar que vendría “la apostasía,” y sería “revelado el hombre de pecado.” 2 Tesalonicenses 2:3
RVR1960 3 Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, NTV 3 No se dejen engañar por lo que dicen. Pues aquel día no vendrá hasta que haya una gran rebelión contra Dios y se dé a conocer el hombre de anarquía, aquel que trae destrucción.
De modo que la apostasía en la iglesia preparará el camino para la imagen de la bestia.

La Biblia declara que antes de la venida del Señor habrá un estado de decadencia religiosa análoga a la de los primeros siglos. “En los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque los hombres serán amadores de sí mismos, amadores del dinero, jactanciosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a sus padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, incontinentes, fieros, aborrecedores de los que son buenos, traidores, protervos, hinchados de orgullo, amadores de los placeres, más bien que amadores de Dios; teniendo la forma de la piedad, mas negando el poder de ella.” 2 Timoteo 3:1-5
RVR1960 1 También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. 2 Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, 3 sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, 4 traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, 5 que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita. NTV 1 Timoteo, es bueno que sepas que, en los últimos días, habrá tiempos muy difíciles. 2 Pues la gente solo tendrá amor por sí misma y por su dinero. Serán fanfarrones y orgullosos, se burlarán de Dios, serán desobedientes a sus padres y malagradecidos. No considerarán nada sagrado. 3 No amarán ni perdonarán; calumniarán a otros y no tendrán control propio. Serán crueles y odiarán lo que es bueno. 4 Traicionarán a sus amigos, serán imprudentes, se llenarán de soberbia y amarán el placer en lugar de amar a Dios. 5 Actuarán como religiosos pero rechazarán el único poder capaz de hacerlos obedientes a Dios. ¡Aléjate de esa clase de individuos!
“Empero el Espíritu dice expresamente, que en tiempos venideros algunos se apartarán de la fe, prestando atención a espíritus seductores, y a enseñanzas de demonios.” 1 Timoteo 4:1
RVR1960 1 Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios; NTV 1 Ahora bien, el Espíritu Santo nos dice claramente que en los últimos tiempos algunos se apartarán de la fe verdadera; seguirán espíritus engañosos y enseñanzas que provienen de demonios.
Satanás obrará “con todo poder, y con señales, y con maravillas mentirosas, y con todo el artificio de la injusticia.” Y todos los que “no admitieron el amor de la verdad, para que fuesen salvos,” serán dejados para que acepten “operación de error, a fin de que crean a la mentira.” 2 Tesalonicenses 2:9-11
RVR1960 9 inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos, 10 y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. 11 Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, NTV 9 Ese hombre vendrá a hacer la obra de Satanás con poder, señales y milagros falsos. 10 Se valdrá de toda clase de mentiras malignas para engañar a los que van rumbo a la destrucción, porque se niegan a amar y a aceptar la verdad que los salvaría. 11 Por lo tanto, Dios hará que ellos sean engañados en gran manera y creerán esas mentiras.
Cuando se haya llegado a este estado de impiedad, se verán los mismos resultados que en los primeros siglos.

Muchos consideran la gran diversidad de creencias en las iglesias protestantes como prueba terminante de que nunca se procurará asegurar una uniformidad forzada. Pero desde hace años se viene notando entre las iglesias protestantes un poderoso y creciente sentimiento en favor de una unión basada en puntos comunes de doctrina. Para asegurar tal unión, debe necesariamente evitarse toda discusión de asuntos en los cuales no todos están de acuerdo, por importantes que sean desde el punto de vista bíblico.

Carlos Beecher, en un sermón predicado en 1846, declaró que el pastorado de “las denominaciones evangélicas protestantes no está formado sólo bajo la terrible presión del mero temor humano, sino que vive, y se mueve y respira en una atmósfera radicalmente corrompida y que apela a cada instante al elemento más bajo de su naturaleza para tapar la verdad y doblar la rodilla ante el poder de la apostasía. ¿No pasó así con la iglesia romana? ¿No estamos reviviendo su vida? ¿Y qué es lo que vemos por delante? ¡Otro concilio general! ¡Una convención mundial! ¡Alianza evangélica y credo universal!” — Sermón, “The Bible a Sufficient Creed,” pronunciado en Fort Wayne, Indiana, el 22 de febrero de 1846. Cuando se haya logrado esto, en el esfuerzo para asegurar completa uniformidad, sólo faltará un paso para apelar a la fuerza.

Cuando las iglesias principales de los Estados Unidos, uniéndose en puntos comunes de doctrina, influyan sobre el estado para que imponga los decretos y las instituciones de ellas, entonces la América protestante habrá formado una imagen de la jerarquía romana, y la inflicción de penas civiles contra los disidentes vendrá de por sí sola.

La bestia de dos cuernos “hace [ordena] que todos, pequeños y grandes, así ricos como pobres, así libres como esclavos, tengan una marca sobre su mano derecha, o sobre su frente; y que nadie pueda comprar o vender, sino aquel que tenga la marca, es decir, el nombre de la bestia o el número de su nombre.” Apocalipsis 13:16-17
RVR1960 16 Y hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha, o en la frente; 17 y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre. NTV 16 Además exigió que a todos — pequeños y grandes; ricos y pobres; libres y esclavos — se les pusiera una marca en la mano derecha o en la frente. 17 Y nadie podía comprar ni vender nada sin tener esa marca, que era el nombre de la bestia o bien el número que representa su nombre.
La amonestación del tercer ángel es: “¡Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe su marca en su frente, o en su mano, él también beberá del vino de la ira de Dios!” “La bestia” mencionada en este mensaje, cuya adoración es impuesta por la bestia de dos cuernos, es la primera bestia, o sea la bestia semejante a un leopardo, de Apocalipsis 13
RVR1960 1 Me paré sobre la arena del mar, y vi subir del mar una bestia que tenía siete cabezas y diez cuernos; y en sus cuernos diez diademas; y sobre sus cabezas, un nombre blasfemo. 2 Y la bestia que vi era semejante a un leopardo, y sus pies como de oso, y su boca como boca de león. Y el dragón le dio su poder y su trono, y grande autoridad. 3 Vi una de sus cabezas como herida de muerte, pero su herida mortal fue sanada; y se maravilló toda la tierra en pos de la bestia, 4 y adoraron al dragón que había dado autoridad a la bestia, y adoraron a la bestia, diciendo: ¿Quién como la bestia, y quién podrá luchar contra ella? 5 También se le dio boca que hablaba grandes cosas y blasfemias; y se le dio autoridad para actuar cuarenta y dos meses. 6 Y abrió su boca en blasfemias contra Dios, para blasfemar de su nombre, de su tabernáculo, y de los que moran en el cielo. 7 Y se le permitió hacer guerra contra los santos, y vencerlos. También se le dio autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación. 8 Y la adoraron todos los moradores de la tierra cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo. 9 Si alguno tiene oído, oiga. 10 Si alguno lleva en cautividad, va en cautividad; si alguno mata a espada, a espada debe ser muerto. Aquí está la paciencia y la fe de los santos. 11 Después vi otra bestia que subía de la tierra; y tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero, pero hablaba como dragón. 12 Y ejerce toda la autoridad de la primera bestia en presencia de ella, y hace que la tierra y los moradores de ella adoren a la primera bestia, cuya herida mortal fue sanada. 13 También hace grandes señales, de tal manera que aun hace descender fuego del cielo a la tierra delante de los hombres. 14 Y engaña a los moradores de la tierra con las señales que se le ha permitido hacer en presencia de la bestia, mandando a los moradores de la tierra que le hagan imagen a la bestia que tiene la herida de espada, y vivió. 15 Y se le permitió infundir aliento a la imagen de la bestia, para que la imagen hablase e hiciese matar a todo el que no la adorase. 16 Y hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha, o en la frente; 17 y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre. 18 Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento, cuente el número de la bestia, pues es número de hombre. Y su número es seiscientos sesenta y seis. Apocalipsis 13: 1 : Dn. 7.
3. Apocalipsis 13: 1 : Ap. 17.
3, 7-12. Apocalipsis 13: 2 : Dn. 7.
4-6. Apocalipsis 13: 6 : Dn. 7.
8, 25; chapter 11.
36. Apocalipsis 13: 7 : Dn. 7.
21. Apocalipsis 13: 8 : Sal. 69.
28. Apocalipsis 13: 10 : Jer. 15.
2.
NTV 1 Después vi a una bestia que subía del mar. Tenía siete cabezas y diez cuernos, y una corona en cada cuerno; y escrito en cada cabeza había nombres que blasfemaban a Dios. 2 Esta bestia se parecía a un leopardo, ¡pero tenía las patas de un oso y la boca de un león! Y el dragón le dio a la bestia su propio poder y trono y gran autoridad. 3 Vi que una de las cabezas de la bestia parecía estar herida de muerte, ¡pero la herida mortal sanó! Todo el mundo se maravilló de este milagro y dio lealtad a la bestia. 4 Adoraron al dragón por haberle dado semejante poder a la bestia y también adoraron a la bestia. «¿Quién es tan grande como la bestia? — exclamaban — . ¿Quién puede luchar contra ella? ». 5 A la bestia se le permitió decir grandes blasfemias contra Dios, y se le dio autoridad para hacer todo lo que quisiera durante cuarenta y dos meses. 6 Y abrió la boca con terribles blasfemias contra Dios, maldiciendo su nombre y su habitación, es decir, a los que habitan en el cielo. 7 Además se le permitió a la bestia hacer guerra contra el pueblo santo de Dios y conquistarlo; y se le dio autoridad para gobernar sobre todo pueblo y toda tribu, lengua y nación. 8 Y adoraron a la bestia todos los que pertenecen a este mundo, aquellos cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida que pertenece al Cordero que fue sacrificado antes de la creación del mundo. 9 El que tenga oídos para oír, que escuche y entienda. 10 Todo el que esté destinado a la cárcel, a la cárcel será llevado. Todo el que esté destinado a morir a espada, morirá a filo de espada. Esto significa que el pueblo de Dios tiene que soportar la persecución con paciencia y permanecer fiel. 11 Luego vi a otra bestia; esta salía de la tierra. Tenía dos cuernos como los de un cordero, pero hablaba con la voz de un dragón. 12 Ejercía toda la autoridad de la primera bestia y exigía que toda la tierra y sus habitantes adoraran a la primera bestia, la que se había recuperado de su herida mortal. 13 Hacía milagros asombrosos, incluso que cayera fuego del cielo a la tierra mientras todos observaban. 14 Con los milagros que se le permitió hacer en nombre de la primera bestia, engañó a todos los que pertenecen a este mundo. Les ordenó que hicieran una gran estatua de la primera bestia, la que estaba herida de muerte y después volvió a la vida. 15 Luego se le permitió dar vida a esa estatua para que pudiera hablar. Entonces la estatua de la bestia ordenó que todo el que se negara a adorarla debía morir. 16 Además exigió que a todos — pequeños y grandes; ricos y pobres; libres y esclavos — se les pusiera una marca en la mano derecha o en la frente. 17 Y nadie podía comprar ni vender nada sin tener esa marca, que era el nombre de la bestia o bien el número que representa su nombre. 18 Aquí se requiere sabiduría. El que tenga entendimiento, que resuelva el significado del número de la bestia, porque es el número de un hombre. Su número es 666.
el papado. La “imagen de la bestia” representa la forma de protestantismo apóstata que se desarrollará cuando las iglesias protestantes busquen la ayuda del poder civil para la imposición de sus dogmas. Queda aún por definir lo que es “la marca de la bestia.”

Después de amonestar contra la adoración de la bestia y de su imagen, la profecía dice: “Aquí está la paciencia de los santos; aquí están los que guardan los mandamientos de Dios, y la fe de Jesús.” En vista de que los que guardan los mandamientos de Dios están puestos así en contraste con los que adoran la bestia y su imagen y reciben su marca, se deduce que la observancia de la ley de Dios, por una parte, y su violación, por la otra, establecen la distinción entre los que adoran a Dios y los que adoran a la bestia.

El rasgo más característico de la bestia, y por consiguiente de su imagen, es la violación de los mandamientos de Dios. Daniel dice del cuerno pequeño, o sea del papado: “Pensará en mudar los tiempos y la ley.” Daniel 7:25
RVR1960 25 Y hablará palabras contra el Altísimo, y a los santos del Altísimo quebrantará, y pensará en cambiar los tiempos y la ley; y serán entregados en su mano hasta tiempo, y tiempos, y medio tiempo. NTV 25 Desafiará al Altísimo y oprimirá al pueblo santo del Altísimo. Procurará cambiar las leyes de los santos y sus festivales sagrados y ellos quedarán bajo el dominio de ese rey por un tiempo, tiempos y medio tiempo.
Y San Pablo llama al mismo poder el “hombre de pecado,” que había de ensalzarse sobre Dios. Una profecía es complemento de la otra. Sólo adulterando la ley de Dios podía el papado elevarse sobre Dios; y quienquiera que guardase a sabiendas la ley así adulterada daría honor supremo al poder que introdujo el cambio. Tal acto de obediencia a las leyes papales sería señal de sumisión al papa en lugar de sumisión a Dios.

El papado intentó alterar la ley de Dios. El segundo mandamiento, que prohibe el culto de las imágenes, ha sido borrado de la ley, y el cuarto mandamiento ha sido adulterado de manera que autorice la observancia del primer día en lugar del séptimo como día de reposo. Pero los papistas aducen para justificar la supresión del segundo mandamiento, que éste es inútil puesto que está incluído en el primero, y que ellos dan la ley tal cual Dios tenía propuesto que fuese entendida. Este no puede ser el cambio predicho por el profeta. Se trata de un cambio intencional y deliberado: “Pensará en mudar los tiempos y la ley.” El cambio introducido en el cuarto mandamiento cumple exactamente la profecía. La única autoridad que se invoca para dicho cambio es la de la iglesia. Aquí el poder papal se ensalza abiertamente sobre Dios.

Mientras los que adoran a Dios se distinguirán especialmente por su respeto al cuarto mandamiento — ya que éste es el signo de su poder creador y el testimonio de su derecho al respeto y homenaje de los hombres, — los adoradores de la bestia se distinguirán por sus esfuerzos para derribar el monumento recordativo del Creador y ensalzar lo instituído por Roma. Las primeras pretensiones arrogantes del papado fueron hechas en favor del domingo (véase el Apéndice, nota 9); y la primera vez que recurrió al poder del estado fue para imponer la observancia del domingo como “día del Señor.” Pero la Biblia señala el séptimo día, y no el primero, como día del Señor. Cristo dijo: “El Hijo del hombre es Señor aun del sábado.” El cuarto mandamiento declara que: “El día séptimo es día de descanso [margen, sábado], consagrado a Jehová.” Y por boca del profeta Isaías el Señor lo llama: “Mi día santo.” Marcos 2:28
RVR1960 28 Por tanto, el Hijo del Hombre es Señor aun del día de reposo. NTV 28 Así que el Hijo del Hombre es Señor, ¡incluso del día de descanso!
Éxodo 20:10
RVR1960 10 mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. NTV 10 pero el séptimo día es un día de descanso y está dedicado al Señor tu Dios. Ese día, ningún miembro de tu casa hará trabajo alguno. Esto se refiere a ti, a tus hijos e hijas, a tus siervos y siervas, a tus animales y también incluye a los extranjeros que vivan entre ustedes.
Isaías 58:13
RVR1960 13 Si retrajeres del día de reposo tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamares delicia, santo, glorioso de Jehová; y lo venerares, no andando en tus propios caminos, ni buscando tu voluntad, ni hablando tus propias palabras, NTV 13 »Guarden como santo el día de descanso; en ese día no se ocupen de sus propios intereses, sino disfruten del día de descanso y hablen del día con delicia, por ser el día santo del Señor. Honren el día de descanso en todo lo que hagan ese día y no sigan sus propios deseos ni hablen palabras inútiles.

El aserto, tantas veces repetido, de que Cristo cambió el día de reposo, está refutado por sus propias palabras. En su sermón sobre el monte, dijo: “No penséis que vine pare invalidar la Ley, o los Protetas: no vine a invalidar, sino a cumplir. Porque en verdad os digo, que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni siquiera una jota ni un tilde pasará de la ley, hasta que el todo sea cumplido. Por tanto cualquiera que quebrantare uno de estos más mínimos mandamientos, y enseñare a los hombres así, será llamado muy pequeño en el reino de los cielos: mas cualquiera que los hiciere y enseñare será llamado grande en el reino de los cielos.” Mateo 5:17-19
RVR1960 17 No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. 18 Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido. 19 De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos. NTV 17 »No malinterpreten la razón por la cual he venido. No vine para abolir la ley de Moisés o los escritos de los profetas. Al contrario, vine para cumplir sus propósitos. 18 Les digo la verdad, hasta que desaparezcan el cielo y la tierra, no desaparecerá ni el más mínimo detalle de la ley de Dios hasta que su propósito se cumpla. 19 Entonces, si no hacen caso al más insignificante mandamiento y les enseñan a los demás a hacer lo mismo, serán llamados los más insignificantes en el reino del cielo; pero el que obedece las leyes de Dios y las enseña será llamado grande en el reino del cielo.

Es un hecho generalmente admitido por los protestantes, que las Sagradas Escrituras no autorizan en ninguna parte el cambio del día de reposo. Esto se confirma en publicaciones de la Sociedad Americana de Tratados y la Unión Americana de Escuelas Dominicales. Una de estas obras reconoce “que el Nuevo Testamento no dice absolutamente nada en cuanto a un mandamiento explí- cito en favor del día de reposo, o a reglas definidas relativas a su observancia.” — [Jorge Elliott, The Abiding Sabbath, 184.]

Otra dice: “Hasta la época de la muerte de Cristo, ningún cambio se había hecho en cuanto al día;” y, “por lo que se desprende del relato bíblico, los apóstoles no dieron ... mandamiento explícito alguno que ordenara el abandono del séptimo día, sábado, como día de reposo, ni que se lo observara en el primer día de la semana.” — [A. E. Waffle, The Lord’s Day, 186-188.]

Los católicos romanos reconocen que el cambio del día de descanso fue hecho por su iglesia, y declaran que al observar el domingo los protestantes reconocen la autoridad de ella. En el Catecismo Católico de la Religión Cristiana, al contestar una pregunta relativa al día que se debe guardar en obediencia al cuarto mandamiento, se hace esta declaración: “Bajo la ley antigua, el sábado era el día santificado; pero la iglesia, instruida por Jesucristo y dirigida por el Espíritu de Dios, substituyó el sábado por el domingo; de manera que ahora santificamos el primer día y no el séptimo. Domingo significa día del Señor, y es lo que ha venido a ser.”

Como signo de la autoridad de la iglesia católica, los escritores católicos citan “el acto mismo de cambiar el sábado al domingo, cambio en que los protestantes consienten ... porque al guardar estrictamente el domingo, ellos reconocen el poder de la iglesia para ordenar fiestas y para imponerlas so pena de incurrir en pecado.” — [H. Tuberville, An Abridgement of the Christian Doctrine, pág. 58.] ¿Qué es, pues, el cambio del día de descanso, sino el signo o marca de la autoridad de la iglesia romana, “la marca de la bestia”?

La iglesia romana no ha renunciado a sus pretensiones a la supremacía; y cuando el mundo y las iglesias protestantes aceptan un día de descanso creado por ella, mientras rechazan el día de descanso de la Biblia, acatan en la práctica las tales pretensiones. Pueden apelar a la autoridad de la tradición y de los padres para apoyar el cambio; pero al hacerlo pasan por alto el principio mismo que los separa de Roma, es a saber, que “la Biblia, y la Biblia sola es la religión de los protestantes.” Los papistas pueden ver que los protestantes se están engañando a sí mismos, al cerrar voluntariamente los ojos ante los hechos del caso. A medida que gana terreno el movimiento en pro de la observancia obligatoria del domingo, ellos se alegran en la seguridad de que ha de concluir por poner a todo el mundo protestante bajo el estandarte de Roma.

Los romanistas declaran que “la observancia del domingo por los protestantes es un homenaje que rinden, mal de su grado, a la autoridad de la iglesia [católica].” — [Mons. de Segur, Plain Talk About the Protestantism of Today, 213.] La imposición de la observancia del domingo por parte de las iglesias protestantes es una imposición de que se adore al papado, o sea la bestia. Los que, comprendiendo las exigencias del cuarto mandamiento, prefieren observar el falso día de reposo en lugar del verdadero, rinden así homenaje a aquel poder, el único que ordenó su observancia. Pero por el mismo hecho de imponer un deber religioso con ayuda del poder secular, las mismas iglesias estarían elevando una imagen a la bestia; de aquí que la imposición de la observancia del domingo en los Estados Unidos equivaldría a imponer la adoración de la bestia y de su imagen.

Pero los cristianos de las generaciones pasadas observaron el domingo creyendo guardar así el día de descanso bíblico; y ahora hay verdaderos cristianos en todas las iglesias, sin exceptuar la católica romana, que creen honradamente que el domingo es el día de reposo divinamente instituído. Dios acepta su sinceridad de propósito y su integridad. Pero cuando la observancia del domingo sea impuesta por la ley, y que el mundo sea ilustrado respecto a la obligación del verdadero día de descanso, entonces el que transgrediere el mandamiento de Dios para obedecer un precepto que no tiene mayor autoridad que la de Roma, honrará con ello al papado por encima de Dios: rendirá homenaje a Roma y al poder que impone la institución establecida por Roma: adorará la bestia y su imagen. Cuando los hombres rechacen entonces la institución que Dios declaró ser el signo de su autoridad, y honren en su lugar lo que Roma escogió como signo de su supremacía, ellos aceptarán de hecho el signo de la sumisión a Roma, “la marca de la bestia.” Y sólo cuando la cuestión haya sido expuesta así a las claras ante los hombres, y ellos hayan sido llamados a escoger entre los mandamientos de Dios y los mandamientos de los hombres, será cuando los que perseveren en la transgresión recibirán “la marca de la bestia.”

La más terrible amenaza que haya sido jamás dirigida a los mortales se encuentra contenida en el mensaje del tercer ángel. Debe ser un pecado horrendo el que atrae la ira de Dios sin mezcla de misericordia. Los hombres no deben ser dejados en la ignorancia tocante a esta importante cuestión; la amonestación contra este pecado debe ser dada al mundo antes que los juicios de Dios caigan sobre él, para que todos sepan por qué deben consumarse, y para que tengan oportunidad para librarse de ellos. La profecía declara que el primer ángel hará su proclamación “a cada nación, y tribu, y lengua, y pueblo.” El aviso del tercer ángel, que forma parte de ese triple mensaje, no tendrá menos alcance. La profecía dice de él que será proclamado en alta voz por un ángel que vuele por medio del cielo; y llamará la atención del mundo.

Al final de la lucha, toda la cristiandad quedará dividida en dos grandes categorías: la de los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús, y la de los que adoran la bestia y su imagen y reciben su marca. Si bien la iglesia y el estado se unirán para obligar a “todos, pequeños y grandes, así ricos como pobres, así libres como esclavos,” a que tengan “la marca de la bestia” Apocalipsis 13:16
RVR1960 16 Y hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha, o en la frente; NTV 16 Además exigió que a todos — pequeños y grandes; ricos y pobres; libres y esclavos — se les pusiera una marca en la mano derecha o en la frente.
VM el pueblo de Dios no la tendrá. El profeta de Patmos vio que “los que habían salido victoriosos de la prueba de la bestia, y de su imagen, y del número de su nombre, estaban sobre aquel mar de vidrio, teniendo arpas de Dios,” y cantaban el cántico de Moisés y del Cordero. Apocalipsis 15:2-3
RVR1960 2 Vi también como un mar de vidrio mezclado con fuego; y a los que habían alcanzado la victoria sobre la bestia y su imagen, y su marca y el número de su nombre, en pie sobre el mar de vidrio, con las arpas de Dios. 3 Y cantan el cántico de Moisés siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos. NTV 2 Vi delante de mí algo que parecía un mar de cristal mezclado con fuego. Sobre este mar estaban de pie todos los que habían vencido a la bestia, a su estatua y al número que representa su nombre. Todos tenían arpas que Dios les había dado 3 y entonaban el canto de Moisés, siervo de Dios, y el canto del Cordero: «Grandes y maravillosas son tus obras, oh Señor Dios, el Todopoderoso. Justos y verdaderos son tus caminos, oh Rey de las naciones.

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