Una obra de reforma — Estudia la Biblia Hoy





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Una obra de reforma
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Una obra de reforma



No podemos poner fecha a la Segunda Venida de Cristo.
Mateo 24:36
RVR1960 36 Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre. NTV 36 »Sin embargo, nadie sabe el día ni la hora en que sucederán estas cosas, ni siquiera los ángeles en el cielo ni el propio Hijo. Solo el Padre lo sabe.

La obra de reforma tocante al sábado como día santificado de descanso, que debía cumplirse en los últimos días está predicha en la profecía de Isaías 56
RVR1960 1 Así dijo Jehová: Guardad derecho, y haced justicia; porque cercana está mi salvación para venir, y mi justicia para manifestarse. 2 Bienaventurado el hombre que hace esto, y el hijo de hombre que lo abraza; que guarda el día de reposo para no profanarlo, y que guarda su mano de hacer todo mal. 3 Y el extranjero que sigue a Jehová no hable diciendo: Me apartará totalmente Jehová de su pueblo. Ni diga el eunuco: He aquí yo soy árbol seco. 4 Porque así dijo Jehová: A los eunucos que guarden mis días de reposo, y escojan lo que yo quiero, y abracen mi pacto, 5 yo les daré lugar en mi casa y dentro de mis muros, y nombre mejor que el de hijos e hijas; nombre perpetuo les daré, que nunca perecerá. 6 Y a los hijos de los extranjeros que sigan a Jehová para servirle, y que amen el nombre de Jehová para ser sus siervos; a todos los que guarden el día de reposo para no profanarlo, y abracen mi pacto, 7 yo los llevaré a mi santo monte, y los recrearé en mi casa de oración; sus holocaustos y sus sacrificios serán aceptos sobre mi altar; porque mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos. 8 Dice Jehová el Señor, el que reúne a los dispersos de Israel: Aún juntaré sobre él a sus congregados. 9 Todas las bestias del campo, todas las fieras del bosque, venid a devorar. 10 Sus atalayas son ciegos, todos ellos ignorantes; todos ellos perros mudos, no pueden ladrar; soñolientos, echados, aman el dormir. 11 Y esos perros comilones son insaciables; y los pastores mismos no saben entender; todos ellos siguen sus propios caminos, cada uno busca su propio provecho, cada uno por su lado. 12 Venid, dicen, tomemos vino, embriaguémonos de sidra; y será el día de mañana como este, o mucho más excelente. NTV 1 Esto dice el Señor: «Sean justos e imparciales con todos; hagan lo que es bueno y correcto, porque vendré pronto para rescatarlos y para manifestar mi justicia entre ustedes. 2 Benditos todos los que se aseguran de cumplir esto. Benditos los que honran mis días de descanso, y procuran no hacer el mal. 3 »No permitan que los extranjeros que se comprometen con el Señor digan: “El Señor nunca dejará que yo sea parte de su pueblo”. Y no permitan que los eunucos digan: “Soy un árbol seco, sin hijos y sin futuro”. 4 Pues esto dice el Señor: Bendeciré a los eunucos que guardan como santos mis días de descanso, que deciden hacer lo que a mí me agrada y me entregan su vida. 5 Les daré — dentro de las paredes de mi casa — un recordatorio y un nombre, mucho más grande del que hijos o hijas pudieran darles. Pues el nombre que les doy es eterno; ¡nunca desaparecerá! 6 »También bendeciré a los extranjeros que se comprometan con el Señor, quienes lo sirvan y amen su nombre, quienes lo adoren y no profanen el día de descanso, y quienes se mantengan fieles a mi pacto. 7 Los llevaré a mi monte santo de Jerusalén y los llenaré de alegría en mi casa de oración. Aceptaré sus ofrendas quemadas y sus sacrificios, porque mi templo será llamado casa de oración para todas las naciones. 8 Pues el Señor Soberano, que hace volver a los marginados de Israel, dice: Traeré a otros también, además de mi pueblo Israel». 9 ¡Vengan, animales salvajes de los campos! ¡Vengan, animales salvajes de los bosques! ¡Vengan a devorar a mi pueblo! 10 Pues los líderes de mi pueblo, los guardianes del Señor, sus pastores, son ciegos e ignorantes. Son como perros guardianes silenciosos que no advierten cuando viene el peligro. Les encanta estar echados, durmiendo y soñando. 11 Como perros glotones, nunca quedan satisfechos. Son pastores ignorantes; cada uno va por su propio camino y busca ganancias personales. 12 «Vengan — dicen ellos — , consigamos vino y hagamos una fiesta. Emborrachémonos todos. ¡Mañana lo haremos de nuevo, y tendremos una fiesta aún más grande! ».
“Así dijo Jehová: Guardad derecho y haced justicia: porque cercana está mi salud para venir, y mi justicia para manifestarse. Bienaventurado el hombre que esto hiciere, y el hijo del hombre que esto abrazare: que guarda el sábado de profanarlo, y que guarda su mano de hacer todo mal.” “A los hijos de los extranjeros que se llegaren a Jehová para ministrarle, y que amaren el nombre de Jehová para ser sus siervos: todos los que guardaren el sábado de profanarlo, y abrazaren mi pacto, yo los llevaré al monte de mi santidad, y los recrearé en mi casa de oración.” Isaías 56:1-2
RVR1960 1 Así dijo Jehová: Guardad derecho, y haced justicia; porque cercana está mi salvación para venir, y mi justicia para manifestarse. 2 Bienaventurado el hombre que hace esto, y el hijo de hombre que lo abraza; que guarda el día de reposo para no profanarlo, y que guarda su mano de hacer todo mal. NTV 1 Esto dice el Señor: «Sean justos e imparciales con todos; hagan lo que es bueno y correcto, porque vendré pronto para rescatarlos y para manifestar mi justicia entre ustedes. 2 Benditos todos los que se aseguran de cumplir esto. Benditos los que honran mis días de descanso, y procuran no hacer el mal.
Isaías 56:6-7
RVR1960 6 Y a los hijos de los extranjeros que sigan a Jehová para servirle, y que amen el nombre de Jehová para ser sus siervos; a todos los que guarden el día de reposo para no profanarlo, y abracen mi pacto, 7 yo los llevaré a mi santo monte, y los recrearé en mi casa de oración; sus holocaustos y sus sacrificios serán aceptos sobre mi altar; porque mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos. NTV 6 »También bendeciré a los extranjeros que se comprometan con el Señor, quienes lo sirvan y amen su nombre, quienes lo adoren y no profanen el día de descanso, y quienes se mantengan fieles a mi pacto. 7 Los llevaré a mi monte santo de Jerusalén y los llenaré de alegría en mi casa de oración. Aceptaré sus ofrendas quemadas y sus sacrificios, porque mi templo será llamado casa de oración para todas las naciones.

Estas palabras se aplican a la dispensación cristiana, como se ve por el contexto: “Dice Jehová el Señor, el que recoge los dispersos de Israel: Juntaré a él otros todavía, además de los suyos que están ya recogidos.” Isaías 56:8
RVR1960 8 Dice Jehová el Señor, el que reúne a los dispersos de Israel: Aún juntaré sobre él a sus congregados. NTV 8 Pues el Señor Soberano, que hace volver a los marginados de Israel, dice: Traeré a otros también, además de mi pueblo Israel».
Aquí está anunciada de antemano la reunión de los gentiles por medio del Evangelio. Y una bendición se promete a aquellos que honren entonces el sábado. Así que la obligación del cuarto mandamiento se extiende más acá de la crucifixión, de la resurrección y ascensión de Cristo, hasta cuando sus siervos debían predicar a todas las naciones el mensaje de las buenas nuevas.

El Señor manda por el mismo profeta: “Ata el rollo del testimonio, y sella la ley entre mis discípulos.” Isaías 8:16
RVR1960 16 Ata el testimonio, sella la ley entre mis discípulos. NTV 16 Preserva las enseñanzas de Dios; confía sus instrucciones a quienes me siguen.
El sello de la ley de Dios se encuentra en el cuarto mandamiento. Este es el único de los diez mandamientos que contiene tanto el nombre como el título del Legislador. Declara que es el Creador del cielo y de la tierra, y revela así el derecho que tiene para ser reverenciado y adorado sobre todos los demás. Aparte de este precepto, no hay nada en el Decálogo que muestre qué autoridad fue la que promulgó la ley. Cuando el día de reposo fue cambiado por el poder del papa, se le quitó el sello a la ley. Los discípulos de Jesús están llamados a restablecerlo elevando el sábado del cuarto mandamiento a su lugar legítimo como institución conmemorativa del Creador y signo de su autoridad.

“¡A la ley y al testimonio!” Aunque abundan las doctrinas y teorías contradictorias, la ley de Dios es la regla infalible por la cual debe probarse toda opinión, doctrina y teoría. El profeta dice: “Si no hablaren conforme a esta palabra, son aquellos para quienes no ha amanecido.” Isaías 8:20
RVR1960 20 ! ! A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido. NTV 20 ¡Busquen las instrucciones y las enseñanzas de Dios! Quienes contradicen su palabra están en completa oscuridad.

También se da la orden: “¡Clama a voz en cuello, no te detengas! ¡eleva tu voz como trompeta! ¡declara a mi pueblo su transgresión, a la casa de Jacob sus pecados!” Los que deben ser reconvenidos a causa de sus transgresiones no son los que constituyen el mundo impío, sino aquellos a quienes el Señor designa como “mi pueblo.” Dios dice además: “Y con todo, me buscan de día en día, y tienen deleite en aprender mis caminos, como si fuera nación que obra justicia, y que no abandona la ley de su Dios.” Isaías 58:1-2
RVR1960 1 Clama a voz en cuello, no te detengas; alza tu voz como trompeta, y anuncia a mi pueblo su rebelión, y a la casa de Jacob su pecado. 2 Que me buscan cada día, y quieren saber mis caminos, como gente que hubiese hecho justicia, y que no hubiese dejado la ley de su Dios; me piden justos juicios, y quieren acercarse a Dios. NTV 1 «Grita con la voz de un toque de trompeta. ¡Grita fuerte! No seas tímido. ¡Háblale a mi pueblo Israel de sus pecados! 2 Sin embargo, ¡se hacen los piadosos! Vienen al templo todos los días y parecen estar encantados de aprender todo sobre mí. Actúan como una nación justa que nunca abandonaría las leyes de su Dios. Me piden que actúe a su favor, fingiendo que quieren estar cerca de mí.
Aquí se nos presenta a una clase de personas que se creen justas y parecen manifestar gran interés en el servicio de Dios; pero la severa y solemne censura del Escudriñador de corazones prueba que están pisoteando los preceptos divinos.

El profeta indica como sigue la ordenanza que ha sido olvidada: “Los cimientos de generación y generación levantarás: y serás llamado reparador de portillos, restaurador de calzadas para habitar. Si retrajeres del sábado tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y al sábado llamares delicias, santo, glorioso de Jehová; y lo venerares, no haciendo tus caminos, ni buscando tu voluntad, ni hablando tus palabras; entonces te deleitarás en Jehová.” Isaías 58:12-14
RVR1960 12 Y los tuyos edificarán las ruinas antiguas; los cimientos de generación y generación levantarás, y serás llamado reparador de portillos, restaurador de calzadas para habitar. 13 Si retrajeres del día de reposo tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamares delicia, santo, glorioso de Jehová; y lo venerares, no andando en tus propios caminos, ni buscando tu voluntad, ni hablando tus propias palabras, 14 entonces te deleitarás en Jehová; y yo te haré subir sobre las alturas de la tierra, y te daré a comer la heredad de Jacob tu padre; porque la boca de Jehová lo ha hablado. NTV 12 Algunos de ustedes reconstruirán las ruinas desoladas de sus ciudades. Entonces serán conocidos como reconstructores de muros y restauradores de casas. 13 »Guarden como santo el día de descanso; en ese día no se ocupen de sus propios intereses, sino disfruten del día de descanso y hablen del día con delicia, por ser el día santo del Señor. Honren el día de descanso en todo lo que hagan ese día y no sigan sus propios deseos ni hablen palabras inútiles. 14 Entonces el Señor será su delicia. Yo les daré gran honor y los saciaré con la herencia que prometí a su antepasado Jacob. ¡Yo, el Señor, he hablado! ».
Esta profecía se aplica también a nuestro tiempo. La brecha fue hecha en la ley de Dios cuando el sábado fue cambiado por el poder romano. Pero ha llegado el tiempo en que esa institución divina debe ser restaurada. La brecha debe ser reparada, y levantados los cimientos de muchas generaciones.

Santificado por el reposo y la bendición del Creador, el sábado fue guardado por Adán en su inocencia en el santo Edén; por Adán, caído pero arrepentido, después que fuera arrojado de su feliz morada. fue guardado por todos los patriarcas, desde Abel hasta el justo Noé, hasta Abrahán y Jacob. Cuando el pueblo escogido estaba en la esclavitud de Egipto, muchos, en medio de la idolatría imperante, perdieron el conocimiento de la ley de Dios, pero cuando el Señor libró a Israel, proclamó su ley con terrible majestad a la multitud reunida para que todos conociesen su voluntad y le temiesen y obedeciesen para siempre.

Desde aquel día hasta hoy, el conocimiento de la ley de Dios se ha conservado en la tierra, y se ha guardado el sábado del cuarto mandamiento. A pesar de que el “hombre de pecado” logró pisotear el día santo de Dios hubo, aun en la época de su supremacía, almas fieles escondidas en lugares secretos, que supieron honrarlo. Desde la Reforma, hubo en cada generación algunas almas que mantuvieron viva su observancia. Aunque fue a menudo en medio de oprobios y persecuciones, nunca se dejó de rendir testimonio constante al carácter perpetuo de la ley de Dios y a la obligación sagrada del sábado de la creación.

Estas verdades, tal cual están presentadas en Apocalipsis 14
RVR1960 1 Después miré, y he aquí el Cordero estaba en pie sobre el monte de Sion, y con él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían el nombre de él y el de su Padre escrito en la frente. 2 Y oí una voz del cielo como estruendo de muchas aguas, y como sonido de un gran trueno; y la voz que oí era como de arpistas que tocaban sus arpas. 3 Y cantaban un cántico nuevo delante del trono, y delante de los cuatro seres vivientes, y de los ancianos; y nadie podía aprender el cántico sino aquellos ciento cuarenta y cuatro mil que fueron redimidos de entre los de la tierra. 4 Estos son los que no se contaminaron con mujeres, pues son vírgenes. Estos son los que siguen al Cordero por dondequiera que va. Estos fueron redimidos de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero; 5 y en sus bocas no fue hallada mentira, pues son sin mancha delante del trono de Dios. 6 Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo, 7 diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas. 8 Otro ángel le siguió, diciendo: Ha caído, ha caído Babilonia, la gran ciudad, porque ha hecho beber a todas las naciones del vino del furor de su fornicación. 9 Y el tercer ángel los siguió, diciendo a gran voz: Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano, 10 él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero; 11 y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de día ni de noche los que adoran a la bestia y a su imagen, ni nadie que reciba la marca de su nombre. 12 Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. 13 Oí una voz que desde el cielo me decía: Escribe: Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen. 14 Miré, y he aquí una nube blanca; y sobre la nube uno sentado semejante al Hijo del Hombre, que tenía en la cabeza una corona de oro, y en la mano una hoz aguda. 15 Y del templo salió otro ángel, clamando a gran voz al que estaba sentado sobre la nube: Mete tu hoz, y siega; porque la hora de segar ha llegado, pues la mies de la tierra está madura. 16 Y el que estaba sentado sobre la nube metió su hoz en la tierra, y la tierra fue segada. 17 Salió otro ángel del templo que está en el cielo, teniendo también una hoz aguda. 18 Y salió del altar otro ángel, que tenía poder sobre el fuego, y llamó a gran voz al que tenía la hoz aguda, diciendo: Mete tu hoz aguda, y vendimia los racimos de la tierra, porque sus uvas están maduras. 19 Y el ángel arrojó su hoz en la tierra, y vendimió la viña de la tierra, y echó las uvas en el gran lagar de la ira de Dios. 20 Y fue pisado el lagar fuera de la ciudad, y del lagar salió sangre hasta los frenos de los caballos, por mil seiscientos estadios. Apocalipsis 14: 1 : Ez. 9.
4; Ap. 7.
3. Apocalipsis 14: 5 : Sof. 3.
13. Apocalipsis 14: 8 : Is. 21.
9; Ap. 18.
2. Apocalipsis 14: 10 : Is. 51.
17. Apocalipsis 14: 10 : Gn. 19.
24. Apocalipsis 14: 11 : Is. 34.
10. Apocalipsis 14: 14 : Dn. 7.
13. Apocalipsis 14: 15 : Jl. 3.
13. Apocalipsis 14: 20 : Is. 63.
3; Ap. 19.
15.
NTV 1 Luego vi al Cordero de pie sobre el monte Sion, y con él había 144. 000 que tenían el nombre del Cordero y el de su Padre escrito en la frente. 2 Y oí un sonido que venía del cielo, era como el rugido de grandes olas del mar o el retumbar de fuertes truenos. Parecía el sonido de muchos arpistas tocando juntos. 3 Ese gran coro entonaba un nuevo canto maravilloso delante del trono de Dios y delante de los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos. Nadie podía aprender ese canto aparte de los 144. 000 que habían sido rescatados de la tierra. 4 Ellos se han mantenido tan puros como vírgenes, y son los que siguen al Cordero dondequiera que va. Han sido comprados de entre los pueblos de la tierra como ofrenda especial para Dios y para el Cordero. 5 Ellos no han dicho mentiras y son intachables. 6 Y vi a otro ángel, que volaba por el cielo y llevaba la eterna Buena Noticia para proclamarla a los que pertenecen a este mundo: a todo pueblo y toda nación, tribu y lengua. 7 «Teman a Dios — gritaba — . Denle gloria a él, porque ha llegado el tiempo en que ocupe su lugar como juez. Adoren al que hizo los cielos, la tierra, el mar y todos los manantiales de agua». 8 Luego otro ángel lo siguió por el cielo mientras gritaba: «Babilonia ha caído — cayó esa gran ciudad — porque hizo que todas las naciones del mundo bebieran el vino de su apasionada inmoralidad». 9 Después un tercer ángel los siguió mientras gritaba: «Todo el que adore a la bestia y a su estatua o acepte su marca en la frente o en la mano 10 tendrá que beber el vino de la ira de Dios, que se ha servido sin diluir en la copa del furor de Dios. Ellos serán atormentados con fuego y azufre ardiente en presencia de los ángeles santos y del Cordero. 11 El humo de su tormento subirá por siempre jamás, y no tendrán alivio ni de día ni de noche, porque adoraron a la bestia y a su estatua y aceptaron la marca de su nombre». 12 Esto significa que el pueblo de Dios tiene que soportar la persecución con paciencia, obedeciendo sus mandamientos y manteniendo la fe en Jesús. 13 Y oí una voz del cielo que decía: «Escribe lo siguiente: benditos son los que de ahora en adelante mueran en el Señor. El Espíritu dice: “Sí, ellos son en verdad benditos, porque descansarán de su arduo trabajo, ¡pues sus buenas acciones los siguen!”». 14 Entonces vi una nube blanca y sentado en la nube estaba alguien parecido al Hijo del Hombre. Tenía una corona de oro en la cabeza y en la mano una hoz afilada. 15 Entonces vino otro ángel desde el templo y le gritó al que estaba sentado en la nube: «Da rienda suelta a la hoz, porque ha llegado el tiempo para cosechar; ya está madura la cosecha en la tierra». 16 Y el que estaba sentado en la nube pasó la hoz sobre la tierra, y toda la tierra fue cosechada. 17 Después vino otro ángel desde el templo que está en el cielo, y él también tenía una hoz afilada. 18 Luego otro ángel, que tenía poder para destruir con fuego, vino desde el altar y le gritó al ángel que tenía la hoz afilada: «Pasa ahora tu hoz y junta los racimos de los viñedos de la tierra, porque las uvas ya están maduras para el juicio». 19 Así que el ángel pasó su hoz sobre la tierra y echó las uvas en el gran lagar de la ira de Dios. 20 Las uvas fueron pisadas en el lagar fuera de la ciudad, y del lagar brotó un río de sangre de unos trescientos kilómetros de largo que llegaba hasta los frenos de un caballo.
en relación con el “evangelio eterno,” serán lo que distinga a la iglesia de Cristo cuando él aparezca. Pues, como resultado del triple mensaje, se dice: “Aquí están los que guardan los mandamientos de Dios, y la fe de Jesús.” Y éste es el último mensaje que se ha de dar antes que venga el Señor. Inmediatamente después de su proclamación, el profeta vio al Hijo del hombre venir en gloria para segar la mies de la tierra.

Los que recibieron la luz relativa al santuario y a la inmutabilidad de la ley de Dios, se llenaron de alegría y admiración al ver la belleza y armonía del conjunto de verdad que fue revelado a sus inteligencias. Deseaban que esa luz que tan preciosa les resultaba fuese comunicada a todos los cristianos, y no podían menos que creer que la aceptarían con alborozo. Pero las verdades que no podían sino ponerlos en desavenencia con el mundo no fueron bienvenidas para muchos que profesaban ser discípulos de Cristo. La obediencia al cuarto mandamiento exigía un sacrificio ante el cual la mayoría retrocedía.

Cuando se presentaban las exigencias del sábado, muchos argüían desde el punto de vista mundano, diciendo: “Siempre hemos guardado el domingo, nuestros padres lo guardaron, y muchos hombres buenos y piadosos han muerto felices observándolo. Si ellos tuvieron razón, nosotros también la tenemos. La observancia de este nuevo día de reposo nos haría discrepar con el mundo, y no tendríamos influencia sobre él. ¿Qué puede esperar hacer un pequeño grupo de observadores del séptimo día contra todo el mundo que guarda el domingo?” Con argumentos semejantes procurarían los judíos justificar la manera en que rechazaron a Cristo. Sus padres habían agradado a Dios presentándole ofrendas y sacrificios, ¿por qué no alcanzarían los hijos salvación siguiendo el mismo camino? Así también, en días de Lutero, los papistas decían que cristianos verdaderos habían muerto en la fe católica, y que por consiguiente esa religión bastaba para salvarse. Este modo de argumentar iba a resultar en verdadero obstáculo para todo progreso en la fe y en la práctica de la religión.

Muchos insistían en que la observancia del domingo había sido una doctrina establecida y una costumbre muy general de la iglesia durante muchos siglos. Contra este argumento se adujo el de que el sábado y su observancia eran más antiguos y se habían generalizado más; que eran tan antiguos como el mismo mundo, y que llevaban la sanción de los ángeles y de Dios. Cuando fueron puestos los fundamentos de la tierra, cuando los astros de la mañana alababan a una, y se regocijaban todos los hijos de Dios, entonces fue puesto el fundamento del sábado. Job 38:6-7
RVR1960 6 ¿Sobre qué están fundadas sus bases? ¿O quién puso su piedra angular, 7 Cuando alababan todas las estrellas del alba, Y se regocijaban todos los hijos de Dios? NTV 6 ¿Qué sostiene sus cimientos y quién puso su piedra principal 7 mientras las estrellas de la mañana cantaban a coro y todos los ángeles gritaban de alegría?
Génesis 2:1-3
RVR1960 1 Fueron, pues, acabados los cielos y la tierra, y todo el ejército de ellos. 2 Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo. 3 Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación. NTV 1 Así quedó terminada la creación de los cielos y de la tierra, y de todo lo que hay en ellos. 2 Cuando llegó el séptimo día, Dios ya había terminado su obra de creación, y descansó de toda su labor. 3 Dios bendijo el séptimo día y lo declaró santo, porque ese fue el día en que descansó de toda su obra de creación.
Bien puede esta institución exigir nuestra reverencia: no fue ordenada por ninguna autoridad humana, ni descansa sobre ninguna tradición humana; fue establecida por el Anciano de días y ordenada por su Palabra eterna.

Cuando se llamó la atención de la gente a la reforma tocante al sábado, sus ministros torcieron la Palabra de Dios, interpretándola del modo que mejor tranquilizara los espíritus inquisitivos. Y los que no escudriñaban las Escrituras por sí mismos se contentaron con aceptar las conclusiones que estaban en conformidad con sus deseos. Mediante argumentos y sofismas, con las tradiciones de los padres y la autoridad de la iglesia, muchos trataron de echar abajo la verdad. Pero los defensores de ella recurrieron a la Biblia para defender la validez del cuarto mandamiento. Humildes cristianos, armados con sólo la Palabra de verdad, resistieron los ataques de hombres de saber, que, con sorpresa e ira, tuvieron que convencerse de la ineficacia de sus elocuentes sofismas ante los argumentos sencillos y contundentes de hombres versados en las Sagradas Escrituras más bien que en las sutilezas de las escuelas.

A falta de testimonio bíblico favorable, muchos, olvidando que el mismo modo de argumentar había sido empleado contra Cristo y sus apóstoles, decían con porfiado empeño: “¿Por qué nuestros prohombres no entienden esta cuestión del sábado? Pocos creen como vosotros. Es imposible que tengáis razón, y que todos los sabios del mundo estén equivocados.”

Para refutar semejantes argumentos bastaba con citar las ense- ñanzas de las Santas Escrituras y la historia de las dispensaciones del Señor para con su pueblo en todas las edades. Dios obra por medio de los que oyen su voz y la obedecen, de aquellos que en caso necesario dirán verdades amargas, por medio de aquellos que no temen censurar los pecados de moda. La razón por la cual él no escoge más a menudo a hombres de saber y encumbrados para dirigir los movimientos de reforma. es porque confían en sus credos, teorías y sistemas teológicos, y no sienten la necesidad de ser enseñados por Dios. Sólo aquellos que están en unión personal con la Fuente de la sabiduría son capaces de comprender o explicar las Escrituras. Los hombres poco versados en conocimientos escolásticos son llamados a veces a declarar la verdad, no porque son ignorantes, sino porque no son demasiado pagados de sí mismos para dejarse enseñar por Dios. Ellos aprenden en la escuela de Cristo, y su humildad y obediencia los hace grandes. Al concederles el conocimiento de su verdad, Dios les confiere un honor en comparación con el cual los honores terrenales y la grandeza humana son insignificantes.

La mayoría de los que habían esperado el advenimiento de Cristo rechazaron las verdades relativas al santuario y a la ley de Dios, y muchos renunciaron además a la fe en el movimiento adventista para adoptar pareceres erróneos y contradictorios acerca de las profecías que se aplicaban a ese movimiento. Muchos incurrieron en el error de fijar por repetidas veces una fecha precisa para la venida de Cristo. La luz que brillaba entonces respecto del asunto del santuario les habría enseñado que ningún período profético se extiende hasta el segundo advenimiento; que el tiempo exacto de este acontecimiento no está predicho. Pero, habiéndose apartado de la luz, se empeñaron en fijar fecha tras fecha para la venida del Señor, y cada vez fueron chasqueados.

Cuando la iglesia de Tesalónica adoptó falsas creencias respecto a la venida de Cristo, el apóstol Pablo aconsejó a los cristianos de dicha iglesia que examinaran cuidadosamente sus esperanzas y sus deseos por la Palabra de Dios. Les citó profecías que revelaban los acontecimientos que debían realizarse antes de que Cristo viniese, y les hizo ver que no tenían razón alguna para esperarle en su propio tiempo. “No dejéis que nadie os engañe en manera alguna” 2 Tesalonicenses 2:3
RVR1960 3 Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, NTV 3 No se dejen engañar por lo que dicen. Pues aquel día no vendrá hasta que haya una gran rebelión contra Dios y se dé a conocer el hombre de anarquía, aquel que trae destrucción.
VM fueron sus palabras de amonestación. Si se entregaban a esperanzas no sancionadas por las Sagradas Escrituras, se verían inducidos a seguir una conducta errónea; el chasco los expondría a la mofa de los incrédulos, correrían peligro de ceder al desaliento, y estarían tentados a poner en duda las verdades esenciales para su salvación. La amonestación del apóstol a los tesalonicenses encierra una importante lección para los que viven en los últimos días. Muchos de los que esperaban la venida de Cristo pensaban que no podían ser celosos y diligentes en la obra de preparación, a menos que cimentaran su fe en una fecha definida para esa venida del Señor. Pero como sus esperanzas no fueron estimuladas una y otra vez sino para ser defraudadas, su fe recibió tales golpes que llegó a ser casi imposible que las grandes verdades de la profecía hiciesen impresión en ellos.

La mención de una fecha precisa para el juicio, en la proclamación del primer mensaje, fue ordenada por Dios. La computación de los períodos proféticos en que se basa ese mensaje, que colocan el término de los 2.300 días en el otoño de 1844, puede subsistir sin inconveniente. Los repetidos esfuerzos hechos con el objeto de encontrar nuevas fechas para el principio y fin de los períodos profé- ticos, y los argumentos para sostener este modo de ver, no sólo alejan de la verdad presente, sino que desacreditan todos los esfuerzos para explicar las profecías. Cuanto más a menudo se fije fecha para el segundo advenimiento, y cuanto mayor sea la difusión recibida por una enseñanza tal, tanto mejor responde a los propósitos de Satanás. Una vez transcurrida la fecha, él cubre de ridículo y desprecio a quienes la anunciaron y echa oprobio contra el gran movimiento adventista de 1843 y 1844. Los que persisten en este error llegarán al fin a fijar una fecha demasiado remota para la venida de Cristo. Ello los arrullará en una falsa seguridad, y muchos sólo se desengañarán cuando sea tarde.

La historia del antiguo Israel es un ejemplo patente de lo que experimentaron los adventistas. Dios dirigió a su pueblo en el movimiento adventista, así como sacó a los israelitas de Egipto. Cuando el gran desengaño, su fe fue probada como lo fue la de los hebreos cerca del Mar Rojo. Si hubiesen seguido confiando en la mano que los había guiado y que había estado con ellos hasta entonces, habrían visto la salvación de Dios. Si todos los que habían trabajado unidos en la obra de 1844 hubiesen recibido el mensaje del tercer ángel, y lo hubiesen proclamado en el poder del Espíritu Santo, el Señor habría actuado poderosamente por los esfuerzos de ellos. Raudales de luz habrían sido derramados sobre el mundo. Años haría que los habitantes de la tierra habrían sido avisados, la obra final se habría consumado, y Cristo habría venido para redimir a su pueblo.

No era voluntad de Dios que Israel peregrinase durante cuarenta años en el desierto; lo que él quería era conducirlo a la tierra de Canaán y establecerlo allí como pueblo santo y feliz. Pero “no pudieron entrar a causa de incredulidad.” Hebreos 3:19
RVR1960 19 Y vemos que no pudieron entrar a causa de incredulidad. NTV 19 Como vemos, ellos no pudieron entrar en el descanso de Dios a causa de su incredulidad.
Perecieron en el desierto a causa de su apostasía, y otros fueron suscitados para entrar en la tierra prometida. Asimismo, no era la voluntad de Dios que la venida de Cristo se dilatara tanto, y que su pueblo permaneciese por tantos años en este mundo de pecado e infortunio. Pero la incredulidad lo separó de Dios. Como se negara a hacer la obra que le había señalado, otros fueron los llamados para proclamar el mensaje. Por misericordia para con el mundo, Jesús difiere su venida para que los pecadores tengan oportunidad de oír el aviso y de encontrar amparo en él antes que se desate la ira de Dios.

Hogaño como antaño, la predicación de una verdad que reprueba los pecados y los errores del tiempo, despertará oposición. “Porque todo aquel que obra el mal, odia la luz, y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas.” Juan 3:20
RVR1960 20 Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. NTV 20 Todos los que hacen el mal odian la luz y se niegan a acercarse a ella porque temen que sus pecados queden al descubierto,
Cuando los hombres ven que no pueden sostener su actitud por las Sagradas Escrituras, muchos resuelven sostenerla a todo trance, y con espíritu malévolo atacan el carácter y los motivos de los que defienden las verdades que no son populares. Es la misma política que se siguió en todas las edades. Elías fue acusado de turbar a Israel, Jeremías lo fue de traidor, y San Pablo de profanador del templo. Desde entonces hasta ahora, los que quisieron ser leales a la verdad fueron denunciados como sediciosos, herejes o cismáticos. Multitudes que son demasiado descreídas para aceptar la palabra segura de la profecía, aceptarán con ilimitada credulidad la acusación dirigida contra los que se atreven a reprobar los pecados de moda. Esta tendencia irá desarrollándose más y más. Y la Biblia enseña a las claras que se va acercando el tiempo en que las leyes del estado estarán en tal contradicción con la ley de Dios, que quien quiera obedecer a todos los preceptos divinos tendrá que arrostrar censuras y castigos como un malhechor.

En vista de esto, ¿quál es el deber del mensajero de la verdad? ¿Llegará tal vez a la conclusión de que no se debe predicar la verdad, puesto que a menudo no produce otro efecto que el de empujar a los hombres a burlar o resistir sus exigencias? No; el hecho de que el testimonio de la Palabra de Dios despierte oposición no le da motivo para callarlo, como no se lo dio a los reformadores anteriores. La confesión de fe que hicieron los santos y los mártires fue registrada para beneficio de las generaciones venideras. Los ejemplos vivos de santidad y de perseverante integridad llegaron hasta nosotros para inspirar valor a los que son llamados ahora a actuar como testigos de Dios. Recibieron gracia y verdad, no para sí solos, sino para que, por intermedio de ellos, el conocimiento de Dios iluminase la tierra. ¿Ha dado Dios luz a sus siervos en esta generación? En tal caso deben dejarla brillar para el mundo.

Antiguamente el Señor declaró a uno que hablaba en su nombre: “La casa de Israel empero no querrá escucharte a ti, porque no quieren escucharme a mí.” Sin embargo, dijo: “Les hablarás mis palabras, ora que oigan, ora que dejen de oír.” Ezequiel 3:7
RVR1960 7 Mas la casa de Israel no te querrá oír, porque no me quiere oír a mí; porque toda la casa de Israel es dura de frente y obstinada de corazón. NTV 7 ¡Pero los israelitas no te escucharán a ti como tampoco me escuchan a mí! Pues todos y cada uno de ellos son tercos y duros de corazón.
Ezequiel 2:7
RVR1960 7 Les hablarás, pues, mis palabras, escuchen o dejen de escuchar; porque son muy rebeldes. NTV 7 Debes darles mis mensajes, te escuchen o no. Sin embargo, no te escucharán, ¡porque son totalmente rebeldes!
Al siervo de Dios en nuestros días se dirige la orden: “¡Eleva tu voz como trompeta! ¡declara a mi pueblo su transgresión, a la casa de Jacob sus pecados! ”

En la medida de sus oportunidades, pesa sobre todo aquel que recibió la verdad la misma solemne y terrible responsabilidad que pesara sobre el profeta a quien el Señor dijo: “Hijo del hombre, yo te he puesto por atalaya a la casa de Israel; por tanto, oirás de mi boca la palabra, y les amonestarás de mi parte. Cuando yo digo al inicuo: ¡Oh hombre inicuo, ciertamente morirás! si tú no hablas para amonestar al inicuo de su camino, él, siendo inicuo, en su iniquidad morirá; mas su sangre yo la demandaré de tu mano. Pero cuando tú hubieres amonestado al inicuo de su camino, para que se vuelva de él, si no se volviere de su camino, por su culpa morirá; mas tú has librado a tu alma.” Ezequiel 33:7-9
RVR1960 7 A ti, pues, hijo de hombre, te he puesto por atalaya a la casa de Israel, y oirás la palabra de mi boca, y los amonestarás de mi parte. 8 Cuando yo dijere al impío: Impío, de cierto morirás; si tú no hablares para que se guarde el impío de su camino, el impío morirá por su pecado, pero su sangre yo la demandaré de tu mano. 9 Y si tú avisares al impío de su camino para que se aparte de él, y él no se apartare de su camino, él morirá por su pecado, pero tú libraste tu vida. NTV 7 »Ahora, hijo de hombre, te pongo por centinela del pueblo de Israel. Por lo tanto, escucha lo que digo y adviérteles de mi parte. 8 Si yo anuncio que unos malvados de cierto morirán y tú no les dices que cambien su manera de vivir, entonces ellos morirán en sus pecados y te haré a ti responsable de su muerte. 9 En cambio, si les adviertes que se arrepientan y no lo hacen, morirán en sus pecados, pero tú te habrás salvado.

El gran obstáculo que se opone a la aceptación y a la proclamación de la verdad, es la circunstancia de que ella acarrea inconvenientes y oprobio. Este es el único argumento contra la verdad que sus defensores no han podido nunca refutar. Pero esto no arredra a los verdaderos siervos de Cristo. Ellos no esperan hasta que la verdad se haga popular. Convencidos como lo están de su deber, aceptan resueltamente la cruz, confiados con el apóstol Pablo en que “lo momentáneo y leve de nuestra tribulación, nos obra un sobremanera alto y eterno peso de gloria,” “teniendo — como antaño Moisés — por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los Egipcios.” 2 Corintios 4:17
RVR1960 17 Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; NTV 17 Pues nuestras dificultades actuales son pequeñas y no durarán mucho tiempo. Sin embargo, ¡nos producen una gloria que durará para siempre y que es de mucho más peso que las dificultades!
Hebreos 11:26
RVR1960 26 teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón. NTV 26 Consideró que era mejor sufrir por causa de Cristo que poseer los tesoros de Egipto, pues tenía la mirada puesta en la gran recompensa que recibiría.

Cualquiera que sea su profesión de fe, sólo los que son esclavos del mundo en sus corazones obran por política más bien que por principio en asuntos religiosos. Debemos escoger lo justo porque es justo, y dejar a Dios las consecuencias. El mundo debe sus grandes reformas a los hombres de principios, fe y arrojo. Esos son los hombres capaces de llevar adelante la obra de reforma para nuestra época.

Así dice el Señor: “¡Escuchadme, los que conocéis la justicia, pueblo en cuyo corazón está mi ley! no temáis el vituperio de los hombres, ni os acobardéis con motivo de sus ultrajes: porque como a un vestido, los consumirá la polilla, y, como a lana, los consumirá el gusano; mas mi justicia durará para siempre, y mi salvación de siglo en siglo.” Isaías 51:7-8
RVR1960 7 Oídme, los que conocéis justicia, pueblo en cuyo corazón está mi ley. No temáis afrenta de hombre, ni desmayéis por sus ultrajes. 8 Porque como a vestidura los comerá polilla, como a lana los comerá gusano; pero mi justicia permanecerá perpetuamente, y mi salvación por siglos de siglos. NTV 7 »Escúchenme, ustedes que distinguen entre lo bueno y lo malo, ustedes que atesoran mi ley en el corazón. No teman las burlas de la gente, ni tengan miedo de sus insultos. 8 Pues la polilla los devorará a ellos como devora la ropa, y el gusano los comerá como se come la lana. Pero mi justicia permanecerá para siempre; mi salvación continuará de generación en generación».

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