El Espíritu de Profecía — II — Estudia la Biblia Hoy





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El Espíritu de Profecía — II
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Dos meses después del gran chasco, cuando los dos mil trescientos días habían terminado (más o menos el 1 de enero de 1845), Dios llamó a otra persona para que le sirviera de mensajera. El llamado vino durante un culto de oración en el que cinco fervorosas mujeres estaban pidiendo luz. En este grupo se hallaba la señorita Elena G. Harmon que comenzó a recibir revelaciones de Dios. Hacía poco que ella había cumplido los diecisiete años y se encontraba entonces en un estado de salud tan precario que los médicos temían por su vida, era en verdad, como se le dijo a Foss, el instrumento que Dios escogería, "la más débil de los débiles".

Cuando tenía nueve años de edad recibió una herida cuyas consecuencias por poco resultaron fatales, pues casi falleció a causa de la gran hemorragia ocasionada. Nunca más pudo asistir al colegio. Durante varias semanas antes de recibir la primera revelación apenas podía hablar en voz muy baja. Un médico dijo que era un caso de tisis hidrópica, que el pulmón derecho estaba dañado, que el otro estaba muy enfermo y que, como agravante, tenia una afección cardiaca. Todo esto hacia dudar de que pudiera recobrar la salud. Estando recostada, la respiración se le hacía difícil; y de noche sólo podía descansar estando casi sentada en la cama, apoyada en almohadas. Los frecuentes ataques de tos y la hemorragia pulmonar habían reducido su fuerza física a un mínimo; y en ese tiempo pesaba sólo 35 kg. En fin, según el médico, viviría muy poco tiempo y podía morir en cualquier momento.

El chasco de 1844 habia sido un golpe tan severo para su fuerza fisica, que algunos pensaban que le que daba poco tiempo de vida. Mientras oraba pidiendo luz referente a la experiencia de la desilusión, la Srta. Harmon fue arrebatada por vez primera en visión. vio el viaje del pueblo adventista a la nueva Jerusalén. Esto la alentó sobremanera, y sirvió igualmente de estímulo para otros a quienes ella relató la visión.

Más o menos una semana después de la primera visión, la Srta. Harmon tuvo una segunda , en la cual Dios le manifestó que ella debería ser su mensajera, ella rehuyó la responsabilidad. Durante algún tiempo aró para que esa carga fuese dada a alguna persona más capaz, pero el mandato inequivoco era: "Da a conocer a otros lo que te he revelado", y finalmente, con humildad, aceptó la misión.

A pesar de su gran debilidad fisica, se le dijo que fuera a Portland, Maine, -al mismo lugar donde fra casó Foss cuando trató de relatar la visión recibida. Allí contó lo que el Señor le había revelado. En una pieza contigua, Foss escuchó la narración; y después de la reunión dijo a otros: "La visión que Elena acaba de contar es tan parecida a la que me fue enseñada, como si dos personas relatasen el mismo suceso". A la mañana siguiente, cuando vio a la Srta. Harmon, dijo: "Ahi está el instrumento sobre el cual el Señor ha puesto la carga". Y a ella le dijo: "Sea fiel en llevar la obligación que se le ha encomendado, y en declarar los testimonios que el Señor le dará, y Ud, alcanzará el reino de Dios". Luego añadió con voz de angustia: "Oh ! estoy perdido".

Desde aquel día de entrega incondicional a la voluntad de su Maestro, hasta su muerte, la mensajera elegida y comisionada por Dios jamás rehuyó el deber.

Pero la tarea, no era fácil. Aún entre los creyentes adventistas de aquel tiempo había algunos que no creían que las visiones de Elena Harmon fuesen de Dios.

El espíritu de profecía, manifestado por intermedio de la Srta. Harmon (ahora Sra. Elena G. de White, por haber contraído matrimonio con el pastor Jaime White, en agosto de 1846) se halla tan intimamente entretejido con el progreso de la historia de nuestra iglesia que no se puede hablar de una fase de la obra sin hacer resaltar clara e inequívocamente esta dirección divina. Sus mensajes inspirados se han relacionado con el tercer mensaje angélico más o menos durante ciento cinco años hasta la fecha (1960). Ciento sesenta y ocho años hasta el 2023.

Cuando pensamos en la maravillosa bendición que el espíritu de profecía ha sido y continúa siendo para la iglesia remanente, sigue resonando a través del silencio del pasado, con todo el énfasis de los siglos y la solemne seriedad del presente, la ferviente amonestación de Josafat: "Creed a Jehová vuestro Dios, y seréis seguros; creed a sus profetas, y seréls prosperados" 2 Crónicas 20:20
RVR1960 20 Y cuando se levantaron por la mañana, salieron al desierto de Tecoa. Y mientras ellos salían, Josafat, estando en pie, dijo: Oídme, Judá y moradores de Jerusalén. Creed en Jehová vuestro Dios, y estaréis seguros; creed a sus profetas, y seréis prosperados. NTV 20 Temprano a la mañana siguiente, el ejército de Judá salió al desierto de Tecoa. De camino, el rey Josafat se detuvo y dijo: «¡Escúchenme, habitantes de Judá y de Jerusalén! Crean en el Señor su Dios y podrán permanecer firmes. Créanles a sus profetas y tendrán éxito».

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